A diario nos quejamos del estrés o vemos que otros se encuentran «enfermos por estrés». Pero, en realidad qué es el estrés? Cuándo pasamos del cansancio al estrés? Cuáles son los factores que lo desatan y cuáles los posibles recursos individuales y colectivos para enfrentarlo?El programa fue emitido por Javeriana Estereo 91.9 Producción: Martha Solano Murcia, Nubia Torres Calderón, Ana María Lara Sallenave. Programa APS.
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En nuestra sociedad, la incomprensión de la diversidad sexual suscita actitudes y comportamientos excluyentes que provocan el sufrimiento de personas cuya orientación pone en entredicho formas dominantes y unívocas de entender la sexualidad y la vida afectiva. Con las voces y experiencias de personas sexualmente diversas, es posible entender la dimensión de una problemática que impacta a gran parte de la población. El programa fue emitido por Javeriana Estereo 91.9 Producción: Martha Solano Murcia, Nubia Torres Calderón, Ana María Lara Sallenave. Programa APS.
En nuestro entorno social es frecuente que relacionar vejez y enfermedad. Esa manera de ver una etapa a la que llegamos la mayoría de los seres humanos, puede cambiar si se piensa en la vejez como una posibilidad de recoger y portar experiencias pero además, si existe una preparación y un entorno en el que el apoyo favorece mejores condiciones para los adultos mayores. El programa cuenta con los aportes del reconocido geriatra Carlos Cano Gutiérrez.
El programa fue emitido por Javeriana Estereo 91.9 Producción: Martha Solano Murcia, Nubia Torres Calderón, Ana María Lara Sallenave. Programa APS.
«Gracias a la voz y la experiencia de Victoria, una enfermera que vivió en una zona de control paramiliar, se narra la manera cómo se fue transformando la salud mental de la comunidad, una vez los violentos pusieron en marcha una estrategia para romper el tejido social. Esta experiencia corrobora que la salud mental es un asunto que se vale de la vida colectiva. Recomponer la salud mental luego de experiencias tan dolorosas, en donde la muerte violenta estuvo presente, solo es posible a través del fortalecimiento de redes de apoyo, del diálogo y la participación.»
«Los pasados 8 y 9 de mayo de 2017, se realizó en la Pontificia Universidad Javeriana, el evento Para que suceda… El Buen vivir.
El evento estuvo centrado en las preguntas ¿Cómo hacer para que el anhelo del buen vivir colectivo sea un propósito y una experiencia en la vida de cada cual? y ¿Y este buen vivir tiene algo que ver con la salud mental?
La agenda del evento se construyó a partir de páneles sobre crianza, vida laboral, conflicto social, cuerpo y género.»
«Desde distintas miradas como la psicología, la ciencia política, la psiquiatría, la neurociencia se construye un concepto de salud mental en el que la vida colectiva, el capital social, las redes de apoyo y la satisfacción de necesidades básicas contribuyen al buen vivir colectivo.
Se presentan algunos resultados de la IV encuesta de salud mental realizada en el 2015, en los que se encontró que el 95% de las personas afirman tener salud mental asociándola a actividades cotidianas como comer, descansar, dormir y en algunos casos con superar momentos difíciles, tener la oportunidad de seguir adelante y sentir paz interior. de lo que se trata es de ir más allá de una noción individual para abordar la salud mental como un asunto colectivo.»
«Carlos Alberto Uribe, profesor titular del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes, habla sobre las disciplinas con las que tuvo diálogos la psiquiatría colombiana de la primera mitad del siglo XX: literatura, las artes plásticas y, particularmente, fotografía. Asi mismo, se hace un recorrido del encuentro entre la psiquiatría y algunas ciencias humanas y sociales como la antropología y sociología.»
Aunque la tecnología nos facilita la vida. Cuando hacemos un uso intensivo de ella es importante recordar que disfrutar y compartir con los otros es básico para nuestra salud mental. El desafío está en que las tecnologías no reemplacen la proximidad, el afecto y la comunicación genuina que caracterizan a las relaciones humanas.
