Institucional
Paz
Septiembre 23, 2025

Semana por la Paz en la Javeriana: arropamos la vida con dignidad y esperanza

Melissa De La Hoz P. 
Periodista de la Dirección de Comunicaciones

La versión Nº 38 estuvo enmarcada por encuentros comunitarios, foros, expresiones artísticas, inmersiones y espacios de memoria, con el propósito de promover la reconciliación, la dignidad humana y la vida. 

Con más de 30 actividades alrededor del campus, del 8 al 12 de septiembre, la comunidad universitaria pudo conocer, cuestionar, aprender y comprometerse con la paz de Colombia. 

 

40 años del Palacio de Justicia: preguntas que aún siguen abiertas 

De manera inmersiva, uno de los eventos destacados fue el conversatorio sobre la Toma y Retoma del Palacio de Justicia, 40 años después. 

El 6 de noviembre de 1985, Colombia vivió uno de los episodios más oscuros y traumáticos de su historia reciente. Un comando del grupo guerrillero M-19 irrumpió en el Palacio de Justicia, en pleno centro de Bogotá, con la intención de “desarrollar una especie de juicio político” contra el entonces presidente Belisario Betancur. Cuatro décadas después, este hecho sigue resonando en la memoria del país como un símbolo de dolor, impunidad y resistencia. 

El profesor Louis Francis Monroy Santander, del Departamento de Relaciones Internacionales, presentó imágenes de ese día: “No solo para ilustrar lo que pasó, sino también para pensar en lo que hay detrás de esas fotografías y entender esa violencia irracional que tal vez nuestros hermanos, padres o abuelos enfrentaron”. 

Monroy también habló del Estatuto de Seguridad del gobierno de Julio César Turbay, en el que se consolidó una política represiva: “Lo que se constituyó fue un espacio para la violación de los derechos humanos, con fenómenos como la tortura, la desaparición forzada y el atentado sistemático contra sectores de izquierda”. 

En el conversatorio estuvo presente Humberto Huertas, quien, con su cámara, retrató varias de las imágenes que hoy conocemos de la toma del Palacio de Justicia: “Uno siempre está buscando el mejor ángulo, la mejor imagen, el mejor momento para que eso precisamente no se olvide… y, sobre todo, no se vuelva a repetir. Había civiles armados esperando. No fue espontáneo: desde el primer momento ya había civiles armados en los alrededores”. 

Incluso hubo censura: “Lo que estaba sucediendo, de un momento a otro, lo dejaron de transmitir y pasaron a un partido de fútbol”, aseguró Huertas. 

También se discutió la gravedad del hecho de que 11 personas siguen oficialmente desaparecidas, muchos magistrados fueron asesinados, cuerpos incinerados, y el propio Estado fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Sin embargo, la justicia plena aún no llega: la verdad completa no ha sido contada, muchas fosas no han sido identificadas, y los testimonios de quienes sobrevivieron siguen esperando reconocimiento oficial. 

María Lucía Zapata, directora del Instituto de Derechos Humanos y Construcción de Paz Alfredo Vásquez Carrizosa de la Javeriana expresó: “La tragedia de Armero tapó mucho este hecho. Pero la academia no dejó que se olvidara. Se perdió una generación de académicos, una generación de juristas, que eran muy importantes”. 
 

El profesor Louis concluyó: “Recordar no es revivir el dolor. Es negarse a que se repita”. 


Esta jornada evidenció la importancia de la academia en el trabajo por la memoria: investigaciones, recuperación de documentos, reconstrucción de testimonios, exhumaciones y divulgación de estas historias para que no caigan en el olvido. 

Madres buscadoras: persistencia, verdad y dignidad 

En el conversatorio "Mujeres buscadoras y ética del cuidado: protecciones para la justicia transicional en Colombia", se respiraba el peso del dolor, pero sobre todo la energía de la resistencia. Madres de falsos positivos de Soacha y Bogotá (MAFAPO), y de Tolú Viejo, compartieron relatos conmovedores de pérdidas, pero también de exigencia de justicia. 
 

Jacqueline Castillo, presidenta de MAFAPO, afirmó: “Si la justicia no llega sola, nosotros la iremos a buscar paso a paso, con voz y con memoria”. 


A Gilma María Jiménez, víctima de Tolú Viejo, no solo le arrebataron a su hijo, sino también la posibilidad de vivir en paz. En su intervención, habló de la necesidad de que sus historias formen parte del registro público, y del derecho a ser reconocidas oficialmente por el Estado, con garantías de participación, reparación y verdad. 

