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Los prejuicios que tenemos sobre las personas (por su origen étnico, cultural, social o por su aspecto físico) inciden en nuestra interacción cotidiana, provocando formas de exclusión o discriminación. Descubrirnos como semejantes y estar abiertos al diálogo ayuda desarmar nuestros. En un mundo en el que cada día estamos más expuestos a pensamientos y formas de vida tan diferentes, abrir los ojos para entender las diferencias nos ayudará a vencer los obstáculos para la convivencia.

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Por: |El Diario.es

Joan Tronto (Minnesota, 1952) asiente a cada palabra. Persigue con la mirada cada movimiento y atiende, con interés extraordinario, cada consigna que la jefa de prensa del Col·legi d’Infermers i Infermeres de Barcelona –donde ha realizado una charla– lanza. «Ella me cuida hoy», explica risueña.

Ella misma traza el paralelismo entre una anécdota tan nimia y lo robusto de su tesis de estudio: la ethics of care (ética del cuidado), teoría feminista de principios de los años 90, compete cada espacio de la vida de las personas. Ser consciente de ello es lo que hace que Tronto, doctora en la Universidad de Minnesota y acostumbrada a los viajes y simposios, muestre tanto interés en las palabras de su entorno.

Para Tronto, todo está relacionado con el cuidado: las relaciones, las estructuras… La democracia. «Por supuesto también el trabajo», destaca la politóloga, que relaciona la ética del cuidado con el decrecimiento económica y califica el cuidado como algo «revolucionario». Un cambio de paradigma.

Tronto apuesta por reducir las jornadas laborales e invertir menos en paliar y más en prevenir. «Cuántas horas trabaja usted?», pregunto. «Muchas», dice mientras ríe. «Yo tengo la posibilidad de invertir tiempo en algo que me gusta, pero no podemos obligar a la gente que trabaja en algo menos satisfactorio a que haga lo mismo», concluye.

El concepto ética del cuidado nos acompaña toda la vida, aseguran sus estudios. Pero los términos en si no nos resultan familiares.

El cuidado es una parte esencial de lo que significa ser humano. No se puede entender la humanidad sin entender lo que significa cuidar de los demás. Existen muchos tipos de relaciones diferentes que implican el cuidado.

Define el cuidado como «antídoto contra el capitalismo».

El cuidado no forma parte de muchas teorías políticas. Pero yo, como teórica feminista, lo pongo en el centro: ¿Qué pasaría si nos tomáramos enserio esta parte de vida? Creo que la del cuidado es la mejor crítica al capitalismo; pone en relieve la falacia que el mercado es la manera de entender la vida humana… El mercado presume que somos racionales, autónomos. Entes individuales. El capitalismo construye un patrón de persona que se corresponde a un segmento pequeño de la sociedad. Dice que sólo tenemos responsabilidad sobre nosotros mismos o, cómo mucho, sobre la familia. Esa no es una manera muy certera de entender la vida.

¿Cómo somos, según la  ética del cuidado?

Los humanos somos dependientes desde nacimiento. Necesitamos a la gente incluso para sentirnos seguros, ¿más prueba que esa? Necesitamos cuidados cada día de nuestra vida. Incluso en cosas más mundanas: comer, asearse… También cuando crecemos y enfermamos; o cuando envejecemos… Todas estas cosas pueden convertirse en algo dramático si descuidamos el cuidado en la sociedad. Cuando empecemos a reconocer cuánta de nuestra felicidad viene de los cuidados…

La especialista ha expuesto su tesis en el Col·legi de Infermeres i Infermers SANDRA LÁZARO

¿Se preocupan las sociedades por el cuidado?

No. Se preocupan por los mercados. [Larga pausa] Y a mi me preocupa lo siguiente: ¿Por qué invertimos tanto tiempo en la producción económica? Incluso en las sociedades democráticas pensamos: ‘Si tenemos más trabajo, más producción, la vida humana será mejor’. Y no es cierto. La vida de la gente, con más, no es mejor. Necesitamos una economía del cuidado.

¿Qué significa eso?

Simple: producir menos y centrarnos más en cuidarnos.

Usted defiende, bajo la teoría feminista, que debemos erradicar la idea del cuidado como algo natural. Algo dado.

