ISBN : 978-958-781-555-9
ISBN digital: 978-958-781-556-6

Cuando el periodista es el testimonio en el centro del relato

Angela Zamin

Doctora en Ciencias de la Comunicación. Periodista; docente e investigadora de la Universidade Federal de Santa Maria, Campus Frederico Westphalen, Brasil.

angelazamin@gmail

Resumen

Las historias particulares —como las narradas en el trabajo de la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévich— son un ejemplo de indagación en profundidad y de búsqueda de memorias individuales que, de algún modo, ponen al testimonio en el centro del relato. Además de las víctimas o de los actores de los conflictos armados, los periodistas tienen sus historias de memoria: generalmente son los primeros en llegar a las escenas; se enfrentan a retos insólitos, al registrar cómo los cuerpos y los territorios fueron violentados; resisten para no convertirse en instrumento de otros. Si bien por una parte se les atañe a los periodistas un ejercicio ético, por medio de criterios que les permiten reaccionar rápidamente frente a un hecho; por otra, responden a los valores e intereses de los medios donde actúan. Ante las historias de memoria de los demás, el periodista olvida sus historias mínimas. El artículo establece un análisis acerca del periodismo y sus formar de hacer, narrar y recrear la memoria a partir de las historias particulares de periodistas colombianos que cubrieron el conflicto armado interno. La investigación está orientada a la generación de saberes, mediante las percepciones de los periodistas acerca de la práctica periodística. Metodológicamente se basa en entrevistas a profundidad (Fontana & Frey, 2015; Hissa, 2013; Sierra, 1998), en las cuales, como acto central, los periodistas recuerdan “aquello que se borra del pasado, o bien, se confina en él, precisamente por sus incómodas resonancias con el presente” (Calveiro, 2006, p. 377). El artículo hace parte de la investigación posdoctoral Gramática do jornalismo entre o conflito e a paz, desarrollada en la Pontificia Universidad Javeriana.

Palabras clave: periodismo, conflicto, memoria, entrevista en profundidad.

Introducción

Los periodistas tienen sus historias de memoria: generalmente son los primeros a llegar a las escenas, se enfrentan a retos insólitos al registrar cómo los cuerpos y los territorios fueron violentados, resisten a no convertirse en instrumento de otros. A los periodistas, observadores de las tragedias, de las acciones criminales que vulneran los derechos de una persona o de una colectividad, se les confía el dolor, una memoria que preservar, una historia por rescatar. Si bien por una parte se les atañe a los periodistas un ejercicio ético, a través de criterios que les permiten reaccionar rápidamente frente a un hecho, por otra, responden a los valores e intereses de los medios donde actúan. De ahí que en el periodismo algunos hechos son ignorados deliberada o accidentalmente, o reciben un tratamiento sesgado, sin contexto, sin diversidad de relato.

Según María Eugenia Ludueña (2015), “cuantas más voces se pueden relacionar entre si, con datos y documentos, más podemos aproximarnos al conocimiento de los hechos desde el periodismo”. Es decir, es importante configurar una memoria colectiva que permita entender qué sucedió, y allí es donde resulta relevante prestar atención a las historias particulares y a los lugares de memoria. Por lo general, ante las historias de memoria de los demás, el periodista olvida sus historias mínimas.

El artículo establece un análisis acerca del periodismo y sus formar de hacer, narrar y recrear la memoria a partir de las historias particulares de periodistas colombianos que cubrieron el conflicto armado interno. La investigación está orientada a la generación de saberes mediante las percepciones de los periodistas acerca de la práctica periodística. Es decir, la narrativa de la experiencia vivida, como arqueología y memoria, tiene capacidad para reflejar, interpretar o replantear el periodismo. Para tal fin, se basa en entrevistas en profundidad en las cuales, como acto central, los periodistas recuerdan “aquello que se borra del pasado, o bien, se confina en él, precisamente por sus incómodas resonancias con el presente” (Calveiro, 2006, p. 377). Las entrevistas enmarcan las discusiones acerca del trípode periodismo, conflicto y memoria. No obstante, permiten ese ejercicio de mover el periodista hasta el centro del relato.

