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Cuidar no es una tarea que ocurra naturalmente, por ello es fundamental cultivar algunas actitudes que impliquen reconocimiento de los otros como semejantes, a pesar de las diferencias.





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Cuidarnos los unos a los otros es un requisito para que las sociedades sobrevivan. Sin embargo, hay quienes necesitan más cuidado o un cuidado particular y reciben un cuidado que no esta acorde con sus necesidades.





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“La edición en español fue realizada por la Organización Panamericana de la Salud. Las solicitudes de autorización para reproducir, íntegramente o en parte, esta publicación deberán dirigirse al Departamento de Gestión de Conocimiento y Comunicación, Organización Panamericana de la Salud, Washington, D.C., EE. UU. (pubrights@paho.org). La Unidad de Salud Mental y Uso de Sustancias (NMH/MH) podrá proporcionar información sobre cambios introducidos en la obra, planes de reedición, y reimpresiones y traducciones ya
disponibles. Las publicaciones de la Organización Panamericana de la Salud están acogidas a la protección prevista por las disposiciones sobre reproducción de originales del Protocolo 2 de la Convención Universal sobre Derecho de Autor.

 

Demencia: una prioridad de salud pública. OPS-OMS  >>





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“Con la historia de Gladys se conoce de manera general en qué consiste la depresión y cuáles sus principales síntomas: cambios en el comportamiento, pérdida de interés, sensibilidad extrema y debilidad física.

Tener conciencia de las señales de alarma que presenta una persona con depresión, puede ser fundamental para brindarle ayuda oportuna y especializada.”





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Por: |El Diario.es

Joan Tronto (Minnesota, 1952) asiente a cada palabra. Persigue con la mirada cada movimiento y atiende, con interés extraordinario, cada consigna que la jefa de prensa del Col·legi d’Infermers i Infermeres de Barcelona –donde ha realizado una charla– lanza. “Ella me cuida hoy”, explica risueña.

Ella misma traza el paralelismo entre una anécdota tan nimia y lo robusto de su tesis de estudio: la ethics of care (ética del cuidado), teoría feminista de principios de los años 90, compete cada espacio de la vida de las personas. Ser consciente de ello es lo que hace que Tronto, doctora en la Universidad de Minnesota y acostumbrada a los viajes y simposios, muestre tanto interés en las palabras de su entorno.

Para Tronto, todo está relacionado con el cuidado: las relaciones, las estructuras… La democracia. “Por supuesto también el trabajo”, destaca la politóloga, que relaciona la ética del cuidado con el decrecimiento económica y califica el cuidado como algo “revolucionario”. Un cambio de paradigma.

Tronto apuesta por reducir las jornadas laborales e invertir menos en paliar y más en prevenir. “Cuántas horas trabaja usted?”, pregunto. “Muchas”, dice mientras ríe. “Yo tengo la posibilidad de invertir tiempo en algo que me gusta, pero no podemos obligar a la gente que trabaja en algo menos satisfactorio a que haga lo mismo”, concluye.

El concepto ética del cuidado nos acompaña toda la vida, aseguran sus estudios. Pero los términos en si no nos resultan familiares.

El cuidado es una parte esencial de lo que significa ser humano. No se puede entender la humanidad sin entender lo que significa cuidar de los demás. Existen muchos tipos de relaciones diferentes que implican el cuidado.

Define el cuidado como “antídoto contra el capitalismo”.

El cuidado no forma parte de muchas teorías políticas. Pero yo, como teórica feminista, lo pongo en el centro: ¿Qué pasaría si nos tomáramos enserio esta parte de vida? Creo que la del cuidado es la mejor crítica al capitalismo; pone en relieve la falacia que el mercado es la manera de entender la vida humana… El mercado presume que somos racionales, autónomos. Entes individuales. El capitalismo construye un patrón de persona que se corresponde a un segmento pequeño de la sociedad. Dice que sólo tenemos responsabilidad sobre nosotros mismos o, cómo mucho, sobre la familia. Esa no es una manera muy certera de entender la vida.

¿Cómo somos, según la  ética del cuidado?

Los humanos somos dependientes desde nacimiento. Necesitamos a la gente incluso para sentirnos seguros, ¿más prueba que esa? Necesitamos cuidados cada día de nuestra vida. Incluso en cosas más mundanas: comer, asearse… También cuando crecemos y enfermamos; o cuando envejecemos… Todas estas cosas pueden convertirse en algo dramático si descuidamos el cuidado en la sociedad. Cuando empecemos a reconocer cuánta de nuestra felicidad viene de los cuidados…

La especialista ha expuesto su tesis en el Col·legi de Infermeres i Infermers SANDRA LÁZARO

¿Se preocupan las sociedades por el cuidado?

No. Se preocupan por los mercados. [Larga pausa] Y a mi me preocupa lo siguiente: ¿Por qué invertimos tanto tiempo en la producción económica? Incluso en las sociedades democráticas pensamos: ‘Si tenemos más trabajo, más producción, la vida humana será mejor’. Y no es cierto. La vida de la gente, con más, no es mejor. Necesitamos una economía del cuidado.

¿Qué significa eso?

Simple: producir menos y centrarnos más en cuidarnos.

Usted defiende, bajo la teoría feminista, que debemos erradicar la idea del cuidado como algo natural. Algo dado.

De ahí viene la opresión de la mujer, de entender el cuidado como algo natural. Pues los roles sociales los creamos nosotros. Y esto es una cuestión de justicia: unos privilegiados bloquean a otros que lo son menos. Los que están arriba, fruto de su posición, hacen que los otros hagan lo que ellos no quieren. Y por esa simple razón, los hombres, que son los que están arriba, los presentes en la esfera pública, han relegado a las mujeres… A sus casas. La pregunta es: ¿Es más natural para las mujeres la cura?

No. Son enseñadas a cuidar, lo hacen por el privilegio de los hombres.

En 1987 usted escribía sobre esta cuestión: Más allá de la diferencia de género. Hacia una teoría del cuidado. ¿Hemos avanzado en algo?

Las cosas mejoraron un poco hace unos años, pero empeoraron aún más después. Cosas del capitalismo.

