Abril 2021 | Edición N°: 1366
Por: Centro Pastoral San Francisco Javier | Vicerrectoría del Medio Universitario

El Centro Pastoral San Francisco Javier desarrolló una Misión Virtual de Semana Santa para acompañar a tres comunidades parroquiales del país.


El contexto actual de pandemia que atravesamos como humanidad ha generado grandes transformaciones sanitarias, que a su vez han implicado profundos cambios a nivel social, económico, político y ambiental. En particular, las relaciones sociales y modos de encuentro entre las personas se han visto afectados por el distanciamiento social, especialmente en el marco de las relaciones familiares, en los hogares y en los espacios de estudio y de trabajo. Asimismo, la transición de estos vínculos e interacciones a una modalidad virtual ha puesto en evidencia las enormes brechas que existen en relación con la conectividad a internet y el acceso, conocimiento y apropiación de la tecnología, variables que han influenciado notablemente el grado de adaptación y satisfacción frente al distanciamiento social y la virtualidad.

Fue justo en este escenario de desafíos y desigualdades, en donde la posibilidad de vivir una experiencia de encuentro y espiritualidad parece tan difícil y remota, que el Centro Pastoral San Francisco Javier desarrolló una Misión Virtual de Semana Santa para acompañar uno de los tiempos litúrgicos más relevantes para la Iglesia y los cristianos en tres comunidades parroquiales del país: Cali (Valle del Cauca), Cereté y Moñitos (Córdoba). Dentro de los territorios, fueron los sacerdotes de cada parroquia los que dirigieron la convocatoria comunitaria, la organización logística y la preparación de los participantes para gustar y sentir de esta experiencia.

De parte del Centro Pastoral, el proceso fue liderado por el equipo de los programas Misión País Colombia, Caminos de la Buena Noticia y la experiencia Lehadrij. La cooperación de sus seis pastoralistas y el entusiasmo de un grupo de trece estudiantes misioneros, permitieron reinventar y prolongar la posibilidad de invitar, formar y disponer a miembros de la comunidad educativa javeriana para acompañar a estas tres comunidades del país en una experiencia de misión que favorece la vivencia comunitaria, el aprendizaje significativo, la celebración de la vida y la fe en el contexto de la Semana Santa.

“Mi mayor aprendizaje fue poder estar al servicio de una comunidad, así sea desde la modalidad virtual. Poder entregar lo que soy y compartir el amor de Dios. Respecto a mi espiritualidad, esta misión me permitió reencontrarme con Dios y con el otro para sentir su amor a través del prójimo”, comentó Juan Felipe Marín, estudiante Ingeniería Civil.

Sin lugar a duda, el encuentro y la sinergia entre ambas partes, incluso con la mediación de los dispositivos, fue una oportunidad para vivir y compartir la experiencia de la Semana Santa en tiempos de tanta incertidumbre, sufrimiento y desolación. La posibilidad de reconocerse y conectarse con el prójimo, tanto virtual como espiritualmente, fue una ocasión única y reconfortante para reafirmar nuestra fe en Dios y crecer en amor, esperanza, resiliencia y solidaridad a la manera y el ejemplo de Jesús.

Recogimiento con Dios

En la práctica, la planeación e implementación de la Misión virtual de Semana Santa implicó un interesante y retador proceso de adaptación e innovación, en el que las interacciones y experiencias formativas y espirituales debieron traducirse de la cercanía de la presencialidad a la lejanía de la virtualidad. En efecto, las diferentes fases del ejercicio de virtualización exigieron cambiar los modos y lenguajes acostumbrados para propiciar un encuentro fraterno entre los participantes, un espacio de recogimiento con Dios para cuidar y alimentar el espíritu en el complejo contexto de la pandemia.

La virtualización exigió cambiar los modos y lenguajes acostumbrados para propiciar un encuentro fraterno entre los participantes.

Uno de los mayores retos fue el de rediseñar el tipo de actividades propuestas para los 157 niños, adolescentes, jóvenes y adultos que participaron de la misión. A pesar de las limitaciones impuestas por la pandemia, el propósito era conservar el sentido y la profundidad de la experiencia de apostolado, sin perder el carisma, la espontaneidad y el calor humano de la vivencia comunitaria. Y en realidad logró alcanzarse, gracias a la disposición, creatividad y empatía con que el equipo misionero y las comunidades llegaron a encontrarse para compartir la vida y el testimonio de Jesús durante la Semana Santa. Así lo reflejan las palabras del padre Jaime Zuluaga, párroco de Nuestra Señora de las Misericordias de Cali, quien nos acompañó durante los tres días de preparación para el Triduo Pascual: “Agradecer al grupo misionero de la Javeriana por acompañarnos estos tres días a los niños, jóvenes y adultos. Muy profesionales en el uso de las plataformas y claros en su contenido. Supieron distinguir el público con el cual estaban trabajando. Muy dinámicos, cada día se hizo un trabajo valioso. Valió la pena. Quiero agradecerles por tan bonita labor que están realizando a través de este medio virtual”.

Durante el proceso fue revelador descubrir cómo el amor y la presencia de Dios superó cualquier frontera y redujo las distancias para bendecirnos con una experiencia de misión inolvidable, en donde acudimos al llamado de ser siempre un solo cuerpo para construir la paz, la justicia, la reconciliación y el amor al que Dios nos invita a través del ejemplo de Jesús.

Para favorecer la experiencia misionera se plantearon dos espacios de encuentro: la oración y el examen ignaciano como herramientas de reflexión y discernimiento. Gabriela Jiménez, estudiante de Enfermería, narra lo que significó estos momentos para ella: “Esta experiencia me motivó a continuar caminando y encontrando a Dios en mi diario vivir. La Semana Santa representa para mí la oportunidad de entregar de alguna manera tanto bien recibido de Jesús, el poder plasmar ese amor en pequeñas y grandes acciones. Me ayudaron mucho las guías de oración y en especial el examen ignaciano, dado que podía ir relacionando el quehacer de la misión con mis mociones y el objetivo central de la misión. El acompañamiento fue de muchísima ayuda en todo aspecto”.

Este proceso de pensarse nuevo, distinto y de acuerdo con el contexto actual, no sólo le dio sentido a la misión, sino que afirma las apuestas del Centro Pastoral con su equipo de profesionales: “buscar sentido en lo que hacemos y construir juntos lo que hacemos”.

Misioneros javerianos