ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

Conceptualizando las mediaciones: el cine como bisagra para el terreno intercultural y el devenir del tejido social

Nicolás Fernando Flórez Mausa

Magíster en Estudios Políticos. Doctorando en Ciencias Sociales y Humanas de la Pontificia Universidad Javeriana. Profesor de la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Universidad Javeriana.

nicolas.florez@javeriana.edu.co

Resumen

El terreno del saber cinematográfico se ha vinculado recientemente, no solo desde el documental, con las prácticas de la interdisciplinariedad y el diálogo con otros escenarios epistemológicos. En este terreno audiovisual, la incidencia de las ciencias sociales y humanas no opera únicamente en una lógica instrumental, sino que ahora, en la problematización de escenarios culturales, integran los aportes de la representación y el reconocimiento del otro. En esta doble vía, los organismos que representan y los que son representados se encuentran en disputa por dar cuenta de un escenario objetivo, real. Esta propuesta hará un esfuerzo por vincular los aspectos políticos de la imagen audiovisual implícitos en la representación y en la humanización-politización de y desde esa otredad, en el marco de una narrativa testimonial de situaciones violentas. Se trata de reconocer un diálogo de perspectivas, en un ejercicio intercultural expuesto en la imagen cinematográfica nacional. De ahí la voz del otro se hará visible desde lo que se muestra en un camino predominante de medios y mediaciones frente a caminos subalternos.

Palabras clave: cine, interculturalidad, interdisciplinar, tejido social, mediaciones.

Introducción

La presente propuesta hace parte de una reflexión y proceso investigativo de mi tesis doctoral en ciencias sociales y humanas en donde se plantean los siguientes ejes de discusión: imágenes audiovisuales, cultura y narrativa.

Las siguientes líneas hacen un esfuerzo por abrir el dialogo conceptual alrededor de las imágenes y sonoridades del registro audiovisual en dos dimensiones, primero como construcción simbólica del mundo, como producción cultural y como aparataje de mediación. Segundo se plantea el dialogo entre las imágenes-sonoridades en una relación conceptual con otros escenarios sociales, particularmente en la relación con lo político, con aquello que Habermas llama agenciamiento.

En un primer momento me detendré en la doble vía de representación y re-conocimiento de una otredad expuestas a situaciones violentas. De ahí se hace necesario pensar en la relación entre medios audiovisuales y el proyecto intercultural en donde el escenario juega y se re-configura en función de las voces que habitan un escenario y un dialogo sin el autoritarismo de una llamada cultura dominante o hegemónica.

Posteriormente me detendré en una discusión sobre El reconocimiento del otro en las producciones culturales, la disputa por lo real en donde el orden mundo está en continua reconfiguración de aquellas historias que son narradas y capturadas en un escenario simbólico, esto es la disputa por lo real.

Por último plantearé una discusión sobre una La humanización de la Otredad desde donde se busca combatir una mirada de ese distanciamiento de lo que pragmatistas como Richard Rorty llaman el humano paradigmático y pensar en la susceptibilidad de devenir otro y en ese sentido, de entenderlo como un cercano, no como un pseudo.

La representación y re-conocimiento
de una otredad

El dialogo que se ha planteado aquí es el de las imágenes audiovisuales y su conexión con lo político, en una lógica que considera una conceptualización frente a lo simbólico a partir de lo real, donde partiendo de aportes como los de Jacques Lacan y llevados al cine por Slavoj Zizek, lo real sirve de materia prima para construir el orden simbólico y en ese sentido, lo político podría alimentar la creación de imágenes audiovisuales. Con este particular quiero decir que en medio de una producción de subjetividades está implícita la racionalidad que envuelve ese aspecto de administración y control que siguiendo a Laswell llamamos política. Es así que aquí hay un orden social y en ese juego de racionalidades valdría la pena discutir una relación entre el audiovisual y lo social. Pensar en la existencia de dicha relación compromete dos cuestiones que logro dilucidar. La primera tiene que ver con un terreno práctico para entender la conjunción de estas visualidades y sonoridades como un orden simbólico, como un tejido.

La segunda cuestión pone en discusión el desempeño de las imágenes audiovisuales en una lógica instrumental en relación con otros escenarios epistemológicos. Esto conlleva a pensar en dichas imágenes y sonidos bajo una función de herramienta, de registro de segundo orden, de soporte para toda dimensión lingüística, epistemológica, testimonial, contextual, histórica. Estas visualidades-sonoridades también se pueden pensar en una lógica de construcción, de evidencia, de etnografía, de acercamiento a un escenario problematizado, en donde no sería problemático entenderlas per se, es decir, como un sistema de relaciones directo con el mundo y como un circuito de relaciones más amplias de orden cultural para pensar en los aportes benjaminianos, desde donde, entre otras cosas, se puede pensar en ampliar la cercanía con la construcción de una otredad.

Hasta aquí hay una selección epistemológica que puede ponerse en discusión desde lo que, en términos de saber parecería resultar secundario, el audiovisual en este caso. En la misma vía, geopolíticamente hablando, podemos conversar con aportes que se han hecho desde el Sur, aportes que en la vía audiovisual se plantean indirectamente como un dialogo sobre los sujetos representados. Pienso particularmente en la herencia que se ha hecho desde Jean Rouch hacia el trabajo de Marta Rodríguez, pero también y particularmente en el trabajo de algunos realizadores como Amado Villafaña que en algún momento ponen en discusión cómo se ha mostrado al Arhuaco frente a la misión capuchina en 1918. (Nabusimake, 2010; El Valle de los Arhuacos, 1964)

Estos dos asuntos me permiten pensar en una continuidad y una reconfiguración de lógicas conceptuales y epistemológicas del audiovisual para poner en marcha una relación con la noción de cultura en general y de los sujetos capturados y relatados en particular. Es aquí donde parecería hacer presencia el proyecto de la interculturalidad, la imagen audiovisual pone en dialogo asuntos, propuestas y creaciones que inicialmente se han considerado subalternas, propuestas otras, pero también se han hecho presentes aquellas recepciones de un sector que se ha visto como eurocéntrico-euroexclusivista (Carvalho, 2017). Es así que, en coherencia con la intención de generar un dialogo donde se considere tanto la vía hegemónica como la subalterna, se tendría que contar con la intervención de uno o varias voces en lógicas cinematográficas que integren ese dialogo re-configurador de la otredad, así como de la conjunción de voces y de narrativas plurales y heterogéneas.