Balance pesimista.

[Ríe] Sí, visto con la perspectiva de la historia de las ciencias sociales modernas es dramático. Pero comparado con la historia de la humanidad, no está mal. Hace realmente poco que hablamos de los cuidados, por lo que soy optimista. Esta es una idea revolucionaria y sólo estamos al principio del cambio.

Cuando habla de cuidado lo expande a ciudades, estados… A la misma democracia.

Hay varias cosas que deben pasar. Necesitamos pensar en las necesidades humanas y medioambientales. Y pensar quién tiene esas responsabilidades: aquí entra la política. Organizamos las responsabilidades atendiendo al pasado, debemos repensarlo: qué cojo y qué no cojo. Esas elecciones están relacionadas con el cuidado, y en ello está involucrada cualquier estructura y institución de la sociedad.

Tronto califica los cuidados como un “antídoto del neoliberalismo” SANDRA LÁZARO

¿Cómo afecta esto al sistema médico, concretamente? Usted ha hablado ante un auditorio de enfermeras y enfermeros.

El sistema médico también debe repensarse. La medicina es un ejemplo claro de cómo la ciencia nos lleva, generalmente, por el mal camino. ‘Puedo hacer un nuevo medicamento que curará…’. ¡Guau! Igual deberíamos gastar menos dinero en la industria, y más en la gente. Igual pensando en la gente nos damos cuenta que necesitamos menos. Menos, sobretodo, trabajo.

¿Decrecimiento?

El capitalismo quiere traducirlo en términos de mercado. Incluso las relaciones y los cuidados. Hay un libro, Born to buy [Juliet Schor, 2004], que lo ilustra: en América la gente trabaja 50 horas a la semana. Y les preguntas: ‘¿Para qué?’. Ellos contestan que es para darle un futuro a sus hijos, para comprarles cosas a sus hijos. Lo que no nos hemos planteado es que tal vez invirtiendo más tiempo con ellos, necesitarán menos cosas. Y eso habla de lógicas de la producción, que deben ser substituidas por lógicas del cuidado.

Eso no parece competer a la mayoría de la gente, que no tiene posibilidad de decidir. ¿Qué pequeños cambios podemos hacer?

Volvamos a Marx: ¿Por qué cambiamos nuestro tiempo? Dinero? Necesitamos trabajar la mitad, 20 horas. Con mejores salarios. Pero eso será complicado. Para bajarlo a un nivel cotidiano: la gente debe democratizar y cambiar cada institución de la que forma parte. Familia, amistad, comunidad. ¿Qué puedo hacer cada día para reducir lo que consumo y a la vez mantener las relaciones con mi entorno? Aquí reside el cambio. El poder de la ética del cuidado reside en cómo entiende la vida cada uno: cuidarse es lo más importante.





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Por: psiquiatria.org.co | scielo.org.co

La ACP lamenta profundamente el fallecimiento del Dr. LUIS ALEJANDRO CÁRDENAS REYES y hace llegar a sus hijos y nietos el más sentido pesame.

VIDA Y OBRA AL SERVICIO DE LA PSIQUIATRÍA

LUIS ALEJANDRO CÁRDENAS REYES

El Profesor Luis Alejandro Cárdenas Reyes nació el 16 de mayo de 1927, en la que él llama de manera un tanto pomposa “la muy noble y leal ciudad de Santiago de Tunja”. Hijo de Rafael Cárdenas Molano y Efigenia Reyes Aguilera, fue criado en un hogar estable, armónico y cristiano, donde compartió con dos hermanas menores: Lola y Efigenia. Aprendi ó a leer, a escribir y las nociones básicas de matemáticas a los cinco años de edad, gracias a las lecciones de un tío materno. Posteriormente ingresó al colegio de Boyacá donde cursó los últimos años de primaria y el bachillerato académico, que terminó en 1944.

“Por esa época Tunja era una ciudad provincial con intensa actividad acad émica, cultural y deportiva, muy competitiva, en que nos enfrentábamos todos los nuevos miembros de la sociedad Tunjana, ya que el colegio recibía todo tipo de clases sociales: alta, media, obrera, campesina acomodada, hijos de profesionales y artesanos con quienes convivíamos, sufríamos y disfrut ábamos”.

Ingresó a la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia en 1945. Terminó sus estudios en 1950 y vivio a plenitud los momentos aciagos de abril del 48. “Compartí los estudios universitarios con diversidad de compañeros de otras provincias y de la capital; con oligarcas, niños ricos y pobretones como yo; con cristianos, judíos, musulmanes, grande amalgama social de la realidad universitaria colombiana”. Estudiaba en los pasillos del Capitolio Nacional en los fríos amaneceres bogotanos y particip ó en algunas huelgas estudiantiles sin importancia ni trascendencia. Se inclinó por las disciplinas de la Medicina Interna y poco por las actividades quirúrgicas en el viejo e inolvidable Hospital de La Hortúa.

A muy temprana edad se interesó por la Psiquiatría, a partir de la lectura de la novela El médico de las locas de Javier de Montepin. Su primer contacto con esta disciplina fue en el Asilo de Locas de Bogotá, acompañando a Carlos Arteaga Camero en la elaboración de su tesis de grado. Allí conoció a los profesores Edmundo Rico, Luis Jaime Sánchez, Álvaro Villar y Ariel Dur án, entre otros. “Fue un paso relativamente corto dadas las otras exigencias académicas, pero que confirmó mi profunda vocación por la actividad psiquiátrica”.

Contrajo matrimonio con Soledad Sastoque Pulido en diciembre de 1950 y con ella viajó para cumplir con el requisito de la medicatura rural a Cunday (Tolima) donde permaneció dos años. “Además de practicar la medicina, conocí la violencia política, conviviendo con esa endemo-epidemia que ha asolado nuestra patria, pero al mismo tiempo me enteré de primera mano de las enormes necesidades de nuestra población en educación, salud, cultura y recreación”.

