ISBN : 978-958-781-555-9
ISBN digital: 978-958-781-556-6

Semillero Excom (Exploración en Comunicación): ¿cómo empoderar en investigación a jóvenes de una escuela de artes en cultura precolombina?

Andrés Enrique Cifuentes Andrade

Docente-investigador de la Escuela de Artes y Letras, de Bogotá.

andresecifuentes@gmail.com

Resumen

Como la investigación sirve de excusa para reconstruir nuestras tradiciones, raíces, orígenes, por ello el semillero de comunicación Excom (Exploración en Comunicación) nos ayuda con su visión inter- y transdisciplinar, por medio de los hallazgos y propuestas de los jóvenes en el tema de culturas precolombinas; en este caso particular, la cultura muisca. Según Octavio Paz (1972), el mito es un pasado que también es un futuro. Pues la región temporal en la que acaecen los mitos no es el ayer irreparable y finito de todo acto humano, sino un pasado cargado de posibilidades susceptibles de actualizarse. El mito acontece en un tiempo arquetípico capaz de reencarnar. El calendario sagrado es rítmico, porque es arquetípico. El mito es un pasado que es un futuro dispuesto a realizarse en un presente. Al investigar por medio de un “laboratorio en arte” que tiene una arqueología del saber en culturas precolombinas (muiscas), para tratar de aplicar las mejores reflexiones en el tema y sus búsquedas en comunicación, se propone un modelo novedoso de cómo hacer conocimiento en la academia; esto es lo planteado por Excom. De esa manera, según González (1989), las similitudes entre las civilizaciones del Nuevo y el Viejo Mundo no tienen nada de casual, ya que los símbolos y los mitos fundamentales de todas las culturas son manifiesta y esencialmente los mismos; ante nuestro ignorante asombro, la sorpresa no es tal en cuanto procedemos a verificar y comprobar dicho aserto, pues en verdad estos símbolos y estos mitos (las ideas universales que expresan) son los mismos en todas partes.

Palabras clave: muiscas, comunicación, popular, jóvenes, investigación, medios alternativos, cultura.

Evocar al indígena es fácil en esta época, al decir la palabra “flecha”, lo cual se refiere a los celulares con servicios de voz y texto, artefactos básicos, que aguantaban cualquier tipo de uso y abuso de sus usuarios, pues salían muy buena calidad en la recepción de la señal, aguantaban fuertes caídas, tan buenos eran que todavía se encuentran en los negocios ambulantes los cuales venden minutos de celular, tanto es así que las empresas que los hacían han revaluado su función en el mercado y han sacado en la actualidad versiones mejoradas.

Pero por qué, es fácil evocar al indígena con la palabra flecha, se preguntarán, pues en nuestra idiosincrasia se trata de ese tipo de aparato celular el cual los usan los indios, es decir las persona de poca educación, la palabra “indio “se usa despectivamente por personas que presumen ser cultas para criticar la falta de modales de otros, otro sinónimo que tiene la connotación de indígena, pero se usa la de indio porque ofende al decirle a esa persona no “civilizada” y se olvida la de indígena para darle un trato respetuoso a los primeros pobladores del continente. Al igual que otras palabras indígenas tenemos Bogotá, que significa señor de los cuatro ciclos, Ba, resplandor, Ca de la tierra y Ta de la labranza (Gómez, 2015), además de palabras como chicha, guache, guaricha etc., las cuales al buscar su sentido originario tienen significados opuestos a los que usamos en la actualidad, esta reinterpretación de términos, la podrimos entender, como un desconocimiento de nuestras raíces que en medio de un mundo mestizo, modernos, mediatizado y desconfigurado.

Sumado a esto, ya desde el pensamiento en la Escuela de Frankfurt se plantea que la principal característica del hombre de masa es el aislamiento y la carencia de relaciones sociales, junto a la atomización social, en donde son extraños y abandonados a sí mismos, al perder sus raíces y comunidades de origen (Maigreit, 2005). En donde aparece la cultura de masas para llenar esos vacíos a través del entretenimiento.

Es por eso que la comunicación desde la investigación pretende aproximarse a esas indefiniciones internas, por esos desconocimientos o no reconocimientos internos, para intentar trabajar la identidad y futuro cultural.

