Cátedra Unesco de Comunicación 2021

Protestas y estallidos sociales: representaciones mediáticas, discursos, derecho a la información y nuevas formas de expresión ciudadana

Cátedra Unesco de Comunicaciones 2021

978-958-781-882-6    |    DOI: https://doi.org/10.11144/Javeriana.9789587818826

Educar en la Latinoamérica del XXI: un acto de resistencia y creatividad

Sara Carmona Botero1Magíster en Educación y TIC, comunicadora en Lenguajes Audiovisuales. Coordinadora del pregrado en Comunicación Social-Periodismo de la Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia. Contacto: sara.carmonat@udea.edu.co

Diana Ramírez Jiménez2Doctora en Educación, magíster en Investigación Psicoanalítica, comunicadora social-periodista. Profesora del programa de Comunicación Social-Periodismo de la Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia, Seccional Urabá, Apartadó. Contacto: diana.ramirez4@udea.edu.co

Xiomara Jahel Meneses Zúñiga3Candidata a Magíster en Literatura, Licenciatura en Humanidades, Lengua Castellana. Docente enlace en regiones de la Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia, El Carmen de Viboral. Contacto: jahel.meneses@udea.edu.co

Resumen

El estallido social que se vivió en abril de 2021 en Colombia puso de presente una multicrisis que había comenzado a formarse, incluso, desde los inicios del proyecto social de la República de Colombia. La historia de nuestro país nos sacudía nuevamente; esta vez, agravada por una pandemia que supuso la enfermedad y la muerte de miles de personas en el mundo. En medio de uno de los momentos más retadores de la historia de la humanidad, cientos de ciudadanos colombianos buscábamos comprender y recomponer el curso de nuestras realidades diversas y complejas acentuadas por la herencia de una Latinoamérica de contrastes, brechas sociales y económicas que se ha abierto camino en medio de las realidades propias de los albores del siglo XXI: proliferación tecnológica, neoliberalismo, consumismo, masificación y anonimato, entre otros. Motivados por este deseo de comprensión y cambio, profesores y estudiantes del pregrado en Comunicación Social-Periodismo, de la Facultad de Comunicaciones y Filología, de la Universidad de Antioquia, decidimos ampliar los debates suscitados en las protestas de 2021 desde una pregunta problematizadora: ¿Cuál es el lugar de la educación universitaria del siglo XXI?

Como respuesta a dicha pregunta, realizamos un ciclo de encuentros con personas de diferentes latitudes (científicos, académicos, activistas sociales, artistas, profesores y estudiantes). para encontrar algunas posibles respuestas a nuestra pregunta. En esta ponencia presentamos algunas de las principales reflexiones y conclusiones de esas conversaciones: “Educar en la Latinoamérica del siglo XXI” es un acto de resistencia y rebeldía para sortear las disimilitudes, las brechas y las injusticias de nuestros territorios diversos y silenciados, pero también es, en esencia, un acto de ingenio y creatividad para inventar, desde la palabra, el arte, la innovación y la ciencia, mundos posibles, caminos que pensábamos imposibles; vidas más amables en el estricto sentido de la palabra: que se pueden amar.

Palabras clave: educación en la crisis; pensamiento crítico; proyecto social colombiano.

Relato o narrativa de la experiencia

En uno de los momentos más críticos de la historia reciente, la humanidad en pleno se debatía entre la vida y la muerte por la pandemia provocada por el Sars CoV 2; sin embargo, esta situación se vio enfatizada en Latinoamérica, una territorio de contrastes, rico en fuentes naturales, pero disímil y complejo en función del acceso tecnológico, la seguridad alimentaria, la estabilidad económica, la robustez de sus sistemas de salud y educación, la gestión administrativa y la gobernanza de los países, por nombrar solo algunos aspectos que hacen hincapié en la disparidad de los modos de vida de los latinoamericanos.

En este territorio —y particularmente, para el caso de esta ponencia—, en el país colombiano, además de la vida y la muerte, las poblaciones se debatían entre la enfermedad y la precariedad. La tensión por un proyecto de reforma tributaria que suponía el aumento de impuestos para las clases medias y populares avivó el ingente estallido social del 28 de abril de 2021. Los movimientos masivos venían gestándose, incluso antes de la pandemia, con las manifestaciones sociales del 21 de noviembre de 2019, que se extendieron hasta febrero de 2020, solo un mes antes del confinamiento. Las diferentes manifestaciones que acompañaron el estallido social evidenciaron la indignación (Castells, 2012), pero también, la ira transitiva, o declarada, en términos de las proposiciones de Nussbaum (2018), de un pueblo inconforme y extenuado por las múltiples crisis que ya existían, y que se acrecentaron con la crisis humanitaria de 2020 y 2021, producto de la pandemia por el Covid-19.

