ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

La construcción de la desigualdad digital o el habitus de acumulación del capital TIC en clases medias de Bogotá

Diana Esperanza Oliveros Fortiche

Doctoranda en Antropología Social y Cultural de la Universidad Autónoma de Barcelona. Docente e investigadora de la Universidad Central.

doliverosf@ucentral.edu.co

Angie Tatiana Daza Cárdenas

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Central. Auxiliar de investigación de la Universidad Central.

adazac2@ucentral.edu.co

Resumen

Esta ponencia es el resultado de una investigación en curso sobre la movilidad social de clases medias y bajas en Bogotá. En esta indagación, los resultados iniciales llevaron a identificar una profunda relación entre la desigualdad social y la digital, así como a la observancia de que disminuir la brecha digital no es cuestión únicamente de acceder a Internet o lograr la posesión de un bien que permita dicha conectividad, sino que transcurre a partir de la incorporación de habitus de acumulación del capital TIC (concepto emergente durante esta pesquisa), en generación de distancias y desigualdades sociales. Esta ponencia parte de la definición de categorías básicas, que luego relaciona con la experiencia de vida de personas pertenecientes a clases medias de Bogotá; de esta manera, propone una explicación de cómo se construye socialmente la desigualdad digital que alimenta la brecha digital y entra a cuestionar los terrenos políticos de la equidad, y, sobre todo, las posibilidades de nuevas formas de entender el desarrollo desde una perspectiva del buen vivir.

Palabras clave: desigualdad, brecha digital, capital TIC, clases medias, Bogotá.

Introducción

Con las políticas de disminución de la brecha digital impulsadas por estados en vías de desarrollo ha sucedido lo mismo que con el régimen tarifario de los servicios públicos domiciliarios residenciales en Colombia, donde se fijaron estratos diferenciales en procura de un beneficio para las personas de menores recursos y terminó convirtiéndose en criterio de exclusión social. Tanto el resultado de uno como el otro ha sido la incorporación de segmentaciones sociales marcadas por la desigualdad. En pocas palabras, no tener acceso a Internet o estar sin datos significa socialmente que se mantiene un lugar no privilegiado en el campo social. Este impacto social requiere de la reflexión de aspectos tanto experienciales como teóricos que permitan comprender las imbricaciones socioculturales como políticas del fenómeno.

A continuación se presentan unos mínimos teóricos como base de explicación, se parte de la comprensión de los capitales desde Bourdieu, el capital TIC y los procesos de acumulación de los mismos para concluir en las manifestaciones de la desigualdad digital entretejida con el campo social actual.

De los capitales a su acumulación

Según Bourdieu(2000) el capital puede entenderse como cualquier tipo de recurso capaz de producir efectos sociales, en cuyo caso es sinónimo de poder o como un tipo específico de recurso. Para Bourdieu existen tres tipos de capital: económico, cultural y social. El capital económico es representado en dinero o en derechos de propiedad. El capital cultural se materializa en títulos de formación o en los saberes adquiridos de forma social y finalmente el social es el dado por las redes o los grupos sociales que rodean al sujeto.

Todos los capitales operan en un determinado campo. Esta “operatización” puede entenderse como el habitus. La relación entre habitus y campo opera de dos maneras. Por un lado, es una relación de condicionamiento: el campo estructura el habitus, que es el producto de la encarnación de la necesidad inmanente de un campo. Por otro lado, es una relación de conocimiento o de construcción cognitiva. El habitus contribuye a constituir el campo como un mundo significativo, asignado de sentido y valor (Bourdieu y Wacquant, 2008).

A partir de la valoración de los capitales anteriores: económico, cultural y social se construye la idea del capital TIC que como una forma de capital que se manifiesta similar al cultural y en ese orden puede expresarse en bienes tecnológicos(TIC) u objetivados, en conocimientos o apropiaciones sociales o incorporadas y en conocimientos regulados, normalizados o institucionalizados.

El capital que más se acerca al capital TIC es el cultural y por esta razón es necesario comprender, a este último en sus aspectos fundamentales. El capital cultural puede existir bajo tres formas: incorporado o como disposiciones duraderas del organismo; objetivado, bajo la forma de bienes culturales como obras de arte, libros, esculturas, músicas y finalmente, institucionalizado, como forma de objetivación muy particular, porque se manifiesta en títulos y acreditación de formación y avance intelectual.

