Comunidades indígenas-campesinas imaginadas: mímesis y representación en redes sociales virtuales en Bolivia
Ángela Fabiola Cossio Zambrana1Magíster en Investigación de Estudios Culturales por la UASB Ecuador, especialidad en Epistemologías del Sur por la CLACSO Argentina, comunicadora social por la UMSA Bolivia. Docente, tutora y tribunal de grado en universidades públicas y privadas en Bolivia y cursa el doctorado en Ciencias del Desarrollo Rural por el Posgrado en Ciencias del Desarrollo CIDES-UMSA. Contacto: fazambrana@outlook.com
Resumen
La representación de las comunidades indígenas-campesinas en Bolivia en una red social como Facebook refleja un fenómeno de identidad, diferencias y adaptaciones al modelo dominante de globalización. Si bien en el pasado una característica importante de la representación de los pueblos indígenas-campesinos fueron los movimientos sociales con una visión emancipatoria sobre su condición socioeconómica, política y cultural, también ha existido una disrupción importante en la manera de concebir esta representación.
Los movimientos sociales en Bolivia fueron creados a partir de factores contextuales catalizadores como: a) conflictos entre las élites en el poder; b) disfunción en los mecanismos de integración social y política; c) persistencia de graves problemas económicos, para los cuales los grupos en el poder no ofrecen solución; d) elevadas expectativas insatisfechas de cambio social o político, y e) apropiación social de innovaciones tecnológicas para la comunicación política autónoma (Goodwin y Jasper, 2009). También fueron un bastión importante de la comunicación popular; en especial, durante épocas de dictadura. En la actualidad, las comunidades y los municipios indígenas-campesinos trascienden de esta forma de representación hacia un horizonte amplio de integración y protagonismo.
La posibilidad de adentrarse en diversos medios de producción otorga a este fenómeno una iniciativa importante dentro de la comunicación popular, que, en palabras de Jesús Martín-Barbero (2005, p. 22), podrían “reconfigurar hondamente la fuerza y el sentido de los lazos sociales, y las posibilidades de convivencia en lo nacional” con diferencias notables entre tierras altas y bajas.
Palabras clave: mímesis, representación, cultura popular, pueblos indígenas- campesinos.
Introducción
La representación de las comunidades indígenas-campesinas en Bolivia en una red social como Facebook refleja un fenómeno de identidad, diferencias y adaptaciones al modelo dominante de globalización. Si bien en el pasado una característica importante de la representación de los pueblos indígenas-campesinos fueron los movimientos sociales con una visión emancipatoria sobre su condición socioeconómica, política y cultural, también ha existido una disrupción importante en la manera de concebir esta representación.
El contexto político del país ha catalizado representaciones diversas, planteadas desde la identidad, las diferencias —sobre todo, culturales, en el plano regional— y alternativas de adaptación que no siempre se suscriben al discurso de resistencia. La disgregación de los movimientos sociales entre agrupaciones políticas, representaciones locales y población de base han cohesionado el acceso a los medios de producción con la mediatización de la vida rural, en un sinfín de opciones visibilizadas en redes sociales, dentro de las que resalta el uso de Facebook.
El acceso a las tecnologías digitales ha cohesionado la visión “local” y “nacional” con lo “global”, lo que, en palabras de César Rojas Ríos, se entiende como:
Antes nosotros estábamos plenamente instalados en la ley de bronce […] consistía en que lo cercano estaba cerca y que lo lejano estaba lejos. Hoy, al romperse esta ley, lo que está lejos puede estar cerca y lo que está cerca puede estar lejos. Es decir: Buenos Aires puede estar más cerca de nosotros que uno de nuestros pueblitos fronterizos y un ciudadano de la clase media, que vive en Madrid, por el fenómeno de la cultura de masas, puede estar más cerca de un ciudadano de clase media de La Paz, que, tanto del campesino madrileño como del paceño. (Ríos, 1999)
La cultura popular, entonces, depende tanto del acceso a los medios de producción —que posibilitan las condiciones de “conectarse” con el mundo a través de las tecnologías digitales— como también, del modo de utilizar estas tecnologías de manera independiente de sistemas de representación anteriores, como los movimientos sociales, lo que decanta por preguntarse: ¿Cuáles son las identidades, las diferencias y las adaptaciones que genera el fenómeno massmediático de la vida rural? ¿Cuál es la figura de mímesis y representación que eligen para visibilizarse, y a quiénes representan?
