ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

La prensa como constructora de realidad y memoria

Jorge Manrique-Grisales

Docente-investigador del grupo Procesos y Medios, del Departamento de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia.

jorgeperiodista@gmail.com

Resumen

La prensa es un medio que no solo retrata la sociedad en la que circula, sino que, al mismo tiempo, incorpora en sus relatos las pistas para narrar la historia. El siglo XVIII marcó el comienzo de la prensa en Colombia, con hojas en las que algunos ilustrados de la época movieron ideas alineadas con los intereses de la Corona española, la Iglesia católica y los comerciantes. En el siglo XXI, la prensa convivió en un ecosistema informativo, caracterizado por la multiplicidad de voces y formatos. En dos ejemplos: los 30 años de la tragedia de Armero y los 60 años de la explosión de Cali, veremos cómo estudiantes de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, rastrean el pasado de la mano de los archivos de prensa y lo reconstruyen en formato multimedia.

Palabras clave: periodismo, realidad, memoria, multimedia.

Introducción

El propósito del presente trabajo se centra en analizar la prensa como constructora de realidad y memoria desde distintas miradas en las que se encuentran lo historiográfico, lo periodístico y lo sociológico.

Se miran los inicios de la prensa en Colombia en la última década del Siglo XVIII y los cambios sufridos por ese medio en el Siglo XXI. Una especie de Alfa y Omega de este medio sobre el cual algunos vaticinan que tiene sus días contados a raíz de lo que Ramonet (2013) denomina el “meteorito Internet” que provoca la extinción masiva de la prensa escrita tal como sucedió con los dinosaurios hace 75 millones de años.

La discusión teórica sobre construcción social de realidad y construcción de memoria histórica, individual y colectiva se lleva al campo experimental mediante dos ejercicios de clase desarrollados en 2015 y 2016 por estudiantes de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, que fueron publicados en la versión on line del diario El Espectador.

Se pudo ver como el trozo de la realidad captado por la prensa escrita en el cubrimiento de la tragedia de Armero en 1985 y la explosión de seis camiones cargados con dinamita en Cali, en 1956, se despliega en versiones de testigos y recorridos por el territorio de los acontecimientos que a su vez generan nuevos relatos desde la mirada de los jóvenes, que son publicados en los nuevos formatos con características de hipertextualidad, multimedialidad e interactividad (Salaverría, 2005).

Un trozo de realidad

Por casi 400 años los periódicos han encauzado la visión del mundo. Las sociedades que los han producido se han nutrido de sus anuncios, han vibrado con sus titulares, han confirmado o cuestionado sus posturas políticas, se han asombrado con sus historias, se han indignado con sus denuncias y de alguna forma también han consignado en ellos, para la posteridad, instantáneas de la cotidianidad.

En Colombia, especialmente a partir de la libertad de imprenta, consignada en la Constitución de Cundinamarca (1811), la prensa fue el medio por excelencia para la circulación de ideas políticas, las inquietudes intelectuales y la proyección de actividades comerciales.

La prensa selecciona para sus lectores un trozo de realidad que de alguna forma refleja la cotidianidad de la sociedad que los produce pero que también filtra los acontecimientos en la perspectiva del lector que se siente identificado con el discurso mediático no solo desde el punto de vista cognoscitivo sino también emocional como lo señala Ramos, (1995):

Los medios de comunicación seleccionan aspectos del mundo que de esta forma aparece filtrado ante mis sentidos. El conocimiento que me proporcionan no solamente pone en juego mis capacidades cognoscitivas sino también emocionales: ante ellos río, me apeno, me enfado, me complacen […] circunstancias que favorecen mi identificación con su discurso, apropiándome de este modo de los significantes que me exponen en una dialéctica entre mi auto-identificación y la identificación que los medios hacen de mí (Ramos, 1995, p. 111).

Tomamos de Berger y Luckmann (2001) la metáfora del telón en una obra de teatro para explicar cómo funciona la realidad que nos muestran la prensa y los medios de comunicación en general.

