ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

El miedo a la paz

Fernando González

Doctorando en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Diseño de Programas y Formatos de la Universidad Complutense. Comunicador social - periodista.

fgutierrez@uniminuto.edu

Fabio Medellín

Doctorando en Comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP). Magíster en Comunicación Educativa de la Universidad Tecnológica de Pereira. Especialista en Comunicación Educativa de Uniminuto. Diseñador gráfico de la Universidad Nacional.

fmedellin@uniminuto.edu

Juan Camilo Ruiz Salazar

Sociólogo de la Universidad Santo Tomás. Magíster en Ciencias de la Comunicación de la Universidad de La Frontera. Doctorando en comunicación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP).

jruizsalaza@uniminuto.edu.co

Resumen

El presente documento deja en evidencia los resultados de la investigación documental “El miedo a la paz”; en la que, después de un año de trabajo previo (2016), se buscó consolidar los significados del miedo en el marco de las sociedades contemporáneas. Así, el país vivió un escenario de diálogo y confrontación por el desarrollo de los diálogos de paz con las FARC-EP en La Habana, Cuba, espacio que llevaría a la realización de un plebiscito para la refrendación de los resultados del diálogo entre el Estado colombiano y la organización insurgente. En dicho proceso ganó el “no” por un estrecho margen, lo que dejó, en el escenario nacional, un ambiente aún más complejo frente a las posibilidades de la paz. Así las cosas, surgió la iniciativa de realizar un documental audiovisual sobre los miedos a la paz en Colombia, proceso sobre el cual se basa esta propuesta. De esta manera, después de sistematizar la información encontrada, se realizó un documento general, desde el cual se reconocen, a modo de presentación, los elementos más relevantes que se encuentran presentes en este documento que sustenta la ponencia “El miedo a la paz”.

Palabras clave: conflicto, miedo, paz.

Introducción

Teniendo en cuenta no solo los eventos que tomaron lugar en Colombia el año 2016 (plebiscito por la paz, finalización de negociación con las FARC-EP), sino contemplando que este sería el segundo proceso de paz en el país de este siglo, pero que en la segunda mitad del siglo pasado se vivieron al menos tres procesos similares con otros grupos armados al margen de la ley, se consideró de gran relevancia comprender o al menos generar una aproximación que permitiera establecer algunos motivos por los cuales la sociedad colombiana pareciera enfrentar un profundo miedo a la paz, donde como se podrá observar más adelante la incapacidad de reconocer la diferencia y la producción de profundas desigualdades, ha marcado una historia nacional por medio de profundas violencias físicas que buscan la desaparición del otro.

Así las cosas, el grupo de investigadores decide investigar algunas motivaciones que pudiesen llevar a esa expresión popular, tomando como eje de análisis el miedo, en este caso a la paz. Ahora bien, con el fin de lograr una mirada que no fuese el resultado de un análisis exclusivamente teórico se buscó construir una agenda de personajes en el escenario nacional, con los cuales realizar una serie de charlas informarles en el marco de entrevistas abiertas, esto con el fin de recolectar y sistematizar las miradas de estos sujetos frente al fenómeno de la paz y el conflicto en el país, buscando a su vez salir del marco del ejercicio del plebiscito del año 2016, toda vez que se quería comprender el fenómeno no como un caso de estudio sino como una forma de organización social que comunica las formas en que comprendemos el (in)correcto modo de relacionarnos como seres en el mismo territorio nacional.

Acorde con lo anterior, esta ponencia deja en evidencia los resultados tras la realización de nueve entrevistas a personas que se consideraron claves para este proceso, buscando reconocer miradas desde la academia, el arte, la psiquiatría y la filosofía entre otras miradas. Se trata por lo tanto de un texto que relaciona nueve entrevistas con el fin de dar razón de aquello que el grupo de investigación denomino como “los miedos a la paz”.

Con el fin de dar razón de este proceso se ha querido establecer una estructura mínima de sistematización, por medio la presentación de cómo reconocemos y construimos la noción de conflicto, paz y en esta relación la construcción de unas formas específicas de miedos a la paz.