Por qué en México, un país hermano, sus tradiciones y su pasado indígena se muestra con orgullo y no las esconden en la actualidad, en medio de un mundo globalizado, con brechas educativas, económicas y sociales al igual como muchos de los países latinoamericanos (entendiendo que hubo una Revolución Mexicana que reivindicó los derechos del pueblo lo cual reordenó su sentido de nación, que ayudo a tener ese arraigo cultural), claro dejando esta reflexión lejos del chovinismo y etnocentrismo, sabiendo que en América Latina hemos tenido orígenes comunes, conquista, colonia y procesos de independencia, además de nuestro proceso de modernidad.

Lo que se propone

Con estos interrogantes y muchos más es donde ha surgido un semillero de investigación de la Escuela de Artes y Letras que propone:

A partir de los últimos años, un número cada vez mayor de intelectuales norteamericanos se ha interesado en el estudio del proceso y los efectos de la comunicación. La comunicación, no se ha convertido en una disciplina académica, como la física o la economía, aunque si ha llegado a ser un campo animado por la investigación y la teoría. Se ha convertido en una de las más importantes encrucijadas de la conducta humana, situación comprensible dado que la comunicación es un proceso – quizás el proceso- social fundamental. Sin la comunicación no existirían los grupos humanos y las sociedades. De esa manera, difícilmente se puede teorizar o proyectar investigaciones en cualquier campo de la conducta, sin antes haber hecho algunas hipótesis con respecto a la comunicación humana (Schramm, 1980).

La publicidad y el mercadeo están ubicadas desde el paradigma del funcionalismo a donde se reconoce el hombre a partir de sus conductas y de su función en la sociedad, visto como elector consumidor. De ahí que el interés desde la comunicación se base en procesos electorales, consumo de medios y efectividad de sus mensajes.

Estas disciplinas con las que generan los imaginarios y propician el consumo desde los medios, en donde se involucran con la cultura popular generando una hibridación entre la cultura popular tradicional y la cultura de consumo masivo.

Por eso el hacer una “Arqueología del saber”, reinterpretando a Foucault, mirando que hay detrás de la superficie de la cotidianidad e indagando sobre las capas de conocimientos desconocidas que hay detrás, permitirá hallar y difundir categorías de conocimiento que se han perdido a través del tiempo de las culturas prehispánicas(pensadas más desde el desconocimiento que desde el reconocimiento) convirtiendo esta investigación en algo vital para repensar lo popular buscando nuevos valores, en medio de una modernidad que busca en sus cimientos para reencontrarse viviendo de una globalización (para ser global hay que ser local), es decir la diferencia permite conocernos, comunicarnos mejor, saber más sobre nuestra historia y al encontrarla, difundirla a través de la de los hallazgos que tengamos en términos de comunicación y los productos comunicativos que de ese proceso salgan, nos permitirán saber de dónde somos, reafirmar la cultura y generar otras formas de conocimientos e imaginarios.

Sobre los conceptos implícitos en este semillero

Según Foucault (2005), la arqueología del saber es la descripción del archivo de los sistemas de discursividad para los que el teórico debe encontrar las condiciones históricas de posibilidad, los cuales se pueden modificar, sus respectivas formaciones discursivas y los umbrales que muestran cómo la positividad de cada saberse modifica sumariamente y transforma la episteme de una época, reordenándola o sustituyéndola por otra. Para este autor, el hecho de que haya sido posible el desarrollo de una disciplina “arqueológica” sobre los sistemas de discursividad es el resultado de una larga mutación en la disciplina histórica que ha tenido lugar en la cultura europea del siglo XIX. Esa mutación en los estudios históricos consiste en la modificación del estatuto de los documentos. Los documentos han pasado a ser para la historia monumentos que deben ser descritos en su propia dispersión. El documento del que se ocupaba el historiador, y en el que leía para describir el pasado, ha acontecido a su vez un monumento que el arqueólogo debe describir, no tanto para reconstruir su historia y su origen, como para mostrar las grietas, los cortes y las rupturas que el propio monumento dice.

De esa manera, la arqueología, que antes dependía de la historia y reconstruía el pasado que creíamos leer en los monumentos, se ha independizado y ha reclamado la autonomía de su propio campo de estudio: la historia entonces es dependiente de la arqueología.

Para entender un poco más algunos términos que se plantearon anteriormente, Episteme son un conjunto de reglas o presupuestos epistémicos inconscientes que rigen el discurso general de la cultura en un período histórico determinado, reglas que cambian con el tiempo, cosas que no vemos que hacen parte de la realidad y en términos arqueológicos como lo plantea Vere Gordon Childe (1973): Toda la información arqueológica está constituida por expresiones de pensamientos y propósitos humanos y es valorada solo como revelación de éstos. Esto diferencia la arqueología de la filatelia o del arte de coleccionar cuadros. Los sellos y los cuadros se valoran por sí mismos, la información arqueológica solamente por datos que aporta sobre los pensamientos y modus vivendi de las personas que la proporcionaron y la usaron.