A su regreso a Bogotá en 1953, inició su actividad psiquiátrica formal en el Frenocomio de Varones de Sibaté, vinculándose sin nombramiento ni emolumentos durante tres años, bajo la dirección de Luis Jaime Sánchez. Simult áneamente, inició otras actividades académicas ocupando los siguientes cargos: Preparador por concurso (Medicina Legal – 1953); Interno por concurso (Clínica neurológica y psiquiátrica ” 1954); Jefe de clínica por concurso (Clínica neurológica y psiquiátrica ” 1955 y 1956); Jefe de clínica por concurso (Neurología, psiquiatría y psicosomática ” 1957 y 1958), todas ellas en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Colombia. Además, fué médico legista y psiquiatra forense por concurso (Instituto Nacional de Medicina Legal ” 1960 a 1967), profesor de Psiquiatría Forense y Medicina Legal en las Universidades Libre de Colombia y Gran Colombia, profesor de Psiquiatría Clínica en la Facultad de Medicina del Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario “donde alcanzó el grado de Profesor Emérito- y de la Pontificia Universidad Javeriana, donde es actualmente Profesor Titular.

Fue Miembro fundador y primer presidente de la Asociación de Estudios Psiquiátricos de Bogotá y Miembro fundador de la Asociación Colombiana de Psiquiatría. asistió a los primeros 25 congresos ininterrumpidamente. En 1961 presentó, junto con el Dr. Luis María Beltrán, el trabajo: Situación actual de la asistencia, docencia, prevención y otros aspectos de la psiquiatría colombiana. Fue Jefe de Consulta Externa por concurso de los hospitales psiquiátricos de la Beneficencia de Cundinamarca por 21 años continuos e intervino de manera capital en la modificación de la asistencia de los enfermos mentales de esa Institución.

Junto con Luis Jaime Sánchez, Horacio Taborda P. y Luis Carlos Taborda R., dio nuevos rumbos a la Clínica Nuestra Señora del Perpetuo Socorro en Bogotá. Fue cofundador, con Luis Carlos Taborda R., de la Casa de Reposo del Rosario, donde se implementaron algunos métodos novedosos de atenci ón hospitalaria y ambulatoria para pacientes psicóticos.

Su existencia ha estado ligada a dos aspectos principales: la docencia y la asistencia. No hay duda que un buen número de los psiquiatras actuales nos hemos nutrido de sus conocimientos y experiencias. Él ha compartido con nosotros su vocación de servicio por el más menesteroso, el más pobre, el más desvalido. Él recreó para nosotros la “stultifera navis”, donde la locura se convierte en una realidad rampante que no puede ser ignorada. Ese momento en que enfermedad y miseria se confunden para mostrarnos “la otra psiquiatría”, la de la ignominia y el dolor.

El Doctor Cárdenas también se ha destacado como activo sindicalista y cooperativista: es miembro de ASMEDAS y de COASMEDAS. En esta última entidad fue Presidente Nacional y miembro de su Consejo Administrativo, miembro de la Junta de Vigilancia y Presidente de la Comisión Directa del Gimnasio de los Pinos. Actualmente es miembro principal de la Junta Directiva de Cundinamarca.

De su unión conyugal con Doña Soledad, quien falleció prematuramente en 1987, hubo seis hijos: Rafael (abogado), Soledad (médica psiquiatra), Amparo Eugenia (bacterióloga), Clara Inés (psicóloga clínica), Constanza (psic óloga educativa) y Luisa Marcela (enfermera jefe).

“He vivido como he planeado y en el momento actual, desde la cúspide de mi existencia, me siento satisfecho con el mundo, con la sociedad, con mi familia, con mis ancestros y sobre todo con mi yo, con mi ello y con mi superyo, así como con mis círculos bioeléctricos y con mi entorno. Seguiré existiendo hasta que mi parábola vital se complete, siguiendo mi formación y principios, sin renunciar a lo que me ha motivado siempre: la competitividad y el compartir sin condiciones con los demás”.





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Por: Piedad Bonnett |El Espectador.com

EN COLOMBIA, SÓLO UNA DE CADA DIEZ PERSONAS RECIBE TRATAMIENTO

La escritora Piedad Bonnett hace una reflexión sobre una de las enfermedades que más afectan a las personas jóvenes. La Organización Mundial de la Salud lanzó la campaña “Hablemos de depresión” en 2017.

El solo hecho de saber que la edad de personas afectadas por depresión es cada vez más temprana, debería alarmarnos. Si bien la media indica que es más fácil sufrir un primer episodio depresivo entre los 19 y los 39 años, sabemos que cada vez más los adolescentes, a veces casi niños, pueden sentirse deprimidos. Y no en el sentido coloquial del término, ese que usamos a la ligera para exagerar nuestra tristeza o frustración, sino en su verdadera acepción, la de enfermedad mental que a menudo incapacita a la persona o la puede llevar a la muerte. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 332 millones de personas padecen depresión en el mundo; de ellas, 788.000 mueren, casi todas por suicidio. Se calcula que para el 2020 esta será la enfermedad más frecuente en el mundo, superando las cifras de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer.

Que la depresión es una enfermedad hay que reafirmarlo, porque uno de los problemas que explican por qué el porcentaje de pacientes que recibe tratamiento es bajísimo (en Colombia, una de cada diez personas), es que por tratarse de un trastorno del estado de ánimo se la subvalora y se cree que a punta de voluntad se puede superar. Expresiones como “Debes sobreponerte” o “Pero si lo tienes todo” equivalen en esas circunstancias a aumentar el martirio de quien la padece. El mismo enfermo puede tratar de convencerse de que no se trata de una depresión verdadera o, lo que es peor, puede intentar ocultar su mal a los demás por miedo a ser juzgado de débil o de loco, o por temor a perder su trabajo, a afectar una relación, a ser excluido de su grupo social. Porque, como bien escribió Susan Sontag en La enfermedad y sus metáforas, hay enfermedades que cargan, además del sufrimiento que ya les es inherente, con el peso de que son interpretadas como malditas o denigrantes o innombrables. La lepra, la tuberculosis, el cáncer, son algunos de sus ejemplos. A estas, por supuesto, podemos sumar las enfermedades mentales, estigmatizadas desde siempre y temidas por el entorno. La misma Sontag nos dice que hay que dejar de nombrar –u ocultar– ciertas enfermedades como si fueran “un animal de rapiña, perverso e invencible”. La solución, en cambio, está “en rectificar la idea que tienen de ella, desmitificándola”. Y por esto la OMS ha dedicado este año, y especialmente el Día Mundial de la Salud que se celebrará dentro de un mes, para pensar en la depresión cada día que pasa, para destruir el estigma.

