ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

Comunicar para la paz, Montes resilientes

Sebastián Forero Rueda

Estudiante de último semestre de Comunicación Social con énfasis en periodismo y de Ciencia Política con Énfasis en Resolución de Conflictos de la Universidad Javeriana.

forero.sebastian@javeriana.edu.co

Resumen

Esta experiencia es un vivo relato de comunicación para la paz, en el que, a través de un medio de comunicación comunitario, se logran transformar las dinámicas del territorio, concebido como un elemento integral. El Colectivo Línea 21, por medio de la tríada en educación, comunicación y cultura, recupera el espacio público, reconstruye el tejido social roto por el conflicto armado y propone estilos de vida alternativos que alejan a los jóvenes de dinámicas de violencia presentes en sus entornos. Este trabajo presenta una mirada al contexto de la región de los Montes de María, en el cual surge el Colectivo; esboza las categorías de comunicación para el desarrollo y construcción de paz en las que se inscriben las prácticas de comunicación de dicho Colectivo, y problematiza a su vez las concepciones clásicas de dichas categorías, para dar paso a una comprensión subversiva de la comunicación para la paz.

Palabras clave: comunicación, paz, desarrollo, cultura, transformación.

Conflicto armado en los Montes de María

Los Montes de María es una región empotrada entre los departamentos de Bolívar y Sucre, compuesta por 15 municipios, siendo El Carmen de Bolívar su capital natural. En la historia del conflicto armado en el país, esta región merece particular atención por la confluencia de actores que atravesaron este territorio, las masacres cometidas allí y el desplazamiento de cientos de miles de pobladores que desde la década de los 90 tuvieron que abandonar la región.

Los orígenes del conflicto armado contemporáneo en la región Montemariana se pueden ubicar en la década de los 80 cuando algunos grupúsculos de lo que se puede considerar “semillas” del paramilitarismo empezaron a surgir apoyados por los hacendados para contrarrestar las múltiples reclamaciones de tierra de los campesinos organizados en la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos ANUC. Una década después, las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá llegaron a la región en su proceso de unificación del fenómeno paramilitar a nivel nacional. A su vez, la guerrilla, en particular las FARC, aumentó su presencia en distintos municipios de la región a través de los frentes 35 y 37.

A partir de ese momento, se desencadenó en esta región una ola de violencia entre masacres paramilitares, atentados guerrilleros, asesinatos a líderes sociales y enfrentamientos con la fuerza pública. Uno de los más lamentables acontecimientos fue la masacre de El Salado, corregimiento del Carmen de Bolívar, ocurrida en el año 2000 y perpetrada por los paramilitares. Esta violencia fracturó la vida en los municipios de Los Montes de María.

Luego de la desmovilización de los grupos paramilitares en el año 2003 y de que el Ejército mermara considerablemente a la guerrilla en estos municipios, la región ha venido reconstruyéndose y su economía ha venido mejorando. Muestra de ello es el aumento en los precios de la finca raíz, que durante la violencia de los 90 llegaron a ser irrisorios. Luego de la ley 1448 del 2011, se lleva a cabo en la región un proceso de restitución de tierras.

En este proceso de recuperación de la región, han surgido también experiencias comunitarias que buscan crear memoria sobre lo que sucedió allí y contribuir en la reconstrucción del tejido social roto por la violencia. Muchas de esas experiencias están vinculadas o relacionadas con medios de comunicación comunitarios: emisoras, canales de TV; esto enmarcado en el nivel nacional donde luego y durante el conflicto armado han florecido numerosos ejemplos de medios comunitarios en medio de contextos violentos.

Un trabajo de grado de unos estudiantes de la Pontificia Universidad Javeriana da cuenta de este florecimiento de experiencias de construcción de paz a través de medios comunitarios. Ese trabajo presenta una sistematización de las experiencias expuestas en el Seminario Internacional de Comunicación y Paz. Esas iniciativas, en su mayoría comunitarias, se ubican geográficamente a lo largo de todo el territorio nacional. Muchas de las experiencias sistematizadas con frecuencia evidencian la necesidad de que las iniciativas provengan desde la base misma de las comunidades: pobladores, jóvenes, víctimas; esto con el fin de generar empoderamiento en esas comunidades y que ellas mismas estén al frente de dichos medios comunitarios y generen sus contenidos.