Finalmente, es preciso reconocer que el texto que precede estas líneas, es el resumen analítico de los aportes de los entrevistados, motivo por el cual no se realiza un proceso de citación directa, en especial en la medida que es este un ejercicio colectivo de producción, donde no es coherente establecer el orden de la autoridad de las frases o ideas. Acorde con esto en la bibliografía se deja en evidencia los aportes de los sujetos entrevistados.

Aproximación al conflicto

La primera aproximación que surgiera sobre la noción de conflicto se relaciona con la desigualdad, donde en el marco del desarrollo de la historia del país, grupos específicos de la población han concentrado un grupo importante de recursos de diferente índole, llevando por lo tanto a que grandes grupos de colombianos se encuentren sin posibilidades de ejercer sus libertades en cuanto sujetos con derechos. Así las cosas el conflicto surge como una expresión material de la incapacidad de algunos sujetos del orden social para desarrollarse, en un contexto donde pocos acumulan las grandes posibilidades y a su vez, éstos grupos prioritarios por la tenencia de las mayores capacidades por sus contextos y materialidades disponibles, reaccionan de forma contundente al sentir que estos privilegios les pueden ser retirados o disminuidos por lo que asumen como minorías.

Así las cosas, contemplamos una primera mirada de un conflicto materializado por la lucha frente a las posibilidades de desarrollarse en cuanto sujetos en el marco de un sistema capitalista como el colombiano. Este primera mirada del conflicto, permite el reconocimiento de una segunda perspectiva, donde el mismo no se encontrará sobre la desigualdad material, sino sobre la incapacidad de resolver los desacuerdos, donde en gran medida esas diferencias producidas en la desigualdad no son posibles de dialogar, sino que son resueltas por medios violentos, entonces, el conflicto se materializará en la lucha violenta contra aquel que piense diferente al nosotros. Esta diferencia se arraiga en los dos extremos del pensamiento en los grupos que produce la desigualdad, produciendo de esta formas expresiones violentas del conflicto en cuanto desacuerdo que solo puede tramitarse principalmente por medio de la muerte.

Ahora bien, dos formas de abordar el conflicto en el país, desde la desigualdad y el desacuerdo, se relacionan con una forma de organización social que para nuestros entrevistados se relacionan con una profunda cultura política, conformada por medio de una memoria, donde por ejemplo, la desconfianza en el otro se constituye con un factor trascendental para evitar cualquier interacción, pues ese otro no es de confiar pues siempre rompe con su palabra.

En relación a lo anterior en Colombia, el conflicto permitió la materialización profunda de un orden social y político donde las palabras de Hobbes pareciera materializarse constantemente “el hombre es lobo para el hombre”, de donde siempre será necesario buscar y organizar liderazgos que permitan enfrentar ese conflicto (tanto de desigualdad, como de desacuerdo, así mismo como de desconfianza) mediante el uso principalmente de la fuerza, así las cosas, se genera una suerte de entrega de las libertades de los sujetos a los lideres que recogen las banderas de las luchas con las que se tienen procesos de identificación, este proceso de entrega de la libertad por la lucha, conformará lo que nuestros entrevistados vinculan constantemente con el pensamiento de Spinoza bajo la idea de las servidumbres voluntarias.

El conflicto por lo tanto en el caso de este proceso de investigación nos lleva a reconocer un escenario que desde dos materialidades: la desigualdad y el desacuerdo, han producido una serie de servidumbres voluntarias frente a banderas recogidas por lideres, quienes ejercen formas de poder con claros rasgos autoritarios, pues en esta mirada el conflicto solo podrá ser solucionado por medio del sometimiento de los otros, de lo contrario el nosotros se encontrará afectado como colectivo, en términos de Hobbes engullido por el lobo-hombre que representa el otro.

La paz

Teniendo en cuenta las formas en que se reconoce el conflicto, surge en clave no bipolar la paz, es decir, ésta no se comprende como la ausencia de conflicto, como en muchos casos se suele reconocer. A su vez la Paz surge como la interacción de cuatro elementos, la autonomía, la esperanza, la diversidad en el marco de la democracia que reconocerá en el conflicto una posibilidad de materialización misma de la Paz, así las cosas esta nueva forma de comprender el conflicto será la paz.