El que jamás ha padecido depresión no puede ni siquiera imaginar la intensidad de sus síntomas: falta de interés en la vida, ausencia de apetito, sentimiento de culpa y baja autoestima (“no sirvo para nada”, “soy un fracaso”) ,insomnio, pérdida de peso, ralentización del movimiento, poca resistencia al ruido, aislamiento e ideación suicida. El desarreglo sicológico hace, además, que la persona aumente la conciencia de sí misma y por tanto esté mirando obsesivamente sus sensaciones a fin de determinar si está mejor o peor. Y a eso puede sumarse despertar angustiado en la madrugada, náuseas, sudoración, miedos, porque a menudo la depresión va acompañada de ansiedad. Todo esto se debe, según investigaciones médicas, a que la persona deprimida está produciendo en demasía una sustancia llamada cortisol, es decir, está sufriendo cambios bioquímicos que producen estas consecuencias.

Ahora bien: aunque esto es así, y hay evidencias de que hay factores genéticos que inciden en la depresión, esta incidencia no parece ser superior al 16 %. En cambio, hay unos elementos desencadenantes que tienen que ver con el entorno o con conductas aprendidas, con falencias adaptativas. De la historia personal de los pacientes debe ocuparse el médico especialista. Pero en cambio, todos estamos obligados a preguntarnos sobre las causas sociales del aumento de la depresión: ¿Qué es lo que nos está pasando? ¿Podemos prevenir los estados depresivos, reflexionar sobre los factores culturales que los desencadenan?

Tres son sus víctimas mayoritarias: los adolescentes, las mujeres, los ancianos. Hasta cierto punto, población vulnerable. En los ancianos, las causas externas son fácilmente identificables: enfermedades, impedimentos, soledad, conciencia de la muerte. También está establecido que en mundos urbanos la enfermedad es infinitamente mayor. Es fácil deducir que en la ciudad el encerramiento es más deprimente y que las distancias, el caos vehicular y las rutinas de trabajo hacen difíciles las visitas cotidianas de los familiares. La vida de los viejos se hace monótona y no hay una noción de futuro que los aliente; aunque vale la pena decir que en las culturas latinas la noción de familia es más fuerte y es más probable que haya alguien que sacrifique su propia vida en favor de los padres o los abuelos.

Las mujeres también somos más proclives a la depresión, que muchas veces tiene origen en cambios hormonales que se dan en el posparto. Pero, como los adolescentes, también podemos ser víctimas de los llamados “estresores”, que no son otra cosa que demandas sociales que no podemos asumir, sobre todo por exceso de tareas y responsabilidades, como en el caso de las madres cabezas de familia. En los jóvenes estos “estresores” son distintos. Por el hecho de estar en plena transformación psíquica y física, su autoestima es más frágil y las demandas del medio, atizadas por la publicidad, cruelmente exigentes: hay que ser bello, popular, tener medios; el “distinto”, infortunadamente, debe estar muy bien armado para soportar el rechazo o la discriminación. El matoneo, tan común en las escuelas, puede llevar, como sabemos, a la depresión y al suicidio. También las exigencias extremas de los padres y de los maestros o, lo que es más grave, la autoexigencia, producto del perfeccionismo o de una idea equivocada del éxito, que hace que el más mínimo fracaso conduzca al autocastigo. En ese sentido, fallamos muchas veces como padres y educadores, pues desde la infancia no inducimos a la elasticidad, a la benevolencia con uno mismo, ni preparamos a los muchachos para la resolución de problemas.

Finalmente, habría que hablar de sociedades que condenan a sus jóvenes –y no sólo a ellos– a la desigualdad y a la falta de oportunidades. Un muchacho educado con dificultad económica, en ambientes muchas veces violentos, que tiene el sueño de una formación especializada pero debe rendirse a una realidad que lo condena a un trabajo elemental o, peor aún, al desempleo, puede caer fácilmente en la depresión; y también la mujer que debe soportar diariamente el peso de la violencia masculina, manifiesta a menudo como asfixia económica, o el varón que debe asumir más responsabilidades de las que se siente capaz.

Es claro que la depresión debe ser tratada médicamente, muchas veces con fármacos. Mientras más rápidamente se atienda, más probabilidades hay de salir pronto adelante, pues se supone que la mayoría de los pacientes se recupera entre 6 y 24 meses. Desafortunadamente, el panorama en Colombia es desolador: según la OMS sólo el 38,5 % de los adultos que solicitaron atención en salud mental, la recibieron. Algo que nos pone a pensar, sobre todo ahora que el país se dispone a incorporar un número considerable de exguerrilleros, dispuestos a dejar las armas a cambio de que la sociedad les dé una oportunidad.





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Por: Semna | Semana.com

El psiquiatra Hernán Santacruz, profesor emérito de la universidad Javeriana y miembro del grupo de atención siquiátrica y psicosocial en desastres, señala por qué es tan importante la recuperación psicológica de las víctimas después de tragedias como la de Mocoa.

 

SEMANA: ¿Qué efecto deja en los sobrevivientes una catástrofe de estas proporciones?

Hernán Santacruz: El primer efecto es estrés agudo que se caracteriza por un estado hiperalerta con una gran ansiedad, insomnio y en el que se pueden producir momentos de agitación desordenada o conductas riesgosas. Otros, sin embargo, hacen episodios de quietud absoluta, de parálisis, que dura unas horas o unos días. La gente se queda como pasmada. Esta fase de estrés agudo se describe hasta las 4 semanas. Luego de este tiempo, la mitad se recuperan completamente.

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SEMANA: ¿No todos sufren del mismo modo?