De ahí viene la opresión de la mujer, de entender el cuidado como algo natural. Pues los roles sociales los creamos nosotros. Y esto es una cuestión de justicia: unos privilegiados bloquean a otros que lo son menos. Los que están arriba, fruto de su posición, hacen que los otros hagan lo que ellos no quieren. Y por esa simple razón, los hombres, que son los que están arriba, los presentes en la esfera pública, han relegado a las mujeres… A sus casas. La pregunta es: ¿Es más natural para las mujeres la cura?

No. Son enseñadas a cuidar, lo hacen por el privilegio de los hombres.

En 1987 usted escribía sobre esta cuestión: Más allá de la diferencia de género. Hacia una teoría del cuidado. ¿Hemos avanzado en algo?

Las cosas mejoraron un poco hace unos años, pero empeoraron aún más después. Cosas del capitalismo.

Balance pesimista.

[Ríe] Sí, visto con la perspectiva de la historia de las ciencias sociales modernas es dramático. Pero comparado con la historia de la humanidad, no está mal. Hace realmente poco que hablamos de los cuidados, por lo que soy optimista. Esta es una idea revolucionaria y sólo estamos al principio del cambio.

Cuando habla de cuidado lo expande a ciudades, estados… A la misma democracia.

Hay varias cosas que deben pasar. Necesitamos pensar en las necesidades humanas y medioambientales. Y pensar quién tiene esas responsabilidades: aquí entra la política. Organizamos las responsabilidades atendiendo al pasado, debemos repensarlo: qué cojo y qué no cojo. Esas elecciones están relacionadas con el cuidado, y en ello está involucrada cualquier estructura y institución de la sociedad.

Tronto califica los cuidados como un «antídoto del neoliberalismo» SANDRA LÁZARO

¿Cómo afecta esto al sistema médico, concretamente? Usted ha hablado ante un auditorio de enfermeras y enfermeros.

El sistema médico también debe repensarse. La medicina es un ejemplo claro de cómo la ciencia nos lleva, generalmente, por el mal camino. ‘Puedo hacer un nuevo medicamento que curará…’. ¡Guau! Igual deberíamos gastar menos dinero en la industria, y más en la gente. Igual pensando en la gente nos damos cuenta que necesitamos menos. Menos, sobretodo, trabajo.

¿Decrecimiento?

El capitalismo quiere traducirlo en términos de mercado. Incluso las relaciones y los cuidados. Hay un libro, Born to buy [Juliet Schor, 2004], que lo ilustra: en América la gente trabaja 50 horas a la semana. Y les preguntas: ‘¿Para qué?’. Ellos contestan que es para darle un futuro a sus hijos, para comprarles cosas a sus hijos. Lo que no nos hemos planteado es que tal vez invirtiendo más tiempo con ellos, necesitarán menos cosas. Y eso habla de lógicas de la producción, que deben ser substituidas por lógicas del cuidado.

Eso no parece competer a la mayoría de la gente, que no tiene posibilidad de decidir. ¿Qué pequeños cambios podemos hacer?

Volvamos a Marx: ¿Por qué cambiamos nuestro tiempo? Dinero? Necesitamos trabajar la mitad, 20 horas. Con mejores salarios. Pero eso será complicado. Para bajarlo a un nivel cotidiano: la gente debe democratizar y cambiar cada institución de la que forma parte. Familia, amistad, comunidad. ¿Qué puedo hacer cada día para reducir lo que consumo y a la vez mantener las relaciones con mi entorno? Aquí reside el cambio. El poder de la ética del cuidado reside en cómo entiende la vida cada uno: cuidarse es lo más importante.

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Por: ESTUDIO DE LA REVISTA MÉDICA BRITÁNICA «THE LANCET» |noticiasdenavarra.com

Unos 50 millones de personas en todo el mundo padecen esta enfermedad que disminuye las funciones del cerebro.

LONDRES. Un estudio indica que se dan más casos de demencia en personas que viven cerca de calles con mucho tráfico, posiblemente debido al ruido y la contaminación ambiental, según informa hoy la revista médica británica «The Lancet».

El análisis, hecho en Canadá durante un periodo de 11 años, señala que un 7 % de los casos de demencia correspondió a personas que vivían a unos 50 metros de carreteras con intenso tráfico.