Al reconocer la autonomía se pone en tensión la construcción de servidumbres voluntarias, es decir, romper con el miedo como pasión que lleva aquella idea del hombre-lobo, que determina la necesidad de los liderazgos entendidos como la defensa de posiciones sociales, económicas y políticas. En la autonomía de la paz es necesario que las y los sujetos del territorio nacional asuman su libertad, sin entregarla a otros, es decir, se trata de las acciones consientes constantes de lo que implica ser y estar en la democracia.

Al contar en un contexto con autonomía por parte de los sujetos que son parte de la sociedad, es posible movilizar nuevas pasiones, de nuevo nuestros entrevistados se relacionan con el pensamiento de Spinoza, donde la pasión del miedo inmoviliza y por lo tanto es necesario reorientar las pasiones a aquellas positivas que permiten el movimiento, en este caso el de la esperanza que se materializa en las interacciones con otros sujetos autónomos donde el crecimiento personal solo será posible en esa relación con el otro, con la diferente, que me habita y así es en el reconocernos desde la esperanza será posible el tercer elemento.

Se trata de la diversidad, donde las mayores desigualdades se producen, clase, género, raza y orientación sexual, expresiones además de las libertades, que en este punto representarán la esperanza del diferente, el reconocimiento que no somos iguales, que no tenemos por que serlo y que es en realidad en la producción y reconocimiento de estas diferencias que la libertad cobra sentido, es la clave de la paz.

En resumen, por lo tanto en la paz se materializa una perspectiva de democracia, que a su vez se reconoce como la expresión de una pasión alegre, pues desde la esperanza se ejerce la libertad en búsqueda de las diferencias, de la diversidad que nos habita como Estado-Nación.

Así entonces, en este juego de reconocimientos e interacciones donde la democracia se transformará en la construcción de un nuevo conflicto, donde éste es el motor de la vida y de la trascendencia como sociedad, pues el hecho de reconocernos diversos, implica el reconocernos unos y otros, en una desigualdad que implica el dialogo, el reconocimiento y la esperanza de lo que el otro y otra puede ofrecer(me); la paz sería por lo tanto acorde con nuestros entrevistados la posibilidad de construir, reconocer, y tramitar el conflicto desde la esperanza, la libertad y la diversidad, donde las formas de violencia física, de la cual la muerte es su mayor expresión, desaparecen del campo de acción, pues anulan en su accionar la posibilidad misma de trascendencia de la sociedad.

Acorde con todos estos elementos se comprendería que el conflicto es necesario e incluso deseable en el marco del desarrollo de las sociedades contemporáneas, siendo a partir de la mirada democrática de la Paz, donde el otro en cuanto antagonista ya no se materializa como un enemigo a derrotar definitivamente incluso por medios como la exterminación física, así las cosas se configura un escenario denominado como democrático, trascendiendo las ideas del sentido común que se basa en la idea de la delegación del poder por medio de las votaciones como expresión única de la democracia, se abre la necesidad del diferente político, como antagonista, con el cual se genera la lucha por el poder en el escenario público-político en donde se encuentra en el centro del conflicto el debate en torno a la hegemonía del sentido común en sí mismo.

La Paz por lo tanto es una forma de comprender y asumir el conflicto, como algo positivo, necesario y esperado, donde se logra la resolución del conflicto por medios no violentos, entendiendo que se habla de una violencia específica, la del extermino de los enemigos, sino en el proceso del debate con los contrincantes, donde son los argumentos y las posiciones políticas las que se encuentran en la lucha por la hegemonía en el sentido común.

Los miedos a la paz

Es en este punto, donde la categoría más relevante del estudio aparece en escena, se trata del miedo, entendiendo que éste es una pasión reconocido desde Spinoza como negativa, pero además esta pasión cuenta con una expresión específica en el cuerpo, es decir el miedo se siente. Además se puede diferenciar de otras pasiones como el terror y la ansiedad, donde en muchas ocasiones la diferencia se puede establecer en el campo del evento que ocurre, es decir, el miedo a lo desconocido, el terror de lo vivido y la ansiedad de la posibilidad que se construye desde la confianza.