H.S.: De 100 personas que viven un impacto como el de Mocoa 50 están bien y 50 hacen estrés agudo y de estas últimas la mitad desarrolla trastorno de estrés postraumático, una condición que se define por un estado constante de ansiedad, insomnio o pesadillas en las que reviven una y otra vez los momentos más aterradores de la experiencia. También se caracteriza por pérdida de apetito y crisis de pánico que se pueden desencadenar cuando cualquier evento les recuerda la tragedia que vivieron.

SEMANA: ¿Cómo se alivia esta condición?

H.S.: Este estado, con tratamiento y sin tratamiento, va a resolverse en los primeros seis meses pero 12 por ciento de la población inicialmente afectada quedará con estrés postraumático crónico. Esos son los que tienen estrés postraumático en los siguientes seis meses al desastre.

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SEMANA: ¿Qué hace que estas personas no se curen?

H. S.: Se ha observado en las tragedias de Armero y Armenia que una cosa que agrava mucho y que empeora el pronóstico de estas personas es vivir durante periodos muy prolongados en campamentos, en sitios de damnificados, que son planteados inicialmente por corto plazo y se vuelven sitios de permanencia por años. Hay que evitar que se queden en esos sitios más de seis meses. Idealmente lo que se debe buscar es que toda la gente que perdió sus casas se aloje con familiares y amigos y se una a personas de su cercanía. El alojamiento en campamentos hace mucho daño, sobretodo a los jóvenes, porque se pierde el sistema de control sociales que las comunidades siempre tienen.

SEMANA: ¿Cuál es el momento crítico para iniciar la atención?

H.S.: La gente de Mocoa va a necesitar ayuda en las próximas tres o cuatro semanas y esa ayuda no debe limitarse a los fármacos. Una vez se subsana el cobijo y la comida, las víctimas deben recibir consulta psicológica de manera grupal, porque hacerla individual es muy difícil. Lo ideal es trabajar en grupos por una hora y media. Cabe agregar que quienes han sido victimas son los más pobres del pueblo, son sujetos desplazados de áreas de conflicto y entonces ya vienen vulnerados. Van a requerir ayuda más intensa porque ya vienen de estar mal desde hace mucho tiempo.

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SEMANA: ¿Es conveniente aliviar estos síntomas iniciales con medicamentos?

H. S.: Desde lo farmacológico debe evitarse usar los tranquilizantes conocidos como benzodiazapinas. Se tienden a usar pero estos medicamentos impiden la recuperación. En general es mas útil bajar al ansiedad con otras drogas como propanolol o antidepresivos de efectos sedantes, en dosis bajas.

SEMANA: ¿Cómo es el manejo con los niños?

H.S: Los niños que se quedan sin papas y aislados deberían merecer la atención primordial. Deben ser cuidados, protegidos y se debe iniciar la búsqueda de los adultos. Eso pasa en los primeros días de confusión inicial. Esperemos que algunos de ellos, ojalá pocos, queden perdidos.

SEMANA:¿Recomienda algunos primeros auxilios mentales para las víctimas?

H.S.: Todos los socorristas están capacitados para dar auxilios psicológicos a las víctimas y el primero es resguardar la vida de los sobrevivientes y resolver sus necesidades básicas de abrigo, hidratación, techo. Obviamente hay que evitar decirles ‘usted viera como están los demás’ o cosas así. Se debe procurar escuchar y siempre tener abierto un contacto para que la víctima sepa a donde dirigirse.

SEMANA: ¿Por qué es tan importante atender este tema desde la perspectiva psicológica?

H.S.: Porque mientras más gente reciba ayuda en las primeras semanas habrá menos estrés postraumático en los meses siguientes, y por lo tanto menos crónicos habrá.

 

SEMANA: ¿Qué pasa si no se tratan bien estos casos?

H.S.: Lo grave es que deja secuelas. Aquellas que lo necesitan y no se tratan pueden tener más tarde sintomatología depresiva. En Armenia, por ejemplo, algunos se volvieron drogadictos o alcohólicos sin antes haber padecido esas patologías

SEMANA: Cómo lidiar no solo con la pérdida de seres queridos sino de todo lo material?

H.S.: Son duelos múltiples y especialmente complicados porque el impacto del evento fue sorpresivo. La intensidad y la duración son los dos elementos que marcan el trauma. Esto no había pasado allá en Mocoa y fue una tragedia brusca y el elemento de lo inesperado es un factor crucial en el trauma. La avalancha aparece y dura 4 a 6 horas, pone en peligro la vida de los que viven allí y ocurre de noche. Si esto pasa de día sería diferente.

SEMANA: ¿En Colombia sabemos atender estas catástrofes?

H.S.: De todas las tragedias hemos aprendido muchísimo y por eso ya muchos de la tragedia de Mocoa están en Neiva y Pasto. Hemos observado que quienes han tenido lesiones físicas están menos mal psicológicamente que los que están sanos. A los heridos les cambia el destino de la angustia. Es como si la herida los protegiera. Además están siendo apoyados inmediatamente con enfermeras y médicos y protegidos o acunados por la gente que se ocupa de ellos. Los indemnes están más vulnerables al daño síquico.

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SEMANA: ¿Cuánto pueden durar los traumas?

H.S.: El estrés postraumático crónico, el que se prolonga más de seis meses, puede durar toda la vida. Aún hay gente en Armero que tiene reacciones catastróficas cuando se va la luz porque allá se fue la luz antes de la avalancha. Y son sobrevivientes de hace 30 años que se asustan y hace reacción de terror por el simple hecho de que se vaya la luz; les revive el evento que los marcó.

SEMANA: ¿Qué no se debe hacer?

H.S.: Hasta donde sea posible no separar las familias, que la víctima esté con los suyos, con conocidos y amigos. Observamos en la tragedia del río Paez que las redes de solidaridad comunitaria son más fuertes y sólidas entre los paeces y desde el comienzo el impacto sicológico allí fue más bajo que en Armero y en Armenia. Las poblaciones indígenas nuestras son más idóneas para soportar estas desagracias porque tienen un grado de solidaridad y acompañamiento mayor. Esos vínculos los protegen. En las ciudades todo eso se destruye.