Si bien este descontento podría explicarse a partir de las condiciones de vida que apenas si podían tolerar las poblaciones colombianas, no sería razonable hacerlo tan solo a partir de los recientes hechos históricos, sino que tienen una exégesis a la luz de las innumerables inequidades que la nación ha tenido que soportar, aun desde su conformación como república (Caballero, 2014; Ospina, 2013). La región del Urabá antioqueño, por ejemplo, se caracteriza por ser un territorio de amplias confluencias culturales. Desde tiempos remotos, esta tierra ha sido codiciada por múltiples actores, de diversos orígenes y variados intereses, lo que ha convertido a Urabá en un escenario de constantes disputas y con condiciones precarias para su estabilidad sociopolítica y su democracia. El proceso de poblamiento de la región urabaense ha sido complejo y heterogéneo. La población total de la región para 2017 era de 711 687 habitantes, lo que representa el 10.63 % de la población total del departamento de Antioquia, y de los cuales 424 933 se ubican en la zona urbana, y 286 754, en la zona rural.

Otro aspecto importante para resaltar de las dinámicas sociales propias del territorio urabaense y, a efectos de esta experiencia, es la gran cantidad de personas víctimas del conflicto; en tal sentido, la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas reporta 405 085 víctimas registradas en Urabá, para el 1 de mayo de 2019. Esta cifra representa el 57 % del total de la población (Descripción del modelo actual de regionalización de la Universidad de Antioquia, 2020, p. 107).

En el marco de este contexto, y dadas las posibilidades de encuentro que se ampliaron con la virtualidad tras el distanciamiento obligatorio, desde nuestro pregrado en Comunicación Social-Periodismo, de la Facultad de Comunicaciones y Filología, de la Universidad de Antioquia —el cual hace presencia en tres regiones del departamento de Antioquia: Suroeste, Sonsón y Urabá—, nos propusimos desarrollar un ciclo de conversaciones para aportar a la comprensión de la realidad que atravesamos, bajo la responsabilidad que nos asiste como actores universitarios para la concreción del proyecto social colombiano y para la consolidación de sociedades de paz, pluridiversas, de bienestar y buen vivir. Inicialmente, este ciclo iba dirigido a nuestros estudiantes de la seccional Urabá, pero la experiencia tuvo una acogida más abierta, y a este público inicial se fueron sumando intereses y aportes de profesores, egresados y estudiantes de otros pregrados y miembros de la comunidad en general.

A continuación expresamos los caminos transitados en esta experiencia y las consideraciones que de ella devinieron a nuestro propósito de generar espacios de reflexión a partir de los movimientos sociales que se dieron en el marco del paro nacional del 28 de abril, para construir en colectivo elementos que orientaran la reflexión y el pensamiento crítico, y nos convocaran a construir posibles alternativas de resistencia y solución desde la academia, la creatividad, las artes y la paz.

Así las cosas, desde el 28 de abril, la suspensión de las clases (ahora mediadas por las tecnologías digitales) suscitó en los integrantes del Comité de Carrera del pregrado la inquietud por una nueva ruptura de los vínculos de encuentro con los estudiantes y los profesores; la confusión se daba ahora, no por las condiciones para la continuidad académica, sino por la necesidad de asumir posición como sujetos políticos frente a este acontecimiento histórico. Por ello, las reflexiones sobre el lugar que ocupamos como actores educativos en plena crisis del siglo XXI fueron constantes en los encuentros iniciales del comité; aún más, cuando las redes y los medios de comunicación pusieron de manifiesto inusitados actos de violencia que amenazaban la integridad de quienes salían a las calles a manifestarse. Ante los distintos modos de respuesta de nuestros estudiantes y nuestros profesores frente al movimiento social (adherencia, apoyo, incertidumbre, indiferencia, desconocimiento, entre otros), advertimos la urgencia de cobijarnos bajo vínculos mediados por la palabra, la escucha y el intercambio de saberes, que, como colectivo, nos ayudaran a comprender la coyuntura y los mecanismos existentes o emergentes de participación, pero, sin lugar a dudas, a movilizarnos frente a “eso que nos estaba pasando”, ese acontecimiento externo transformativo que llamamos experiencia, en palabras de Larrosa (2006).

