El historiador Ingo F. Walther nos recuerda que, a diferencia de las antiguas creencias politeístas, el cristianismo es una religión del libro: la Edad Media nos dio poderosas muestras de ello con los talleres artesanos, muchos situados en monasterios, que proveyeron verdaderas joyas de la iluminación, hoy obras patrimonio de la humanidad. Eran libros de plegarias, biblias, calendarios con oraciones de uso privado, romances alegóricos para la edificación de laicos, etc. En este sentido, la imprenta fue definitiva en llevar el mensaje de esperanza del cristianismo, porque sistematizó el conocimiento sagrado y construyó verdaderos imperios editoriales con colecciones de libros tan influyentes como populares. De este modo, el libro con contenido religioso circuló ampliamente por muchas regiones, incluida Latinoamérica, fenómeno[…]