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Por: Gemma Tarafa/Sara Berbel |El País

Las personas con trastorno mental son las invisibles en el mercado laboral. Su nivel de paro duplica el del resto.

Las siglas VICA son el acrónimo de las características que, según personas expertas, conforman nuestra época: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Un mundo cambiante, difícil de predecir, confuso y caótico, con múltiples significados. No es, sin duda, el contexto más fácil para desarrollarse en confianza y seguridad, dos condiciones que los seres humanos necesitamos para mantener una buena salud mental.

Nuestra ciudad, Barcelona, no es una excepción. Sabemos que en los barrios más deprimidos los problemas de salud mental se multiplican, y que los jóvenes que viven en barrios periféricos tienen peor salud mental que los habitantes del centro. También las mujeres, especialmente castigadas por la crisis, peores sueldos y mayor nivel de paro, se resienten psicológicamente de esta situación de desigualdad. Según los últimos estudios, son las más estresadas de Europa y las quintas del mundo, de modo que toman un 6,2% de antidepresivos más que los hombres.

Las personas con trastornos mentales son las grandes invisibles en el mercado laboral. Su índice de inactividad no es comparable al de ningún otro colectivo en edad de trabajar. Su nivel de paro duplica el de la población general y, en consecuencia, se ven privadas de los beneficios que aporta el trabajo remunerado: autonomía y reconocimiento social. Por todo ello el Ayuntamiento de Barcelona ha decidido poner en el centro las capacidades y aportaciones de estas personas a nuestra sociedad. Se trata de una cuestión de derechos fundamentales, pero también de una diferente configuración del nuevo modelo socioeconómico que estamos diseñando, un modelo en que las personas y sus talentos están en el centro. Hay estudios que cifran en un 5% la pérdida del PIB si no se les ofrece un trabajo de acuerdo con sus capacidades. Nuestra sociedad no se puede permitir ignorar el talento ni la riqueza personal y profesional que aportan. Siglos de prejuicios y miedos irracionales han instalado una barrera entre ellas y el mercado laboral que queremos contribuir a derribar.

Las personas con un trastorno mental no son, en general, consideradas como parte de la esfera pública. No suelen participar en la elección de los principios básicos de la sociedad y con frecuencia se ven excluidas de las elecciones políticas. En el ámbito laboral, la percepción social considera que difícilmente pueden promocionarse en un trabajo, apenas pueden acceder a cargos de decisión y se cree que contribuyen a generar tensiones o conflictos en el clima laboral. Se trata de una serie de prejuicios no contrastados que son producto del temor o el desconocimiento y que configuran un estigma muy difícil de eliminar. Acabar con el estigma es tan o más imprescindible que subsanar las discriminaciones económicas objetivas ya que no será posible una igualdad real mientras se mantengan en el imaginario colectivo unas percepciones tan negativas y alejadas de la realidad.

Por todos estos motivos desde el Comisionado de Salud se ha diseñado, por primera vez en la historia de nuestra ciudad, el Plan de Salud Mental de Barcelona 2016-2022, que tiene la misión de promover, prevenir y mejorar la salud mental de la ciudadanía, con un presupuesto de 51,2 millones de euros.

En el mismo sentido, a los servicios que ofrece el Instituto Municipal de Personas con Discapacidad se suma la Agencia de desarrollo económico y local del Ayuntamiento, Barcelona Activa, incorporando a su modelo de inserción laboral a las personas con trastorno mental. Queremos que cada persona que se encuentre en situación de desempleo sepa dónde dirigirse, dónde ser atendida, asesorada, formada (si fuera necesario) y acompañada para acceder a un lugar de trabajo y adaptarse adecuadamente.

Somos conscientes de que la cohesión, la igualdad y la justicia social son la base necesaria para la construcción de una sociedad sana. Nuestra cultura no sería la misma sin las valiosas aportaciones de personas como Silvia Plath, José Agustín Goytisolo, Virginia Woolf o Van Gogh, como tantas otras personas no conocidas afectadas por trastornos mentales. La igualdad de oportunidades entre todas las personas que permita el acceso al trabajo, la autonomía y el desarrollo personal será la clave que logrará disminuir el malestar —físico y psicológico— y avanzar en la salud social.

Gemma Tarafa, Comisionada de Salud y Sara Berbel, directora general de Barcelona Activa





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Por: verdadabierta.com | verdadabierta.com

Para muchos combatientes el paso del tiempo y el trasegar de la guerra hicieron que sus compañeros de filas se convirtieran en su única familia. Algunos de los que están próximos a cumplir 65 años, o que ya los tienen, ven con incertidumbre su futuro, temen un abandono Estatal y falta de garantías para apoyar desde las zonas veredales el proyecto político de la organización.

El 14 de mayo de 1982, al termino de la Séptima Conferencia del grupo armado, condecoraron a ‘Eliana González Acosta’ con uno de los máximos reconocimientos políticos y militares dentro de la vida guerrillera: la medalla ‘Jacobo Arenas’. Ese día se realizaron los nombramientos de aquellos combatientes que ascendían de rango y de los que iban a ser distinguidos por haberse destacado militar y políticamente durante los últimos años de confrontación.

La ceremonia fue precedida por un discurso de ‘Manuel Marulanda’, su máximo dirigente para aquella época. En aquella ocasión le dijo a su tropa que debían honrar el naciente ejército del pueblo y preparase para la “Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia”, la cual suponía la expansión territorial y el desarrollo político-militar en las ciudades principales. (Leer más: Las Conferencias de Expansión)

‘Eliana’ recuerda ese día como uno de los mejores de su “carrera guerrillera”. No ha olvidado el movimiento de ondulación que hacían las banderas del Partido Colombiano Comunista y la de las Farc cuando la condecoraron, así como tampoco los vestidos folclóricos que vestían las distintas agrupaciones artísticas que se presentaron.

A pesar que no hay certeza de la cifra exacta de los combatientes que superan la tercera edad,
por las distintas zonas veredales en las que ha estado VerdadAbierta.com hay historias de estos veteranos de guerra que afrontan algunas inquietudes de cara a su futuro. ¿De que van a vivir una vez entrados a la vida civil? ¿Quién se hará cargo de su vejez? ¿Seguirán dependiendo del partido que entre a regir en la legalidad?