Retomando estas características del capital cultural se concluye que el capital TIC o de Tecnologías de la Información y Comunicación se entenderá como un tipo de recurso y poder productor de efectos sociales, que toma forma de capital incorporado al ser aprendido y generar vínculos estrechos con el cuerpo y el aprendizaje social, es objetivado porque se manifiesta en la materialidad a través de bienes que se identifican por criterios técnicos, de uso y simbólicos en relación a las marcas y a los agentes que los configuran de forma activa, ya siendo productores de estos desarrollos o interventores sobre el bien físico o virtual, y finalmente es institucionalizado a través de los certificados o títulos que dan cuenta de un saber especializado que se mantiene sobre el mismo.

Para tener un lugar privilegiado o mínimamente respetable en el campo se debe seguir normas o reglas dadas por el habitus de acumulación de capitales. En esta dinámica unos capitales entrarán a ser más definitivos para obtener estatus en el campo, así como algunas prácticas o habitus podrán ser más efectivas en esta acumulación. Todo capital necesita ser acumulado porque un capital acumulado da poder al que lo posee y puede de esta manera hacerse efectivo para proveer al agente una mejor posición en el campo.

Acumulación del Capital TIC y desigualdad

De Certeau (1980) afirma que el uso de las tecnologías de información y comunicación actúan como operadores de apropiación en estrecha relación con sistemas de prácticas atados a tiempos y lugares, instaurando una red de flujos entre sujetos, creando una cotidianeidad de la creatividad dispersa, y ocultando la productividad del consumo. Esto significa que se vive en la sociedad de la información y el conocimiento, mediada por el consumo, pero construida bajo dinámicas sociales, económicas, culturales que definitivamente son desarrolladas en relación con el uso y la apropiación de tecnologías de la información y la comunicación.

La acumulación de capital TIC pasa por la discusión que algunos autores han dado sobre las brechas en cuanto a clase o identidad étnica profundizadas por Internet. Es así, como los agentes ubicados en clases medias tendrán un desempeño diferencial en redes, manejo de computadoras y software; al contrario de los que poseen limitaciones en cuanto acceso y posesión de bienes tecnológicos (Buckingham,2008). Por lo tanto, la necesidad de acceso a las nuevas tecnologías de la información se convierte en una necesidad de acumulación de capital TIC, so pena de quedar marginados del grupo de agentes que tienen un mayor acceso al uso de Internet (Benítez y Winocur, 2010).

Como ya se afirmó anteriormente, las posicionamientos estatutarios se realizan a través de prácticas o habitus que siguen los agentes. El habitus es el principio generador de las prácticas de posicionamiento, por lo tanto son estructuras estructurantes que organizan las prácticas como la percepción de las mismas. Es así como al ser percibidas de forma natural, no son cuestionadas en su práctica llegando a ser justificantes de la misma. Los juicios de clasificación y enclasamiento se forman a partir de criterios de diferencia, pero también de desigualdad social, ya que esta la determina como una condición por la cual las personas tienen un acceso desigual a los recursos, servicios y posiciones que la sociedad valora (Kerbo, 2003).

La desigualdad social es construida y representada por diferentes agentes, ubicados en órdenes de distinto valor, siguiendo habitus estructurantes que reafirman las características diferenciales sobre el otro. En este juego entran los capitales y sus particulares configuraciones. Los agentes son ordenados y objetivados en estructuras desiguales de acuerdo con las reglas establecidas en el campo por lo tanto las características de ingreso, gasto, movilidad, raza, genero, poder, prestigio y relacionales serán parámetros de aumento o disminución en estos capitales. Estas mismas características señalan tipos de análisis e inclusive marcan las explicaciones sobre la persistencia de la desigualdad que se institucionaliza y se mantiene gracias a los sistemas de exclusión e inclusión que ella misma funda.

La desigualdad digital

En los resultados iniciales sobre la investigación en curso de encontraron algunos elementos que alimentan la correlación existente entre la acumulación del capital TIC y la desigualdad digital como parte del habitus actual de las clases medias en Bogotá. Entre estos resultados están: a) Los artefactos TIC son parte del capital TIC objetivado, al que los agentes de clase media asignan valor simbólico de acuerdo a las marcas y a las funcionalidades que dichos aparatos prestan. Tener un aparato de alto valor simbólico marca al agente que lo posee y lo ubica en un estatus privilegiado en el campo; b) las prácticas de permanencia en el campo social requieren del mantener las relaciones mediatizadas por los dispositivos tecnológicos. Estas relaciones ameritan una actividad demandante por sus altas frecuencias en el uso de dispositivos para mantener redes o lograr obtener información; c) Demostrar conocimiento sobre los procesos o bienes TIC muestran un saber más incorporado, pues no logra ser institucionalizado porque no ha pasado por el conocimiento puramente técnico y formal. Este saber también matiza la diferenciación social entre los que han nacido rodeados de tecnologías y los que han adolecido de ella; y d) Los mismos medios son los que facilitan su manejo y apropiación, convirtiéndose en agentes productores de bienes simbólicos a la vez que se convierten en fuente de socialización o incorporación.