Según los expertos, se estima que unos 50 millones de personas en todo el mundo padecen esta enfermedad que disminuye las funciones del cerebro y cuyas causas aún se desconocen.

El médico Hong Chen, de la Sanidad Pública de Ontario (Canadá), es uno de los principales investigadores del estudio realizado entre dos millones de personas entre 2001 y 2012.

De acuerdo con el análisis, se diagnosticaron 243.611 casos de demencia durante esos años, pero se observó que el riesgo fue mayor entre los que vivían cerca de calles siempre congestionadas.

Los expertos observaron que los casos de demencia fueron un 7 % más altos entre los que vivían a 50 metros de calles con tráfico, un 4 % más altos entre los que residían entre 50 y 100 metros de estas carreteras y un 2 % de los que estaba entre 101 y 200 metros.

Hong Chen dijo en su estudio que es necesario llevar a cabo más investigaciones para entender este vínculo, «especialmente sobre los efectos de los diferentes aspectos del tráfico, como la contaminación ambiental y el ruido».

La investigación sugiere que partículas ultrafinas, el ruido, el óxido de nitrógeno y el desgaste de los neumáticos pueden influir en el desarrollo del mal.

No obstante, los investigadores sólo observaron dónde vivían las personas con demencia, por lo que se muestran a favor de hacer más estudios sobre esta enfermedad.

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Acompáñenos en la vida buena y la salud mental

A través del tiempo…

La idea de salud mental se construye a lo largo del tiempo y varía según el momento y la cultura, por lo tanto lo que hoy se considera salud mental es  diferente a lo que se pensaba  hace años, a la que vivieron nuestro padres y abuelos.
La salud mental depende de la satisfacción de las necesidades que llamamos básicas (sed, hambre, sueño) pero también son básicas el pensar, amar, jugar para lograr un bienestar emocional.
La empatía es la capacidad de ponernos en los zapatos del otro, porque entendernos es también salud mental.
Síganos, lea y si quiere comparta cómo entiende la salud mental… Al final de la página encontrará el espacio para dejas sus aportes. Nos interesa compartir y conocer experiencias.

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Los cimientos de una buena iniciativa que más que metas, escudriña las triviliadades, busca el “egocentrismo” afuera, queriendo hacer ligero el equipaje emocional. Centrarse ayuda al equilibrio, intentando incluir todos los aspectos de la sanidad de la mente, esperando encontrar el maletín de las herramientas que nos deje vivir felices sobrepasando las situaciones que nos pone la vida. Reconocer los problemas propios y de los otros, construyendo paz, donde evadir y huir no lleva a la resolución de conflictos. La salud mental como base de la vida buena que debemos permitirnos sentir y entonces ¿Cómo desarrollarla y culitvarla?…

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Por: FERNANDO CABALLERO | PALENCIA |El Norte de Castilla.es

El profesor Roberto Zarate asegura que hay evidencias de los éxitos de la recuperación de los pacientes.