Una de las respuestas automáticas que ofrecen la mayoría de los guerrilleros es que harán “lo que el partido disponga”. No obstante, algunos no pueden trabajar porque han perdido la vista, tienen enfermedades terminales, no cuentan con alguna parte de su cuerpo o, simplemente, ya no pueden realizar esfuerzos físicos mayores. (Leer más: En tierra Grata resuelven dudas del proceso de paz)

Ante ese panorama, en dos oportunidades los comandantes aseguraron que van a responder por todos los integrantes que se acojan al partido y que la función de los veteranos de guerra va a ser crucial para el desarrollo de los proyectos que emprenderán con la puesta en marcha de Ecomun (Economías sociales del común).

Aún así, son cientos los interrogantes y dudas que tienen hombres y mujeres que se han ido incrementando con los asesinatos a los distintos guerrilleros indultados, el más reciente el de ‘Roberto Quezada’ en el departamento de Caquetá. “Queremos trabajar la tierra y en posible quedarnos en las zonas, pero el odio del país contra nosotros lo puede impedir”, aseguró un subversivo consultado al respecto.

 

Tres viejos combatientes

De los 48 fundadores de las Farc o “los marquetalianos”, como se les conoció luego de sobrevivir al bombardeo a la vereda Marquetalia, en el sur del Tolima, solo quedan vivos tres de ellos. Foto: Tomada del Flickr de las Farc.

Si bien hablar de los veteranos de guerra de las Farc nos remontaría a contar las vivencias de los únicos tres combatientes vivos que quedan de los 48 fundadores del grupo armado -Miguel Pascuas, Jaime Guaracas y Fernando Bustos-, a la sombra de ellos se forjaron muchos otros guerrilleros que sin ser altos mandos de la organización han hecho parte del relato de estos 50 años de guerra.

Cerca de cumplir 48 años en las filas insurgentes, ‘Eliana’ pasa sus días en el Punto Transitorio de Normalización Amaury Rodríguez en Pondores, La Guajira. Por su avanzada edad no cumple con el mismo régimen militar de los demás combatientes, ayuda a tareas propias de la comandancia, tiene una comida especial y cuida de su salud. (Ver: Pondores, La Guajira, una vereda que se prepara para el fin de la guerra)

Hace rato dejó la guerra, su ultimo combate fue el primero de marzo de 2008 durante la llamada Operación Fenix, realizada en territorio ecuatoriano, donde murió el entonces miembro del secretariado ‘Raúl Reyes’. “Desde ese día no volví a la guerra. Tuve que atravesar todo el país, de norte a sur, para llegar acá. Fue una de las “patoniadas” más bravas que me he pegado”, recordó.

Toda su vida guerrillera fue operadora de radio, o ‘radista’, como se dice en las filas. En el momento de aquel bombardeo estaba encargada de las comunicaciones entre los frentes del Bloque Sur y los distintos comandantes guerrilleros, una labor que solo a los combatientes de mayor confianza se les otorgaba. Sus últimas tareas consistieron en encriptar mensajes para la organización y descifrar las conversaciones del Ejército.

En su “caleta” no conserva ningún objeto de valor. Pero mantiene frescos los recuerdos de su ingreso a la organización y del día que conoció a ‘Manuel Marulanda’, con quien pasó largos años siendo parte de su tropa y a quien señala de haberle enseñado la disciplina revolucionaria y la humildad campesina.

“La primera vez que escuché del camarada ‘Manuel’ fue cuando se desarrolló la Operación Marquetalia, por la radio se escuchaba. Me acuerdo que le preguntaba a mi papá que ¿por qué si decían que ya lo habían matado en el bombardeo al otro día aparecía vivo?, me respondió: es que es el diablo”, comentó. Entre lágrimas aseguró que luego de haber vivido años a su lado, el Estado le desdibujó la humanidad que tenía, al igual que la de otros combatientes.

 

Dolencias del parkinson

En varias zoonas veredales hay replicas a pequeña escala de lo que se conoció como “Casa Verde”, el mítico campamento del secretariado de las Farc. Foto: Andrés Celis.

‘Alberto Martínez’, otro veterano guerrillero en camino a la vida civil, también hizo parte de la tropa de ‘Marulanda’ que estaba concentrada en “Casa Verde”, como se le conoció al campamento donde se refugiaba el Secretariado en las montañas de Uribe, Meta; asistió a la escuela de formación ideológica, donde recibió clase del comandante ‘Jaime Guaracas’ y en la cual se quedó siendo parte de la comisión de estudio de ‘Jacobo Arenas’.

“En la escuela vimos filosofía, economía política y organización. Como yo estudié ciencias sociales pude dar el curso de economía. Duramos más de tres meses, estudiando día y noche, hasta que llegó el operativo en el Guayabero por parte de Turbay Ayala en la década del ochenta”, recordó.

De allí que conociera a quienes años después se convertirían en comandantes de frentes y bloques, como ‘Jorge Briceño’ o ‘Mono Jojoy’, quien asistió a la escuela en representación del Frente 6 a un curso que directamente dio Marulanda o a ‘Aldinever Morantes’ hoy comandante de la zona veredal de Mestas, Meta. (Leer más: ¿Ejército está ofreciente dinero a guerrilleros para que abandonen zona veredal)

‘Martínez’, afectado por parkinson, guarda sus memorias escritas más de 40 años de anécdotas e historias. Entre ellas que ‘Jacobo Arenas’ le decía que pasara lo que pasara siempre dijera la verdad porque era un acto revolucionario, así lo mataran, pero que la dijera.

El recuerdo llegó a su cabeza al responder a la pregunta: ¿qué le dejan de enseñanza estos años de guerra?, a lo que respondió: “siempre decir la verdad. En las Farc cultivamos seres humanos, y decir la verdad hace parte de ello. Este país está en guerra, en parte, por eso, por las mentiras de unos contra los otros. Hoy, por ejemplo, ustedes conocen una guerrilla diferente al ‘Coco’ que les mostraron. Les mintieron”.

