ISBN : 978-958-781-555-9
ISBN digital: 978-958-781-556-6

Conferencias

El relato como herramienta de investigación. Aproximándonos a los despojos y las resistencias desde las narrativas

María Fernanda Sañudo1

Resumen

El reconocimiento de las narrativas individuales y colectivas como “objeto de análisis” para conocer las experiencias individuales y colectivas es resultado del “giro narrativo” en las ciencias sociales. En este contexto, la investigación narrativa como metodología emerge como estrategia para construir conocimiento narrativo. Bajo esta lógica, el Instituto Pensar, junto con personas de los municipios de Trujillo y Yacuanquer, iniciaron un proceso de investigación narrativa que condujo a la construcción de relatos sobre despojos y resistencias. En esta ponencia se presentan las principales reflexiones del proceso de construcción de los relatos.

Palabras clave: investigación narrativa, relatos, conocimiento narrativo, metodología cualitativa, despojos.

La investigación narrativa

El interés por el relato como herramienta de investigación en la perspectiva de Clandinin (2006) es resultado del “giro narrativo” en las ciencias sociales, proceso que implicó un vuelco en el “modo de pensar de la investigación social” (García-Huidrobo, 2016) y, por ende, un incremento en el interés por los métodos cualitativos; entre estos, los métodos biográficos. En dicho contexto se ancla el reconocimiento y la legitimación de las narrativas individuales y colectivas, en cuanto condición ontológica de la vida social (como se cita en Sparkes y Devís, s. f.) y como “proceso de representación, presentación y creación de significados” (Clandinin, 2006, p. 45). Así, los relatos se instituyen en “objeto de análisis” privilegiado para conocer las experiencias de los sujetos y “para explorar las narrativas sociales, culturales e institucionales dentro de las cuales las experiencias de los individuos se configuran” (p. 48).

Clandinin y Connelly (2000) destacan que tanto la centralidad que toman los relatos en la investigación social como el desarrollo teórico y metodológico que esto conlleva han enriquecido el campo de estudio denominado investigación narrativa (narrativa inquiry). García-Huidrobo (2016, p. 159) señala como característico de este campo los siguientes puntos:

  1. La reconfiguración de la “relación entre investigador e investigado”, aspecto que supone que los dos, y en el mismo nivel, se constituyen en actores clave del proceso de producción de conocimiento.
  2. La legitimidad que adquieren los modos de conocer de la gente común; es decir, de los saberes que emergen en el día a día, anclados a procesos políticos, sociales y culturales no hegemónicos.
  3. La situacionalidad de la experiencia y del conocimiento. Al respecto, Bell (2002) señala que la investigación narrativa se basa en el supuesto epistemológico de que los seres humanos dan sentido a la experiencia en relación con el contexto en el que se acuñan los esquemas de percepción y de acción que encarnan. También destaca que es este contexto el que deja disponibles los insumos para narrar la vivencia de la realidad. Al respecto, observa: “No importa cuán ficticios, todas las historias descansan en ilustrar las estructuras de la historia que una persona sostiene” (p. 209).
  4. “Se dio prioridad no solo a lo vivido como evidencia, sino a las palabras y la narrativa como método y estrategia para investigar y dar nuevos significados” (García-Huidrobo 2016, p. 159).

Sparkes y Devís (s. f.) reconocen la dualidad presente en el campo de la investigación narrativa, al señalar que, por un lado, esta puede constituirse en “una forma específica de investigación dentro del paradigma cualitativo con su propia credibilidad y legitimidad para construir conocimiento” (p. 6). Bajo esta lógica, la narrativa adopta el carácter de metodología; por otro, se configura como un método, en el sentido en que esta “perspectiva de investigación amplía lo cualitativo, ya que en su seno puede incluir algunas estrategias metodológicas, fuentes de recogida de datos y formas de análisis y representación más convencional y otros más novedosos” (p. 6).

Sobre el primer aspecto, Sparkes y Devís observan que el relato no se concibe como un dato, sino que es proceso y producto de la investigación; de esta manera, quienes intervienen en esta originan relacionalmente las narraciones sobre fenómenos específicos. En cuanto al segundo, el relato es fuente de datos, y las narraciones son analizadas de manera rigurosa, con el fin de establecer tendencias y patrones de comportamiento; además, son útiles al dar cuenta de un determinado fenómeno. Bajo esta perspectiva, el investigador es un analista de relatos y piensa sobre los relatos.