El Centro Asistencial San Juan de Dios reúne a 280 participantes en la II Conferencia Nacional de Rehabilitación Psiquiátrica y Gestión de Calidad, que se inició ayer y concluye hoy. Tres profesores de la Universidad de Ucla (EE. UU.) -Paul Liberman, Álex Kopelewicz y Roberto Zarate- imparten en estas jornadas un taller basado en el modelo de intervención para la enfermedad mental, que se conoce como psiquiatría de la rehabilitación y recuperación. «La filosofía del modelo es centrar en el paciente todos los pasos del programa, desde una evaluación inicial individualizada hasta planes de intervención y luego de mantenimiento a largo plazo, también individualizados», explicó ayer Zarate.
Hay dos aspectos fundamentales en este programa. Uno es el que se refiere a la manera en que las medicinas ayudan a los enfermos a conseguir las metas. El segundo aspecto que cita Zarate resume el objetivo del programa: que el paciente establezca su funcionamiento independiente en la comunidad», agrega el psicólogo y profesor.
Valor de la independencia
Esta independencia combina cuatro factores: vivir de una forma independiente en su propio piso -o compartido, pero que el paciente se administre las medicinas, las citas con el médico o su dinero y que se valga por su cuenta en las necesidades diarias-; la integración dentro de la familia como cualquier otro miembro; la inserción laboral, es decir encontrar un puesto de trabajo adecuados y que facilite las capacidades del enfermo y, por último, el establecimiento de relaciones de amistad dentro de la comunidad, no solo con otros enfermos o en lugares aislados.
Este modelo está dirigido a enfermos mentales severos crónicos, por ejemplo, enfermos con esquizofrenia o con cualquier psicosis, depresión o trastorno bipolar severo. ¿El cien por cien de los pacientes pueden lograr su meta final? «Obviamente, no», responde de forma categórica. «El tanto por ciento de paciente que lo pueden alcanzar puede ser del 15% o el 20%. Alguna de estas cuatro metas las alcanzan todo los pacientes», matiza el profesor, que lamenta que este sistema se utilice en pocos centros. «La inmensa mayoría de los centros en el mundo entero siguen un modelo de mantenimiento en el que el paciente tiene los síntomas controlados. El énfasis en recuperar el funcionamiento social, laboral y familiar en la mayoría de los centros no existe», asegura. En este sentido, para Roberto Zarate, el centro asistencial San Juan de Dios de Palencia es ejemplar, con un modelo de trabajo, de coordinación y de integración que llama la atención de los expertos, y que califica de «excepcional».
Zarate reflexiona sobre el moderno concepto de la psiquiatría que aborda la recuperación en el entorno familiar en lugar de en los tradicionales psiquiátricos. «Al principio de esta tendencia, hubo dudas por parte del pensamiento tradicional, pero a medida que se hacían estudios y se aplicaban los resultados, se empieza a cambiar la mentalidad de los modelos de intervención. Ahora la evidencia científica y empírica que existe en apoyo del modelo de recuperación es incuestionable. En la reinserción laboral, el porcentaje que alcanza esta meta puede llegar al 50%», concluye.

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La vida de un árbol, la buena vida de un árbol.
Un árbol tiene raíces tronco y ramas,

crece con las ramificaciones,

unas llevan a otras,

hay raíces en las profundidades,

hay renovación de las hojas,

hay hojas secas y verdes.

La salud de un árbol no está determinada por la ausencia de su follaje

su bienestar puede estar en perder las hojas,

revitalizarse ayuda la producción de frutos.

La vida buena de un árbol representada en su tronco, en este sus marcas, con el pasar de la vida, con sus cicatrices.

Síguenos para encontrar la salud mental en el árbol de la vida buena

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Por: Gemma Tarafa/Sara Berbel |El País

Las personas con trastorno mental son las invisibles en el mercado laboral. Su nivel de paro duplica el del resto.

Las siglas VICA son el acrónimo de las características que, según personas expertas, conforman nuestra época: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Un mundo cambiante, difícil de predecir, confuso y caótico, con múltiples significados. No es, sin duda, el contexto más fácil para desarrollarse en confianza y seguridad, dos condiciones que los seres humanos necesitamos para mantener una buena salud mental.

Nuestra ciudad, Barcelona, no es una excepción. Sabemos que en los barrios más deprimidos los problemas de salud mental se multiplican, y que los jóvenes que viven en barrios periféricos tienen peor salud mental que los habitantes del centro. También las mujeres, especialmente castigadas por la crisis, peores sueldos y mayor nivel de paro, se resienten psicológicamente de esta situación de desigualdad. Según los últimos estudios, son las más estresadas de Europa y las quintas del mundo, de modo que toman un 6,2% de antidepresivos más que los hombres.

Las personas con trastornos mentales son las grandes invisibles en el mercado laboral. Su índice de inactividad no es comparable al de ningún otro colectivo en edad de trabajar. Su nivel de paro duplica el de la población general y, en consecuencia, se ven privadas de los beneficios que aporta el trabajo remunerado: autonomía y reconocimiento social. Por todo ello el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido poner en el centro las capacidades y aportaciones de estas personas a nuestra sociedad. Se trata de una cuestión de derechos fundamentales, pero también de una diferente configuración del nuevo modelo socioeconómico que estamos diseñando, un modelo en que las personas y sus talentos están en el centro. Hay estudios que cifran en un 5% la pérdida del PIB si no se les ofrece un trabajo de acuerdo con sus capacidades. Nuestra sociedad no se puede permitir ignorar el talento ni la riqueza personal y profesional que aportan. Siglos de prejuicios y miedos irracionales han instalado una barrera entre ellas y el mercado laboral que queremos contribuir a derribar.