Cuando se levanta el telón, el espectador se ve “transportado a otro mundo”, que tiene significados propios y a un orden que tendrá o no mucho que ver con el orden de la vida cotidiana. Cuando cae el telón, el espectador “vuelve la realidad”, es decir, a la suprema realidad de la vida cotidiana en comparación con la cual la realidad presentada sobre el escenario parece ahora tenue y efímera, por vívida que haya sido la presentación de momentos antes (Berger y Luckmann, 2001, p.43).

El periodista norteamericano Walter Lippmann, citado por (Kovach y Ronsenstiel, 2012), coincide con la realidad distorsionada que dan los medios “por las inevitables debilidades de la prensa” pero también señala que “otro gran problema es que la capacidad del ciudadano para comprender la verdad, incluso cuando se topa de bruces con ella, se ve menoscabada por la arbitrariedad, los estereotipos, la falta de atención y la ignorancia” (p.36).

Imaginémonos entonces la capacidad que tenía a finales del Siglo XVIII el editor Manuel del Socorro Rodríguez para retratar la sociedad santafereña y el Nuevo Reino de Granada en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, atado a una realidad en la que operaban instituciones coloniales como ejes de la cotidianidad de una sociedad que tardaba semanas y hasta meses en comunicarse con otras regiones del territorio o del mundo, circunstancias a las que se suma el bajo nivel educativo de la población.

Si fuéramos a ver el trozo de realidad que recogen los medios del Siglo XXI, encontraríamos un universo múltiple y diverso en el que la prensa no es la única depositaria de aquello que los ciudadanos quieren o deberían saber pues proliferan nuevas formas de difusión de la información, de la cultura y del ocio vía Internet (Ramonet, 2013). Mantiene, eso sí, el carácter de institución histórica en la construcción de realidad en un nuevo ecosistema mediático en el que los internautas siguen buscando información en las versiones on line de medios de comunicación tradicionales.

Prensa y memoria

El relato histórico y el relato periodístico se encuentran, se complementan, se relacionan y también, si se quiere, se yuxtaponen en el intento de explicar la realidad y construir memoria sobre los hechos.

Antes de que apareciera el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, los acontecimientos iban y venían, en cartas, relaciones y rumores. De hecho, después del 9 de febrero de 1791, cuando circuló el primer número del mencionado periódico, siguieron haciéndolo a través de esos mismos medios si se tiene en cuenta el alto grado de analfabetismo en la Nueva Granada, cercano al 80 por ciento (Silva, 2004).

Fue la catástrofe sufrida por la capital del Nuevo Reino de Granada, el 12 de julio de 1785, la que mostró la utilidad de que la gente estuviera conectada a través de una hoja que detallaba lo que muchos sabían de oídas o que habían visto con sus propios ojos: una ciudad destruida por un espantoso terremoto que tuvo lugar a las 7 y 45 de la mañana.

La cultura impresa es más lenta que el rumor. El Aviso del Terremoto salió una semana después del suceso, pues imprimir en aquella época era algo complicado. De todas formas, gracias a esa modesta hoja se pudo saber qué ocurrió aquella mañana en la fría y aislada Santafé de Bogotá.

El ejercicio de construir memoria sobre los hechos implica volver una y otra vez para tratar de levantar todas las piedras y mirar que hay debajo. Allí está la prensa con su soporte de papel, tipos de letra, elaboraciones gráficas, fotográficas, titulares y discursos sobre la realidad.

Un objetivo de la reconstrucción de la memoria, desde el periodismo, es volver al sitio de los hechos, porque el tiempo atempera declaraciones y pone al descubierto tantas otras que suman al proceso que alguna vez se comenzó a esclarecer. Por tanto, hay que ir cuantas veces sea necesario al epicentro de los hechos y darles paso a todas las memorias que se reúnan allí, porque cada quien tiene la suya y la asume de manera distinta. Es un proceso que, hay que decirlo, carece de verdades absolutas (F.-A. Ramírez, 2016, p. 14).

Plantea el editor de El Espectador, Jorge Cardona Alzate, que “la memoria será la clave para que nadie olvide lo que no debe repetir” (Cardona Alzate, 2016, p. 47), mientras que la periodista e investigadora Olga Behar precisa que “una sociedad que no esté suficientemente informada sobre su pasado no entenderá por qué debe construir un futuro diferente (Behar, 2016, p. 53).