Las dos perspectivas coinciden en la importancia que se otorga a la experiencia de los sujetos como fuente de conocimiento. En paralelo, suponen que la comprensión de los significados y sentidos que los sujetos dan a la realidad requiere herramientas complejas de recogida, análisis y presentación de la información. Convergen en la propuesta de que abordar la experiencia de los sujetos nos permite acercarnos a la cultura, entendida como una estructura “de significación socialmente establecida en virtud de la cual la gente hace cosas” (Geertz, 2003, p. 23). Contribuyen también a la comprensión de la subjetividad y la acción como parte de una trama de estructuras de significación, de una “multiplicidad de estructuras conceptuales complejas” (p. 24). En este sentido, una y otra apuntan a explorar los supuestos que subyacen a las historias que las personas cuentan, y “permiten a los investigadores presentar la experiencia de manera holística en todos sus aspectos” (Bell, 2002, p. 209).

La investigación narrativa como metodología diverge de esta como método en cuanto a los siguientes aspectos:

  • El concepto de narración y el uso que se les da a los relatos. En la investigación narrativa como metodología lo importante en sí no es lo que las personas cuentan a quien escucha, ni el resultado que emerja del análisis de los relatos. Lo relevante es la composición narrativa que se sucede con el encuentro. El relato se constituye en el eje del proceso investigativo y en el principal resultado de la indagación.
  • En la investigación narrativa como metodología, la producción de los relatos es relacional y compartida. En este sentido, el proceso es “un trabajo que conduce a historias colaborativas, donde el investigador ya no es el que escribe sobre la experiencia de otros, sino que hace parte de la historia que se construye” (Bell, 2002, p. 210); la producción conjunta del relato o los relatos implica transformaciones de quienes intervienen en la indagación2, a la vez que lleva al autorreconocimiento y el reconocimiento del otro(a). Además, en palabras de Bell: “La narrativa ilumina la noción temporal de la experiencia”, dado que transforma “la comprensión de las personas y los acontecimientos” (p. 209); y es en sí misma “construcción de experiencias a través del proceso de indagación relacional” (Clandinin y Connelly, 2000).

    De acuerdo con Clandinin (2006), la centralidad que toma la narración tiene que ver con el posicionamiento de esta como “un modo relacional de construir y presentar un significado” (p. 48), el cual, si bien procede de las experiencias particulares de los sujetos, se configura por medio de la interacción de estos en el marco del proceso investigativo, marco que es situado territorial y culturalmente.

  • La composición tridimensional de las narraciones. Clandinin y Huber (s. f.) establecen que la composición colaborativa de los relatos está atravesada por la temporalidad, la interacción y el lugar. Respecto a la temporalidad, los autores señalan que las narraciones recogen imbricadamente diversos tiempos. De lo imaginado (futuro) se habla desde el pasado; las sensaciones y emociones del presente matizan el recordar y también el imaginar. En este sentido, el acto de relatar se instituye en el dispositivo mediante el cual el pasado, o la información construida por la experiencia vivida, se reactualiza y se reelabora.

    En cuanto a la interacción, el proceso de producción narrativa individual emerge de la conexión entre las estructuras internas de la subjetividad y las estructuras sociales externas (Sañudo, 2015). Los sujetos comprenden, ordenan, clasifican y hacen inteligible la realidad como resultado de la integración de estos dos ámbitos. En ese sentido, el encuentro narrativo implica la puesta en escena de lo subjetivo y lo social (integrado). Clandinin y Huber (s. f.) entienden las narraciones como el resultado del entrecruce de las condiciones personales con las condiciones personales y sociales de los sujetos implicados en la investigación. En este punto es importante destacar que el tipo de relación que se establece entre los sujetos limita o posibilita la narración.

    Así, el lugar condiciona la producción colaborativa del relato en tres niveles: 1. el espacio o espacios en los que se dialoga para producir el relato determina la manera como los sujetos interactuarán, lo que dirán y lo que callarán. 2. El espacio o espacios en los que sucede la experiencia sobre la que se narra ocuparán un lugar privilegiado en lo que se dice o se calla; la experiencia del “lugar” también será un factor importante en la producción de los relatos. 3. La organización política y económica de los lugares impondrá el tipo de representaciones que tienen los sujetos sobre la realidad.

