San Francisco Javier nació en 1506 en Navarra, España, en el Castillo de Javier, y falleció el 3 de diciembre de 1552 en la isla de Shangchuan, China. Por ello, cada 3 de diciembre la Iglesia católica celebra la fiesta de san Francisco de Javier, Apóstol de las Indias, Patrón de las Misiones y Patrón de Navarra.

Formado en la Universidad de París, Francisco Javier fue uno de los primeros compañeros de San Ignacio de Loyola. Su vocación misionera nació del deseo de “llevar el Evangelio donde nadie hubiera llegado”, según cartas conservadas en archivos jesuitas italianos. Al principio, las relaciones con Ignacio de Loyola no fueron fáciles, hasta el punto de que el propio Loyola definió a Francisco como "el trozo de pasta más duro que había tenido que amasar", pero la vocación misionera ya estaba instilada en el corazón de Javier que, en la primavera de 1539, participó en la fundación de la Orden religiosa, llamada Compañía de Jesús.

San Francisco Javier es considerado el Santo de los misioneros, porque evangelizó incansablemente en la India y el Japón durante 10 años, y convirtió muchos a la fe católica. Evangelizó comunidades enteras en Goa, India, estableció escuelas, bautizó a miles de conversos y defendió a los más vulnerables frente a abusos de autoridades coloniales, según testimonios ingleses de la época.

Falleció en 1552, a los 46 años, en la isla de Sanchón Sancián, a las puertas de China. Cuando su tumba fue abierta semanas después de su muerte, quienes la examinaron comprobaron que el cuerpo se conservaba en buen estado. Posteriormente fue trasladado a Malaca y, más tarde, a Goa. Allí, en la iglesia del Buen Jesús, permanece su cuerpo ‘incorrupto’, donde continúa siendo objeto de veneración.

Francisco Javier fue canonizado en 1622, al mismo tiempo que Ignacio de Loyola y Teresa de Jesús, por el papa Gregorio XV.