La periodista María Eugenia Ludueña, citada en Behar (2016) precisa que es en el relato periodístico donde se genera el salto de la memoria individual a la memoria colectiva (social) pues se narra la historia de uno y de muchos. “[se] producen memorias íntimas y colectivas al mismo tiempo, híbridas, desde nuevos modos de contar y de transitar las orillas entre el periodismo de investigación, la no ficción, el diario personal y la literatura” (p. 58).

Desde una perspectiva de presente, interesarse por el pasado puede ayudar a construir futuros deseables, al entender mejor los contextos que contribuyeron a moldear ese presente. Inexorablemente, el pasado aparecerá siempre en el presente.

Cualquier estado presente es una huella de lo sucedido en el pasado. Nuestro presente es lo que el pasado nos ha legado para construir el futuro con los recursos que el propio pasado nos dejó. En este sentido, el pasado nos resulta relevante en tanto que es susceptible de hacérsenos presente ahora (Rosa R, Bellelli, y Bakhurst, 2000, p.43).

Ahora bien, una cuestión que será motivo de numerosos análisis y seguramente de muchas controversias, es el lugar del periodista como “historiador del presente”. Cabe señalar aquí lo expresado en 2010 por el profesor e historiador de la Universidad de Valladolid, Pedro Pablo Pérez, en torno a los quehaceres de historiadores y periodistas en una entrevista realizada en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra durante un curso de verano. Al preguntársele sobre la relación entre periodismo e investigación histórica, el profesor Pérez indicó que

Son dos actividades muy interrelacionadas. De un modo el Periodismo se encarga de relatar la actualidad y la Historia está interesada en relatar el pasado, pero todo pasado fue actualidad. Los dos tenemos como misión en primer lugar fijar los hechos. Es decir, quién estaba allí, cuándo sucedió y qué ocurrió. Ahora bien, el historiador, cuando construye la trama narrativa para explicar qué ha sucedido, lo hace con mayor detenimiento, porque tiene más tiempo que el periodista, normalmente, y retrocede en el tiempo para intentar mirar aquello con más profundidad. El periodista no puede mirar con esa profundidad (Consultar https://goo.gl/ly1v5b).

Coincide esta postura con lo expresado por Díaz Domínguez (2012) en el sentido que la prensa y la historia “están llamados a entenderse” (p.11) y prueba de ellos son los estudios de las últimas décadas en torno al tratamiento que la prensa le ha dado a determinados acontecimientos históricos o bien la descripción de las características de publicaciones periódicas de una época o un lugar determinados.

De esta forma, estamos hablando de dos campos en los que se trabaja con herramientas similares pero que dependiendo del narrador (sea este historiador o periodista) va a tener matices y grados de profundidad en el abordaje de los objetos de investigación. En todo caso, la prensa se ha convertido en una fuente importante para los estudios históricos contemporáneos (Díaz Domínguez, 2012).

Un laboratorio con el pasado

En 2015 y 2016 se realizaron en la carrera de Comunicación de la Pontificia Universidad Javeriana de Cali, Colombia, dos trabajos de periodismo basados en el rastreo de archivos de prensa y todas las demás técnicas del reporterismo para reconstruir, desde la mirada de los jóvenes, dos acontecimientos trágicos que vivió Colombia y de los cuales se cumplían 30 y 60 años, respectivamente. Hablamos de la tragedia de Armero, en 1985, y la explosión de Cali, en 1956.

Las dos investigaciones se convirtieron en reportajes multimedia que circularon en la versión digital del diario El Espectador.

La prensa consultada había que leerla en clave de realidad (contexto), pero también de memoria y aquí apareció una tarea adicional muy importante: confrontar los relatos del pasado con personas sobrevivientes de las dos catástrofes. De esta forma se construyó metodológicamente un campo de relaciones, tensiones y fuerzas entre realidad, memoria histórica, memoria individual y memoria colectiva del que se derivaron nuevas miradas sobre estos dos acontecimientos.

Se analizaron y procesaron grandes cantidades de información y se tomaron muchas fotografías con la intención de realizar, en un primer momento, periodismo de datos y posteriormente profundizar en géneros como la crónica y la entrevista como ejes narrativos de la investigación.

