ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

Imágenes de la sexualidad y género en los circuitos alternativos de la moda

Vaiolet Geraldine Viasus Franco

Estudiante de Comunicación Social y Periodismo de la Universidad Central.

vviasusf@ucentral.edu.co

Resumen

Se presentan las reflexiones que surgen por medio de la búsqueda de imágenes alternativas en la industria de la moda, al contar con perspectivas de distintas personas que participan en esta. El texto refleja un trabajo de investigación teórico-práctico, en el que se muestran otras formas de interpretación a partir de la disolución de normatividades impuestas por la sociedad. Se concluye la importancia de la creación de nuevos relatos en la transformación del discurso.

Palabras clave: subjetividad, performatividad, sujeto, alteración, estereotipo.

Introducción

Entre todas las costumbres que posee el sujeto promedio, predominan aquellas que se encuentran mediadas por una categorización impuesta por la sociedad, esas mismas que determinan los patrones o estereotipos a los que se esta comúnmente habituado y que permiten una división notoria en distintos aspectos, como por ejemplo la delimitación en la diferencia de sexos.

Una delimitación que parte desde una narrativa lingüística y una construcción del relato propio del ser en donde se involucran todos aquellos discursos a los que se refiere consciente e inconscientemente, sobre todo uno esencial que estructura y determina comportamientos subjetivos como lo es la moda. Partiendo desde un análisis, en donde se evidencia como la vestimenta permite abrir horizontes y perspectivas propias y novedosas que retratan la creatividad y fomentan el escape a los modelos tradicionales de género, a los cuales se está acostumbrado porque se mantiene la idea del prototipo binario.

Así entonces, se transporta el contexto a un espacio donde no solo se estudian los aspectos visuales y artísticos, sino que también entra en discusión de análisis, aquellas conductas y construcciones sociales en las que intervienen la sexualidad, la identidad y el desarrollo individual, aspectos a los que se les puede vincular con la interpretación del sujeto o en un caso más específico, del cuerpo. Llegando así, a un problema central, que es entender la definición de los relatos desde la neutralidad del género, y hacer de él un espacio social perceptible a nivel comunicativo en el reconocimiento del yo. Base inicial para comprender la mirada versátil y amplia que posee la moda e interviniendo en un campo específico como lo es la alternatividad.

Partiendo desde lo ya mencionado, se recurre a una herramienta reflexiva que permita identificar cuáles son los códigos y la clasificación sobre la cual se empiezan a romper los esquemas, entendiéndose por códigos todas aquellas prácticas y lenguajes de uso indeterminado, evidenciarlas como un reflejo que parte de la experimentación individual y desarrollándolas como cualidad digna de identificación en un escenario abyecto, explorando modelos que no se encuentran completamente constituidos como los andróginos y estructurando nuevas etiquetas en el amplio mundo de la moda, todo en torno a la normatividad del lenguaje y sustentando el porqué surgen respuestas contestatarias desde un discurso como el de la moda.

Marco teórico

La construcción del discurso de la moda

A partir de los patrones culturales e industriales que definen la moda como una alteridad del sujeto, se trabajan todos aquellos aspectos aledaños a la personalidad e identidad del mismo, esto es un juego de intercambio y posicionamiento de los discursos ya conocidos para poder referir los comportamientos que posee dicho sujeto y asimilarlos como un resultante de la búsqueda a través de los códigos y sistemas comunicativos que con el tiempo han transgredido la posición social del cuerpo.

Existe un sinfín de normas que categorizan la moda en ámbitos sexuados y como no entenderlos si su raíz parte bajo la clasificación del lenguaje, en donde la división de género es fundamental y en esencia se ha mantenido un régimen que determina lo que se debe interpretar como masculino y femenino.

Pero el cuerpo hoy en día no pertenece a estos estereotipos comunes, al contrario, es un retrato estético que se guía de lo biológico y lo transforma de manera individual, sus prácticas se construyen de acuerdo a todo lo que tiene a su alrededor e involucran un conocimiento, así como lo plantea Le Breton, “Del cuerpo nacen y se propagan las significaciones que constituyen la base de la existencia individual y colectiva. Es el eje de la relación con el mundo, el lugar y el tiempo con el que la existencia se hace carne a través de la mirada singular de un actor. A través de él, el hombre se apropia de la sustancia de su vida y la traduce en dirección de los demás por intermedio de los sistemas simbólicos que comparten con otros miembros de su comunidad” (Le Breton, 2007, p. 7-8).

