"Como personas cuya vocación es la educación, estamos en el mundo para que los demás aprendan, para crear condiciones y entornos de aprendizaje."

Carlos Eduardo Cortés S.*

La educación primera de la Compañía de Jesús fue inclusiva desde las posibilidades de su marco histórico, aunque la humanidad no hubiera llegado todavía a la convicción actual en la que concebimos la educación de calidad como derecho de todas las personas (Mesa, S.J., 2022). Pero, ¿cómo abrirnos hoy a las diferencias de clase, de orientación sexual, de étnia, de identidades de género o religiosas, y a las especificidades motoras, sensoriales, psicosociales, cognitivas e intelectuales de personas con discapacidades, presentes en cualquier sociedad humana?

"Cuando los conflictos se acentúan y se prolongan por décadas, la sociedad experimenta innumerables fracturas. Las más dolorosas son, quizá, las que quebrantan los hilos de confianza, la vida en comunidad, el bienestar emocional de las personas y la capacidad de unirnos para construir la realidad que queremos en el diálogo, la empatía, el respeto y la diversidad (Cano Busquets, et al, 2020). Por ello, a la primera pregunta se añade otra: ¿cómo promover la educación inclusiva en un contexto tan complejo como el colombiano, en el cual millones de personas viven o han vivido situaciones victimizantes en el conflicto armado?

Como personas cuya vocación es la educación, estamos en el mundo para que los demás aprendan, para crear condiciones y entornos de aprendizaje. "La base fundamental para sostener mi práctica es la siguiente: me toca aprender para promover y acompañar aprendizajes". Esa propuesta del profesor Daniel Prieto Castillo (2022), es un marco ideal para reflexionar sobre el valor y la relevancia creciente de la educación inclusiva: nuestra tarea comienza por “aprender para promover y acompañar aprendizajes".

La Unesco señala en su informe Enseñanza inclusiva: Preparar a todos los docentes para enseñar a todos los alumnos (2020), que "un aspecto destacado de la educación inclusiva es garantizar que todos los docentes estén preparados para enseñar a todos los alumnos. La inclusión solo será posible si los docentes son agentes de cambio capacitados y cuentan con los valores, conocimientos y actitudes necesarios para que todos los alumnos tengan éxito".

La Pontificia Universidad Javeriana responde estas preguntas con la creación y formalización del Programa de Inclusión y Diversidad, del Centro de Fomento de la Identidad y Construcción de la Comunidad (CFICC), en la Vicerrectoría del Medio Universitario. Dicho programa favorece el respeto de las diferencias y el cuidado de las personas en situación de vulnerabilidad en toda su comunidad educativa. Para ello, promueve acciones de sensibilización y concientización, e incluye un protocolo para la atención de poblaciones diversas y su inclusión en la comunidad, así como de miembros afectados por cualquier forma de violencia o discriminación (Beltrán Oviedo et al, 2019).

En particular, los esfuerzos de formación en Inclusión y Diversidad se basan en la apertura de espacios (talleres, foros, conversatorios) sobre educación inclusiva, inclusión de personas en condición de discapacidad, género, diversidad sexual, interculturalidad, etnias, afrocolombianidad, diversidad cultural y prevención de violencias y discriminaciones, entre otros asuntos clave. Estas capacitaciones se abren por demanda, según las necesidades de las unidades académicas y administrativas, y se realizan con apoyo de grupos, entidades o personas expertas que aportan su investigación al fortalecimiento de la inclusión en la Universidad.

El aprendizaje permanente de los profesores del Departamento de Comunicación de la Facultad de Comunicación y Lenguaje, en su acompañamiento a estudiantes de la Carrera de Comunicación Social con necesidades especiales, se logra gracias a nuestra articulación con el Programa de Inclusión y Diversidad.

Cada semestre, cuando completamos la información de asignaturas inscritas por los estudiantes que requieren acompañamiento, dicho programa y nuestro pregrado convocamos a los profesores, a fin de iniciar el seguimiento y la construcción conjunta de las adecuaciones pedagógicas necesarias, según cada caso. En ocasiones, también dialogamos con los grupos de estudiantes que serán sus compañeras y compañeras.

Nuestra principal lección aprendida es que la docencia universitaria para la educación inclusiva es siempre un desafío para nuestro cuerpo docente. En especial el de cátedra, cuya vinculación reducida con la Universidad muchas veces limita la vivencia y el conocimiento de estas medidas. Tras la capacitación, la mayoría entiende por primera vez las características de las necesidades especiales, y se abre a posibilidades muy inspiradoras para la transformación de su docencia, el ajuste de condiciones y la ampliación de la dimensión formativa.

En suma, nuestra comunidad aprende educación inclusiva y logra crear condiciones y entornos de aprendizaje, cuyo compromiso ético con las diferencias se acerca más y más al ideal ignaciano de la cura personalis.

 

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*Director
Carrera de Comunicación Social
Pontificia Universidad Javeriana

Referencias

Beltrán Oviedo, P. et al (2019). Programa de Inclusión y Diversidad. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana - Vicerrectoría del Medio Universitario.

Cano Busquets, M. et al (2020). Comunicarnos sin daño: convivencia y salud mental. Segunda edición. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Mesa, J.A. (2022), La educación incusiva: una mirada desde la tradición de la Compañía de Jesús. En: Por una Educación Inclusiva con mirada nueva - Selecciones Agosto-Septiembre 2022. Centro virtual de Pedagogía Ignaciana.

Prieto Castillo, D. (2022), Reflexiones sobre la educación como responsabilidad de toda la sociedad. Mendoza: V Jornadas Internacionales de la Enseñanza Superior FFyL UNCuyo.

Equipo Especial Internacional sobre Docentes para Educación 2030 (2020). Enseñanza inclusiva: Preparar a todos los docentes para enseñar a todos los alumnos. Informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo. París: Unesco.