Los prejuicios que tenemos sobre las personas (por su origen étnico, cultural, social o por su aspecto físico) inciden en nuestra interacción cotidiana, provocando formas de exclusión o discriminación. Descubrirnos como semejantes y estar abiertos al diálogo ayuda desarmar nuestros. En un mundo en el que cada día estamos más expuestos a pensamientos y formas de vida tan diferentes, abrir los ojos para entender las diferencias nos ayudará a vencer los obstáculos para la convivencia.
Por: Yeray S. Iborra |El Diario.es
Joan Tronto (Minnesota, 1952) asiente a cada palabra. Persigue con la mirada cada movimiento y atiende, con interés extraordinario, cada consigna que la jefa de prensa del Col·legi d’Infermers i Infermeres de Barcelona –donde ha realizado una charla– lanza. «Ella me cuida hoy», explica risueña.
Ella misma traza el paralelismo entre una anécdota tan nimia y lo robusto de su tesis de estudio: la ethics of care (ética del cuidado), teoría feminista de principios de los años 90, compete cada espacio de la vida de las personas. Ser consciente de ello es lo que hace que Tronto, doctora en la Universidad de Minnesota y acostumbrada a los viajes y simposios, muestre tanto interés en las palabras de su entorno.
Para Tronto, todo está relacionado con el cuidado: las relaciones, las estructuras… La democracia. «Por supuesto también el trabajo», destaca la politóloga, que relaciona la ética del cuidado con el decrecimiento económica y califica el cuidado como algo «revolucionario». Un cambio de paradigma.
Tronto apuesta por reducir las jornadas laborales e invertir menos en paliar y más en prevenir. «Cuántas horas trabaja usted?», pregunto. «Muchas», dice mientras ríe. «Yo tengo la posibilidad de invertir tiempo en algo que me gusta, pero no podemos obligar a la gente que trabaja en algo menos satisfactorio a que haga lo mismo», concluye.
El concepto ética del cuidado nos acompaña toda la vida, aseguran sus estudios. Pero los términos en si no nos resultan familiares.
El cuidado es una parte esencial de lo que significa ser humano. No se puede entender la humanidad sin entender lo que significa cuidar de los demás. Existen muchos tipos de relaciones diferentes que implican el cuidado.
Define el cuidado como «antídoto contra el capitalismo».
El cuidado no forma parte de muchas teorías políticas. Pero yo, como teórica feminista, lo pongo en el centro: ¿Qué pasaría si nos tomáramos enserio esta parte de vida? Creo que la del cuidado es la mejor crítica al capitalismo; pone en relieve la falacia que el mercado es la manera de entender la vida humana… El mercado presume que somos racionales, autónomos. Entes individuales. El capitalismo construye un patrón de persona que se corresponde a un segmento pequeño de la sociedad. Dice que sólo tenemos responsabilidad sobre nosotros mismos o, cómo mucho, sobre la familia. Esa no es una manera muy certera de entender la vida.
¿Cómo somos, según la ética del cuidado?
Los humanos somos dependientes desde nacimiento. Necesitamos a la gente incluso para sentirnos seguros, ¿más prueba que esa? Necesitamos cuidados cada día de nuestra vida. Incluso en cosas más mundanas: comer, asearse… También cuando crecemos y enfermamos; o cuando envejecemos… Todas estas cosas pueden convertirse en algo dramático si descuidamos el cuidado en la sociedad. Cuando empecemos a reconocer cuánta de nuestra felicidad viene de los cuidados…

¿Se preocupan las sociedades por el cuidado?
No. Se preocupan por los mercados. [Larga pausa] Y a mi me preocupa lo siguiente: ¿Por qué invertimos tanto tiempo en la producción económica? Incluso en las sociedades democráticas pensamos: ‘Si tenemos más trabajo, más producción, la vida humana será mejor’. Y no es cierto. La vida de la gente, con más, no es mejor. Necesitamos una economía del cuidado.