Dichas aclaraciones surgen luego de una revolución que trae consigo el siglo XXI, en donde la moda se implanta como una institución movible que discrimina una categorización de género, y en forma de protesta implanta nuevas tendencias que se pueden enmarcar como alternativas. Gracias a ello comienza una era donde se empieza a tratar la moda como un arte y el cuerpo se posiciona como el lienzo sobre el cual se dibujan y desdibujan los diseños, siempre con la creatividad implícita y manejando conceptos como la escultura y el retrato vivo de ella, revolucionando el orden social al que se está acostumbrado y revelando que la intersección de la moda con el arte abre puertas a una transformación que se hace necesaria a partir de todo el proceso de liberación que han sufrido quienes trabajan el papel de la moda.

Porque, en teoría, esta no siempre se ha identificado como un espacio de libertad y diseño autóctono; en sus inicios fue una forma de implementar tensiones culturales, en un área en dónde no solo se posicionaba como una figura social, sino también la moda como un referente político mucho más fuerte que cualquier otro, siempre tuvo a su favor el poder mantener independencia de cualquier otro eje cultural, la misma posición que le dio el empoderamiento suficiente para sostener las ideas de individualidad y no permitir que su dinamismo se saliera de los parámetros establecidos.

Hay quienes defienden esas cualidades reflexionando acerca de los parámetros en la moda. Baudrillard, es una de esas personas y define la moda como aquello que no puede ir en fuga de lo establecido, “La moda como sistema de representaciones. Juego de formas infinitamente combinable que da la impresión subjetiva de individualidad y soberanía, pero que cumple la función inconsciente de clasificación y jerarquización social. El código habla a los individuos por medio de los ropajes, que más que ser utilizados por los individuos son ellos los que utilizan a los individuos para representar un sistema de similitudes y diferencias que reproducen el lenguaje de las apariencias más allá de la historia”. (Baudrillard, 2009, p.29).

En ese sentido, el hombre no es quien define los códigos, es el sistema al que pertenece aquel que rige los arquetipos a los cuales nos referimos y la moda como su intrínseca aliada da pie para la formulación de una teoría más concreta en donde el consumo entra a jugar un papel importante alrededor de todas aquellas impresiones subjetivas de la estética en la moda; al respecto Lipovetsky dice: “El sujeto se construye para venderse, para autovenderse y autodefinirse, o simplemente, para mostrarse. En este caso se entiende que el problema de la moda como instrumento de la narración del sí, atañe directamente a la sensibilidad y la perspectiva de un mercado estético específico. “Eso es la sociedad posmoderna; no está más allá del consumo, sino que es su apoteosis, su extensión hasta la esfera privada, hasta en la imagen y el devenir del ego llamado a conocer el destino de la obsolescencia acelerada, de la movilidad, de la desestabilización” (Lipovetsky, 1986, p. 10).

La moda es un discurso en sí, ese mismo que propone para su legitimación y la interpretación legible de todo mundo, una tendencia que impone todas aquellas cualidades con la capacidad de definir cuál es el punto de fusión con el cuerpo y que tipo de papel cumple alrededor de toda su teoría, Joanne Entwistle realiza un acercamiento más teórico y digerible en su obra “El cuerpo y la moda. Una visión sociológica (2002)” allí menciona: “Tanta importancia tiene la ropa en nuestra lectura corporal que puede sustituir la diferencia sexual en ausencia de un cuerpo. Así, una falda puede significar “mujer” y, de hecho, se utiliza a veces (de un modo insultante) para referirse a las mujeres, mientras que los pantalones significan “hombre” (Entwistle, 2002, p.6).