Metodología

La entrevista es un medio de recolección de datos cuyos propósitos se alternan entre interrogar, describir, evaluar, verificar, etc. El uso de esa técnica no está limitado a los investigadores de las ciencias sociales. La sociedad incluso conoce y comparte sus reglas y sus funciones. Sin embargo, confiamos en que la entrevista, como técnica de investigación, genere experiencias narrativas. Aún así hace falta asumir las situaciones de entrevista como encuentros de interacción, porque fundamentada en la interrelación humana (Sierra, 1998). En ese sentido, Andrea Fontana y James Frey (2015, p. 145) plantean que “[...] las entrevistas no son herramientas neutrales para la recolección de datos, sino que se trata de interacciones activas entre dos (o más) personas, conducentes a resultados negociados a partir de un contexto”.

En contraposición a la imagen de la entrevista en profundidad basada en el concepto de neutralidad, se sostiene la entrevista empática, la adopción de una posición. La entrevista se vuelve un proceso que involucra a las personas y cuyos intercambios representan un esfuerzo colaborativo; “entrevistar significa entrever, ver uno al otro” (Sierra, 1998, p. 282). Según Fontana y Frey (2015, pp. 140), “la entrevista está vinculada inevitable e inextricablemente con rasgos contextuales, históricos y políticos” y, por eso, los investigadores deben interactuar con los entrevistados, y reconocer que lo están haciendo.

Es lo que sugiere Cássio Hissa (2013, p. 128 [grifos en el original]) al afirmar que “cuando se pretende producir conocimiento junto al otro – y no sobre el otro – será preciso criar, también, junto al otro, modos de hacer”.1 Por así decir, la entrevista en profundidad es aquí comprendida y asumida como diálogo entre sujetos, como interlocución construida con autonomía, como conversación forjada con confianza, sin la presión de la escasez del tiempo. Francisco Sierra (1998) plantea la empatía, la reciprocidad y la comprensión mutua como claves en esas situaciones.

Como consecuencia, el centro de la entrevista se está desplazando para incluir los cómo, el contexto, las situaciones particulares, los detalles, etc., a partir de los cuales se desarrollan las interacciones de la entrevista, así como los qué, o los hallazgos, ya tradicionales. De hecho, al interpretar la entrevista, es necesario considerarla como un relato que tuvo origen en un contexto interactivo, colaborativo y negociado, logrado entre el entrevistador y el entrevistado, enmarcando a la entrevista como un proceso activo, de revisión, evaluación y categorización constantes. El análisis debería orientarse por un proceso interpretativo, reflexivo; incluso la información contradictoria debería formar parte del relato. Fontana y Frey (2015, p. 179) añaden que “[…] no es posible tomar los resultados de las entrevistas fuera del contexto en que se produjeron, y afirmar sin mayores consideraciones que se trata de datos objetivos”.

La investigación que origina ese artículo se asienta en entrevistas no estructuradas, con preguntas abiertas y en profundidad, e involucró a cuatro decenas de periodistas colombianos que cubrieron el conflicto armado interno y que, a partir de diversos espacios de formación y práctica profesional, han propuesto herramientas y programas destinados a la promoción de miradas críticas a las agendas, a los discursos y a los actores. Entre las consideraciones éticas están el consentimiento informado y el trabajo de campo abierto, no encubierto (la grabación fue consentida por los entrevistados debidamente informados acerca de los objetivos de la investigación).

Replantear las memorias de los periodistas colombianos

Periodismo, testimonio, memoria

La entrevista en profundidad se utiliza técnicamente como ejercicio de recopilación de acontecimientos, experiencias y trayectoria de sujetos que no se pueden observar directamente. En ese sentido, las historias particulares, la biografía, la arqueología personal, constituyen fundamento de las entrevistas. Así, como aporte de la Escuela de Chicago, según Sierra (1998, p. 306), “la memoria es una reconstrucción ritualmente actualizada de nuestro pasado y una invención del presente”. Sin embargo, “la memoria está hecha de silencios, de olvidos y de contradicciones” (Ludueña, 2016, p. 64) y suele ser reelaborada a lo largo del tiempo; se actualiza permanentemente.

