Pontificia Universidad Javeriana
Opinión
Noviembre 1, 2024
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Gaza: cuando el Derecho es superado por las relaciones internacionales

Manuel Camilo González Vides
Profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales  

Ha pasado un año desde que nuevamente el Medio Oriente fuera portada y tema de interés del periodismo y de los analistas políticos por cuenta de la incursión armada de Hamas en el suroeste de Israel y la respuesta del gobierno de Tel Aviv a las acciones de este grupo armado no estatal palestino y su red de solidaridad que se extiende por toda la región.

Ciertamente, este ha sido un conflicto que cuenta con varios matices interesantes. Por un lado, dentro del historial de conflictos de Israel, esta ha sido su guerra más larga desde la confrontación árabe-israelí de 1948 que le aseguró su formación como estado independiente. Incluso comparando su enfrentamiento con milicias en la Franja de Gaza, históricamente, esta operación militar ha resultado más duradera.

Por otro lado, la incursión de Hamás en territorio israelí se ha transformado en una guerra asimétrica abierta difícil de definir debido a las particularidades de los Territorios Palestinos dentro de la normativa internacional: ¿es un conflicto civil, una guerra internacional o un híbrido fluido entre ambas categorías? No obstante, las etiquetas de “guerra contra el terrorismo” desde el bando israelí y “lucha contra la opresión” de la organización armada palestina libran una intensa puja por la narrativa a nivel global para sumar apoyos de gobiernos y actores no gubernamentales. 

A simple vista, este capitulo de violencia parecería ser uno más dentro de las tensas y cambiantes relaciones en el Medio Oriente. Pero no es así. Las acciones de uno u otro bando han provocado reacciones a nivel global que difícilmente pueden aislar el conflicto de las dinámicas internacionales. Son varias las aristas que este conflicto, iniciado en octubre del año pasado, han sido afectadas, como el ámbito humanitario, el Derecho Internacional Humanitario,  las relaciones internacionales y el destino mismo de Palestina.

En el lado más terrible de las guerras, el enfrentamiento entre Israel y Palestina ha provocado una gran pérdida de vidas humanas. La urbanización de la guerra en el enclave gazatí ha cobrado la vida de aproximadamente 41 mil palestinos como consecuencia del asedio y la incursión militar terrestre de las Fuerzas de Defensa Israelíes (FDI), según el ministerio de salud de Gaza. Asimismo, según fuentes del gobierno israelí, se estima que durante el ataque de Hamás murieron 1.239 personas y se estima que 101 israelíes siguen cautivos por parte de este grupo armado dentro de un largo e intrincado sistema de búnkeres.

Este impacto humanitario tiene nombre, violaciones fragantes al Derecho Internacional Humanitario. Tanto la agresión de Hamás como la respuesta de Israel han carecido de los principios más básicos del derecho de los conflictos: la distinción entre los civiles y los combatientes, el impedimento de causar víctimas civiles en las operaciones militares y la falta de proporcionalidad en los ataques. En pocas palabras, este conflicto ha carecido de humanidad como guía de las interacciones entre ambas partes. Esta situación ha llevado de manera inédita a que las denuncias ante la justicia internacional se agilicen como una forma de disuadir a ambas partes de detener sus acciones: la fiscalía de la Corte Penal Internacional (CPI) emitió órdenes de arresto contra los líderes del gobierno israelí y de Hamás. De la misma manera, este tribunal fue más allá al exhortar a Tel Aviv a detener sus acciones militares tras la denuncia.

Sin embargo, esto no ha sido suficiente para detener las acciones militares de ambos bandos. Gaza, al igual que aquello que acontece en Ucrania o Sudán, están demostrando que el Derecho Internacional y las relaciones internacionales van en direcciones distintas. Existen dos imágenes del derecho de los conflictos. Desde una mirada, aparece como un conjunto de normas que se parece a un “tigre de papel”: estricto en sus líneas rojas pero que en la realidad sólo es ignorado e incluso manipulado por los líderes políticos y militares para obtener ventajas en la confrontación. Ciertamente, aquí los ejemplos van desde enarbolar el derecho a la autodeterminación de los pueblos para ejecutar actos sanguinarios, hasta traducir convenientemente el derecho de la autodefensa al derecho de agredir.

Desde otra mirada, las normas aparecen como dispensable ante cualquier alianza política internacional. Aquí el poder supera los principios, la Política al Derecho. Bajo este conflicto, ha sido muy significativo el papel que han tenido jugadores regionales como Irán y potencias globales como Estados Unidos. El impulso de Irán a su coalición híbrida de gobiernos y milicias, conocida como Eje de Resistencia, ha alimentado la escalada de Israel en la región con ataques en el Líbano, Siria y la propia Teherán. Pero también es relevante decir que Estados Unidos ha alimentado en medio de su dilema de octubre: acabar con la influencia iraní a través de la neutralización de Hamas y sus aliados regionales o buscar una paz imperfecta de la mano de Egipto y Qatar. La falta de decisión de Washington en un año electoral ha dejado ver que es mejor apoyar a su aliado que colocarle frenos al “largo brazo de Israel”. Ciertamente, la indecisión y la complicidad se dan la mano para dejar sin filo los dientes al Derecho Internacional, demostrando hasta qué nivel infringirlo es hoy menos costoso que hace décadas atrás cuando el mundo aprendía de los horrores de las guerras mundiales y coloniales.

Por último, la opinión pública ha demostrado que esta guerra ha acentuado el pesimismo respecto al fututo de la región. Según la última encuesta del Palestinian Center for Policy and Survey Research, el 88 % de palestinos encuestados han catalogado las aspiraciones genocidas de Israel, mientras que 93 % de los israelíes consultados lo han hecho bajo el mismo rótulo las aspiraciones de los palestinos. Esto esta muy correlacionado con las preferencias de las poblaciones frente al futuro de los Territorios Palestinos: sólo el 21 % de israelíes apoya la solución de dos estados a pesar de que el 40 % de palestinos lo hacen, lo que nos deja un panorama impresionante de desconfianza que impide una solución pacífica, por lo menos a corto plazo. En Palestina, no solo el Derecho Internacional parece sepultado por el asedio y los combates, también la esperanza de reconciliación y de convivencia pacífica entre dos comunidades cultural e históricamente hermandas.