Cabe entonces preguntarse cuál es la posición que tiene la sexualidad frente a la representación del cuerpo y nuevamente el hecho de que esta mediado por el lenguaje, en donde se le reconoce como un lugar de expresión, allí el sujeto construye su identidad y es el primer lugar donde se definen una serie de prácticas propias del consumo y de la cultura. “El cuerpo es un texto socialmente construido, un archivo orgánico de la historia de la humanidad como historia de la producción-reproducción sexual, en la que ciertos códigos se naturalizan, otros quedan elípticos y otros son sistemáticamente eliminados o tachados” (Preciado, 2011, p.18). Hablar de cuerpo equivale a hablar de sexualidad, pues es el espacio donde él cobra vida.

Además, las tendencias son un reflejo semiótico de la estricta dualidad entre los géneros, con todas las transformaciones que han surgido a su alrededor se quiere descategorizar esa jerarquización sexual donde no hay cabida alguna para los nuevos cuerpos, a los que podemos identificar como andróginos o quizás como alternativos, modernos y descentralizados.

Beatriz Preciado, es una filósofa y activista que alude a la construcción de los cuerpos y propone en distintas obras como “Manifiesto contra-sexual” (2002) miradas menos sesgadas y mucho más amplias frente al control, analiza la sexualidad como una condición del género y nos habla de una producción y reproducción constante, que ha dado pie para entender cómo las respuestas en dispositivos socioculturales como la moda, han contrarrestado un concepto tan ambiguo y cerrado tal como una sexualidad binaria.

Hoy en día, con procesos de modernización tan acelerados y la exigente tarea de estar innovando constantemente frente a ideas socioculturales, se ve la necesidad de practicar y fomentar teorías que permitan la narración y existencia propia en sí, en donde sea permitido el hecho de reconocer al yo a través de la experimentación simbólica y en cierto sentido practicar un narcisismo sincrónico a la identidad.

Actualmente en términos de expresión del individuo, se esta imponiendo una configuración del ser a través del cuerpo y una de las teorías que fundamenta dicha imposición es la teoría queer; aquí se pretende situarse en un apartado discursivo que alude a la tipificación de la comunidad LGBTI. En su mayoría son propuestas de liberación que van más allá de las organizaciones y no relacionan los esquemas sociales de manera conservadora sino que presentan una imagen más contemporánea de la relación entre las sensibilidades y las acciones, Rosi Braidotti reflexiona apuntando a “una identidad como sitio de las diferencias” y piensa el cuerpo desdibujando la idea de género institucionalizado, enaltece la “hibridación del género” encaminando dicha idea hacia una liberación desde el cuerpo y a partir de visiones plurales. Desde un cuerpo que no se define por categorías y que pueda intervenirse de la manera en que el individuo se sienta dueño de sí mismo. (Braidotti, 2004, p. 142)

Sin necesidad de esquematizarse como un único sistema o esquema que se autodefine, evidencia una exploración del pensamiento que enseña distintas y diversas formas en donde su principal canal transmisor es la moda y lo que de ella devenga.

Con el paso del tiempo, parecen diluirse esas formas de identificación que presentan el ser hombre o ser mujer, donde el reconocimiento surge a partir de las prendas y la división que estas mismas enseñan como por ejemplo la falda (perteneciente al sexo femenino) y el pantalón (perteneciente al sexo masculino) el sujeto es performativo al altruista de manera repetitiva porque no se neutraliza ni siquiera realizando un recuento por toda su vida.

Judith Butler es una de las personas que plantea el género de tal forma que hace de este una identidad instituida-construida: “En este sentido, el género no es, de ninguna manera, una identidad estable; tampoco es el foco operativo de dónde procederán los diferentes actos; más bien, es una identidad débilmente constituida en el tiempo: una identidad instituida por una repetición estilizada de actos” (Butler, 1998).

De la mano de dichas acepciones surgen los modelos hoy conocidos como andróginos, unisex e híbridos, que rememoran todo el desprendimiento posmoderno sobre el cual gobiernan los cuerpos como una potencia, aquí se alteran los límites entre lo femenino y lo masculino y se discute la emergencia de situaciones y aspectos abyectos, que como bien se sabe es el lugar donde lo negativo y lo no permitido tiene una cabida, estas situaciones reorganizan una escenografía artística y funcionan como puente hacia lo alternativo, una “deformación” cultural que no depende de los estereotipos o estructuras de aquellos líderes a los que siempre se ha atenido el ser humano en sí, porque de este parten unas modalidades de mando en donde siempre se le da poder a un ente por encima de sí mismo y son esas jerarquías de poder las que el sujeto moderno en medio de una crisis y una constante búsqueda de la identidad pretende desprenderse.