Según la científica política Pilar Calveiro (pp. 377-378), “la cualidad de la memoria reside en que es capaz de trascenderla, de asignarle uno o varios sentidos para hacer así de una experiencia única e intransferible algo transmisible, comunicable, que se puede compartir y pasar”. Al basar su narrativa en los testimonios, la periodista bielorrusa Svetlana Aleksiévitch (2016a, p. 13) no solo reconoce sus límites, sino los mecanismos de la memoria: “al contar, las personas crían, ‘escriben’ sus vidas. Acontece incluso de “‘añadieren’ y ‘reescribieren’ pasajes”2. En esa dirección se ubica la reflexión de la periodista argentina María Eugenia Ludueña: “la memoria no es algo puro y los testimonios no son la verdad, así que cuantas más voces se puedan relacionar entre sí, con datos y documentos, más podrán aproximarse al conocimiento de los hechos desde el periodismo que narra la memoria” (2016, pp. 64-65).

En ese sentido, parece más apropiado hablar de memorias, no plural. La maleabilidad de la memoria (o de las memorias) requiere estrategias analíticas flexibles:

La multiplicidad de experiencias da lugar a muchos relatos distintos, contradictorios, ambivalentes que el ejercicio de memoria no trata de estructurar, ordenar ni desbrozar para hacerlos homogéneos o congruentes. Por el contrario, su riqueza reside en permitir que conviva lo contrapuesto para dejar que emerja la complejidad de los fenómenos, pero también para abrir paso a diferentes relatos. De esta forma, la memoria no arma como un rompecabezas, en donde cada pieza entra en un único lugar, para construir siempre la misma imagen. (Calveiro, 2006, p. 378).

La memoria es campo de disputas. No hay una única memoria, una única versión, una única verdad. El aporte del periodismo es poner en conflicto versiones para que haya la discusión entre las diferentes memorias y verdades, es ofrecer narrativas que contengan todas las voces y los puntos de vista posibles, es “visibilizar las tensiones y puntas que quedan sin atar” para que “ninguna versión doblegue a otras” (Ludueña, 2015, p. 7). De acuerdo con la autora, “como periodistas, deberíamos contar qué pasó, reconstruir, abordar esas subjetividades que constituyen a cada quien, contar el contexto, qué impacto tuvo lo que se hizo” (2015, p. 11).

La investigadora argentina Leonor Arfuch (1995) afirma que no sólo está en juego un valor de verdad. Los recuerdos que se suceden y se interponen, los encadenamientos, los saltos, los huecos integran los recorridos de la memoria y pueden reconstruirse a partir de la conversación. A los lugares de memoria se puede acceder por la solicitación de diálogo. Según Arfuch (1995, p. 149), “hay sin duda un plus en la voz, un ambiente intangible que cobra actualidad en las imágenes ‘guardadas’, aun vacilantes, en los sentidos inesperados que siempre trae aparejada su evocación”.

Las alusiones a la experiencia individual dejan ver lo que se encuentra en su entorno. En su labor, Calveiro (2006, p. 377) plantea que “parte de la experiencia, de lo vivido, de la marca inscripta de manera directa sobre el cuerpo individual o colectivo”. Al respecto, escribe Ricouer (2004, p. 145) “contamos historias porque, al fin y al cabo, las vidas humanas necesitan y merecen contarse”; así que “cada memoria individual es un punto de vista sobre la memoria colectiva”. De igual modo, y siguiendo a Ricouer, Ludueña (2016, p. 60) afirma que es el relato el que genera el salto de la memoria individual a la social, “la memoria dialoga con una dimensión colectiva que la vuelve histórica”.

La narración periodística hace posible también la interpretación y comprensión del entramado social. En el periodismo se hace posible hallar una conexión (o conexiones) entre la memoria individual y los contextos de violencia, las tragedias colectivas, las situaciones límite. En ese sentido, la periodista Svetlana Aleksiévitch ofrece un método de trabajo basado en la memoria. A partir de entrevistas, interpone voces humanas, historias que se repiten y se sobreponen. Así construye la bielorrusa una historia colectiva moldada a partir de testimonios; no le interesa acudir a narrar cómo se desarrollaron los acontecimientos históricos, sino como las vidas humanas, en particular, fueron por ellos afectadas. En términos narrativos, mira hacia el espacio diminuto de las experiencias personales, pone de relieve la indagación en profundidad y la búsqueda de memorias individuales: “Mi siento atraída por ese pequeño espacio llamado ‘ser humano’, un simple individuo. En realidad, es ahí donde todo sucede” (2016b, p. 10).3

Para Kevin García (2016, pp. 138-140), las historias narradas en el trabajo de Aleksiévitch ponen al testimonio en el centro del relato, son “historias particulares”. Elena Vássina, profesora de literatura rusa en la Universidade de São Paulo, denomina la escritura de la bielorrusa como “literatura documental”, “contada pelo prisma de las voces comunes, de los destinos comunes, de lo que llamamos de ‘la historia del cotidiano’”4 (en ABDALLA, 2018).