Según los archivos de este veterano guerrillero, en su paso por al menos cinco frentes del Bloque Oriental, sobrevivió a cerca de 9 operativos de larga duración, donde se salvó en tres oportunidades de quedar en los bombardeos que asestó el Ejército en contra los frentes insurgentes que cuidaban al secretariado de la organización.

 

Entre los recuerdos

En el Punto Transitorio de Normalización (PTN) de Pondores, La Guajira, hay varios combatientes que vivieron la guerra con la guerrilla del Epl, aseguran que quedan verdades por conocerse. Foto: archivo Semana.

Como él, ‘Argemiro Tamayo’ o ‘Curruco’, como desde pequeño le apodaban, se forjó en la guerrilla al calor de la “plomacera”, como llaman los viejos al combate. Antes de su ingreso a las filas sirvió como abastecedor de los primeros frentes que se empezaron a formar en el Pacífico colombiano. Fue un agricultor que alcanzó a tener más de 150 reses y cultivos de maíz, cacao, papa y yuca que combinó su trabajo campesino y el de formador de masas para el PC3.

Para junio de 1980, cansado de las amenazas del Ejército y de dos intentos de tortura, decidió ingresar a ser combatiente. “Entré a la guerrilla ya conociéndola, sabiendo cómo se movían y cómo era su forma de vida. Lo que sí conocí fue la disciplina, la rutina y las largas caminadas que tocaba realizar”, aseveró.

Su primera escopeta la ganó luego de una confrontación que hubo con la Policía, estaba bajo el mando de otros dos veteranos de guerra, ‘Isaías Trujillo’ y ‘Efraín Guzmán’, dos comandantes guerrilleros que desde la década del setenta empezaron a constituir uno de los fortines de la guerrilla en el Urabá antioqueño.

‘Curruco’ entró a reforzar el Frente 5, que para la época ya contaba con alta capacidad bélica y con un número elevado de combatientes, por lo cual se desdobló en el Frente 18, del que fue mando medio y participó en esta región agroindustrial en varias acciones conjuntas con la guerrilla del Epl en contra de puestos de Policía y guarniciones militares, entre ellas la toma a Saiza, el 23 de agosto de 1988. (Leer más: Frente quinto de las Farc, protagonista de la guerra en Antioquia)

El tiempo lo llevó a seguir ascendiendo y tener unidades a su mando. Hoy recuerda que los cinco impactos de bala que posee en el cuerpo se los “ganó” en las plomaceras que duraban más de tres días y en las que se combatía sin poder comer o ser relevado. Sigue pegado a los estatutos y fiel a la ideología con la que se ingresó, pero es autocrítico para reconocer los errores de la guerra, como el de la confrontación que se libró en contra del Epl: “Ninguna guerra es perfecta y ningún combate es humano, a nadie le gusta disparar, pero por preservar la vida hicimos cosas que estuvieron mal y con base en la verdad debemos avanzar”. (Leer más: ¿Exterminio del Epl en Urabá, crimen de lesa humanidad?)

Si hay algo en común de estos tres guerrilleros, es que al calor de la guerra se forjaron y en los tiempos de paz se rehúsan a pensar que van a desaparecer los días cotidianos de despertarse, “ranchar” (cocinar), cumplir con lo del día y ayudar a la vida en colectivo.

No es exagerada la posición que tienen si se tiene en cuenta que, por la avanzada edad, algunos guerrilleros ya han perdido a su familia biológica. Hay quienes en la organización consideran a estos combatientes como ortodoxos, pero lo cierto es que va a llegar un momento en que alguien va a tener que cuidar de ellos. El miedo al cambio de vida se les nota hasta en sus gestos.

 

Incertidumbre ante la vejez

Tras 50 años de confrontación Marulanda seguirá siendo el referente para la militancia de las Farc, ahora de cara al partido político aseguran seguirán el legado humanista que les dejó su fundador. Foto: Tomada del Flickr de las Farc.

No los mató la guerra y no quieren que los mate la soledad o el cambio de “vida en colectivo”, como llaman a la convivencia en común que se vive en las Farc. Ya tienen garantizado desde inicio de año el acceso a la salud a través de la afiliación a la Nueva EPS; no obstante, llegará el momento en que tengan que pasar al régimen contributivo. ¿De dónde sacarán el dinero si no están produciendo? Por ahora, nada se sabe.

Como en el Ejército, en las filas de las Farc también se da el retiro; hay quienes están esperando la decisión de la comandancia para ir a sus casas o buscar sus familias, pero otros, entre ellos algunos veteranos, desean que no les llegue ese día. Por muy enfermos que estén, varios se proyectan ayudando desde las zonas veredales al nuevo partido político, cuidado los cultivos o formando las nuevas generaciones.

‘Eliana’, por ejemplo, no quisiera que se acabaran los campamentos y, aunque es consciente de que están pasando por la coyuntura que algún día deseó ‘Marulanda’ – la salida política al conflicto- no se imagina un día sin estar rodeada del calor de los que la acogieron luego de sobrevivir al bombardeo en Putumayo.

‘Curruco, por su parte, está muy desgastado, pero quiere ayudar lo que siempre supo hacer: cultivar la tierra. Se ve enseñándole a las nuevas generaciones del partido político que se forme a trabajar los cultivos y hacer productivas las zonas veredales. Su temor: que lo asesinen por viejas retaliaciones o que no le de el cuerpo para ver materializado el acuerdo que sus comandantes firmaron con el gobierno nacional.

Durante el desarrollo de la Décima Conferencia, en los llanos del Yarí, el integrante del secretariado ‘Joaquín Gómez’ propuso un plan integral de acompañamiento a la tercera edad del que a la fecha no se volvió a conocer su desarrollo, pero que contenía cobertura en salud, asistencia social y acompañamiento psicológico priorizado para la tercera edad.

Por ahora, la única garantía es lo acordado en La Habana y contenido en punto dos del acuerdo, que se refiere a las garantías para la participación política, en ellas se incluye la priorización de la tercera edad en el acceso a la alimentación, pero, ¿y la atención psicosocial y acompañamiento? Por el momento, esas preguntas están sin resolver.