En todos los casos anteriores, en común se encuentra que siempre se cuenta con una forma vital de sentir, reconocer y experimentarlos: la sudoración, piloerección entre otras expresiones del cuerpo al sentir este tipo de pasiones. Ahora bien, la clave de esta pasión no se encuentra en el marco de sus expresiones en el cuerpo, sino en el contexto que permite su producción, es decir, el miedo en cuanto pasión humana, es activada en cierto aspecto por el contexto social y cultural, es decir, si bien el miedo en cuanto expresión de un cuerpo, es en reacción a aquellos elementos construidos y reconocidos socialmente por los colectivos, donde por ejemplo el miedo a la violación por parte de las mujeres se encuentra relacionado con producciones de sentido de culturas, donde el valor del cuerpo de la mujer es tan valioso que incluso es reconocido como botín de guerra.

Lo anterior implica retomar algunos elementos señalados por nuestros entrevistados a lo largo de lo que se ha sistematizado en este documento, donde por ejemplo las formas de las violencias, en cuanto resultado de los contextos, de los procesos de desigualdad entre otros aspectos, permiten la activación en el cuerpo del miedo, de esta forma es posible establecer lo que se puede denominar como miedos sociales, donde el valor de significación que se materializa en el cuerpo se relaciona profundamente con las apuestas valorativas de la vida y su desarrollo en el contexto cultural en el cual se desenvuelve el sujeto.

Así las cosas, el miedo se transforma en ausencia de libertad, que como se observó en líneas anteriores, se relaciona con la producción de amplios cuerpos sociales de servidumbres voluntarias, que delegan el poder en aquellos espacios principalmente autoritarios donde se resguarda del miedo que inmoviliza, lo anterior implicaría la libertad como la ruptura del miedo social.

Esto implica de igual forma reconocer que el proceso de producción del miedo social en cuanto significación de una estructura social se relaciona profundamente con la incapacidad del ejercicio de la libertad como apuesta en la construcción del orden social, es decir, la libertad en cuanto negación del miedo social, implicará el reconocimiento del otro, del diferente, de donde se permitirá la construcción del conflicto como se señaló antes, como la posibilidad del desarrollo de las sociedades hacia un campo profundamente democrático.

Teniendo en cuenta todo lo presentado hasta este punto, el miedo a la paz se construye en ausencia a la libertad, se trata de un miedo social, en el cual se enlaza el desconocimiento del conflicto en cuanto oportunidad deseada, a su vez, las diferencias, desigualdades y demás expresiones de los conflictos, se construyen bajo el sentido de un riesgo latente de cambio al estilo de vida hegemónico, vale decir establecido e instituido, por lo tanto el miedo negará en este caso la posibilidad del cambio, radicalizando a través de modelos de poder autoritarios las seguridades que resguardaran el orden establecido y por lo tanto ese miedo llevará a la reproducción de los esquemas del conflicto (desigualdad y desacuerdos).

En últimas, el miedo a la paz se transforma en la producción de una sociedad estable, sin cambios, sin atisbo alguno de plena libertad o democracia, estableciendo como sentido del orden los modelos más profundamente autoritarios, de allí que sea deseable la promoción de la libertad y el reconocimiento del conflicto como la posibilidad de cambio en las sociedades, en ruta o mejor con el horizonte de unas sociedades más incluyentes, diversas y propensas a la democracia, donde al menos, por pensar diferente se pueda caminar por las calles sin miedo a ser asesinado por el mero hecho de pensar diferente.

En términos generales, el miedo a la paz, materializa la incapacidad de imaginar, pensar y luchar por una forma de organización social donde las libertades y posibilidades de los sujetos puedan ser materializadas, es decir, frente a la posibilidad del cambio, actuamos con desconfianza, incluso a nuestra libertad, impidiendo otros futuros posibles, radicando como única forma de experiencia de la vida, aquella materializada al día de hoy, fundamentada en la exclusión, desigualdad, y el desacuerdo sin solución. Romper o liberarnos del miedo a la paz, sería en el caso colombiano, abrir la puerta a una verdadera democracia más allá de los partidos políticos y los procesos de votación delegantes del poder, es el giro a ciudadanías activas, felices, libres y autónomas de sus posibilidades vitales.