Para Ludueña (2015, p. 11), “los rostros humanos de la memoria, esas historias mínimas que cuentan la historia grande, son las que llegan con mayor potencia a las audiencias”. En ese sentido, la construcción de memoria a través del periodismo contribuye para rescatar las memorias mínimas del olvido. De igual forma, y ya con un carácter narrativo, Arfuch (1995, p. 135) suele ubicar que “en el horizonte urbano moderno se perfilaban nuevos personajes igualmente dignos de atención: inmigrantes, recientes obreros industriales, campesinos empobrecidos, vagabundos, huérfanos, viudas, soldados”.

El periodista en el centro del relato

El periodismo que actúa en el campo de la memoria de los conflictos, cabe destacar, tiene como tarea desarrollar trabajos enmarcados en la estrategia de la lucha contra el olvido. Esto significa que hay que plantear una narrativa que empieza a construirse desde las memorias mínimas de la gente: huérfanos, viudas, desplazados, sobrevivientes, etc. Aquí, todavía, fijémonos en cómo los periodistas que cubrieron el conflicto armado interno colombiano, a partir de la rememoración de sus historias particulares, abandonadas en medio a las rutinas de producción del periodismo, se ocupan en recrear la memoria.

Una afirmación que suele ser repetida es que los periodistas deben ocuparse en reconstruir una memoria colectiva que permita entender qué sucedió a las víctimas de violaciones graves. Contar esas historias desde el periodismo es participar en la búsqueda de la verdad, la reparación simbólica y la no repetición. Todavía, la pregunta que quisiera responder es: y las memorias de los periodistas que cubrieron el conflicto ¿a quién corresponde narrarlas? ¿Para qué sirven? ¿Qué pueden decirnos acerca del propio periodismo?

Aquí ensayamos un primer ejercicio de análisis a partir de las entrevistas en profundidad hechas con periodistas colombianos. Mientras los periodistas activaban sus lugares de memoria, buscamos aprehender la reflexividad que permeaba ese proceso y entrever pistas sobre el conjunto de saberes que atraviesan sus historias particulares. Al accionar memorias, moviéndose entre la objetividad situada y la subjetividad encubierta – porque el periodismo insiste en ocultarla –, los periodistas hablaron de sus historias familiares, de la formación en el periodismo – sea en las universidades, sea en las redacciones –, de la práctica profesional, de sus valores, miedos, frustraciones. Esos hilos, por su parte, establecen puntos de contacto entre los entrevistados, es decir, se repiten, se sobreponen, se rechazan. Nos parece oportuno reforzar aquí que el conflicto ocupa espacios similares en las narrativas de memoria de los entrevistados.

  1. el conflicto en la historia familiar

    La historia familiar de muchos de los periodistas de esa investigación es atravesada por la violencia, sea en el campo en los años 1950-60, derivada de los enfrentamientos entre liberales y conservadores, sea en las ciudades, en las décadas siguientes, originada por distintos actores (guerrillas, paramilitares, bandas criminales).

    A mi abuela, que es de origen campesino, le tocó – cuando incendió toda esa época de la violencia política – escapar con sus hermanos para que no fueron asesinados […]. Ella sale desplazada hasta la ciudad, llega aquí en situación, incluso, de miseria porque tuvo que dejar todo que tenía en el campo; llega a la ciudad a instalarse en ese entonces en barrios que aún no existían. (J. A. Masías, 2018, entrevista a la autora).

    Mis abuelos, como liberales gaitanistas, fueron desplazados por la violencia partidista en el 1952 en el suroeste antioqueño […]. Mi tío mayor fue asesinado y tres tíos abuelos fueron asesinados también; fueron detenidos, fueron torturados en la cárcel municipal y luego tirados al río Cauca; una práctica que luego empezó a repetirse en la historia del conflicto armado. (J. I. Posada, 2018, entrevista a la autora).

