Sin pesimismo ni optimismo desbordado. Primer año del gobierno de Petro
A un año de la posesión de Gustavo Petro, y en un contexto de algunos escándalos de corrupción y también de un cese al fuego con el ELN, de lado y lado algunos pueden caer, o en un pesimismo o en un optimismo desbordado. Sin embargo, el Gobierno no ha sido ni exageradamente exitoso, ni terriblemente catastrófico. De hecho, una de las grandes lecciones de este primer año es que ha demostrado que existe la posibilidad de tener un gobierno alternativo sin que esto signifique un cuestionamiento o una ruptura de la institucionalidad o de la estabilidad económica y social.
Entre los logros, en este primer año se cuenta sobre todo el papel que ha tenido el Gobierno a nivel internacional. Con la llegada de Petro se ha recuperado una posición y una imagen del país que genera respeto y reconocimiento en el concierto internacional; ello gracias al planteamiento de temas de interés y relevancia en la agenda global que han sido bien recibidos por la comunidad internacional. De hecho, el mejoramiento de la imagen ha sido notorio después de la vapuleada, negativa y muy cuestionada imagen del país en la administración anterior. Con Petro, por el contrario, tenemos un presidente buscando posicionar propuestas de política alrededor de debates globales relevantes, pero además posicionándose también como una de las figuras de liderazgo.
En el plano internacional, además, se ha destacado la decisión del presidente Petro de recomponer las relaciones con el vecino país de Venezuela, lo cual se constituía en una necesidad no solo política, económica y social, sino también humanitaria.
También ha sido positiva la posibilidad de traer al país debates de profundo calado, tales como aquellos relacionados con las reformas que ha propuesto el Gobierno. Estas le han permitido a la sociedad pensarse problemas y asuntos de gran relevancia como el sistema de salud, el pensional, el trabajo y la educación. El Gobierno ha propuesto profundas transformaciones y esto ha traído un impulso en el debate nacional muy importante.
También se destaca que en los primeros meses el Gobierno supo apalancarse en su avasallante coalición para avanzar en su agenda legislativa. En este momento logró aprobar una reforma tributaria, otra serie de iniciativas e inclusive llegar hasta la aprobación de su Plan Nacional de Desarrollo, lo que permite trazar su hoja de ruta para los próximos años.
Sin embargo, una vez rota la coalición de gobierno viene un momento de mucha tensión, y con esto los retos del Gobierno hacia adelante. Precisamente como gran reto para el futuro inmediato se encuentra la recomposición de las relaciones con los partidos tradicionales o por lo menos una reconfiguración de la manera en que decide acercarse a estos y otras fuerzas políticas. Esto es fundamental porque será lo que le permitirá avanzar en una agenda de transformación con la que se ha comprometido.
La reciente demostración de poder de algunos partidos tradicionales constituye un claro mensaje al Gobierno Petro acerca de la necesidad de repensar ese acercamiento o esa reconfiguración de la bancada de Gobierno.
Ello, sin embargo, representa un reto en la medida que este nuevo acercamiento no puede significar el sacrificio del corazón o el espíritu de las reformas que ha querido proponer, aunque irremediablemente le implicará ceder. Es precisamente en este punto en el que se presenta un reto mayúsculo para el propio presidente, y es demostrar su capacidad de composición política, es decir, de generar un acuerdo político en el país más allá de imponer una visión de transformación particular.