ISBN : 978-958-781-555-9
ISBN digital: 978-958-781-556-6

Conferencias

La narración y el relato como herramientas de investigación en psicología

Mario Fernando Gutiérrez R.1

Resumen

Históricamente, la psicología cognitiva ha indagado la utilidad del discurso narrativo para investigar diversos procesos mentales. Como constructo metodológico, sin embargo, se vio limitado a su capacidad para poner en evidencia la presencia de otros procesos cognitivos subyacentes dejando de lado su aspecto creativo, que lo sitúa como un proceso que ameritaba investigarse en sí mismo. Posteriormente, el vínculo entre la semiótica discursiva con la psicología cognitiva dio un nuevo impulso al uso del relato como forma válida para dar cuenta del proceso creador de realidades en los seres humanos. Con el fin de dar cuenta de las potencialidades y restricciones del uso cualitativo del relato en psicología, se propone fomentar una discusión en torno al uso del relato como herramienta para analizar y comprender el posicionamiento identitario y las problemáticas sociocientíficas. De esta forma, se realza la importancia de asumir, seriamente, el análisis del discurso narrativo en la ciencia psicológica.

Palabras clave: narración, relato, investigación, técnica metodológica, ciencias sociales.

El estudio de la narrativa y el relato tiene una larga historia en la psicología del desarrollo (Bruner, 1986; Nelson, 1989). A pesar de esto, los psicólogos del desarrollo aún están tratando de entender las diversas formas narrativas que los niños generan en diversas etapas de su vida y que los lleva a producir relatos en los contextos en los cuales habitan (Allen y Lalonde, 2015). El uso de la narrativa es profuso en la indagación de contenidos psicológicos. Múltiples áreas de investigación, independientemente de su escuela, tendencia teórica o campo de aplicabilidad, la han utilizado como una forma natural para acceder a los contenidos mentales que subyacen en las diversas formas en que se asumen los retos que enfrentan las personas en sus contextos habituales de existencia (Jiménez y Sánchez, 2016; Macinai y Stefano, 2016; Plaza, Hernández, y Álvarez-Merino, 2018; Williams y Arciniega, 2015). Y hay razones para ello; la teoría sobre desarrollo humano y el lenguaje muestra cómo la narración, a diferencia de la argumentación, es de fácil acceso desde tempranos estadios de nuestra existencia (Correa, 2003; Duque y Correa, 2012).

La narración es una forma natural por la cual se avanza en la adquisición del lenguaje, y permite articular las complejas adquisiciones que estructuran paulatinamente la adquisición de la lengua con las experiencias que provee el entorno. Los textos narrativos permiten que los niños y niñas generen un vasto repertorio de inferencias, pues, como se ha propuesto ya (Van Dijk y Kintsch, 1983), estos demandan la representación de un “modelo de situación”, el cual retoma tiempos, lugares y personas que integran una situación concreta. Los avances en la comprensión del discurso en función del desarrollo y los contextos sociales permiten el avance de la capacidad inferencial en los niños, la cual se ve reflejada en los desempeños escolares y en el tipo de interacción con otros niños o los adultos cercanos. Gracias a los trabajos realizados en Colombia sobre la narración en la escuela (Correa, 2006; Duque y Correa, 2012; De Castro y Correa, 2014), se ha evidenciado que los niños son capaces de interrogarse sobre los fenómenos del mundo y sobre diferentes manifestaciones culturales con una complejidad creciente; por lo tanto, la narración se convirtió en psicología en un medio para poner de relieve los funcionamientos cognitivos involucrados en la forma como los niños y niñas comprenden el mundo, y en particular las interacciones y los contextos sociales. Si se acepta la definición del desarrollo cognitivo de Fisher y Lerner (1994) como el estudio de los cambios en la adquisición y uso del conocimiento, entonces se puede entender por qué la psicología del desarrollo ha enfatizado en la promoción de las habilidades narrativas de los niños dentro de prácticas educativas.

De tal forma, el relato se ha convertido en un artilugio propio de los estudios en psicolingüística. La psicolingüística ha mostrado un interés particular por estudiar, entre otros, los funcionamientos mentales involucrados en la construcción de la identidad y su posicionamiento, y es allí donde el relato y las narrativas toman relevancia. Para la psicolingüística, la identidad, en cuanto objeto de estudio, no habita exclusivamente en las mentes, sino, también, en el ámbito público, y es analizable desde el discurso (Merino y Tocornal, 2012). De este modo, la identidad es construida y transformada momento a momento en el encuentro con el otro dentro de marcos enteramente narrativos. El concepto de posicionamiento identitario es entendido como la construcción de historias personales, las cuales provocan que las acciones de una persona o un personaje sean inteligibles por otro, debido a la toma de posturas específicas por parte de estos (Harré y Van Langenhove, 1999).

En consecuencia, la identidad se entiende como múltiple y dilemática, más que unitaria y coherente, y es contingente a las condiciones locales de la interacción y del contexto; se destaca, así mismo, la variabilidad como un rasgo del discurso que responde a la noción de identidades múltiples y cambiantes que se despliegan en el habla (Potter y Edwards, 2013). Si bien “la identidad”, por su carácter de permanente formación y transformación, es considerada inaprensible, sería posible acceder a las “identificaciones” de los sujetos —como estabilizaciones (transitorias) de ese proceso de construcción—, que se cristalizarían discursivamente en la narración de un “yo” o un “nosotros”. Lo anterior es fundamental a la hora de comprender la construcción de la identidad en niños: los procesos de identificación y desidentificación permiten, así mismo, la toma de posiciones diferentes; contrastantes, complementarias, similares; que son experimentadas de formas mucho más móviles y flexibles durante la infancia y la adolescencia (Adamini, 2016).

Dentro del aspecto de lo metodológico, y dando muestra de lo que Barker y Pistrang (2005) llaman un pluralismo metodológico, la incorporación de técnicas cualitativas en investigación conlleva encontrar valor y validez en una variedad de fuentes de información incluyendo la creencia de que ningún método de investigación es inherentemente superior a ningún otro, así, el contexto del campo se alinea con los valores de la diversidad, el empoderamiento y la atención. Los temas de investigación que los psicólogos (y los investigadores en ciencias sociales en general, sin duda) estudian son a menudo complejos y contextualmente situados, y entre la pluralidad de métodos de investigación que serían adecuados para abordar esta complejidad la narración tiene un lugar especial (Campbell et al., 2012).

May, Hunter y Jason (2017) han propuesto que, aunque los psicólogos aparentemente respaldarían el pluralismo en principio, ha habido pocos intentos de examinar cómo se deberían asumir sus respectivos análisis. Una evaluación de las metodologías de investigación empleadas por los investigadores de la psicología es una tarea importante para el campo disciplinar, en especial del uso de las narrativas como forma de indagación empírica. Al enfocarse en su aspecto técnico procedimental, se ha convertido en una forma privilegiada para fomentar el discurso de las personas y poder compilar corpus susceptibles de ser analizados bajo algunas de las técnicas de análisis que agrupa la expresión análisis del discurso.

¿Hasta qué punto en psicología se analiza la narración en cuanto tipo de discurso? ¿En qué medida los análisis son propiamente discursivos? Es común encontrar que dentro del argumento de ser un análisis con pretensión hermenéutica se implementan ejercicios analíticos que bien pueden ser clasificados como análisis de contenido, análisis del discurso propiamente dicho, análisis críticos del discurso o propuestas desde la teoría fundamentada, entre muchos otros. La atribución de estados mentales, representaciones y explicaciones de carácter psicológico por parte de investigadores a fenómenos diversos, puestos en evidencia en los relatos, es profusa, sin tener en consideración que en ocasiones el apoyo empírico (corpus) no es tan claro como pareciera, y que estos son susceptibles de ser estudiados y comprendidos de mejor manera por otras ciencias sociales. La narración en muchos trabajos se toma como un reflejo translúcido e inmaculado de las representaciones que los individuos tendrían en su mente. Y eso es riesgoso, pues el rol de la narración como artefacto metodológico debe estar acompañado de análisis que sean propiamente narrativos. Las ciencias del lenguaje y de la comunicación han avanzado enormemente en las últimas décadas para cimentar teóricamente las formas de aproximarse al análisis narrativo; el acercamiento entre estas y la psicología proveería bases conceptuales para depurar los análisis por realizar, y superar así esa falta de especificidad cuando se analizan relatos y, en ocasiones, el parafraseo que se anuncia como un análisis del discurso.

Mi postura frente a este acercamiento metodológico, reconociendo sus ventajas, es que tomar la narración como mero dispositivo para indagar y recopilar información tiene también sus desventajas, pues deja de lado el aspecto constitutivo de la narración como mecanismo de construcción del razonamiento humano. La forma como se organiza la información en el tiempo y en el espacio es una de las ganancias que genera en el desarrollo la consolidación de los relatos (Perrino, 2015).

Entre los diversos ámbitos investigativos en los cuales se refleja la utilidad de trabajar desde las narrativas se encuentra la resolución de problemáticas sociocientíficas; en este tipo de relatos, el investigador asume que estos no solo evidencian las representaciones sobre un hecho, sino que también las genera. Una problemática sociocientífica es una situación que afecta una comunidad y que demanda un cierto conocimiento científico y valores morales para tomar decisiones sobre estos (Herman et al., 2018; Sadler y Donnelly, 2006). La discusión de problemáticas sociocientíficas genera en los participantes la necesidad de proponer soluciones específicas que están basadas en el conocimiento práctico de su contexto social. Estas soluciones están enmarcadas y restringidas por las variables que afectan la problemática discutida.

Por lo tanto, marcos cognitivos y discursivos se imponen en el razonamiento de los participantes para integrar coherentemente conocimientos, creencias y emociones sobre el fenómeno social o natural analizado. Así, este tipo de tareas exige a la persona que las resuelven la creación de un modelo mental para integrar las variables que podrían ser explicativas del fenómeno analizado, a la vez que implementa con coherencia diversos esquemas argumentales. Un modelo se comprende como una abstracción simplificada que representa un fenómeno particular (Crawford y Jordan, 2013). Superando las posturas más tradicionales sobre el razonamiento basado en modelos que lo conciben como una representación visual que representa un fenómeno (Hay y Pitchford, 2016; Kragten, Admiraal, y Rijlaarsdam, 2015; Quillin y Thomas, 2015; citados por Gutiérrez, 2018), en ciertas propuestas se afirma que los modelos también son identificables cuando se discuten problemáticas sociales.

Estudios recientes (Bago y De Neys, 2017; Stephens, Dunn y Hayes, 2018) sugieren que las decisiones tomadas dentro del marco de las problemáticas sociocientíficas se basan en hechos y datos viables y con alta confiabilidad desde un inicio de la discusión. Los relatos de las personas tendrían como meta compartir y justificar las decisiones tomadas que serían conciliables con el modelo mental subyacente. Es decir, la narración es razonamiento. En el relato se organiza el pensamiento que sirve a la vez como herramienta para la comunicación, pues permite a los individuos hacer construcciones visibles de constructos implícitos y ayuda, al mismo tiempo, a los participantes en el proceso de modelado para entender su objeto de análisis (Sorensen et al., 2016).

Como reflexión final se propone que, si se va a utilizar la narración, se considere su doble aspecto: como técnica y como proceso que instaura razonamiento en la mente de los niños y niñas. Su uso como técnica supone recurrir a las teorías sobre ciencias del lenguaje para poder maximizar la validez de las discusiones que se originen de estas, sin caer en el parafraseo o la psicologización. Como forma de pensar el razonamiento se propone reconocer la recursividad del lenguaje como un producto de la reflexividad del pensamiento, y posicionar el estudio de la capacidad narrativa como una manera de acercarnos a una de las formas en que el ser humano se representa el mundo y que, por lo tanto, nos facilita el convertirnos justamente en seres humanos.

Referencias

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1 Magíster y doctor en Ciencias del Lenguaje (énfasis en Lingüística) de la Université Lumiére (Lyon 2, Francia). Magíster en Psicología y psicólogo de la Universidad del Valle (Colombia). Docente de la Facultad de Psicología de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá, Colombia. mariogutierrez@javeriana.edu.co