Una mirada a la memoria de la sociedad red desde Bauman
Laura Gabriela Rodríguez1Estudiante de Comunicación Social-Periodismo, Universidad del Tolima. Contacto: lgrodriguezc@ut.edu.co
Resumen
Las diversas posibilidades de registro y almacenamiento online son formas de memoria digital que hacen que el recuerdo y el olvido, como constructo social, se vean desafiados: la recordación de números telefónicos y fechas especiales, la reproducción musical por recomendación de plataformas especializadas, los encuentros sociales online, el atesoramiento de imágenes compartidas en línea y, en general, el almacenamiento de datos en la nube son ejemplos de la liviandad de la memoria en la sociedad red.
De igual forma, el tiempo en internet es instantáneo, fluido e incierto, y convierte los lugares en instancias cargadas de ubicuidad, donde el reconocimiento del otro es fugaz, y lleva a la fragilidad de la memoria. Las memorias son procesos subjetivos que se enmarcan de manera simbólica y material; esto contribuye al cambio histórico, a conocer el pasado, reconocer el recuerdo en el presente y trasladarlo a un espacio político y tecnológico. Por otra parte, la liquidez de la memoria tiene una reacción al cambio rápido, temiendo al olvido, visualizando un horizonte de expectativas de miles de usuarios que convergen en el ciberespacio.
Zygmunt Bauman llama comunicación barata al fácil acceso a las tecnologías y a la generación de información en grandes cantidades, y que atiborran la cotidianidad de las personas generando formas de consumo. Para este autor, las comunicaciones baratas inundan y ahogan la memoria, en vez de alimentarla y estabilizarla. Precisamente, en esta reflexión conceptual ensayística se toman algunos elementos de la teoría líquida, de Bauman, para interpretar la manera como las tecnologías de comunicación del presente han roto la dicotomía espacio-tiempo en su forma tradicional reconfigurándola y afectando la memoria social.
Palabras clave: memoria digital, tiempo, olvido, internet, recuerdo.
Sociedad red
La memoria se monetiza en cuestiones de visitas, reproducciones, likes, publicidad en sí, que no solo les permiten a los dueños del monopolio de internet, sino a las personas sin mucho conocimiento en temas tecnológicos, que puedan adquirir cierto capital a través de estas. Cada experiencia vivida desde lo digital origina una memoria hologramática; es decir, “Todo lo puedo ver, pero nada se puede tocar”; se compran momentos emotivos, “memorables”, que asientan más la confianza de los usuarios en la red y en que esta es un nuevo modo de vivir.
Los países del Primer Mundo viven una experiencia en la web igual de veloz; no hay oportunidad para pensar qué se está consumiendo ni el porqué del consumo: solo se acepta. Se debe tener un internet bastante rápido, que logre procesar la información de millones de perfiles que visitan a diario la red, y es allí cuando se consolida una memoria económica, la cual parte desde la sociedad de la información y del conocimiento, donde el producto es el mismo usuario; la producción económica crea así un control sobre la vida de las personas. La memoria, la subjetividad y la conciencia empiezan a fabricarse en la esfera de las obligaciones económicas (Sibilia, 2005).
Se obvian y se aceptan las políticas de privacidad de los sitios web, y esto va dejando a su paso una serie de huellas, o cookies, que proporciona información a las diversas páginas a las cuales se accede, para conocer los gustos de los usuarios, la duración del tiempo frente a la pantalla, qué suele comentar, con qué frecuencia lo hace, si ha descargado o no una imagen. Las series de datos personales pasan por tres puntos: la verificación, la identificación y el control para acceder a otras plataformas.
Esas especificaciones guardan una gran cantidad de datos, es muy difícil cambiar el algoritmo en la web para que este logre olvidar todo lo que sabe del usuario.
Las enormes cantidades de información que se almacenan en páginas como Google o Facebook crean datos, y esto se convierte en un producto; es decir, cada acción que se realiza en internet le confiere a este una retribución monetaria y una atención que se centra en los usuarios, y no en la red (Pariser, 2017).