El reconocimiento del otro en las producciones culturales, la disputa por lo real

El sujeto narrado y representado se enfrenta, desde una lógica benjaminiana a una reducción de su voz y a su adición a lo universal. Walter Benjamin ya señalaba que en los periódicos del siglo XIX, los pies de página de las fotografías silenciaban toda posibilidad de encuentro con la imagen más allá de lo que mostraba la leyenda. En la misma medida pretendo pensar al sujeto representado como un mecanismo construido como un universo en una imagen. Para pensar en Eisenstein y el montaje, en una muerte vivificante (Huberman). Es así que se presenta la disputa por lo real, pero también por el acercamiento al otro a partir de una subjetividad en función de otras construcciones discursivas, jurídicas, morales, etc.

Es así que la construcción de la alteridad, del otro, puede estar vinculado a una serie de constructos externos, pero también tiene que ver con la historia de vida, con la particularidad. Con el quiebre el montaje y con la discusión que conlleva la regulación de la voz que pueda dársele a través de diferentes momentos de realización de una película, momentos en donde interfiere un externo al contexto que, con intenciones de dar continuidades a un cinema verité compromete, regula y en ocasiones anula los límites de la voz de la alteridad.

Hay unas particularidades en algunas de las películas que juegan en función de un otro presente y activo, de una alteridad agenciada que da cuenta de sí. Parecería tratarse de la exacerbada atención al ejercicio de las narrativas audiovisuales del llamado argumental. En ocasiones donde el montaje tiende a dejar a hablar a la alteridad, el otro deviene en agente. Valdría la pena ver cómo se establece dicho camino de transformación y de agenciamiento, en películas que están jugando, desde otros escenarios, a minimizar la atención del decálogo para montar una película, en donde el agente puede dar cuenta de sí y de otras construcciones de lo real, desde donde, de forma subalterna en esta lógica, se empieza a reconfigurar el escenario macro.

La humanización de la otredad

Los aportes desde el pragmatismo sobre los Derechos Humanos resaltan la discusión de Richard Rorty sobre el llamado humano paradigmático y su distanciamiento con la construcción discursiva de unas fronteras con los sujetos involucrados en una situación violenta. La invitación de Rorty (2000) consiste en fijarnos en asuntos que nos acercan y no en los que nos diferencian y en ese sentido empezar a sentir una susceptibilidad de ser y devenir ese otro.

Con lo anterior es posible empezar a pensar que ese otro puede narrarse en la misma lógica que nos narramos a nosotros y narramos, desde la vía hegemónica a los demás. La configuración discursiva del mundo sería así parte de una polifonía realmente plural que daría cuenta de escenarios, de otros, pero también permitiría entrar en un terreno de una suerte de dialogo audiovisual con la alteridad, en donde se asumirían funciones sociales o mejor, funciones para las ciencias sociales desde el plano simbólico que representan las imágenes audiovisuales. Es así que podemos empezar a discutir con una construcción que en ocasiones ha sido autoritaria respecto a la identificación del otro, se trata de una discusión que implica una resistencia a las racionalidades que desde imágenes y sonidos han pretendido formular una verdad absoluta sobre los sujetos representados; es así que valdría la pena entrar en dialogo con agentes que pueden dar cuenta de sí y llevar a cabo un ejercicio de construcción ascética desde el cine, orientado ahora a nuevas vías del tejido social en relación con las tecnologías que nos definen en imágenes.

La reconfiguración de lo hegemónico desde una vía audiovisual puede fortalecerse con empezar a generar vías de agenciamiento desde realizadores de múltiples sectores que se considerarían subalternos, de ahí es necesario que los mismos sujetos empiecen, como señala Barbero (2016) a narrar críticamente su mundo, su cuento en clave audiovisual.

Referencias

Aumont, J. (2008 y 2011). Estética del cine. Barcelona: Paidos.

Barbero, J. M. (2016). Necesitamos jóvenes problemáticos. El Espectador. Disponible en: https://colombia2020.elespectador.com/pedagogia/necesitamos-jovenes-problematicos-jesus-martin-barbero

Barthes, R. (2004). Crítica y verdad. Buenos Aires: Siglo XXI.

Carvalho, J. (2017). Transdisciplinaridad y Encuentro de Saberes. Retos de la Diversidad Epistémica en las Universidades de América Latina Hoy. Conferencia. Pontificia Universidad Javeriana.

Didi-Huberman, G. (s. f.). Vuelta- revuelta. Eisenstein, el pensamiento dialéctico frente a las imágenes. Disponible en: https://untref.edu.ar/rec/num3_dossier_1.php

Fiennes, S., Zizek, S. (2006). Pervert’s guide to cinema. Reino Unido, Austria, Holanda.

Rorty, R. (2000). Verdad y progreso. Escritos filosóficos. Barcelona: Paidós Básica.

Rozo, A. (1964). El valle de los arhuacos.

Villafaña, A. (2010) Nabusimake.