De esta manera, decidimos realizar un ciclo de conversaciones, en el que se convocaba a diferentes actores, perspectivas y escuelas de pensamiento; espacios de reflexión con las voces de invitados que, desde el campo del saber comunicacional-periodístico y de la educación, desde la experiencia con procesos similares en otras latitudes latinoamericanas o desde su liderazgo con manifestaciones artísticas para la resistencia, nos permitieran: a) contribuir a la formación de sujetos críticos, a la que le apostamos desde el pregrado; b) ampliar las perspectivas y los debates desde diferentes puntos de vista, y c) idear formas de solución y participación desde la ciencia, el arte y la tecnología, como herramientas que pueden contribuir a la construcción colectiva que demandaba el momento coyuntural por el que pasábamos.

El ciclo de conversaciones lo planeamos en una temporalidad simultánea al desarrollo de las manifestaciones sociales; es decir, conocimos su inicio, pero el plazo para su desarrollo avanzó conforme al curso del movimiento social, e incluso, extendió sus horizontes como memoria activa y reflexiva materializada desde el capital impacto y la importancia de la construcción colectiva, dada en esta iniciativa para nuestro programa y su presencia en las regiones. Pues si bien en abril de 2021 se evidenciaba un gran descontento social, como pregrado que hace parte del campo de estudios de las ciencias sociales y humanas, conocíamos bien que estos estallidos (desde la Primavera Árabe hasta los más recientes en Latinoamérica y Europa) pueden ser efervescentes, efímeros, y una vez se logra expresar el descontento o la ira, la fatiga de esta expresión puede generar pocas posibilidades de desarrollo para continuar el debate en términos de la propuesta y la acción, que representen líneas de cambio, y no solo de manifestación del descontento.

De este modo, desarrollamos un total de cinco encuentros, que llevamos a cabo con una periodicidad quincenal, y que denominamos de la siguiente manera, por orden de acción:

  1. Contexto social y subjetividades en el conflicto colombiano: aportes a la formación ciudadana.
  2. Democracia a dos voces: reflexiones sobre el ejercicio de la ciudadanía en Chile y Colombia.
  3. Espacios de reflexión: ejercicios de creatividad, prácticas culturales y ciudadanía en los territorios.
  4. RevelArte: narrativas del arte en contexto de la movilización social.
  5. Movimiento estudiantil: Organización y asociación en la universidad.

La elección colectiva de estas temáticas se generó también, de manera espontánea, de acuerdo con un orden lógico emergente, que nos permitió, primero, ubicarnos socioespacialmente desde un precedente histórico, para hacer un análisis de coyuntura acerca de lo que han significado las movilizaciones sociales y el conflicto en Colombia, así como propiciar reflexiones acerca de las condiciones históricas en el momento actual, en el que las redes sociales virtuales iban a tener un protagonismo especial; segundo, desde la experiencia y la lectura de otros países que recientemente habían pasado por situaciones similares, en contraste con iniciativas de nuestros estudiantes en las regiones que les apuntaron a modos de organización colectiva y a tomar una postura con respecto a la situación, desde distintas manifestaciones artísticas y de organización comunitaria, con el fin de encontrar elementos estructurales y transversales; y tercero, a partir de dichas reflexiones y experiencias de países vecinos, proponer algunas alternativas de solución.

Por cada línea temática, emergente al hilo discursivo por el cual nos iba orientando la conversación, gestionamos la participación de invitados internacionales y locales que tuviesen experiencia en cada tema, ya que nuestras conversaciones intentaron comprender y conocer cómo se habían vivido este tipo de estallidos sociales en otras esferas de nuestro continente, como en el caso chileno. Asimismo, incluimos la conversación con líderes o activistas sociales, estudiantes, profesores y comunidad en general, de modo que la diversidad de voces y de perspectivas nos permitiera concretar comprensiones, metodologías y oportunidades de solución en el intrincado momento en el que nos encontrábamos.

