Hoy en la Javeriana: La genetica que salva vidas - Hoy en la Javeriana
La genética que salva vidas
Hoy en la Javeriana conversó con el doctor Ignacio Zarante sobre el camino recorrido para salvar la vida de cientos de niños con enfermedades congénitas.
El profesor Ignacio Manuel Zarante Montoya lleva más de tres décadas mirando el código genético de los colombianos. Médico genetista, magíster y doctor en Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Javeriana, dirige hoy el Instituto de Genética Humana y el programa de Enfermedades Huérfanas del Hospital Universitario San Ignacio. Su trayectoria científica, que suma más de 90 artículos, cinco libros y decenas de capítulos académicos, acaba de recibir el Premio Alejandro Ángel Escobar en Ciencias, el reconocimiento más alto del país para la investigación.
De la inmunología a la genética
“Desde cuarto semestre de Medicina empecé a trabajar en investigación con el doctor Latorre en la Facultad de Ciencias, y desde ahí me gustó la investigación”, recuerda Zarante.
Sin embargo, su encuentro con la genética fue casi una casualidad. Durante el internado quiso rotar en inmunología, pero las reglas del hospital se lo impidieron. “El único servicio con investigación en el hospital era el de genética, en el segundo piso. Roté allí un mes y me enamoré de la genética. Desde entonces supe que quería seguir por ese camino”.
Ese “camino” ya completa 33 años de trabajo en la Universidad Javeriana, donde empezó como médico rural bajo la guía del doctor Jaime Bernal, su mentor y amigo.
Ignacio Zarante recibiendo el Premio Alejandro Ángel Escobar en Ciencias
Un proyecto que cambió la salud pública
El trabajo que hoy es premiado comenzó en el año 2000, cuando el Instituto de Genética creó la especialidad en Genética Médica. “Teníamos que justificar cuántos pacientes había con enfermedades genéticas”, explica Zarante.
Durante esa búsqueda conoció a equipos de Argentina y Brasil que estudiaban los factores de riesgo de los defectos congénitos. Poco después, la Secretaría Distrital de Salud de Bogotá enfrentó un dilema: la mortalidad infantil, que venía descendiendo, se había estancado en 15 por mil nacidos vivos. La revisión de datos mostró que los defectos congénitos eran la principal causa. “Ahí nos contactaron, y desde entonces —ya van 20 años— desarrollamos un proyecto conjunto entre la Secretaría y la Universidad”, recuerda.
Lo que comenzó con fichas en papel hoy es un sistema integral de vigilancia epidemiológica de defectos congénitos, con herramientas digitales, software propio y líneas de investigación que abarcan desde la epidemiología hasta la genética molecular. “Hemos descubierto genes asociados a algunos defectos congénitos y desarrollado programas que facilitan la vigilancia. Todo con un mismo propósito: proteger la vida de los niños”, enfatiza.
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Ciencia que une lo público y lo privado
Zarante considera que la clave del éxito ha sido el trabajo colaborativo: “Hoy todos entendemos que los equipos multidisciplinarios y las alianzas entre instituciones son los que realmente generan resultados. La Secretaría tiene los datos y ejecuta los programas públicos; nosotros analizamos la información y proponemos soluciones. Es un complemento maravilloso entre una entidad pública y una privada”.
Contar niños para salvar vidas
“La vigilancia es, en esencia, contar niños que tienen problemas”, explica. Pero detrás de ese conteo hay una misión más profunda: garantizar que las barreras del sistema de salud no sean una condena.
“Muchos de estos niños no mueren por su enfermedad, sino porque no les autorizan una cita o un tratamiento. Por eso el proyecto busca hacer seguimiento estricto, para que el acceso no sea el factor que determine la vida o la muerte”.
Cuando se le pregunta qué consejo daría a los nuevos investigadores, responde con una frase que heredó de su maestro: “Aquí no falta plata, lo que falta son ideas. Las buenas ideas siempre consiguen los recursos”.
Zarante insiste en que se puede hacer ciencia de alto nivel desde Colombia: “Este premio lo demuestra. Tal vez la salud pública no sea tan visible como una cirugía que salva vidas en el quirófano, pero también salva vidas, solo que de forma silenciosa”.
“La genética se está metiendo en todas las áreas de la medicina”, afirma. Lo que hoy está transformando al mundo son las terapias génicas, que no buscan aliviar síntomas, sino corregir directamente la información genética.
“Hace 30 años veíamos niños con enfermedades sin tratamiento. Hoy, gracias a la genética, podemos cambiar su destino y el de sus familias. Ese será el futuro: la genética será responsable de gran parte de las terapias que transformarán la salud”.
Un reconocimiento colectivo
Ignacio Zarante junto al equipo del Instituto de Genética Humana
El doctor Zarante no habla de “su” premio, sino de un logro compartido. “Es el reconocimiento al trabajo de más de cien personas que durante años han laborado en silencio, muchas veces desde oficinas frías y húmedas en los sótanos de los hospitales”, asegura.
Y deja un mensaje para el país: “No se dejen desanimar por las noticias. Hay mucha gente buena haciendo cosas maravillosas. Sigamos trabajando por los ideales; sí se puede cambiar el mundo si queremos”.