En lo multimedial se emplearon formatos como infografías, líneas de tiempo, foto-relatos, video y animación.

La búsqueda de personajes para confrontar los datos de la prensa permitió a los estudiantes descubrir nuevos detalles que fueron objeto de análisis y discusión en la clase. De esta forma se analizó la realidad contada por los medios y la memoria individual y colectiva recogida en conversaciones con sobrevivientes.

A modo de conclusión

La relación entre historia y prensa puede dinamizarse en la medida en que se confronten los relatos históricos y periodísticos con la memoria individual y la memoria colectiva. Para muchos investigadores de las ciencias sociales los archivos de prensa son simples registros y a veces en las investigaciones no se hace justicia con la sociedad y el contexto que los produjo.

El en Siglo XVIII la Nueva Granada, tenía un analfabetismo del 80 por ciento y el impacto de la prensa era poco en relación con otras formas de circulación como el rumor. En el siglo XXI la sobreabundancia de información se ha convertido en una forma de censura para tapar cosas que se quieren ocultar a los ojos de la opinión pública. Por esto, si la prensa como la conocimos tiende a desaparecer, es necesario profundizar en los nuevos formatos y sus posibilidades narrativas de la mano de las reflexiones acerca del buen periodismo que siempre le escuchamos a Tomás Eloy Martínez (2000), Ryszard Kapuscinski (2003) y Miguel Angel Bastenier (2009).

Es importante que la academia se vincule más con los medios en la producción de contenidos que consulten la mirada de las nuevas generaciones en la confrontación entre periodismo y memoria. Es importante volver a los hechos con la idea de encontrar siempre algo nuevo que contar.

Referencias

Bastenier, M. A. (2009). Cómo se escribe un periódico. Bogotá: Fondo de Cultura Económica.

Behar, O. (2016). Por qué y para qué un periodismo que narra la memoria del conflicto armado. En Pistas para narrar la memoria. Periodismo que reconstruye las verdades. Bogotá: Konrad-Adenauer-Stiftung.

Berger, P., y Luckmann, T. (2001). La construcción social de la realidad. Buenos Aires: Amorrortu editores.

Cardona Alzate, J. (2016). Contexto: el rastro de la guerra. En Pistas para narrar la memoria. Periodismo que reconstruye las verdades. Bogotá: Konrad-Adenauer-Stiftung.

Díaz Domínguez, M. P. (2012). De las gazetas a la prensa digital : dos siglos de periodismo escrito en Huelva (1810-2010). Universidad de Huelva. Recuperado de https://hdl.handle.net/10272/6435

Kapuscinski, R. (2003). Los cinco sentidos del periodista (estar, ver, oír, compartir, pensar). México D. F.: Fondo de Cultura Económica.

Kovach, B., y Ronsenstiel, T. (2012). Los elementos del periodismo. Todo lo que los periodistas deben saber y los ciudadanos esperar. (2a. edición). Barcelona: Penguin Random House Grupo Editorial, S.A.U.

Martínez, T. E. (2000). Periodismo y narración, desafíos para el Siglo XXI. El Malpensante, 37–44.

Ramírez, F.-A. (2016). Los lugares comunes de la memoria. En Pistas para narrar la memoria. Periodismo que reconstruye las verdades. Bogotá: Konrad-Adenauer-Stiftung.

Ramonet, I. (2013). La explosión del periodismo. De los medios de masas a la masa de los medios. Madrid: Clave Intelectual.

Ramos, C. (1995). Los medios de comunicación, constructores de lo real. Comunicar, (5), 108. Recuperado de https://goo.gl/UHe7AR

Rosa R, A., Bellelli, G., y Bakhurst, D. (2000). Representaciones del pasado, cultura personal e identidad nacional. In A. Rosa Rivero, G. Bellelli, y D. Barkhurst (Eds.), Memoria colectiva e identidad nacional. Madrid: Biblioteca Nueva.

Salaverría, R. (2005). Redacción periodística en Internet. Pamplona: EUNSA.

Silva, R. (2004). Prensa y revolución a finales del Siglo XVIII. Contribución a un análisis de la formación de la ideología de independencia nacional. Medellín: La Carreta Editores.