    Algunos tíos quedaron en la Costa Atlántica, en el Departamento de Córdoba, y algunos de ellos fueron torturados por el ejército, por paramilitares o desplazados por la guerrilla EPL [Ejército Popular de Liberación]. (C. O. Restrepo, 2018, entrevista a la autora).

    Mi padre fue un líder desde muy joven […]. Por su liderazgo [en la Unión Patriótica], fue estigmatizado, amenazado, le hicieron un atentado y, pues, él decidió irse de la ciudad y luego del país. Y retornó ya de una manera más serena, alejado de la política, pero, no de la discusión intelectual. (J. I. Posada, 2018).

    Nos tocó también vivir la violencia […]. En el barrio en el que yo vivía, que es un barrio periférico, en Brasil es una favela, Ahí estaban las dos fuerzas [guerrillas y paramilitares] y nos tocó el grupo de los paramilitares Cacique Nutibara. Vivimos épocas de mucha violencia, incluso un familiar cercano a mí […] fue asesinado por los paramilitares […]. Eso generó un desplazamiento intraurbano, nos tuvimos que ir del sitio donde vivíamos. (J. A. Masías, 2018).

  2. el conflicto desde la formación periodística

    El conflicto armado interno ingresó en las instituciones, así que en las universidades había actores. En ese entonces, la formación de los periodistas fue afectada por ese escenario.

    […] en nuestro campus universitario había milicias de los grupos armados […]. Eso mostraba cómo al interior de las universidades también se vivía el conflicto. Pero los profesores eran muy cuidadosos como a no tomar parte; nos hablaban del conflicto armado, pero, no señalaban, no decían esto es culpable, o el gobierno es bueno y esos son los malos, porque incluso podían meterse en problema. Hubo profesores que fueron amenazados por los grupos y tuvieron que irse. (J. A. Masías, 2018).

    […] en algunas clases había discusiones sobre las situaciones que se estaban presentando […]. Hubo situaciones nacionales muy fuertes que nos marcaron, el Palacio de Justicia, por ejemplo. [...] y nosotros, en la universidad, hablamos mucho de eso […]. Se hacían análisis y se miraba cual era lo contexto, que estaba pasando realmente en el trasfondo. (C. O. Restrepo, 2018).

  3. el conflicto en la práctica laboral

Cuanto al cubrimiento del conflicto las memorias se bifurcan. Por una parte, el aprendizaje, las descubiertas, los logros; por otra, las desilusiones que los periodistas tuvieran que enfrentar. Entre los “aprendizajes duros”, además de hacer reportería en medio al conflicto, está el estigma que sufrieron los periodistas por su labor.

Aquí había una escuela muy buena de periodistas que venían hacer un trabajo muy serio, muy importante. (I. M. Vélez, 2018, entrevista a la autora).

Siempre pusieron por encima del interés periodístico la integridad de los periodistas. (C. I. Vélez, 2018, entrevista a la autora).

Desde que era estudiante tuve que estar fotografiando las problemáticas sociales y el conflicto armado. (N. Botero, 2018, entrevista a la autora).

Fue difícil porque nosotros nos sentimos atacados – realmente lo fuimos. De hecho varios de mis colegas en ese momento tuvieron que salir exiliados del país por amenazas de muertes muy serias. Fuimos atacados, agredidos, porque consideraban que al hacerles entrevistas a los guerrilleros y publicar lo que ellos pensaban del proceso de paz, pues, éramos unos cómplices del terrorismo. Y eso fue muy fuerte durante el proceso, pero mucho más fuerte después. […] tal vez sin entender que éramos periodistas que cumplíamos un encargo, que teníamos que hacer nuestra labor […]. (G. Castrillón, 2018, entrevista a la autora).

[…] algunas veces quedamos en medio del fuego cruzado, otras veces éramos retenidos momentáneamente o por el ejército o por los paramilitares o por la guerrilla; [había] el temor de llegar a un lugar y que no fuéramos a ser víctimas de ataque (M. L. Avendaño, 2018, entrevista a la autora).

Uno tiene que arriesgar. Pero, es como el instinto que te dice: en esa persona puedes confiar […]. (C. O. Restrepo, 2018).