Fundamentación conceptual
Durante varias décadas de historia Latinoamericana, a los movimientos sociales se los había concebido como bastiones importantes no solo de “capacidad colectiva de intervenir en asuntos públicos”, sino a la hora de protagonizar las voces subalternizadas por los sistemas políticos y económicos durante gran parte de los siglos XX y XXI.
La comunicación popular en ese entonces se desenvolvía en medio de discrepancias con los poderes hegemónicos, que acaparaban los medios de producción y, por lo tanto, también los de comunicación, lo que llevaba a entrar en constante conflicto con las nuevas y creativas formas de comunicación y movilización de las masas. Uno de los avances comunicacionales más significativos fue el surgimiento de las radios comunitarias pensadas, realizadas y reticuladas a través de medios artesanales de información que trascendían la frecuencia radial y se visibilizaban en pasquines, periódicos murales, megáfonos, etc. Lo que podría llamarse la edad de oro en la comunicación horizontal y autogestionada.
Décadas más tarde, y con la sucesión de gobiernos progresistas en América Latina, los procesos globalizantes tomaron a otro tipo de actores, que no fueron concebidos en el mapeo de reproducción cultural homogénea a los sistemas dominantes. Dichos procesos se impulsaron bajo las premisas económicas de la “economía naranja”, por ejemplo, y con la ayuda del boom digital se catapultaron hacia una globalización universal utilizando las nuevas tecnologías de la información como un núcleo de poder, aún centrista.
En países como Bolivia, la invención de nuevas clases sociales, incluyendo la burguesía aymara, sumadas al fenómeno emergente de la era digital (la vida digital) encarrilado hacia el consumo y el uso de plataformas virtuales como Facebook, Instagram y Tik Tok, ha sido poco concebida en la reinvención de identidades, diferencias y adaptaciones al mundo actual.
El histórico papel de los movimientos sociales resistentes ante las relaciones de poder con el Estado fue pionero también al establecer prototipos de identidad y movilización resistentes ante sistemas generadores de inequidades sociales y culturales. Sin embargo, los constantes conflictos políticos e internos no solo disgregaron y corrompieron la memoria y la acción de estos movimientos, sino que permitieron una ventana representativa, en la que se observa un complejo sistema de inmersión, apropiación y resistencia a los fenómenos culturales “propios” y “ajenos”.
Se trata de la constatación de que la diversidad cultural de formas de producir y reproducir, de imaginar y soñar, de nacer y vivir y morir, inventadas en el largo tiempo histórico, existen hoy en una relación conflictiva con la forma capitalista, que cuenta con varios siglos de existencia y adquiere múltiples modalidades de actualización. Ello permite comprender la producción y la reproducción sociales como la necesidad de una estrategia de estudio, capaz de abarcar la producción, la circulación y el consumo de los objetos, las expresiones y las prácticas culturales (Néstor García Canclini, 1989 citado por Rosales, 2004, p. 211).
Entonces, si bien los espacios virtuales que brindan las tecnologías digitales son espacios fronterizos dinámicos, estos se caracterizan y se desarrollan bajo ciertas prácticas y percepciones del mundo que no buscan un público remoto, sino que son la ventana visible hacia las localidades de un determinado territorio. Lo que se puede describir como “la trasformación global de la cultura que nos rodea no es automáticamente progresista. Las posibilidades tecnológicas de los nuevos median se inscriben en un marco de relaciones globales que son violentamente desiguales respecto a las capacidades de producción y distribución” (Morss, 2009).
Se trata de lo que Stuart Hall llamaría un “sistema de representación”, no porque consista en conceptos individuales, sino porque consiste en diferentes modos de organizar, agrupar, arreglar y clasificar conceptos, y de establecer relaciones complejas. El objetivo de crear sentido, que no siempre aporta a la globalidad, es, en ciertos casos, la sola reinvención del mundo local respecto al que le rodea. Un mundo social se crea en la localidad, como un universo mismo limitado por la catarsis de una cultura popular.
En ese sentido, es necesario comprender que las poblaciones que “ejercen” una cierta cultura popular no necesariamente quieren ingresar a la explotación mercantil de la producción y la distribución, sino que protagonizan un “locus” distinto, desde el que la cultura es un instrumento de visibilización, transformación y elaboración de un lugar de enunciación propio, sumergido en la hegemonía de cada clase social.
Enfoque o metodología
Bajo el enfoque de los estudios culturales en comunicación y los frentes culturales, determinado como “un espacio de lucha de diversos grupos que pugnan por hacer prevalecer sus propios significados para alcanzar el reconocimiento de su identidad subcultural dentro de la esfera pública cultural […] que suponen a las fronteras que se entrecruzan” (Torrico, 2004), se estudió un aproximado de 46 páginas de Facebook referidas a comunidades indígenas-campesinas, tanto del altiplano boliviano como de los valles y de las tierras bajas.
