Institucional
Reflexión
Junio 13, 2025

El gran reto que tenemos las universidades

Luis Fernando Múnera Congote S.J. 
Rector Pontificia Universidad Javeriana

Estimada comunidad javeriana.

En este momento de dolor, violencia e incertidumbre que vive el país, nos corresponde como comunidad universitaria reflexionar sobre la importancia de fortalecer una cultura democrática que propenda por el cuidado de la vida, la paz, el respeto, la calidad de la deliberación pública y el bien común.

Esta reflexión es fundamental porque el atentado al senador Miguel Uribe Turbay, y la persistencia de la violencia en diferentes regiones del país que por años ha afectado comunidades, líderes sociales y políticos, ocurren también en un contexto global más amplio y marcado por conflictos armados y socioambientales con gravísimas consecuencias humanitarias, fortalecimiento de estructuras del crimen organizado, tendencias de polarización y desinformación y tensiones internacionales que amenazan la vida en sociedad, la economía y el medio ambiente. Se observa también, en diversas latitudes, un preocupante deterioro de la democracia que desafía el ejercicio de los derechos y libertades civiles, especialmente aquellos de las minorías y la oposición política, la separación de poderes, el pluralismo y la convivencia.

Las tensiones internacionales y el retroceso democrático mencionados, se exacerban con el señalamiento de un “otro” calificado como enemigo que debe ser destruido, con quien no se podría dialogar ni llegar a acuerdos porque no merecería la misma consideración de ser “un otro” reconocido por su dignidad humana. Este escenario de división y descalificación, se recrudece y profundiza gracias a las facilidades que las tecnologías de comunicación e información y las plataformas digitales brindan para la expansión de la desinformación y la manipulación de contenidos y mensajes.

En este panorama, el gran reto de las universidades es mostrar lo contrario; es decir, la posibilidad de encontrarnos genuinamente y construir con otros. El llamado a las universidades es a aportar argumentos y comportamientos que permitan establecer diálogos difíciles, tramitar diferencias y propiciar convergencias que abonen el terreno para crear las condiciones necesarias para impulsar transformaciones encaminadas al bien común, con un horizonte de futuro compartido.

Una característica de las sociedades democráticas es su pluralidad: en democracia conviven distintas ideas políticas y maneras de interpretar el mundo, creencias espirituales y religiosas, razas y culturas. La democracia es un camino para tramitar las diferencias, muchas veces profundas e irreconciliables, sin recurrir a la violencia. El fortalecimiento de la cultura democrática, y sus instituciones, tiene como sentido la búsqueda del bien común, la mirada al futuro. El consenso y el disenso se tramitan desde el diálogo, el entendimiento del otro y una mirada amplia que nos dé perspectiva frente a las necesidades, argumentos y posiciones y que, además, nos ayude a conocer mejor tiempos, circunstancias e intereses de aquellos que llamamos “el otro”. Un ethos democrático se sustenta, además, en el respeto de la vida, los derechos humanos y la transformación no violenta de conflictos.

Los grandes retos que enfrenta el mundo, y también nuestro país, son variados y complejos, no pueden ser resueltos por caudillos o salvadores, sino que requieren esfuerzos intersectoriales de largo aliento, conocimiento interdisciplinario, participación, responsabilidad y compromiso. La universidad está llamada, entonces, a ser un actor fundamental en múltiples dimensiones.

Sus aportes para la solución de esos retos y para superar el ambiente de agresividad y polarización que se recrudece, debe ser un compromiso sostenido y prioritario. Nos corresponde profundizar y fortalecer nuestra misión, en una época difícil, cambiante e inestable, dando centralidad y sentido a la formación de generaciones y el acompañamiento a proyectos de vida, que puedan entender los horrores del pasado y las huellas de la violencia, hacer un uso responsable y ético de la información, pero, sobre todo, que sean capaces de debatir y actuar democráticamente, reconociendo al otro en su dignidad humana y con quien se pueda, más allá de las disputas y las diferencias, encontrarse en el camino para construir un mejor futuro para todas y todos. La Universidad, debe ser un referente en este proceso, desde el cultivo del conocimiento, la búsqueda de la verdad y la acción responsable.

Les invito a que, desde la cotidianidad de las conversaciones, los debates, los momentos de encuentro y desencuentro, contribuyamos a mitigar la polarización política, prevenir la emergencia de los autoritarismos, evitar la auto referencialidad, y a propiciar atmósferas que influyan positivamente en la sociedad. La violencia jamás será un camino legítimo para resolver las diferencias. Solo a través de la deliberación pacífica y argumentada, el respeto mutuo y la construcción colectiva del futuro podremos asegurar un país verdaderamente justo, libre y democrático.