Con todo y lo anterior, cabe preguntarse qué tan didáctico resulta el juego de renombrar todo lo conocido en un ámbito de descomposición y sobre todo destituir las formas de posicionamiento ya conocidas, las cuales han sido soporte de la polifacética publicidad en la que surgen disidencias contemporáneas, brindando alteraciones y fragmentaciones negativas a la identidad, al respecto Lipovetsky dice: “Con el universo de los objetos, de la publicidad, de los mass media, la vida cotidiana y el individuo ya no tienen un peso propio, han sido incorporados al proceso de la moda y de la obsolescencia acelerada: la realización definitiva del individuo coincide con su desobstancialización, con la emergencia de individuos aislados y vacilantes, vacíos y reciclables ante la continua variación de los modelos” (Lipovetsky, 1986, p. 107).

Metodología

Para el análisis de esta investigación, se siguieron los lineamientos correspondientes a la teoría fundamentada en donde un proceso constructivista, permitió el surgimiento de categorías conceptuales que refieren al pensamiento individual. Dichas categorías parten de la utilización y búsqueda de una metodología cualitativa, términos como “comunicación, cuerpo y moda” son algunos de los que surgieron en tal investigación, no como su definición propia sino como un método etnográfico resultante de los instrumentos y las claves que arrojaron quiénes fueron objeto de estudio.

Esta metodología se encuentra categorizada en 3 momentos:

  • Observación participante
  • Teoría fundamentada
  • Entrevista a profundidad

Luego de un encuentro teórico extenso que dio pie al estudio de las modalidades y observaciones ya mencionadas en el marco teórico, se comienza un proceso de observación que converge la estructuración de diarios de campo y visitas periódicas a tiendas de ropa exclusivas y/o alternativas en la ciudad de Bogotá; el resultante de ellas es una codificación subjuntiva de aquello a lo que posiblemente hacen referencia quiénes compran y son usuarios de las tiendas, a partir de las categorías que se utilizan para construir las matrices, surgen las entrevistas a profundidad, en donde se realizan 6 encuestas a distintas personas pertenecientes a la industria de la moda alternativa (vendedores, compradores, artistas y aficionados) esto para saber específicamente cual es el pensamiento y la idea a través de la compra y el uso de la moda alternativa como espacio de narración propia.

Resultados

De acuerdo con las entrevistas realizadas y la codificación que surgió gracias a estas, se realizó una matriz en donde convergen las categorías que de esta parten, las más fuertes o más imponentes son: “género, moda, cuerpo y abyecto” de las cuales parten otras menos mencionadas, pero no menos importantes como “sujeto y espacio”.

La moda, como un diseño y una expresión propia del ser, una construcción social dentro de unos estereotipos que junta artes y diseño en un modelo de lectura corporal, permite satisfacer las ideas de la narración propia, esas mismas que dan pie para una construcción no cíclica sino en constante cambio, todos esos toques hacen de la transformación una llamada al sujeto para reconstruirse y a partir de dicha reconstrucción implementar nuevas tendencias que reflexionan sobre el papel de los “ropajes” no desde la interpretación del otro sino de la subjetividad alterna, aquella que guía y formaliza lo que se refleja, sin necesidad de llegar a una sobreinterpretación de sí; en esta categoría que sin dudarlo es la más importante de los resultados, se evidencia la autonomía con la que el sujeto posmoderno pretende hegemonizar la idea de la autenticidad y la creación propia.

Así entonces, los cánones estéticos que existen hoy en día no son más que la reverberación a partir de todo lo que se puede interpretar como novedoso, es la implantación de esculpir lo que se es a través de lo que se muestra. A partir de esto, se pone en tensión la categoría de género la cual se ve afectada desde la construcción de patrones alternativos, porque difieren de los modelos ya conocidos y sobre todo son un reflejo específico de cómo el ser humano es capaz de convertir el relato de la corporalidad y la personalidad en un ritual que se transforma de acuerdo a las combinaciones y la actitud con la que se enfrente la posición de la moda, el género a través de la historia y la estetización biológica es binario y constituido a través de dos patrones fundamentales (femenino y masculino).

