En América Latina uno de cada cuatro ciudadanos es joven y su situación es poco alentadora. Venimos de un déficit económico agudizado por la pandemia, con una importante pérdida de empleos especialmente para las juventudes. Cuando hay empleo son precarios y el mercado laboral se ha “uberizado”; los trabajos digitales son una salida para ocupaciones ligadas a las ventas, el arte digital y algunos emprendimientos, pero sin ninguna garantía. Las actividades del crimen organizado siguen capturando jóvenes en todos los países. Más de dos millones de jóvenes no regresaron al sistema educativo después de la pandemia y una significativa fragilización de sus vidas afectivas irrumpen las aulas y los hogares con un incremento de problemas de salud mental. Se calcula[…]