El consumidor deja una gran cantidad de datos en internet, creyendo que estos serán borrados; sin embargo, el buscador los recuerda constantemente, porque “estos aparatos se asemejan al aparato psíquico, a la memoria” (Pons, 2018) El cambio que ha tenido la sociedad ha dado como resultado una telecultura en red, telemático y virtual, cuyo eje principal es la información digitalizada, que se manifiesta en la sociedad red; allí se presenta una e-migración de lo análogo a lo digital. La información que se condensa en internet es de carácter volátil, inestable y frágil; esto se debe a lo efímero que es el tiempo ahí. Dichos objetos digitales representan así la memoria de la época actual, y crean así organizaciones en red, lo que se llamaría memoria fragmentada; es decir, se reconstruye el pasado en el ciberespacio, las narraciones colectivas que se tenían de forma física e integrada en grupos ahora se pasan a chats y a redes sociales, entre otros. O sea, se intercambia información mediante una práctica colectiva y recíproca (Angulo, 2020).
La sociedad actual es inestable debido a la fluidez social: todo está en constante movimiento, nada está quieto, porque si lo estuviera se lo recordaría con más facilidad; sin embargo, la generación de internet ha encontrado en la web todo tipo de temas, todo lo acapara, a casi todo se puede acceder —en su mayoría, de forma gratuita—, “Es un sistema de control que encaja perfectamente con una ordenación social mediada y constituida por el consumo masivo (especialmente de servicios y de bienes culturales) y por la información-entretenimiento mediática” (García Selgas, 2006, p. 29). La sobreinformación que inunda a internet crea un proceso de recordación lento; esto se debe a que el usuario no logra concentrarse en algo a la vez, todo debe ser muy rápido, que alimente el placer por ver diferentes cosas en un espacio de tiempo rápido, así que, probablemente, de la mayoría de lo que se observó en la pantalla no se recuerde ni tan siquiera la mitad.
El recuerdo parte de una realidad simulada, donde se actualiza constantemente en internet, para ver nuevas fotografías, nuevas publicidades, y que, con suerte, alguna de ellas quede guardada en la memoria del individuo; sin embargo, la exposición es mínima, así que el usuario no alcanza a hacer un reconocimiento total y objetivo de lo que está consumiendo. Dicho esto, el reconocimiento en el mundo virtual cambia, debido a que el usuario selecciona qué quiere o no ver (Angulo, 2020).
De la memoria colectiva a la digital
La cultura de la memoria es transitoria, reacciona al cambio rápido. Las memorias se reconocen en cambios históricos, en términos del pasado; además, están en un espacio de luchas políticas e ideológicas. En otros términos, el sujeto está en un permanente retorno a su pasado, a lo que en algún momento se extravió en sus pensamientos. Ricoeur (2005) manifiesta: “la memoria entra en el ámbito del lenguaje: una vez expresado, pronunciado, el recuerdo es ya una especie de discurso que el sujeto mantiene consigo mismo” (p. 168). Así pues, se genera un aprender a recordar, que se sitúa en un plano colectivo donde hay un carácter performativo y expresivo, todo en pasado.
Halbwachs (2005) comenta: “la memoria colectiva extrae su fuerza y su duración del hecho de tener como soporte un conjunto de hombres, son sin embargo los individuos quienes recuerdan, en tanto miembros del grupo” (p. 186). En el plano colectivo, se repiensa la relación entre memoria e interacción social como procesos singulares, y que tiene como fin narrativas colectivas y representaciones históricas seleccionadas por las mismas personas de una comunidad, enfocadas en mostrar en un futuro la historia de su pasado y cómo dicha historia ha estado presente en ella (Kansteiner, 2007).
Cabe señalar que Ricoeur (2000) manifiesta que “es en el acto personal de la rememoración donde inicialmente se buscó y se encontró la marca de lo social. Pero este acto de rememoración es siempre nuestro” (p. 161). Todo el pasado puede ser convocado a un presente, donde está la posibilidad de registrar y almacenar la información, donde cientos de individuos o grupos se reúnan para interactuar; “no tenemos otro recurso sobre la referencia del pasado que la memoria misma” (Ricoeur, 2000, p. 40) La temporalidad de la memoria constituye la facilidad y la importancia de la recordación: a mayor impacto de un acontecimiento en la vida de una persona, en mayor medida se lo recordará, por su importancia.