En tanto una identificación propia, es la búsqueda de esa hibridación entre ambos géneros, pues la forma sexuada en la que se encuentra comúnmente no es más que una construcción social que los patrones alternativos pretenden romper desde el cuerpo como herramienta; en se sentido entra en juego el cuerpo transmitiendo un lenguaje intuitivo y descriptivo que define los estereotipos sobre los cuales trabaja, el cuerpo se presenta como una figura política que cualquier persona es capaz de transgredir desde el género y la sexualidad principalmente, porque es allí donde se muestra un escenario disyuntivo y dinámico que realza todas aquellas formalidades y posiciones performativas.

Deacuerdo a la descripción del sujeto posmoderno, donde la identidad parte de la moda como una institución, surgen ciertas tendencias y ciertos objetivos que constituyen la idea de algo novedoso, tan novedoso que se encuentra en la capacidad de ser completamente negativo para la sociedad, eso a lo que los pensamientos conservadores aluden y rechazan por enmarcar las infinitas posibilidades en donde no se puede pensar como un modelo a seguir digno de la verificación y aceptación de todo el mundo. Se llega al punto de entrada de una revolución estética que empodera al ser, lo comunica con un espacio en el que se identifica, demostrando así que la racionalidad de lo que se enseña con el cuerpo no parte únicamente de la subjetividad, sino que transmite lo que el entorno sugiere que se debe usar (un tipo de normatividad).

Alrededor de todos los espacios comunicativos y los distintos momentos que suceden mientras se crea una arquitectura corporal, se hibridan las dos últimas categorías resultantes de la codificación investigativa; el sujeto y los espacios se convergen como la definición propia que puede tener cada persona a la hora de nombrarse como partícipe del mundo de la moda, aquí intervienen una serie de ademanes como los espacios que rodean al ser y participan de la creación de su personalidad, la moldean a tal punto que intervienen en su subjetividad y en cómo esta subjetividad evidencia lo que quiere reflejar cada persona desde su interior.

Análisis

En resumen, las subjetividades que surgen a partir de la construcción de la moda no son más que una variable de la comunicación, dicha variable pone en tensión los patrones que hasta hoy se conocen como arquetipos sujetos a quienes los persiguen, influencian en los límites y transportan las alteraciones sexuales para intervenir en un espacio que comprende y formaliza la creación de tendencias alternativas, formatean el discurso no performativo y reflejan la organización de una nueva identidad, enseñan como la neutralidad de género es una elección a conveniencia del ser y sobre todo un poema y un relato abstracto que no es definible, sino completamente reinterpretativo cada vez que se desee.

Conclusiones

La moda como un discurso, se manifiesta a partir de un conjunto de prácticas subjetivas que dan cabida a nuevos procesos de construcción social, donde el sujeto posmoderno busca alterar divisiones jerarquizantes desde relatos tangibles, su manera de vestir es uno de ellos y a través de él brinda la posibilidad de moldear el cuerpo como un instrumento artístico; transmitiendo un mensaje que acoge todo a su alrededor y siendo un reflejo de posiciones transgresoras que dinamizan subjetividades como la sexualidad.

Referencias

Baudrillard, J. (2009). La sociedad de consumo sus mitos y sus estructuras. Madrid: Siglo XXI de España.

Braidotti. R. (2004). Feminismo, diferencia sexual y subjetividad nómade. Barcelona: Editorial Gedisa.

Butler, J. (1998). Actos performativos y constitución del género: un ensayo sobre fenomenología y teoría feminista. Theatre Journal, 40(4), 519-531.

Entwistle, J. (2002). El cuerpo y la moda. Una visión sociológica. Barcelona: Editorial Paidós.

Le Breton, D. (2002). La sociología del cuerpo. En D. L. Breton, La sociología del cuerpo (págs. 7-8). Buenos Aires: Nueva Visión.

Lipovetsky, G. (1986). La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Barcelona: Editorial Anagrama.

Preciado, B. (2011). Manifiesto Contrasexual. Barcelona: Editorial Anagrama