Interpretaría lo de Gordon Childe, como nuestros pensamientos y propósitos actuales, son lo que nos ayudan a entender que somos y de donde vinimos, nos revelan lo que hay en un determinado momento

Por otro lado nos dice:

Los resultados más evidentes del comportamiento humano, la información arqueológica más conocida, pueden denominarse artefactos – objetos hechos o desechos deliberadamente por la acción humana. Los artefactos incluyen utensilios, armas, ornamentos, vasijas vehículos, casas, templos, canales, diques, pozos de mina, escombreras, incluso árboles cortados por el hacha de un leñador y huesos rotos intencionalmente para extraer el tuétano o destrozados por una arma. Algunos son objetos transportables que pueden recogerse, estudiarse en el laboratorio y quizás exponerse en un museo; a estos se les puede denominar reliquias. Otros son demasiados pesados y voluminosos para un trato de esta índole o están profundamente arraigados en la tierra, como los pozos de mina; a éstos se les puede llamar monumentos (Childe, 1973,p.11).

Esto nos indica que los monumentos se componen de artefactos y reliquias, pero los que se pueden movilizar son los que hacen parte de los museos, es decir hay muchas partes de los hallazgos o los mismos hallazgos que no se ven, lo cual hace que la evaluación general del objeto, pierde su contexto y origen, por eso es importante situarlo en su origen, por ejemplo qué hace una nariguera precolombina exhibida en un museo lejos de su urna fúnebre en donde se encontró.

Hay un término que es trasversal a nuestra investigación y es lo popular.

Martín-Barbero lo dice bien: lo popular es “memoria de una experiencia sin discurso que se deja decir solo en el relato” (lo cito de oídas, siempre que ponemos el tema lo dice). Experiencia y relato más que razón, argumento y teoría. Y esto no significa un popular despolitizado sino un politizar desde otra lógica como bien lo expresa Gramsci cuando afirma que las clases populares tienen su propia visión del mundo y de la vida pero, a diferencia de la versión letrada de la clase dominante, esta visión no está sistematizada ni organizada. Gramsci nos recuerda que lo popular tiene clave melodramática que cabalga entre lo urbano y lo campesino y se expresa en las manifestaciones colectivas orales y teatrales y en la oratoria fúnebre y judicial. Lo popular habita, entonces, en las experiencias y el relato más que en los conceptos o razones. Lo popular está donde estén las historias: en el territorio, en la vida cotidiana y en la identidad de las comunidades. Por eso, lo popular tiene que ver con una riqueza expresiva en lo corporal, lo sentimental y lo narrativo (Amado & Rincón, 2015).

Nuestros campesinos fueron indígenas, se mezclaron pero su cultura, sus tradiciones siguen estando vigentes, por eso la terea es buscar que valores se nos han olvidado en el tiempo a través de cultura vivida, lo popular es más experiencia y relato más que razón, argumento y teoría. Pero igual hay que intentar retratrarlo en la investigación académica, hay que representar esas epistemes que hacen parte de esas narrativas.

Por otro lado Barbero (1987) nos propone una reconceptualización de la cultura que viene a legitimar tanto teórica como socialmente la existencia de esa otra experiencia cultural que es la popular: en su existencia múltiple y activa, esto es remitiendo ya no solo al pasado sino al hoy, descubriéndonos su conflictividad y creatividad, el ahora de una no-contemporaneidad en positivo, la que no es mero atraso sino brecha abierta en la modernidad y en la lógica con que el capitalismo aparenta agotar la realidad de lo actual. Pero pensar los procesos de comunicación desde la cultura implica dejar de pensarlos desde las disciplinas y los medios.

Al final al hablar de comunicación es hablar de cultura y esas piezas “arqueológicas” que encontremos nos propiciaran otras formas de comunicación que resignifiquen nuestro entorno desde nuestras costumbres y tradiciones.

Algunas reflexiones sobre el camino de la curiosidad

Según Octavio Paz(1972) el mito es un pasado que también es un futuro. Pues la región temporal en donde acaecen los mitos no es el ayer irreparable y finito de todo acto humano, sino un pasado cargado de posibilidades susceptibles de actualizarse. El mito acontece en un tiempo arquetípico, y más es tiempo arquetípico, capaz de re-encarnar. El calendario sagrado es rítmico porque es arquetípico. El mito es un pasado que es un futuro dispuesto a realizarse en un presente.

