Voluntarios acompañantes de equipo y de comunidad iniciaron su proceso formativo de acompañamiento, servicio y aprendizaje en febrero de 2020.
Mayo 2020 | Edición N°: año 59, nro. 1357
Por: Viviana Peña Herrera y Carlos Felipe Prieto Bolaños | Integrantes del Programa Voluntariado Javeriano del Centro Pastoral San Francisco Javier

Distintos testimonios narran cómo la vocación de servicio no tiene límites y la pandemia no ha sido obstáculo para acompañar a las comunidades donde la escucha y ponerse en los zapatos del otro es amar y servir.


La relación inseparable entre el amar y servir ignaciano
La relación inseparable entre el amar y servir ignaciano.
Voluntarios acompañantes de equipo y de comunidad iniciaron su proceso formativo de acompañamiento, servicio y aprendizaje en febrero de 2020.
Voluntarios acompañantes de equipo y de comunidad iniciaron su proceso formativo de acompañamiento, servicio y aprendizaje en
febrero de 2020.

El Voluntariado Javeriano forma parte de una fuerza social mundial que apoya diferentes iniciativas de servicio, aunque tiene particularidades desde una apuesta contextualizada en el marco de la Pontificia Universidad Javeriana. El programa lleva un proceso de fundamentación sustentado en la espiritualidad ignaciana, cuya fuente son los Ejercicios Espirituales (EE.EE) escritos por Ignacio de Loyola en su experiencia de vida con Jesús. Este rasgo particular define el sentido del servicio voluntario y las múltiples relaciones que establecemos con los diferentes actores involucrados en el programa.

Partimos de la relación inseparable entre ‘Amar y Servir’: una búsqueda que nace desde el reconocimiento del amor sin condiciones recibido por Dios a lo largo de la vida de hombres y mujeres, para “traer a la memoria los beneficios recibidos” (EE.EE. 234) y asumir una vocación de servicio. Al inicio de 2020, desde la coordinación del Programa Voluntariado Javeriana, construimos una propuesta de formación con un eje de trabajo principal basado en los Ejercicios  Espirituales. La pandemia interrumpió el abordaje de lo planeado. Sin embargo, los acompañantes de equipo y comunidad alcanzaron a experimentar el amor y el servicio desde la vivencia personal y comunitaria de tres días de EE.EE.

Los voluntarios de forma creativa, amorosa y persistente han dedicado un tiempo semanal para acompañar a sus comunidades en medio de una pandemia que expone la más profunda brecha de inequidad e injusticia social.

Lo anterior, sumado al impulso de los meses previos de acompañamiento, nos permitió comprender que el servicio voluntario adquiere un matiz de mayor profundidad y sentido cuando nace del agradecimiento de sentirse amado por Dios, y que ello nos convoca a servir en su obra de amor gratuito y sin condiciones. En palabras de la acompañante Natalia Camelo, esta experiencia se traduce en “descubrir que Dios es luz y que siempre está conmigo y que, a su vez, yo puedo llevar esa luz a otros”.

Al inicio de la pandemia, aplicando el principio de la escucha activa, sensible y crítica, acompañamos a las comunidades (voluntarios y territorios) preguntándoles cómo estaban, qué necesitaban, cómo podíamos colaborar. Con paciencia, escucha y discernimiento descubrimos la importancia de construir colectivamente estrategias para continuar el servicio voluntario y los espacios de formación y acompañamiento virtual.

La estrategia la dividimos en dos partes. Por un lado, acompañamos a los 26 voluntarios acompañantes de equipo y de comunidad, quienes a su vez acompañan a 130 voluntarios organizados en 13 equipos que realizan su servicio voluntario en 12 contextos de la ciudad de Bogotá, y uno en la comunidad educativa javeriana. Y, por otra parte, escuchamos a algunos miembros de las comunidades, quienes manifestaron sus preocupaciones y posibilidades para continuar la colaboración desde la distancia, con actividades que respondieran a sus intereses.