Desde la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), el magistrado Óscar Parra Vera destacó: “La JEP no sería lo que es sin las víctimas. Son ellas las que nos han obligado a mirar donde nadie quería mirar”. 

Este reconocimiento no es solo simbólico: recientemente la JEP reconoció su labor, garantizando su participación dentro de los procesos judiciales con enfoque de género, territorial y étnico-racial. 

Durante el conversatorio también se presentaron avances del proyecto La Verdad al Estado, iniciativa del Instituto de Derechos Humanos de la Javeriana que busca transformar las experiencias de las víctimas en insumos para una justicia restaurativa con enfoque de género y derechos humanos. Se destacaron otros procesos impulsados desde la Universidad, como La Verdad Restaura y Mujeres con las Botas Bien Puestas, en los que estudiantes javerianos acompañan procesos de memoria y justicia comunitaria. 

Minas antipersonal: heridas invisibles, territorios sin retorno 

El tema de las minas antipersonal se abordó como una voz que ha sido silenciada durante años, pero cuyos efectos son tangibles en cuerpos, comunidades y memorias. Víctimas que han sobrevivido a explosiones compartieron que el miedo no desaparece con la remoción física del artefacto: la huella emocional permanece, junto con la desconfianza en el territorio y la dificultad de reconstruir la vida. 

Mauricio Silva, coordinador del Grupo AICMA, abrió la discusión resaltando la importancia de la innovación tecnológica para un desarrollo sostenible: "La digitalización y la inteligencia artificial no solo optimizan procesos, sino que también generan un valor agregado esencial para competir en un mundo cada vez más globalizado". Asimismo, afirmó que "la colaboración entre el sector público y privado es indispensable para construir soluciones efectivas". 

Irene Cabrerta Roda, directora país del Consejo Danés para Refugiados, advirtió sobre la crisis ecológica y la necesidad de actuar con urgencia: "No podemos seguir ignorando los signos del deterioro ambiental; es fundamental implementar políticas que garanticen un equilibrio entre desarrollo y conservación". Subrayó además que el compromiso individual y colectivo es esencial para preservar el planeta. 

Hernando Henríquez, director de Humanity and Inclusion, destacó: "La educación es la base para la equidad y la movilidad social". Propuso reformar los sistemas educativos para adaptarlos a las demandas del siglo XXI, incorporando tecnologías y metodologías innovadoras que preparen a los jóvenes para un mundo en constante cambio. 

Finalmente, el panel cerró con un llamado a la acción conjunto, José Luis Barreiro, coordinador en Foro de Organizaciones Humanitaria de Colombia, recordó que: “Solo a través del trabajo colaborativo y la integración de diferentes perspectivas se podrá construir un futuro más justo”. La lucha contra las minas antipersonal exige según Barreiro: “Voluntad política, cooperación internacional y un enfoque profundamente humano”. 

Voces estudiantiles: aprendizajes, compromiso y responsabilidad 

Paula Andrea Ángel, estudiante de Ciencia Política, destacó que la Semana por la Paz es fundamental porque “es importante que haya espacios donde, aunque no todos pensemos igual, estemos dispuestos a escuchar, a restablecer memoria y a manifestarnos, y a escuchar también a los otros sobre lo que tienen que decir en torno a la paz y la memoria”. 

Por su parte, Daniel Felipe Lozano, estudiante de Relaciones Internacionales, explicó que esta semana sirve para “fomentar espacios de memoria” y para que “todos estos hechos violentos que marcaron profundamente la historia del país los sigamos recordando y no queden en el olvido”.  

Jonathan Alexander Nene, estudiante de Comunicación Social, agregó que la Semana por la Paz “nos hace entender que hemos vivido un conflicto armado bastante complejo y nos ayudó a construir memoria. Siento que es importante. Estos eventos nos ayudan a construir paz. Sembramos memoria y cosechamos paz”. Considera que este tipo de actividades son esenciales para “entender un poquito cuál es nuestra historia como país”. 

La Semana por la Paz 2025 fue un recordatorio de que la memoria, la dignidad y la esperanza son fundamentales para construir un país más justo. Desde la Javeriana, se reafirmó el compromiso con la vida, la verdad y la paz, como un camino que se recorre colectivamente.