¿Qué significa eso?
Simple: producir menos y centrarnos más en cuidarnos.
Usted defiende, bajo la teoría feminista, que debemos erradicar la idea del cuidado como algo natural. Algo dado.
De ahí viene la opresión de la mujer, de entender el cuidado como algo natural. Pues los roles sociales los creamos nosotros. Y esto es una cuestión de justicia: unos privilegiados bloquean a otros que lo son menos. Los que están arriba, fruto de su posición, hacen que los otros hagan lo que ellos no quieren. Y por esa simple razón, los hombres, que son los que están arriba, los presentes en la esfera pública, han relegado a las mujeres… A sus casas. La pregunta es: ¿Es más natural para las mujeres la cura?
…
No. Son enseñadas a cuidar, lo hacen por el privilegio de los hombres.
En 1987 usted escribía sobre esta cuestión: Más allá de la diferencia de género. Hacia una teoría del cuidado. ¿Hemos avanzado en algo?
Las cosas mejoraron un poco hace unos años, pero empeoraron aún más después. Cosas del capitalismo.
Balance pesimista.
[Ríe] Sí, visto con la perspectiva de la historia de las ciencias sociales modernas es dramático. Pero comparado con la historia de la humanidad, no está mal. Hace realmente poco que hablamos de los cuidados, por lo que soy optimista. Esta es una idea revolucionaria y sólo estamos al principio del cambio.
Cuando habla de cuidado lo expande a ciudades, estados… A la misma democracia.
Hay varias cosas que deben pasar. Necesitamos pensar en las necesidades humanas y medioambientales. Y pensar quién tiene esas responsabilidades: aquí entra la política. Organizamos las responsabilidades atendiendo al pasado, debemos repensarlo: qué cojo y qué no cojo. Esas elecciones están relacionadas con el cuidado, y en ello está involucrada cualquier estructura y institución de la sociedad.

¿Cómo afecta esto al sistema médico, concretamente? Usted ha hablado ante un auditorio de enfermeras y enfermeros.
El sistema médico también debe repensarse. La medicina es un ejemplo claro de cómo la ciencia nos lleva, generalmente, por el mal camino. ‘Puedo hacer un nuevo medicamento que curará…’. ¡Guau! Igual deberíamos gastar menos dinero en la industria, y más en la gente. Igual pensando en la gente nos damos cuenta que necesitamos menos. Menos, sobretodo, trabajo.
¿Decrecimiento?
El capitalismo quiere traducirlo en términos de mercado. Incluso las relaciones y los cuidados. Hay un libro, Born to buy [Juliet Schor, 2004], que lo ilustra: en América la gente trabaja 50 horas a la semana. Y les preguntas: ‘¿Para qué?’. Ellos contestan que es para darle un futuro a sus hijos, para comprarles cosas a sus hijos. Lo que no nos hemos planteado es que tal vez invirtiendo más tiempo con ellos, necesitarán menos cosas. Y eso habla de lógicas de la producción, que deben ser substituidas por lógicas del cuidado.
Eso no parece competer a la mayoría de la gente, que no tiene posibilidad de decidir. ¿Qué pequeños cambios podemos hacer?
Volvamos a Marx: ¿Por qué cambiamos nuestro tiempo? Dinero? Necesitamos trabajar la mitad, 20 horas. Con mejores salarios. Pero eso será complicado. Para bajarlo a un nivel cotidiano: la gente debe democratizar y cambiar cada institución de la que forma parte. Familia, amistad, comunidad. ¿Qué puedo hacer cada día para reducir lo que consumo y a la vez mantener las relaciones con mi entorno? Aquí reside el cambio. El poder de la ética del cuidado reside en cómo entiende la vida cada uno: cuidarse es lo más importante.