Hoy en la Javeriana: Un acto de rebeldia inteligente - Hoy en la Javeriana

Un acto de rebeldía inteligente
Luis Fernando Múnera Congote S.J.
Rector Pontificia Universidad Javeriana
Hay momentos que marcan el inicio de nuevas etapas, que nos invitan a observar con mayor atención lo que somos. Ingresar a la universidad es habitar una transformación profunda, personal y colectiva. Se reacomodan las preguntas, hay encuentros con personas nuevas, el asombro crece, el horizonte se amplía, nos acompañan otros miedos, y tanto las búsquedas como las certezas se llenan de nuevos significados.
Recibimos a nuestros nuevos estudiantes hace apenas unos días y hoy el campus vibra con toda la comunidad educativa en pleno. Cada uno de nuestros y nuestras estudiantes, tanto de pregrado como de postgrado, ha optado por la educación como el mejor camino para vivir con plenitud sus vidas y para transitar este cambio de época, que está suponiendo grandes transformaciones para la humanidad. Tienen la certeza de que las personas formadas en universidades de calidad son altamente valoradas y necesarias por sus conocimientos, por su capacidad de leer e interpretar contextos, por aportar soluciones. Cada vez más, las empresas, las instituciones y las organizaciones no solo buscan en las personas conocimientos técnicos y especializados, sino pensamiento crítico, capacidad de aprendizaje continuo, liderazgo ético y habilidades socioemocionales; saben bien que quienes han tenido una educación superior de calidad tienden a adaptarse mejor a los cambios tecnológicos, a innovar en procesos, a ser mediadores, a asumir responsabilidades con visión estratégica.
En tiempos en los que todo se quiere rápido y fácil, elegir una formación rigurosa y exigente es un acto de rebeldía inteligente. Evidencia una clara postura frente a la superficialidad, el cortoplacismo y la indiferencia al llamado de transformación de todo aquello que afecta a la sociedad y a las personas. Expresa el convencimiento de que un mundo complejo, interdependiente e incierto, requiere más conocimiento sólido, más trabajo colaborativo e interdisciplinario, más criterio, más personas apasionadas, creativas y comprometidas, y, sobre todo, más humanidad.
La Universidad Javeriana es un gran laboratorio de futuro para transformar desde el presente. El proceso de acompañar a nuestros estudiantes nos ha permitido comprender a fondo sus deseos, sus expectativas, sus convicciones. Sabemos que no quieren repetir el mundo sino transformarlo; que el proceso formativo no se trata solo de aprender sino de cómo y con quién se hace; que una universidad debe ser territorio de libertad, pluralismo y democracia; que estudiar en la Javeriana abre caminos para una vida digna; que el ejercicio de ser parte de una comunidad de cuidado permite aportar a la reconciliación y la paz que tanto necesita nuestro país; que una formación sólida y de vanguardia impulsa la innovación; que hoy es fundamental contar con redes profesionales, académicas y humanas nacionales e internacionales y que la coherencia entre el pensar y el actuar en asuntos como el cambio climático y la ecología integral son fundamentales para constituirnos como ciudadanos ecológicos, un claro diferencial de la Universidad Javeriana.
En este comienzo de semestre quiero compartir algunos desafíos que tenemos e invito a que nuestros estudiantes los asuman de manera colectiva con sus profesores, con sus compañeros, y con los equipos directivos y administrativos de la Universidad, en un horizonte profundamente ético, formativo y democrático.
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En tiempos de polarización, desinformación, violencia real o simbólica, y fractura del tejido social, las universidades estamos llamadas a ser espacios en donde la pluralidad de ideas, la diversidad y el respeto no solo sean un discurso sino una vivencia y una práctica cotidiana por parte de cada uno de los integrantes de la comunidad. Ser parte de una sociedad plural y diversa implica aprender a convivir con quien no piensa como tú, y a construir juntos asegurando la dignidad de todas las personas. Esto no significa que no haya tensiones o conflictos, pero es fundamental que nos formemos para el debate argumentado, la escucha, las conversaciones difíciles, los diálogos improbables. En tiempos donde todo parece una pelea de bandos, aquí podemos darnos la posibilidad de pensar con profundidad, de disentir con respeto, de comprometernos con causas justas sin fanatismos. Podemos darnos la oportunidad de ser un espacio de pensamiento político no polarizado, de propiciar conversaciones intergeneracionales plurales, ser ejemplo de ciudadanía informada que comparte su voz en las redes sociales con veracidad y responsabilidad.
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Invito a descubrir a redescubrir la fuerza transformadora de la no violencia, de la comunicación sin daño, de la solidaridad y de la fraternidad como claves para transformar nuestro país. Las trincheras digitales y las posturas autorreferenciales y cerradas, están alterando las interacciones sociales, y es en estos escenarios donde las comunidades universitarias, con sus miradas universales, argumentadas y humanistas, se convierten en un factor diferencial contundente.
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Hay quienes se refieren a esta época como la de la rabia y las emociones. Rabia contra las instituciones, contra los poderes, contra las injusticias, contra todo. Es un desafío para todos canalizar las rabias y las luchas. Los escenarios universitarios contribuyen decididamente a aportar, para ello, conocimiento, comunidad, profundidad, coherencia, así como a articular emoción, razón y acción. Colombia necesita nuestra voz, pero también nuestra escucha. Como comunidad universitaria debemos ser referente de ciudadanía, y nuestros estudiantes serán capaces de demostrar que son una generación que no repite el guion de la violencia y la polarización.
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Debemos ser conscientes de la relevancia que tienen hoy la salud mental y el bienestar integral. Quiero invitarlos a fortalecer juntos nuestra apuesta por el cuidado de las personas. Aprendamos a cuidarnos y a cuidar a los demás, a afinar nuestra capacidad de escucha, a vivir el enriquecedor camino de acompañar a los otros, valorar y reconocer.
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Nuestro medio universitario es un factor fundamental para caminar juntos con esperanza. No una esperanza ingenua, sino una esperanza que nace del trabajo cotidiano, del esfuerzo compartido, de la convicción de que nuestras acciones dejan huella en el mundo y en las personas. Nuestro medio universitario nos conecta con la esencia de la vida humana, con su vulnerabilidad y su resiliencia, cimentada en el conocimiento y en el humanismo solidario que deberán caracterizarnos. Inspirado en la pedagogía ignaciana, ese medio universitario que todos construimos busca crear condiciones para que los procesos académicos, personales, sociales y espirituales se integren de manera armónica en la vida universitaria, favoreciendo el desarrollo pleno de los miembros de la comunidad.
Recordemos que nuestra universidad ha optado por promover una cultura de la conversación y el diálogo, basada en la confianza, el reconocimiento y la corresponsabilidad. Somos una universidad que está convencida de que el fortalecimiento de su ecosistema de formación integral y generación de conocimiento en el que la innovación, la creación, la interdisciplinariedad y la articulación con diferentes actores de la sociedad son fundamentales, representa un emocionante camino para plantear soluciones a los principales problemas de nuestra época.