Tanto ese trabajo, como otro elaborado también por estudiantes de la Universidad Javeriana de la facultad de Comunicación y Lenguaje, se refieren a un medio comunitario de construcción de paz en Los Montes de María: Colectivo Montes de María Línea 21. El accionar de este colectivo será revisado en relación con dos categorías básicas: comunicación para el desarrollo y construcción de paz (enfoques ambos que serán a su vez, cuestionados).

Comunicación para el desarrollo/ Comunicación y cambio social

La conceptualización estará regida por dos transiciones paralelas a las que Gumucio (2001 y 2004) y Rodríguez (2001) se han referido: del desarrollo vertical al desarrollo basado en la comunicación y de los medios masivos de comunicación a los medios comunitarios. Es con base en estas dos transiciones, que la dimensión de la comunicación para el desarrollo adquiere pleno significado.

Tanto Rodríguez como Gumucio coinciden en anotar el cambio de dirección en el concepto de desarrollo para los países del tercer mundo. Para Gumucio, antes de la década de 1990, la concepción que se tenía era la de “un desarrollo vertical, indiferente a las particularidades culturales de cada país, arrogante en su manera de plantear que el «conocimiento» procede del norte, de los países enriquecidos, o de las clases «ilustradas» en cada país.” (2004).

En el mismo sentido, Rodríguez (2001) señala la transición de la imposición a la colaboración. De un modelo de desarrollo bajo el cual las comunidades seguían los parámetros dictados por los ‘expertos’ en desarrollo de las agencias internacionales, que conllevó las críticas de los académicos en el Tercer Mundo, señalando la dependencia a los países colonizadores y el sinnúmero de proyectos frustrados; se generó “un nuevo paradigma de desarrollo, basado en una relación más balanceada entre expertos, agencias y comunidades. Concebido como una empresa de colaboración, el desarrollo se entiende, entonces, como un intento conjunto de moldear el futuro de las comunidades marginales”.

Esta desconexión entre los imaginarios de quienes concebían las líneas de desarrollo para el tercer mundo y las necesidades reales de estos países trajo consigo un sinnúmero de proyectos de desarrollo inacabados.

En el nuevo paradigma de desarrollo, por el contrario, la comunicación fue considerada imprescindible como línea transversal a todos los proyectos de desarrollo. En este punto, Gumucio hace referencia a aquellas organizaciones de Naciones Unidas que empezaron a promover la comunicación para el desarrollo como la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), quien tomó el liderazgo en este aspecto y llevó a cabo reuniones con especialistas de comunicación para establecer un diálogo e incidir en todos los niveles de decisión. Lo mismo puede decirse de la Unicef con sus movilizaciones sociales y la utilización de estrategias múltiples o la Unesco con sus informes sobre el desequilibrio de la información en el mundo.

El conocimiento local, la identidad, la cultura, fueron factores que empezaron a ser tenidos en cuenta por las organizaciones internacionales en cabeza de los proyectos de desarrollo. “A medida que la participación comunitaria pasó a ser un componente necesario, y dado que una comunidad sin poderes no tiene muchas posibilidades de ser un participante activo, el otorgar poderes a las comunidades se convirtió en un objetivo fundamental de la Comunicación para el Desarrollo.” (Rodríguez, 2001).

Pese a los profundos avances en materia de comunicación para el desarrollo, Gumucio anota las limitaciones y retos que aún tiene por delante este campo. El autor ha señalado que en muchos casos la comunicación para el desarrollo se convirtió en una etiqueta institucional y que aún existe una gran brecha entre quienes generan los proyectos y sus beneficiarios.

Antes de entrar a analizar la transición de los medios masivos a los medios comunitarios, es necesario abordar un debate conceptual que ha discutido el uso de la categoría “comunicación para el desarrollo”. Se trata de aquel señalado por José Miguel Pereira y Amparo Cadavid (2011) quienes hacen referencia al concepto de comunicación para el cambio social. De acuerdo con los autores, “Comunicación para el desarrollo denomina el campo de la comunicación en función de un modelo de desarrollo y ubica la comunicación como un instrumento al servicio del modelo.” Modelo de desarrollo que puede ser entonces neoliberal, modernizador, socialdemócrata o revolucionario.

Comunicación para el cambio social, por su parte, hace referencia a concebir la comunicación de una manera más integral, “señala la capacidad propia que surge de la comunicación como campo de construcción social y cultural para transformar esa sociedad en su conjunto.” Al usar este concepto, se reúnen entonces las características de las que se venía hablando más arriba: “es participativa, surge de la sociedad; se basa en la propia cultura, por ello se respetan las lenguas y la historia; usa las tecnologías disponibles; busca alianzas y establece redes; y es democrática: crea espacio para la expresión y visibilidad de todos.” (Pereira y Cadavid, 2011).