Las personas con un trastorno mental no son, en general, consideradas como parte de la esfera pública. No suelen participar en la elección de los principios básicos de la sociedad y con frecuencia se ven excluidas de las elecciones políticas. En el ámbito laboral, la percepción social considera que difícilmente pueden promocionarse en un trabajo, apenas pueden acceder a cargos de decisión y se cree que contribuyen a generar tensiones o conflictos en el clima laboral. Se trata de una serie de prejuicios no contrastados que son producto del temor o el desconocimiento y que configuran un estigma muy difícil de eliminar. Acabar con el estigma es tan o más imprescindible que subsanar las discriminaciones económicas objetivas ya que no será posible una igualdad real mientras se mantengan en el imaginario colectivo unas percepciones tan negativas y alejadas de la realidad.

Por todos estos motivos desde el Comisionado de Salud se ha diseñado, por primera vez en la historia de nuestra ciudad, el Plan de Salud Mental de Barcelona 2016-2022, que tiene la misión de promover, prevenir y mejorar la salud mental de la ciudadanía, con un presupuesto de 51,2 millones de euros.

En el mismo sentido, a los servicios que ofrece el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad se suma la Agencia de desarrollo económico y local del Ayuntamiento, Barcelona Activa, incorporando a su modelo de inserción laboral a las personas con trastorno mental. Queremos que cada persona que se encuentre en situación de desempleo sepa dónde dirigirse, dónde ser atendida, asesorada, formada (si fuera necesario) y acompañada para acceder a un lugar de trabajo y adaptarse adecuadamente.

Somos conscientes de que la cohesión, la igualdad y la justicia social son la base necesaria para la construcción de una sociedad sana. Nuestra cultura no sería la misma sin las valiosas aportaciones de personas como Silvia Plath, José Agustín Goytisolo, Virginia Woolf o Van Gogh, como tantas otras personas no conocidas afectadas por trastornos mentales. La igualdad de oportunidades entre todas las personas que permita el acceso al trabajo, la autonomía y el desarrollo personal será la clave que logrará disminuir el malestar —físico y psicológico— y avanzar en la salud social.

Gemma Tarafa, Comisionada de Salud y Sara Berbel, directora general de Barcelona Activa

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Zuli: Estudiante de grado 11 edad:16 años

¿Qué hay que cambiar para que la” vida buena” sea algo que se comparte con otros?

Yo creo que uno no puede pensar solo en uno, sino en todos, escuchar lo que les pasa a los otros. Con mis amigas nos apoyamos y conversamos mucho de lo que nos pasa.

También creo que uno puede ser poderosa, tener dinero, ser importante, tener apoyos, afecto, familia y amigos. Pero, uno debe ser uno mismo, sin importar lo que piensen los demás.

Muchas veces se piensa que el malestar y el sufrimiento no van con la “Vida buena”, ¿Qué piensa usted de esta afirmación?, ¿Cuál es el valor de las distintas caras de la misma moneda?

No todo es perfecto y yo pienso que tener una buena vida, no significa “vida perfecta” y considero que en un lapso de tiempo uno puede tener malestar y dificultades  pero se tiene que mirar cómo resolverlas.

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Doctor. BC, Abogado de 76 años.

¿Para usted que significa la vida buena?

Considero que la vida buena es vivir la vida pudiendo hacer lo que a uno le satisface. Por su puesto, dentro de sus limitaciones. Observando con rectitud las reglas de la moral, de las buenas costumbres y respetando de todas maneras el derecho ajeno. Desde que uno pueda hacer en lo personal, lo social, lo familiar, lo que le parece y lo que considera que está bien para mí eso es la vida buena.

¿Se puede tener “vida buena” en el diario vivir? ¿Cuáles son sus características?

No siempre, se tiene en todas las actuaciones y todos los días la “vida buena”, porque en el transcurso del tiempo y de la existencia del ser humano se le están presentando dificultades, problemas tanto familiares como profesionales etc. De manera que toca sortearlos y hay que adelantar todas las actuaciones propias para superar las dificultades que se presentan y en la medida que esto se logre la vida buena va subiendo.

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