Un servicio voluntario virtual

A partir de los ritmos de los equipos y los territorios, fuimos acompañando y escuchando por dónde iban sonando sus músicas para no perder el paso, y de allí surgieron varias ideas para consolidar un servicio voluntario virtual. Desde la integralidad y el respeto de sus procesos personales, los acompañantes nos compartieron sus desasosiegos sobre el confinamiento obligado de los adultos mayores, los ámbitos de vulnerabilidad en los que se encuentran niños, niñas y adolescentes con quienes colaboramos desde los distintos proyectos del Voluntariado Javeriano. Y desde allí, los 13 equipos idearon diferentes alternativas para acompañarlos y compartir con ellos la situación actual.

Entre mensajes de texto, llamadas telefónicas, tutoriales de origami y aprender a usar WhatsApp; la creación de un canal de videos en temas de espiritualidad, actividad física, tecnología y manualidades; el diseño de una revista para niños con juegos y aprendizajes inspirados en los valores de la paz; y diversas actividades de reflexión en el marco de la Laudato Si´, entre otros, los voluntarios de forma creativa, amorosa y persistente, sorteando contextos complejos de aislamiento y dificultad de contacto, han dedicado un tiempo semanal para acompañarse entre sí, acompañar a sus comunidades y dejarse acompañar, en medio de una pandemia que expone la más profunda brecha de inequidad e injusticia social.

Y tal como lo expresa la acompañante Salomé Vargas, al revisar sus aprendizajes: “vivir el voluntariado en medio del aislamiento me ha permitido interiorizar cómo el servicio dialoga con mi vida,
comprender que hay diferentes formas de crear comunidad, volver a la reflexión sobre lo que estudio y aceptar la invitación que nos hace la indiferencia ignaciana a vivir con libertad interior”.

Finalmente, queremos resaltar dos iniciativas. La primera es la creación del Colectivo Solidario Pañuelo Amarillo, que nació de un llamado de urgencia de familias con las que colabora el Voluntariado Javeriano, representado por un pañuelo rojo en las ventanas de las casas como símbolo de ayuda y hambre. Esta situación impulsó a voluntarios egresados y activos para intentar transformar esta realidad con acciones conscientes, efectivas y serviciales. El colectivo nació con la intención de que ese pañuelo rojo poco a poco tomara un tinte diferente; por eso el pañuelo amarillo, porque moviliza, inspira y es luz de esperanza y transformación. De allí, la campaña de donaciones Ayudemos a 100 familias, apoyada por la Universidad Javeriana, que busca entregar 400 mercados a familias de los barrios de Chapinero en la UPZ90, Alameda y Villa Andrea, en Fontibón, y Puerto Rico, en Rafael Uribe Uribe.

Además de alimentos, reciben útiles escolares, actividades de juego, reflexión y aprendizaje para compartir en familia. Una de las promotoras de la iniciativa, Mariana Ariza, nos comenta al respecto que, “liderar en medio de una pandemia permite, más profundamente, sentir el dolor de los demás y buscar alternativas desde el corazón para aliviarlo”.

El camino de los ejercicios espirituales, una experiencia personal y comunitaria de encuentro con el amor.
El camino de los ejercicios espirituales, una experiencia personal y comunitaria de encuentro con el amor.

Y la segunda iniciativa es el espacio virtual de En Pausa con la luna y las estrellas, creado por dos acompañantes del voluntariado que, noche tras noche, y por medio de invitados especiales, facilitan la Pausa Ignaciana, herramienta clave del discernimiento ignaciano y de acompañamiento en esta coyuntura. Para la acompañante Camila Mejía “las pausas han sido un crecimiento personal y comunitario conectado con la vida interior para seguir trabajando en mí misma”. Durante sus dos meses y medio de encuentro, 30 hombres y mujeres, desde distintas latitudes, nos han invitado a parar, reflexionar y contemplar el misterio de amor que se revela cotidianamente y dialoga con nuestra vida.

Los invitamos a vivir su vocación de servicio en el Voluntariado Javeriano: voluntariado@javeriana.edu.co