Paralelamente, o tal vez como un resultado de este cambio en la dirección del concepto de desarrollo, se ha producido la segunda transición a la que se hizo referencia más arriba: de los medios masivos de comunicación a los medios comunitarios. “El papel de los medios de masas, particularmente en los países del Tercer Mundo, era el de guiar a las sociedades “atrasadas” hacia la modernización y hacia el uso de nuevas tecnologías.” (Rodríguez, 2001).

Sin embargo, desde el Tercer Mundo se empezó a desafiar la creencia de que los medios de masas eran los adecuados para generar cambio social. Según Rodríguez, “esta convicción hizo que activistas y académicos alrededor del mundo se lanzaran a explorar posibilidades distintas. El resultado ha sido un movimiento mundial inclinado por el uso de los medios ciudadanos en los procesos de cambio social.” (2001). Es importante aclarar en este punto, que las experiencias de comunicación alternativa y comunitaria no surgieron hasta después de la década de 1990 sino que venían desarrollándose desde mediados del siglo XX alrededor del mundo pero con importante presencia en América Latina (Gumucio, 2001).

Rodríguez ha sido enfática en resaltar las virtudes de los medios comunitarios en los procesos de cambio social. De acuerdo con la autora, el acceso a dichos medios permite a las comunidades que han sido históricamente marginadas de los procesos de desarrollo, romper con la cultura del silencio, fomentar la propia confianza y el sentido de identidad para su actuar en el mundo y generar conciencia sobre sus propias realidades.

Construcción de paz

Aunque la producción académica sobre la resolución de conflictos y la construcción de paz es amplia, para efectos de este texto resulta conveniente, de manera inicial, abordar los planteamientos esbozados por Lederach (1998) en relación con su marco para la construcción de la paz. Se analizará entonces su modelo de los tipos de actores en la resolución de un conflicto y los enfoques para la construcción de paz con base en esos actores.

Lederach plantea una pirámide en la cual sitúa tres tipos de actores que clasifica en las categorías de liderazgo alto, medio y de base. Para cada tipo de liderazgo formula entonces unas actividades concretas en las que pueden participar. Con respecto a los actores de liderazgo alto, el autor afirma que son o pretenden ser los líderes máximos del Gobierno y del grupo rebelde de oposición en un conflicto interno. “Son los portavoces de sus comunidades y de los asuntos que, según ellos, generan y resolverán el conflicto. Es muy importante reconocer que en la mayoría de los casos este nivel representa unos pocos actores clave dentro del escenario más general” (Lederach, 1998).

Usualmente es con estos líderes con los cuales la comunidad internacional se relaciona en tanto los concibe como aquellos con la influencia y capacidad para la toma de decisiones.

En relación con este tipo de actores se construye un enfoque para la construcción de la paz de arriba hacia abajo. Se busca identificar a los líderes del nivel superior de las partes en conflicto y llevarlos a la mesa de negociación. En orden de seguir este proceso la primera medida que se busca entre las partes es el cese de hostilidades. Este enfoque se construye sobre el presupuesto de lo que el autor denomina ‘goteo’ lo cual hace referencia a que se cree que los logros alcanzados al más alto nivel se transmitirán hacia abajo, al resto de la población.

Un segundo tipo de actores, los de liderazgo medio, se pueden tipificar como aquellos que no necesariamente están conectados de manera directa con la estructura del Gobierno o del grupo de oposición pero que cuentan con un reconocimiento en la medida que pueden pertenecer a redes o grupos religiosos, instituciones académicas o humanitarias. Funcionan generalmente a nivel informal aunque también pueden haber formalizado sus relaciones.

En este grupo de actores de liderazgo medio también pueden encontrarse miembros pertenecientes a un grupo étnico minoritario que puede estar involucrado en el conflicto. Por lo general gozan de reconocimiento al interior de ese grupo minoritario como por fuera de él. Debido a la posición que ocupan, son conocidos por los líderes del nivel superior y a su vez tienen mayor conexión con la comunidad.