Todos los anteriores hallazgos de manifiestan en los procesos de construcción de la brecha digital que a su vez es producto de los habitus de exclusión presentes y estructurantes en el dominio de las tecnologías de información y comunicación. La brecha digital es definida por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 2001), como “el desfase o división entre individuos, hogares, áreas económicas y geográficas con diferentes niveles socioeconómicos con relación tanto a sus oportunidades de acceso a las tecnologías de la información y la comunicación, como al uso de Internet para una amplia variedad de actividades” (p.5).

Las estructuras estructurantes o el habitus de exclusión y de desigualdad ya pre-existentes en la sociedad desigual de clases sociales, influye junto con sus lógicas, a mantener la brecha digital que no puede verse solo como acceso y uso de las TIC sino como parte de la brecha de inequidad que posee rasgos de complejidad de acuerdo a la sociedad donde se presenta:

Como bien lo ha demostrado Castells (2001, 275-299), la brecha digital no solo se construye a partir de las diferencias socio-económicas, sino, también, de diferencias étnicas, generacionales, de género, y de capital cultural. A lo cual también agregaríamos otra de carácter simbólico entre quienes comprenden y se apropian de sus ventajas y potencialidades (Benítez y Winocur, 2010,12).

Es así, como la brecha digital posee una dimensión política, pero también económica, social y simbólica. Por ello, cada vez más insistentemente se vincula la brecha digital con las dinámicas sociales de inclusión/exclusión y de participación social como urgencia para el logro de un bienestar integral del sujeto contemporáneo.

El habitus del capital TIC empuja a los agentes a comportamientos y requerimientos que entre otras presiona por consumos de aparatos en continuo movimiento de precios y marcas; una demandante interacción virtual para generar vínculos; aprendizajes rápidos para manejos simples tecnológicos y lenguajes esnobistas, entre otros.

Los agentes actuales luchan por tener dominio y acumulación del capital TIC, ya que este mismo permite una inclusión y movilidad social pero que a la inversa genera inequidad y desigualdad social. Entonces, disminuir la brecha digital no se limita al acceso a Internet o lograr la posesión de un bien que permita dicha conectividad, sino que transcurre por la necesidad de conseguir el necesario capital TIC que como se anotó, comporta un exigente habitus en sus diferentes manifestaciones (objetivado, incorporado e institucionalizado). Esto requiere de un cambio o trasformación social que va desde las formas de relación hasta las disrupciones comportamentales de experiencia de vida en cuanto a lenguajes, aprendizajes y afrontamiento de las nuevas desigualdades dadas en un campo social mediado por las tecnologías de información y comunicación actuales.

Referencias

Benítez, S. y Winocur, R. (2010). Internet y la computadora como estrategias de inclusión social entre los sectores populares. Imaginarios y prácticas desde la exclusión. Revista Comunicação y Inovação, 11(20), pp. 3-25.

Bourdieu P. (2000). Las formas del capital. Capital económico, capital cultural y capital social. En Poder, derecho y clases sociales. Bilbao: Editorial Desclée de Brouwer.

Bourdieu, Pierre y Wacquant, Loic. (2008). Una invitación a la sociología reflexiva. Buenos Aires: Siglo XXI.

Buckingham, D. (2008). Más allá. de la tecnología: aprendizaje infantil en la era de la cultura digital. Buenos Aires: Manantial.

De Certeau, M. (1980). La invención de lo cotidiano. México D. F.: Universidad Iberoamericana Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente.

Kerbo, H. (2003). Estratificación social y desigualdad. Madrid: McGraw Hill.

OCDE (2011). Understanding the Digital Divide. En: www.oecd.org/dataoecd/38/57/1888451.pdf

Winocur, R. (2009). Robinson Crusoe ya tiene celular: la conexión como espacio de control de la incertidumbre. México: Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa.