ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

Educación y comunicación

Radio Sutatenza: su revolución y la “revolución”

Juan Alejandro Lopera López

Magíster en Historia. Comunicador social. Docente de cátedra de la Pontificia Universidad Javeriana. Líder de investigación del programa de Comunicación Social de la Corporación Unificada Nacional (CUN).

jlopera@javeriana.edu.co

Resumen

La historia de la Iglesia católica en Colombia está llena de matices. José Joaquín Salcedo y Camilo Torres Restrepo representan, desde vertientes distintas, dos voces a favor de la necesidad de un cambio profundo en la sociedad de la segunda mitad del siglo XX. Ambos tenían mucho qué decir sobre los problemas del país. Sin embargo, cada uno eligió un camino diferente para aportar en su solución. ¿Qué tan distanciados estaban realmente? ¿Qué tan cercanas o lejanas eran sus ideas sobre la “revolución”? Además de dar cuenta de los encuentros y desencuentros entre Torres y Salcedo, la revisión de fuentes primarias y secundarias nos ayuda a plantear nuevas preguntas acerca del verdadero carácter revolucionario del proyecto educativo de la Acción Cultural Popular (ACPO).

Palabras clave: acción cultural popular, Radio Sutatenza, revolución, educación de adultos, Colombia.


¿Qué es una revolución? La respuesta puede variar si los intereses de cada quién se enfocan en las ciencias sociales, la estrategia militar o la ingeniería. Cada persona aportaría una definición diferente a partir de su mirada particular, y esto también aplica para los historiadores. Una de las posibles lecturas sobre el trabajo de Acción Cultural Popular (ACPO) y Radio Sutatenza defiende su carácter progresista y revolucionario, al menos desde su aporte a la cultura campesina en Colombia (Berrío et al., 2017; Hurtado, 2016). Usar la radio para solucionar el problema del analfabetismo en las zonas rurales a mediados del siglo XX fue una idea de avanzada para la época, pero aún falta mucho por decir sobre el por qué se suele usar la palabra “revolucionario” como un adjetivo para describir a ACPO. Esta es una reflexión importante que refleja el interés por encontrar relatos distintos a la de un proyecto conservador interesado en monopolizar audiencias y almas (Pareja, 1984).

La Iglesia católica en Colombia ha sido el reflejo de las contradicciones propias de la sociedad, incluyendo las posturas ideológicas presentes en ella (Bidegaín, 1985; Arias, 2003). Al empezar la segunda mitad del siglo XX, José Joaquín Salcedo y Camilo Torres Restrepo representaban dos ideas distintas sobre la revolución al interior del catolicismo colombiano. Torres creía en la necesidad de un cambio radical en las estructuras para reconstruir la sociedad. Salcedo, con su “cruzada contra la pobreza” a través de la educación, buscaba poco a poco la trasformación del mundo rural para así modificar las estructuras de la sociedad. ¿Qué tan distanciadas estaban ambas posiciones? La revisión de fuentes primarias y secundarias, entre ellas las que reposan en la colección documental en manos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, ayuda en el presente a replantearnos nuestras ideas sobre el carácter revolucionario de ACPO.

José Joaquín, Camilo y sus desencuentros

Radio Sutatenza fue creada en un municipio apartado de Boyacá en 1947. En algo más de tres décadas, crecería para convertirse en la emisora más potente de Colombia, además de ser un hito de la relación entre los medios de comunicación y la educación. Acción Cultural Popular, nombre que recibió tras obtener su personería jurídica en 1949 desde el derecho civil, convirtió el conjunto de empresas a su cargo en un modelo a seguir en América Latina y el mundo para la alfabetización de adultos. A lo largo de su historia, ACPO se interesó además por crear y difundir mensajes a los campesinos sobre asuntos sociales como la reforma agraria (Rojas, 2009), la redefinición del papel de la mujer en la sociedad (Roldán, 2014) o el crecimiento demográfico, por mencionar solo tres temas. Esta iniciativa se convirtió en un esfuerzo significativo de construcción y aseguramiento del pluralismo democrático en zonas rurales (Newman, 1991).

Camilo Torres Restrepo no lo veía de esa manera. Desde el estudio sociológico que elaboró con Bertha Corredor (1961), ya el sacerdote formado en Lovaina le reclamaba a las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza el no ofrecer suficientes herramientas que garantizaran una reforma absoluta de estructuras. Luego, mediante una serie de cartas enviadas en 1962, Camilo acusó a la obra de Salcedo de hacer afirmaciones calumniosas en contra de figuras de la izquierda. También denunció el impacto negativo de las campañas anticomunistas del semanario El Campesino (González, 2012), editado por ACPO desde 1958 y distribuido cada domingo.

Esta disputa no impidió que dicho periódico continuara la publicación de la columna “Correos del Corazón”, firmada bajo un curioso pseudónimo: El Padre Camilo. En ella, se daban orientaciones a sus lectores sobre temas de difícil manejo para la época; entre ellos, la manera correcta de explicar cómo vienen los niños al mundo (¿Cómo vienen los niños?, 1964), aconsejar a una joven que encontró el amor a los 19 años luego de su promesa de hacerse monja hecha a los 13 (¿Me hago Monja o me Caso?, 1964), o la posición del enigmático columnista sobre las píldoras anticonceptivas (¿Qué son las píldoras anticonceptivas?, 1964).

Tras la creación del Frente Unido, lo que ocurrió hacia marzo de 1965, un lector identificado como Pedro Nel Penagos escribió al director del semanario preguntando si el Padre Camilo era “el mismo que últimamente se ha puesto en contra del señor cardenal, ha dejado la sotana y predica teorías revolucionarias” (Ser o no ser, 1965, p. 2). El semanario aprovechó la oportunidad para reafirmar las ideas que ACPO tenía sobre la revolución. En palabras del Padre Camilo, “ese término, que viene de revolver, algunos lo confunden con revólver”. Poco después, Camilo marchó hacia el monte en una misión que él mismo veía como mesiánica, confiado en inspirar a otros con su ejemplo. La columna “Correos del Corazón” desapareció tiempo después de las páginas de El Campesino, y el verdadero padre Camilo Torres murió en una operación militar empezando el año 1966.

La visión de ACPO sobre los movimientos revolucionarios fue clara desde el inicio, y no solo en las referencias que Camilo Torres hizo del semanario en sus cartas. Una revisión juiciosa de los artículos e imágenes publicadas en El Campesino dará cuenta de textos escritos con la intención de desanimar a los campesinos ante posibles invitaciones de unirse a la lucha armada. En uno de ellos, se relató la historia de dos miembros del ejército que fueron secuestrados por el grupo subversivo dirigido por Pedro Antonio Marín. El artículo se refirió a los revolucionarios liderados por Tiro Fijo como una banda criminal (A Salvo Regresaron, 1964). Sin embargo, y como suele descubrirse cuando se mira hacia el pasado, hay que hilar muy delgado para comprender la verdadera posición de la obra de monseñor Salcedo sobre los acontecimientos de ese entonces.

La revolución de ACPO

Varios biógrafos de José Joaquín Salcedo, al igual que sus colaboradores en las Escuelas Radiofónicas, coindicen en afirmar que él fue un sacerdote que nunca temió a las ideas. Hernando Bernal Alarcón contó en una entrevista en la Radio Nacional de Colombia cómo Salcedo, durante su formación en el Seminario de Tunja, defendió su interés por la lectura de literatura comunista ante la necesidad de conocer al enemigo (Radio Nacional de Colombia, 2007). Salcedo criticó del comunismo la división que generaba en la sociedad, al igual que las contradicciones que encontró con respecto a “principios inherentes a la naturaleza humana”, pero no ocultó su admiración por algunos aspectos, entre ellos la capacidad de autocrítica. El creador de Radio Sutatenza superó la discusión ideológica para retomar métodos de trabajo e ideas que consideró valiosas de estas visiones de izquierda (Sarmiento, 2009, p. 296).

En todo caso, la figura de Salcedo y el carácter revolucionario de ACPO no son comparables a la oposición ejercida desde grupos como Golconda o Sacerdotes de América Latina. Incluso hay diferencias frente a corrientes de pensamiento como la Teología de la Liberación. El contacto directo con la realidad campesina llevó a Salcedo a ir un poco más allá de lo que proponía el episcopado colombiano, en particular sobre el aporte del catolicismo para la solución de los problemas sociales, pero siempre procuró ser respetuoso de los parámetros establecidos por la Doctrina Social de la Iglesia.

Por los años en que Camilo Torres Restrepo realizaba su evaluación sociológica del impacto de las Escuelas Radiofónicas, ACPO publicó un documento en el que se consignaron los principios de su modelo pedagógico, conocido como la Educación Fundamental Integral. El llamado Libro Azul, escrito por François Houtard y Gustavo Pérez (1960), planteó como un error la idea de un cambio forzoso y radical de la sociedad, afirmando de paso que dicha transformación podría lograrse a través de los medios que brinda la educación para hacer de los campesinos personas responsables de su propio desarrollo.

La oposición a vías como la lucha armada para generar cambios sociales debe interpretarse con distancia. El rechazo a las ideas de Camilo Torres Restrepo provino de un texto escrito por dos personas muy cercanas a él. Houtard, durante un recorrido por América Latina, fue quien sugirió a Camilo que asistiera a la Universidad de Lovaina (Tablada, 2010). Gustavo Pérez, además de ser su compañero de seminario en Bogotá, también cursó estudios en la misma institución en Bélgica. Llama la atención que la postura en contra de la revolución comunista haya sido redactada, además, por dos personajes que luego serían considerados como revolucionarios dentro de la historia de la Iglesia católica.

Otro factor de importancia tiene que ver con una de las instituciones que brindó apoyo desde los inicios de ACPO. La Unesco impartió desde México a toda América Latina su modelo de Educación Fundamental desde 1947 (Lazarín, 2014), y años después aportaría a Radio Sutatenza dinero para la producción de materiales pedagógicos. Unesco planteó la Educación Fundamental como complemento a la educación formal, y como herramienta para superar la brecha entre países ricos y pobres al hacer que las personas comprendieran mejor su lugar en el mundo. Su discurso presenta coincidencias con las ideas sobre la decisión libre y responsable por parte de los campesinos para ser, gracias a la educación, los protagonistas de su propio desarrollo. Con eso en mente, no parecería adecuado pensar que una empresa educativa de tales características pudiera ser revolucionaria.

ACPO y la “revolución”

Incluso en sus momentos de auge, ACPO recibió críticas de ciertos sectores que consideraban a esta obra como un ejercicio retrógrado, iluso, o alejado de los principios espirituales y cristianos. Estos cuestionamientos obligaron a Salcedo a aclarar, hacia 1972, cuál era su idea de revolución, diferente en su parecer a la planteada por los grupos guerrilleros, estudiantes universitarios, “dialécticos marxistas criollos” y sacerdotes progresistas. Según Salcedo, ACPO entendía el problema de la dependencia y la esclavitud como resultado de la falta de capacidades. La acción capacitadora, al atacar esa relación de dependencia y crear las bases de una nueva sociedad, podía entenderse como una acción subversiva. Insistió también en entender la subversión en su etimología, “sub-vertere. O sea, transformar desde la base”. La educación serviría entonces como una fuerza renovadora que opera desde la base, y revoluciona el sistema desde adentro (Salcedo, 1972, p. 9-10).

ACPO nunca defendió soluciones rápidas ante la desigualdad social, ni motivó a las personas a esperar soluciones de la mano de Dios o de un caudillo. En todo caso, tuvo un carácter revolucionario. Si bien la reforma agraria fue un tema de interés para el episcopado desde finales de los años 50 del siglo pasado (Arias, 2003), ACPO era reconocido como representante y vocero directo de los campesinos en la materia. La Campaña de Procreación Responsable de ACPO, iniciada en 1973, apostó al desmonte sobre el tabú alrededor del sexo, dando a esta iniciativa un carácter pionero en comparación con programas similares en la época (Levin y Gillespie, 1973). Salcedo y sus colaboradores fueron más allá de lo que habrían deseado los sectores más conservadores de la Jerarquía católica colombiana, pero no creyeron en ofrecer soluciones rápidas como la lucha revolucionaria.

La educación se presentó al campesino como la vía para salir de la pobreza sin necesidad de empuñar un arma. Sin embargo, monseñor Salcedo señaló en una entrevista que “El Campesino es un revolucionario nato” (Stroetzel, D.S. y Stroetzel, D.G., 1975), una idea no muy lejana de lo planteado por Mao Tse Tung. Las páginas del semanario El Campesino incluyeron algunas referencias a la China comunista, y no todas eran desfavorables. En 1965, una corta noticia resaltó los esfuerzos del gobierno chino por crear estaciones de radio para “instruir y adoctrinar” a los habitantes de las zonas rurales, en el ánimo de superar las deficiencias en las comunicaciones internas (Por la radio, 1965). El concepto de procreación responsable, origen de la campaña que llevó ese nombre, apareció por primera vez en una controvertida editorial que citó al entonces primer ministro de China, Zhou Enlai (El aumento de la población, 1972). También se publicó una semblanza de Mao tras su fallecimiento. Hernando Bernal mencionó que el Libro Rojo, el documento con las políticas de programación de Radio Sutatenza, se llamó así por el color de la portada y en alusión al “libro rojo de Mao, tan de moda en ese entonces” (Bernal, 2005). Si bien no se pretende vincular directamente la labor de ACPO con el maoísmo, hay evidencias en algunos documentos sobre una posible influencia de la experiencia del Partido Comunista Chino (Brzezinski, 1973).

Estas huellas del pensamiento revolucionario representan una pregunta que espera ser resuelta, para así aportar a la descripción del carácter revolucionario de las Escuelas Radiofónicas de Sutatenza: Por supuesto, no es el único misterio por resolver. El mito alrededor de ACPO nos invita a avanzar para revelar el verdadero alcance e impacto de esta iniciativa en sus audiencias. Es así como empiezan a aparecer aportes desde la historia regional para la comprensión de este fenómeno. Otros investigadores comparten ahora sus hallazgos tras consultar la colección documental de Radio Sutatenza, declarada por la Unesco como parte del Registro de Memoria del Mundo. Este texto no es solo es una invitación abierta a consultar este archivo; es también un llamado a la búsqueda de nuevos significados alrededor de la palabra “revolución”, lo cual se presenta como una discusión absolutamente pertinente para un país que debe pensarse de nuevo hacia el futuro por cuenta del posconflicto.

Referencias

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A Salvo regresaron a Neiva Dos secuestrados de “Tiro Fijo”. (15 de marzo de 1964). El Campesino, 5.

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