Para este grupo de actores el autor plantea un enfoque de construcción de paz ‘del medio hacia afuera’. Lo anterior se construye sobre la idea de que en este nivel se encuentran líderes con una posición determinante en el conflicto lo cual conlleva a que si estos se integran de manera adecuada podrían construir la infraestructura necesaria para alcanzar y mantener la paz.

El tercer tipo de actores planteado por Lederach, hace referencia a los liderazgos en las bases. Estos líderes representan a las masas, a las bases de la sociedad. A quienes sienten de manera más aguda las consecuencias del conflicto. Lo sienten en la vida cotidiana. En una situación extrema de conflicto, los individuos de este sector se caracterizan por una mentalidad de supervivencia.

Los líderes de las bases suelen provenir de ONG autóctonas, miembros de sanidad, organizaciones locales, campamentos de refugiados. “Se trata de personas que conocen perfectamente el miedo y el sufrimiento de la población, que entienden muy bien cómo funciona la política de un determinado lugar y conocen cara a cara a los líderes locales del gobierno y de la milicia” (Lederach, 1998).

En relación con este tipo de líderes el autor plantea un enfoque para la paz ‘de abajo hacia arriba’. Lo anterior hace referencia al proceso mediante el cual se promueven iniciativas a nivel local que posteriormente tendrán repercusiones a nivel regional y nacional. El supuesto aquí es el contrario al que se tenía en el modelo de ‘goteo’ descrito más arriba; es decir, no se espera aquí que lo alcanzado en las negociaciones de alto nivel llegue luego a todos los sectores de la sociedad, sino que lo que se construye en contextos locales pueda ser reproducido en ámbitos más amplios.

Es fundamental resaltar el papel que cumplen los líderes de base pues “Podría argumentarse que prácticamente todas las transiciones a la paz recientes, como las de El Salvador, Etiopía o la anterior de Filipinas, se debieron en gran parte a la presión por el cambio impulsada desde las bases” (Lederach, 1998).

Para este trabajo, el liderazgo de los sectores de base va a resultar de gran importancia pues es allí donde se enmarca el trabajo que se ha venido desarrollando desde el Colectivo de Comunicaciones Montes de María Línea 21. Es en este Colectivo también donde se entrelazan las nociones desarrolladas anteriormente de comunicación y desarrollo, y resolución de conflictos.

Colectivo de comunicaciones Montes de María Línea 21

De acuerdo con la narración de Soraya Bayuelo, directora del Colectivo, este nace en 1994, como resultado del proceso a través del cual varios jóvenes habitantes del municipio de El Carmen de Bolívar se juntaban en la plaza del municipio a tocar guitarra, a hacer crítica social, a leer poesía. Su intención inicial se dirigió a construir una casa de la cultura, pues en ese momento, ese grupo de jóvenes trabajaba de manera fuerte el teatro y la literatura. Luego el proyecto se abandona con la entrada de la violencia a la región y los jóvenes además empiezan sus carreras universitarias. Soraya entonces estudió Comunicación social en la Universidad Autónoma del Caribe, en Barranquilla.

El Colectivo de comunicaciones se pone en marcha entonces en el 94. En los relatos sobre la historia de este grupo salta a la vista un hito enmarcado en los años de confrontación armada más profunda. Alrededor del año 2000, existía en el municipio de El Carmen de Bolívar lo que se conoce a lo largo del país como el ‘toque de queda’ según el cual nadie podía estar en las calles luego de las seis de la tarde. En ese contexto, el Colectivo toma la decisión de proyectar en la noche en la plaza principal del municipio, una película e invitar a los habitantes a que salieran a apropiarse de ese espacio. Acciones como esa, le valieron al Colectivo el Premio Nacional de Paz en el año 2003, que resaltaba su labor en la generación de convivencia pacífica y en la reconciliación.

Entre sus proyectos, han velado por el fortalecimiento de la radio como espacio cultural para los jóvenes; han elaborado programas radiales por la defensa de los derechos humanos; se han vinculado al campo de la educación para promover una sana convivencia en la región. Actualmente, trabajan en el proyecto ‘Una cinta de sueños por la paz, la reconciliación y la memoria de los Montes de María’ en el que se realizan talleres de formación audiovisual en distintos municipios de la región. Este proceso ve sus frutos en el Festival Audiovisual de los Montes de María, creado también por el Colectivo, que en el 2017 llega a su sexta versión. En ese festival, cada municipio de la región presenta un cortometraje elaborado por pobladores locales organizados en asociaciones que trabajan en conjunto con el Colectivo y forman a su vez la Red de narradores y narradoras de la memoria. El Festival además, es un espacio de encuentro para que habitantes de toda la región construyan lazos de confianza y se fortalezca el sentido de pertenencia a una misma región.

El Colectivo trabaja a partir de la tríada en comunicación, educación y cultura para incidir en la recuperación del espacio público, la reconstrucción del tejido social roto y la construcción de memoria. Incluso avanza en lógicas de reparación simbólica a las víctimas, siendo conscientes sin embargo, de que son una organización civil que no tiene esa obligación.

Hacia una comprensión subversiva de la comunicación para la paz

La palabra ‘subversiva’ debe entenderse en el sentido de que subvierte un orden establecido en términos de producción académica sobre la construcción de paz e incluso sobre la producción del conocimiento mismo. El punto de partida para esta comprensión que se propone aquí, son las Epistemologías del sur, desarrolladas ampliamente por Boaventura de Sousa Santos. Esta teoría se enmarca en términos de la injusticia cognitiva, la injusticia entre conocimientos; la más grande de las injusticias diría el autor. Esta “es la idea de que existe un solo conocimiento válido, producido como perfecto conocimiento en gran medida en el norte global, que llamamos la ciencia moderna” (Santos, 2011).

Por tanto las epistemologías del sur se configuran como un reclamo para que esos conocimientos otros que han sido históricamente excluidos, se revaloricen y se camine hacia un diálogo de saberes o una ecología de saberes, que reconozca el pluralismo de conocimientos.

En la misma línea, en la producción académica sobre construcción de paz han surgido nuevas teorías que ponen en tela de juicio las maneras clásicas de hablar de paz en la academia. Paz postliberal, paz subalterna, paz descolonizadora, son algunas de las categorías que emergen para poner en crisis la “paz liberal”.

La paz liberal es aquella que viene de arriba. De arriba en todo sentido. Primero porque su producción académica se da desde el Norte; se reproduce a su vez a través de las organizaciones internacionales que llegan a los contextos locales a imponer una agenda de paz; y en otro sentido viene también desde arriba en tanto el actor principal en esta teoría es el Estado.

Las nuevas comprensiones de paz apuntan a la construcción de paz desde abajo, “corresponde a los grupos subalternos que muchas veces han sido silenciados y se les ha querido imponer una paz liberal” (Fontan y Cruz, 2014). Si bien hace mucho tiempo se ha hablado de incluir a las comunidades en los enfoques de construcción de paz, estas siempre han tenido un papel secundario en los procesos y casi nulo en la producción académica de la paz. En ese sentido, “la paz desde abajo supone al subalterno como protagonista de su realidad y enfoca a la comunidad como tejedora de sus procesos” (Fontan y Cruz, 2014).

Es en este punto, en estos debates, es donde se inscribe este trabajo y hacia donde hay que caminar para comprender los procesos de comunicación comunitaria para la paz, pero cuyo abordaje debe ser siempre con cautela para no caer en las dinámicas colonizantes del conocimiento.

Referencias

Alfaro, R. M. (2006). Otra brújula. Innovaciones en comunicación y desarrollo. Lima: Calandria

Cruz, J. y Fontan V., (2014). Una Mirada Subalterna y desde abajo de La Cultura De Paz. Red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica.

Galtung, J. (1969). Violence, Peace, and Peace Research. Journal of Peace Research, 6,(3).

Gumucio, A. (2001). Haciendo Olas, Historias de Comunicación Participativa Para el Cambio Social. New York: the Rockefeller Foundation

Gumucio, A. (2004). El cuarto mosquetero: la comunicación para el cambio social.

Lederach, J. P. (1998), Construyendo la paz. Reconciliación sostenible en sociedades divididas. Bilbao: Gernika Gogoratuz

Lederach, J. P. (2008). La imaginación moral. El arte y el alma de construir la paz. Bogotá: Norma.

Pereira, J. M., Cadavid, A. (Editores.). (2011). Comunicación desarrollo y cambio social.

Rodríguez, C. (2001). Sociedad Civil y Medios Ciudadanos: Arquitectos de Paz para el Nuevo Milenio. Colombia Revista De Estudios Sociales, 8, 73–82.

Santos, B. de S. (2011). “Introducción: las epistemologías del Sur” in CIDOB (org.), Formas-Otras. Saber, nombrar, narrar, hacer. Barcelona: CIDOB Ediciones, 9-22.