En ese marco, se observaron dos espacios en los que las culturas populares se constituyen:
- Las prácticas laborales, familiares, comunicacionales y de todo tipo con las que el sistema capitalista organiza la vida de sus miembros.
- Las prácticas y las formas de pensamiento que los sectores populares crean para sí mismos, a fin de concebir y manifestar su realidad, su lugar subordinado en la producción, la circulación y el consumo.
Resultados relevantes
Las prácticas de mimesis y representación en poblaciones indígenas- campesinas en Bolivia, insertas en plataformas virtuales como Facebook, son consecuencia de una adhesión al modelo universalista, que se puede entender como real, por cuanto está ligada a fenómenos históricos, condiciones sociales y culturales significativas. Sin embargo, parece crear un efecto semántico que, en palabras de Dolezel, podría categorizarse como “ficcional”; es decir, la representación virtual promueve la existencia del locus de enunciación de la población, la comunidad o la agrupación representada, y se asegura de su supervivencia a lo largo del tiempo y en el mundo de la cultura, como una “resurrección” continua y anacrónica. En ese sentido, se observó que la representación digital de los movimientos sociales se visibiliza de acuerdo a la concepción de su territorio, sus prácticas laborales, familiares, que además, no sólo pertenecen a un espacio social digitalizado sino que pueden ejercerse desde otros territorios, donde las familias o los grupos sociales migran por distintos factores económicos y desde allí ejercen sus identidades, se informan y en algunos casos producen y reproducen información respecto a sus territorios de origen. En ese marco, la circulación de contenido guarda no solo elementos identitarios, sino intereses económicos, políticos y sociales desde la multirresidencialidad de los territorios aunque en un mismo espacio social digitalizado y mediatizado en una red social como Facebook.
Conclusiones
Si bien la mímesis produce un efecto de referencia a la realidad sumada a la noción productiva del uso y el consumo de las tecnologías digitales a favor de una emancipación identitaria y cultural, la representación digital, por otro lado, revela un espacio social digitalizado desde el que se cohesionan sentidos de pertenencia, identidades diversas, prácticas culturales y religiosas ligadas a un ámbito político, sindical, municipal o nacional. La cultura popular es una herramienta voluble de emancipación política y cultural que ya no depende de la representación histórica de los movimientos sociales en Bolivia. Lo catalogado como popular desde las poblaciones indígenas-campesinas en Bolivia se concentra en los objetos, en su representación material y en las tradiciones reinsertadas a un sistema digital de la vida y las prácticas culturales.
La centralidad y la periferia comunicacionales siguen existiendo a través de “páginas oficiales” y “no oficiales”, que tienden a globalizar una comunicación democratizada, emancipatoria e inclusiva, sin tomar en cuenta el locus de las propias poblaciones indígenas-campesinas.
Además de las inequidades internas sobre las condiciones de acceso a las tecnologías digitales que no efectúan una cultura popular empoderada, sino disgregada y diversificada en los locus emergentes y referentes a cultura, religión, sistemas económicos productivos, turismo, entre otros/as. También, se puede observar a este fenómeno como una bifurcación individual-colectiva, desde la que se ejerce una identidad individual, bajo ciertas características e intereses económicos, políticos o culturales y una colectividad digital y mediatizada desde la que se pretende una conectividad de sentidos e imaginarios.
Las redes sociales como Facebook ofrecen una ventana visible al proceso de adaptación al modelo globalizante, pero con apropiaciones culturales propias, diversas e inclusivas que ya no conciben a un movimiento social como “locus principal”, como en un combate desde adentro bajo un conjunto de sumisiones y sujeciones económicas y culturales.
Referencias
Aguilar, R. G. (2017). Horizontes comunitario-populares. Traficantes de Sueños.
Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia. (2009). La Paz.
Morss, S. B. (2009). Estudios visuales e imaginación global. Antípoda, 19-46.
Ríos, C. R. (1999). Quien tiene los ojos abiertos es hijo de la inteligencia. En S. D. Velarde, El festín de la palaba (pp. 147-157). CEBEM.
Rosales, H. (2004). Cultura popular. Definiciones y acciones. Diálogos en la acción, primera etapa, 205-222.
Torrico, E. (2004). Abordajes y períodos de la teoría de la comunicación. Norma.