Conclusiones

Parece oportuno considerar que la memoria también puede ser un fenómeno de grupo. En efecto, Halbwachs (2006) apunta a una memoria colectiva arbitrada desde una perspectiva individual. Aleksiévitch, en ese sentido, parte de las historias particulares, de los hombres ordinarios, y llega a una historia colectiva. Los testimonios son clave en esa construcción.

Así pues, podemos encontrar el enlace entre el lenguaje, el tempo y el espacio. Halbwachs los ve como cuadros sociales de la memoria. Más aún, son instrumentos privilegiados de la memoria que puedan dar sentido al pasado. Sin embargo, “la memoria colectiva [...] involucra a las memorias individuales, pero no se confunde con ellas”5 (Halbwachs, 2006, 53).

Desde esa mirada, se sobreponen las percepciones de los periodistas cuánto al modo cómo el conflicto se los atraviesa. Es cierto que el conflicto armado interno colombiano provocó experiencias muy semejantes en el interior de un mismo grupo social. Pero, por otra parte, su complejidad también generó (y genera) una narrativa plural y diversa que compone el rompecabezas del carácter social de la memoria.

Referencias

Abdalla, A. (2018, Setiembre 21). A narrativa oral na obra de Svetlana Aleksiévitch. Nexo Jornal. Recuperado de https://www.nexojornal.com.br/expresso/2018/09/21/A-narrativa-oral-na-obra-de-Svetlana-Aleksi%C3%A9vitch

Aleksiévitch, S. (2016a). A guerra não tem rosto de mulher. São Paulo: Companhia das Letras. (Obra original publicada en 1985).

Aleksiévitch, S. (2016b). O fim do homem soviético. São Paulo: Companhia das Letras. (Obra original publicada en 2013).

Arfuch, L. (1995). La entrevista, una invención dialógica. Barcelona: Paidós.

Calveiro, P. (2006). Los usos políticos de la memoria. En Caetano, G. (Org.). Sujetos sociales y nuevas formas de protesta en la historia reciente de América Latina (pp. 359-382). Buenos Aires: Clacso.

Fontana, A., & Frey, J. H. (2015). La entrevista: de una posición neutral al compromiso político. En Denzin, N. K., & Lincoln, Y. S. (Coords.). Métodos de recolección y análisis de datos. Manual de investigación cualitativa (Vol. 4, Cap. 27, pp. 140-201). Barcelona: Gedisa.

García, K. A. (2016). Cubrimientos periodísticos en reconstrucción de memoria. En Ramírez, F. A. (Ed.). Pistas para narrar la memoria: periodismo que reconstruye las verdades (Cap. 5, pp. 134-161). Bogotá: Consejo de Redacción, Fundación Konrad Adenauer.

Halbwachs, M. (2006). A memória coletiva. São Paulo: Centauro.

Hissa, C. E. V. (2013). Entrenotas: compreensão de pesquisa. Belo Horizonte: Editora UFMG.

Ludueña, M. E. (2015). El tratamiento y abordaje de temas de víctimas y memoria. Memorias Foro Comunidad Plataformadeperiodismo.com. Bogotá: Consejo de Redacción.

Ludueña, M. E. (2016). El periodismo que narra la memoria. En Sánchez Sánchez, M. I. (Ed.). Los retos del periodismo en el posconflicto: Tintas para la paz. Bogotá: Consejo de Redacción.

Ricouer, P. (2004). Tiempo y narración. Configuración del tiempo en el relato (5. ed.). México: Siglo XXI.

Sierra, F. (1998). Función y sentido de la entrevista cualitativa en la investigación social. En Galindo Cáceres, J. (Coord.). Técnicas de investigación en sociedad, cultura y


1 “[…] quando se pretende produzir conhecimento junto ao outro – e não sobre o outro – será preciso criar, também, junto ao outro, modos de fazer”.

2 “Ao contar, as pessoas criam, ‘escrevem’ sua vida. Acontece inclusive de ‘acrescentarem’ y ‘reescreverem’ passagens.”

3 “Atrai-me sempre esse pequeno espaço – a pessoa… Uma pessoa. Na verdade, é aí que tudo acontece.”

4 “[…] da história contada pelo prisma das vozes comuns, dos destinos comuns, o que chamamos de ‘a história do cotidiano’.”