Estos espacios de socialización contaron con la vinculación y el apoyo de diferentes actores administrativos de la Facultad de Comunicaciones y Filología para la comunicación de los espacios: por ejemplo, del Grupo de Investigación Interdisciplinar en Dinámicas Regionales, Cultura y Transformación Social, y del Semillero Conexos, de la Seccional Urabá, también la Facultad de Artes, que apoyó en la gestión de ponentes y conferencistas en esos encuentros. De manera particular, las estrategias que nos permitieron llevar a cabo la programación, la logística, la invitación, la creación de piezas gráficas y su difusión (voz a voz y medios digitales); la generación de memorias colectivas de los encuentros, apoyo técnico para las emisiones, fue la conformación de un equipo de trabajo interdisciplinario y articulado que se integró principalmente por el Comité de Carrera del pregrado en Comunicación Social-Periodismo, el apoyo de algunos de nuestros estudiantes de semilleros y egresados y, de manera capital, la voluntad y compromiso de todos los actores e invitados para aportar en los espacios.

¿Qué significa, entonces, educar en la crisis o la multicrisis de los pueblos latinoamericanos?

Educar en las situaciones que nos convocan hoy como humanidad requiere todo nuestro esfuerzo, nuestra solidaridad, nuestra creatividad, nuestra disposición, nuestra disciplina y nuestra adaptación, para que juntos podamos proponer soluciones y metodologías colectivamente desde nuestros saberes, transversalizados por el campo de las comunicaciones, y encontrar elementos clave para la reflexión, la comprensión y las alternativas de solución para atravesar estos momentos de crisis.

En nuestro caso particular, dado que nuestro programa está orientado a la formación de profesionales de la Comunicación Social para el fortalecimiento de la democracia y la convivencia, capaces de participar en la construcción del tejido social, con liderazgo en la participación y en el análisis del contexto, con dominio de los lenguajes, de los espacios comunicacionales, de los medios de comunicación y de las nuevas tecnologías, y con un gran criterio ético, fundamentado durante todo el proceso formativo, consideramos que es un momento inapelable para tomar posición como sujetos políticos y contribuir a los diversos sectores de la sociedad. Las preguntas que orientaron nuestra experiencia estuvieron orientadas, a su vez, a la formación ciudadana: ¿cómo estamos comprendiendo desde lo formal y desde lo social la participación ciudadana desde la democracia en la coyuntura actual? ¿Cómo se han organizado nuestros estudiantes y la comunidad en general en sus territorios? ¿Qué derechos y qué deberes tenemos como ciudadanos para movilizarnos en tiempos de pandemia? ¿Cuáles son el lugar y el rol de los medios de comunicación en este contexto?

Los aprendizajes obtenidos de esta experiencia no pueden atraparse en una cifra o un indicador, porque, precisamente, le apuntaron a un proceso que no está dado: es un “dándose”, continuo e inacabado, que se resignifica en cada una de las respuestas y las propuestas de nuestros jóvenes. Educar en nuestro contexto es un acto de amor y de resistencia, de creatividad para leer y proponer alternativas ante una serie de acontecimientos que hacen parte de la propia naturaleza de nuestros territorios, diversos y multipolares, con un pasado histórico doloroso, con duelos que no se han elaborado por completo y preguntas sin resolver. Pero también es, en esencia, un acto de creación para inventar, desde la palabra, la imagen, las comunidades y la academia; es a la transformación de estas realidades a lo que le apuntamos con la construcción de sujetos que puedan hacerse cargo de su posición en el mundo y modificar su proyecto político, siempre contando con los otros. Somos sujetos en un acto educativo que trasciende al aula y los currículos, tenemos una perspectiva de formación integral, más allá de los conocimientos específicos que podemos orientar en determinado campo disciplinar. Y este acto no puede hacerse sin amor; siempre será con amor a la vida y con respeto a la dignidad, a la condición humana.

Referencias

Caballero, A. (2014). Historia de Colombia y sus oligarquías. Ministerio de Cultura, Biblioteca Nacional de Colombia.

Castells, M. (2012). Redes de indignación y de esperanza. Los movimientos sociales en la era de internet. Alianza Editorial.

Larrosa, J. (2006). ¿Y tú qué piensas? Experiencia y aprendizaje. Revista Educación y pedagogía, 13-45.

Nussbaum, M. (2018). La ira y el perdón: Resentimiento, generosidad, justicia. Fondo de Cultura Económica.

Ospina, W. (2013). Pa que se acabe la vaina. Planeta.