Comunidad Javeriana
Entrevista
Agosto 26, 2025

Una vida al servicio de las juventudes: legado y visión de Martha Lucía Gutiérrez Bonilla

Melissa De La Hoz P.
Periodista de la Dirección de Comunicaciones

Con más de cuatro décadas al servicio de la educación, la investigación social y el compromiso con las juventudes, Martha Lucía Gutiérrez Bonilla se despide de la Javeriana tras una vida entera dedicada al pensamiento crítico, la acción pública y la construcción de paz desde la academia. 

Enfermera de profesión, con una maestría en desarrollo rural, Martha Lucía llegó al trabajo con jóvenes desde las comunidades campesinas, y desde ahí, tejió puentes entre el conocimiento, las políticas públicas y las realidades juveniles de Colombia.

En esta conversación, nos habla de su trayectoria, los logros del Observatorio de Juventud de la Universidad que dirigió por más de 15 años, y su visión del futuro para las nuevas generaciones.  
 

¿Cómo llegó usted a interesarse por el trabajo con la juventud? 

M: Yo trabajaba entre 1996 y el año 2000 en la Fundación Acción Cultural Popular, una fundación muy importante para la educación y el desarrollo campesino. Me fui en una licencia no remunerada de la Javeriana para dirigirla.  

Allí empezamos a trabajar con jóvenes en municipios, especialmente en Boyacá, y vimos que estaban con muy pocas oportunidades: o se dedicaban a la agricultura en malas condiciones o no tenían opciones educativas, laborales ni de desarrollo. A partir de eso comenzamos a diseñar políticas públicas de juventud. Paralelamente, desde la universidad, un grupo de profesores pensaba en crear un observatorio de juventud y empezamos a articularnos. En 2008 se crea formalmente el Observatorio y en 2009 yo asumo la coordinación. 

 

¿Qué la motivó a aceptar ese cargo? 

M: El reto de tener un proyecto bebé. Solo existía el nombre: Observatorio Javeriano de Juventud, con unos objetivos, pero había que ponerlo a funcionar. Eso me parecía fascinante y apasionante. Generalmente yo había sido quien concebía proyectos, pero no quien los desarrollaba. Esta vez me entregaban una semilla para que la ayudara a crecer. Esa posibilidad de invertir creatividad y compromiso en algo nuevo fue lo que más me motivó. 

 

¿Cuál es la importancia de generar un diálogo entre la universidad, la sociedad civil y las juventudes? 

M: Primero, porque hablamos de juventudes —en plural—, ya que no existe una única forma de ser joven. No es lo mismo ser joven rural que urbano, mujer que hombre, indígena que mestizo, víctima del conflicto que no serlo. Cada contexto implica realidades, oportunidades y obstáculos distintos. 

Segundo, porque las y los jóvenes históricamente no han existido para la sociedad. Se reconocen los niños, los adultos mayores, pero no tanto a las juventudes, salvo cuando se convierten en un "problema": el embarazo adolescente, el consumo de drogas o la violencia. Pero son mucho más que eso. 

Y tercero, porque es urgente poner en diálogo el Estado, la sociedad y las juventudes para comprenderlas, integrarlas y transformar sus condiciones de vida desde un enfoque ético y político. 

 

¿Cuáles han sido los principales logros del Observatorio de Juventud? 

M: Identificamos tres cosas desde el inicio: 

  1. La escasa circulación de conocimiento sobre juventud. 

  1. La precarización creciente de la vida juvenil. 

  1. La falta de organizaciones que hicieran incidencia política en temas juveniles. 

Desde ahí, trabajamos en: 

  • Generar y difundir conocimiento, no solo desde la Javeriana, sino de Colombia y América Latina. 

  • Incidir políticamente, participando en políticas públicas locales y nacionales, como la Ley de Ciudadanía Juvenil y el Pacto Colombia con las Juventudes. 

  • Formar jóvenes, fortaleciendo sus capacidades para que sean protagonistas de su desarrollo. 

Hemos publicado más de ocho libros, aplicado encuestas de juventud en 2021 y 2023, trabajado con municipios, evaluado políticas públicas en Bogotá y capacitado a más de 2.000 funcionarios públicos en departamentos como Chocó, Nariño y Valle del Cauca. 

 

¿Qué transformaciones ha observado usted en las juventudes colombianas? 

M: Han ganado visibilidad, identidad y capacidad de liderazgo. Son actores sociales y políticos que inciden en sus territorios, desde consejos de juventud hasta procesos de paz territorial. Han logrado poner sus temas en la agenda pública, aunque falta mayor efectividad en transformar sus condiciones de vida. A pesar de las adversidades, las juventudes siguen apostando por la reconciliación y la paz. 

 

¿Qué le ha aportado el Observatorio a la Universidad Javeriana? 

M: Le ha dado visibilidad a la universidad como una institución que se conecta con el país real. Hemos contribuido a poner en práctica su misión: paz, reconciliación y justicia social, desde un enfoque científico pero también profundamente humano y ético, especialmente en contextos de mayor vulnerabilidad. 

 

¿Qué aprendizajes personales y profesionales le deja esta experiencia? 

M: Primero, que trabajar con juventudes da vida. Uno se siente vital. Yo siempre digo que el elixir de la juventud es trabajar con ellas y ellos. 

Segundo, que los jóvenes tienen formas novedosas de entender y afrontar los problemas. Si uno logra establecer un diálogo fluido con ellos, aprende muchísimo. 

Tercero, que el trabajo intergeneracional permite una mirada más integral de la sociedad. Las juventudes son casi un espejo de lo que ocurre en el país, y si ese diálogo entre generaciones se mantiene, podremos construir una sociedad más justa y cohesionada. 

 

¿Cuál considera usted que es su legado? 

M: La esperanza. Haber demostrado que trabajar con juventudes tiene sentido. Es un proyecto de presente y de futuro, no solo para la universidad, sino para el país. Un compromiso ético y político que no se puede claudicar, porque los y las jóvenes tienen la energía, las ideas y la capacidad para transformar Colombia desde la inclusión, la justicia y la dignidad. 

 

¿Qué le gustaría que se fortaleciera ahora que ya no estará al frente? 

M: Me gustaría que se fortaleciera el trabajo con jóvenes en contextos locales y especialmente con aquellos que están en el sistema de responsabilidad penal adolescente. Muchos de ellos llegaron allí porque no tuvieron opciones, porque el país les falló. Quisiera que el Observatorio pudiera ofrecerles caminos antes y después de delinquir, para que también ellos tengan una oportunidad real de construir paz. 

 

¿Qué mensaje le dejaría a las juventudes? 

M: Les diría lo que el Papa Francisco dijo cuando vino a Colombia: "¡Vuelen alto, no hagan un vuelo rastrero!" 
A pesar de las dificultades, hay que volar alto, proyectarse hacia el futuro, trabajar en colectivo, romper el individualismo, el egoísmo, el aislamiento. Juntos y juntas, pueden transformar este país.