Desde Bauman
Zygmunt Bauman se refiere a la globalización como a un todo; es decir, nadie logra escaparse de ella, donde el tiempo es digital, fuerte y veloz. “La desdicha de los consumidores deriva del exceso, no de la escasez de opciones” (Bauman, 1999, p. 69). Es necesario que el sujeto deba estar en una constante promesa de satisfacción de su deseo, el cual se genera a partir de una fórmula de fantasía donde el individuo anhela un objeto, que en el futuro tendrá.
Anexo a esto, Bauman (2017) postula: “nuestra memoria (recuerdo de nuestro pasado, no del de ellos); una memoria que nosotros, y solo nosotros, podemos poseer (y, por lo tanto, usar y abusar de ella)” (p. 61). Las memorias colectivas les dan lugar a diferentes actores sociales, lo que permite enriquecer el relato de las huellas del pasado. Algunos individuos no logran, o no quieren, recordar. Es allí cuando se origina lo que Bauman (2017) denominaría un olvido selectivo, donde la anamnesis se ve afectada, porque está buscando un recuerdo al que el sujeto le quiso poner fin, borrar de su mente.
La revolución informático-digital, desde el postulado de Bauman (2017), contribuye a la capacidad de creación de los individuos, puesto que están expuestos a un cúmulo de información que les permite alimentarse para crear artefactos nuevos; además, la memoria digital ha “modificado por completo el conjunto de opciones que tenemos a nuestro alcance y han creado una impresionante multitud de respuestas nunca antes posibles, pero ahora realistas, a estímulos con los que ya estábamos familiarizados” (Bauman, 2017, p. 81), amén de mejorar las relaciones interpersonales, porque con la web hay mayor cercanía entre dos o más personas, se pueden generar lazos comunicativos que posibiliten conocer otras culturas e idiomas, entre otros. Bauman cuestiona cómo, a pesar de la fluidez que ha generado la revolución digital, no se extinguen los lazos digitales, sino que se afianzan de nuevas maneras; los cibernautas buscan la manera de hacer físico un encuentro virtual. Es una paradoja, porque al estar tan inmersos en una cultura digital se presenta una fragmentación de las relaciones físicas, el encuentro con el otro se hace más lejano, porque se construyen ideales a través de lo que se comparte en internet evadiendo las preocupaciones reales, y centrándose así en la visión del mundo virtual (Pariser, 2017).
Internet se apodera cada vez más de los espacios de la vida cotidiana; es decir, donde transitan los individuos es un mundo sin un afuera, todo queda concentrado en la web. Esto lleva a conocer nuevas atracciones y a fastidiarse de las antiguas y a olvidarlas. Es así como el tiempo se ubica en el presente, obviando el pasado, y está ansioso por un futuro; por ende, el consumidor acapara todo lo que pueda, para tratar de olvidarse de sí mismo y ser otro en la red (Bauman, 1998).
Los momentos son puntillistas, como diría Bauman; cada instante que se vive es una fracción de tiempo, y de la cual se espera que en un futuro quede guardada en la memoria; sin embargo, esto no ocurre a menos que las notificaciones de las redes sociales, por ejemplo, hagan un llamado a la rememoración de un determinado evento. El tiempo se divide en dos, comenta Bauman (2005). El primero de ellos se refiere a las personas del Primer Mundo, que están “escasas de tiempo” (p. 305); es decir, están siempre subordinadas a las decisiones del poder capitalista, siempre están dispuestas al orden, a la pulcritud, a obedecer y sonreír. Por otro lado, están las personas que no pertenecen al Primer Mundo; allí no controlan el tiempo, porque no pasa nada, es un ritmo que los condena a la lentitud no solo de su pequeña producción en masa, sino de su vida. Los espacios donde están los individuos del segundo mundo están atrasados en cuanto a capitalismo: este aún no los ha atropellado ferozmente. No sonríen, pero tampoco obedecen, porque el mundo ha pasado por ellos.