Al investigar sobre las culturas precolombinas, es imposible no hablar de los mitos con todas sus cosmovisiones y cosmogonías, los cuales tienen toda su vigencia, pues los mitos son creados por los mismo hombres para dar sentido a lo que no tiene sentido o a lo que revasa el conocimiento humano.

Según González(1989) las similitudes entre las civilizaciones del Nuevo y el Viejo Mundo no tienen nada de casual ya que los símbolos y los mitos fundamentales de todas las culturas son manifiesta y esencialmente los mismos, ante nuestro ignorante asombro, la sorpresa no es tal en cuanto procedemos a verificar y comprobar este aserto, pues en verdad estos símbolos y estos mitos(las ideas universales que expresan) son las mismas en todas partes , derivadas de un conocimiento y una tradición común, la cual se podría llamar no histórica o metahistórica.

Al reinterpretar algunos de los símbolos y mitos muiscas, según el libro “Voces del territorio, dolientes de patrimonio”, entre muchos de sus temas nos hablan del hablan del humedal Jaboque ubicado en la localidad de Engativá, poblado anteriormente por muiscas, este lugar significa Tierra de abundancia, el cual cuenta con un observatorio astronómico, monolitos que dispusieron los ancestros muiscas en cercanías del rio Bogotá, en donde por medio de esa fijación de esos monolitos, determinaban fechas de siembra y cosecha, al igual que otras indígenas latinoamericanos. Pero la condición contaminante de la ciudad, reflejada en la invasión humana al territorio del humedal, fue un elemento que tenía en conflicto la vida urbana, pues antes este representaba un pasado marcado por el respeto al orden natural, de esa manera decía el mamo Lorenzo, sobre esa situación, que habían matado una serpiente, pues se había acabado con el guardían del lugar, al profanar el lugar con conjuntos de apartamentos y asfalfo,ya que en la cultura muisca(y en muchas culturas indígenas) la serpiente es sagrada, como cuando Bachué y su compañero, quienes poblaron la tierra, vuelven en forma de serpiente a la Laguna de Iguaque (Gómez, 2015).

Esta visión no muy diferente a la de los ecologistas al impacto que el hombre genera al convivir con la naturaleza, pues sencillamente el hombre depreda, es decir matamos la serpiente.

Al igual cuando nos acercamos a hablar con alguno de los cabildos en donde nos manifestaban como academia, que cuando ibamos no intercambiabamos ni un pan con la comunidad, pues la verdad, es que muchos colegas van a buscar sus objetos de estudio y no los humanos, que estan en estos grupos, pues la situación no es sólo de ecología, sino de ecología humana es decir de la relación con otros, la serpiente no sólo muere, por contaminación sino por situarnos en los zapatos del otro para entender y poder explicar ese otro como humanos que somos.

A través de la investigación hecha en el semillero, la cual parece más a un laboratorio de arte, en donde probamos con diferentes ideas, la curiosidad que nos evoca el tema es constante y nos reta siempre a verlo de otra forma, pues la cosmovisión y cosmogonía indígenas son otras, retándonos siempre a tener nuevas visiones para poder entenderla, lo cual es producto del empuje y la dinámica autónoma de jóvenes investigadores de diferentes carreras, artes plásticas, publicidad, diseño gráfico entre otras... Los resultados de indagaciones parciales son consecuencia de diferentes salidas de campo y textos académicos que reinterpretamos en el aula en donde proponemos desde lo simbólico una resignificación, para poder redescubrir unos nuevos sentidos olvidados, a través de la difusión de diversos productos comunicativos (propuestos por los sus integrantes, producto del proceso investigativo) en los nuevos medios, repensando mediaciones presentes en la comunicación actual.

Bibliografía

Barbero, J. M. (1987). La comunicación desde la cultura. Crisis de lo nacional y emergencia de lo popular. Comunicação e sociedade, 45-69.

Childe, G. (1973). Introducción a la arqueología. Barcelona: Ariel.

Foucault, M. (2005). La Arqueología del Saber. México: Siglo XXI.

Gómez, P. (2015). Voces del territorio, dolientes de patrimonio. Bogotá: Ediciones USTA.

González, F. (1989). Los simbolos precolombinos. Barcelona: Ediciones Obelisco.

Paz, O. (1972). El Arco y La Lira. México: Fondo de Cultura Económica.Schramm, W. (1980). La ciencia de la comunicación humana. México: Grijlabo.