Metodología
El método de estudio empleado fue la investigación documental. Esta
[…] es una de las técnicas de la investigación cualitativa que se encarga de recolectar, recopilar y seleccionar información de las lecturas de documentos, revistas, libros, en ella la observación está presente en el análisis de datos, su identificación, selección y articulación con el objeto de estudio. (Guerrero Dávila, 2015, p. 01)
La investigación documental tiene como eje principal el análisis y la síntesis de la información producida por otros autores, para dar origen a una nueva información; según Morales (2003), “Como en el proceso de investigación documental se dispone, esencialmente, de documentos, que son el resultado de otras investigaciones (…) el conocimiento se construye a partir de su lectura, análisis, reflexión e interpretación de dichos documentos” (p. 02).
La revisión se hizo por medio de los siguientes textos del autor Zygmunt Bauman: Modernidad líquida (1999), La globalización (1998), Tiempos líquidos (2007) y Retrotopía (2017).
La selección bibliográfica tuvo como eje principal conocer la perspectiva baumaniana de la sociedad digital. La revisión documental tiene como objetivo principal “dirigir la investigación desde dos aspectos, primeramente, relacionando datos ya existentes que proceden de distintas fuentes y posteriormente proporcionando una visión panorámica y sistemática de una determinada cuestión elaborada en múltiples fuentes dispersas” (Barraza, 2018, citado por Morales, 2003).
Así mismo se organizaron los datos. Esto permitió interpretarlos analizando y sintetizando su información y dejando como objetivo la comprensión de la memoria digital desde Bauman, lo cual fue punto de partida para la referencia de otros autores que ayudaron a construir las diferencias y las semejanzas con el autor principal, para finalizar en una monografía que da como resultado la interpretación y la postulación de nuevas hipótesis desde Bauman. En conclusión, este tipo de investigación promueve la organización y el análisis de diferentes textos, además del fortalecimiento en la formación de elaboración de monografías.
Resultados y conclusiones preliminares
Con base en la investigación realizada, y tomando en cuenta que se está en una primera fase de investigación, se logra postular el concepto de memoria líquida como parte fundamental de la sociedad red y la Modernidad; según Bauman, se encuentra en un ambiente fluido y en continuo movimiento; no se amolda a las circunstancias actuales, sino que avanza ignorando lo que sucede en derredor. Se consolida en los intereses individuales, que otorgan confianza, practicidad y una vida ligera, donde pueden almacenarse cientos de datos viviéndolos en cualquier instante, sin necesidad de un espacio físico. La memoria colectiva, de Ricoeur y Halbwachs, se encuentra en una memoria tradicional, cuyo punto de encuentro es el lugar físico. Allí se presentan narrativas colectivas de distintos sectores, cuyo objetivo es compartir y crear una memoria que pueda transmitirse a las personas que no necesariamente pertenecen a las narrativas compartidas dentro del grupo.
La memoria líquida tiene un aspecto fundamental: el de la comunicación barata, concepto de Bauman que se cataloga como un ahogamiento de la memoria, porque ocasiona inestabilidad en los individuos. Esto tiene un carácter político, porque se está inmerso en una memoria económica; es decir, los sujetos son de naturaleza financiera: se venden a sí mismos y a lo que ofrecen.
Así pues, la memoria líquida se caracteriza por la ansiedad en un mundo fragmentando, de vidas aceleradas, que busca ocupar su mente y su tiempo en la realidad virtual: esto garantiza satisfacción y gozo por querer estar inmerso allí; se abandona casi que a su totalidad el rememorar por sí mismo. Por otra parte, la memoria colectiva contribuye al olvido selectivo, sistemático, donde el individuo puede hacer un proceso de duelo y olvido, pero las experiencias que se compartieron en la web no se olvidan, porque no hay derecho a ser olvido, siempre se está en un permanente estado de ansiedad por el futuro.
Con esta investigación se proyecta en los ámbitos institucional y educativo conocer los diferentes tipos de memoria que existen, abordarlos en su mayoría, teniendo como eje principal el impacto de las tecnologías en la sociedad actual. También se visualiza como referente a los estudiantes de Comunicación Social-Periodismo, como una forma de comprender el espacio sociocultura y virtual desde autores como Bauman, porque es un autor que enriquecerá los debates académicos en torno a la memoria líquida y en torno a la manera como esta ha permeado la vida diaria de las personas.
Referencias
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