  • La narración como conocimiento (situado). Bruner señala que explicamos nuestra experiencia por medio de diversas formas de narrativa (citado en Barret y Stauffer, 2009). En este sentido, narrar es “un proceso de creación de sentidos y significados” (p. 9). Mediante diversas formas de narración, los sujetos hacen inteligible lo que está por fuera de ellos; es decir, construyen, ordenan la realidad y le dan sentido. Barret y Stauffer sugieren: “Para Bruner, la narrativa opera simultáneamente tanto en el pensamiento como en la acción, dando forma a las formas en que concebimos y reaccionamos” (p. 10). Bajo esta lógica, la narración es un acto de cognición que no está desligado del contexto ni de la subjetividad de quien lo produce.
  • La investigación narrativa es un rompecabezas. Por medio del diálogo entre los sujetos implicados en la investigación se agregan las piezas al “conjunto” y se forma la narración, una narración que siempre será incompleta, parcial y transitoria; que obedece a la situacionalidad de quienes participan.
  • Investigación colaborativa. Tal como se especificó antes, este tipo de investigación supone en primera instancia el quiebre y recomposición de las relaciones entre los sujetos que intervienen en la investigación. Así, se habla de las comunidades como coinvestigadoras, y la indagación adopta el carácter de colaborativa. Bajo esta lógica, la horizontalidad de las relaciones y la comprensión de desde qué lugar se relata son claves.

Relatos de despojos y resistencias

Desde el 2016, el Instituto Pensar, centro de investigación de la Pontificia Universidad Javeriana, ha establecido relaciones de colaboración investigativa con habitantes de Yacuanquer (Nariño) y Trujillo (Valle del Cauca)3. El objetivo de la investigación fue mapear los despojos que, en diferentes escalas, enfrentan las comunidades campesinas, como resultado de la convergencia entre el conflicto armado y la implementación de las reformas neoliberales.

Metodológicamente, comenzamos el proceso investigativo bajo las premisas de la investigación narrativa tradicional, con la cual concebimos los relatos como estrategia para la recolección y análisis de la información. Las horas de grabación de testimonios tenían los siguientes objetivos: aproximarnos al contexto; conocer, reconocer a las personas, y que fuésemos conocidos(as) y reconocidos(as) por ellos y ellas. Las visitas continuadas al territorio contribuyeron a que de alguna forma se instituyese un tipo de cotidianidad entre personas del Instituto Pensar y de las comunidades.

Si hubiésemos considerado la presión del financiador, el proyecto habría finalizado al terminar el 2016; sin embargo, y a pesar de la cantidad de información recabada, que había sido sistematizada y analizada hasta ser convertida en insumo para la escritura de un artículo y un capítulo de libro, quisimos darle un vuelco metodológico a la investigación.

Esta decisión tuvo que ver, precisamente, con la confianza construida con miembros de las comunidades. En el andar con ellos y ellas, no solo habíamos mapeado los diferentes despojos de los que habían sido víctimas, también habíamos estado tejiendo un relato común sobre los despojos y sobre los procesos de resistencia ante procesos extractivistas. Este relato común implicó el despliegue de saberes y la construcción de lenguajes comunes.

Al comienzo, nosotras hablábamos del despojo desde una perspectiva teórica, muy aburrida y carente de sentido para ellos y ellas. Las personas de Trujillo y Yacuanquer hablaban con nosotros desde la experiencia4 misma del despojo.

Todo comenzó a fluir en el momento en que las personas del Instituto Pensar transformamos la manera de percibir y narrar el despojo. En este sentido, la comprensión común se empezó a construir entre todos desde lo experiencial. Si bien las personas que integraban el equipo de investigación no habían sido víctimas de la guerra o impactadas por el desmonte de las políticas proteccionistas, en conjunto estábamos siendo afectados por la consolidación de un modelo de desarrollo en el que se privilegia la minería y la producción a gran escala, sobre la producción de alimentos.

Así, la narrativa se configuró “como una forma de pensar y comprender la realidad” (García-Huidrobo, 2016, p. 156); y como “fuente epistemológica y ontológica”. De esta manera, lo experiencial, a la vez que posibilitaba evidenciar las experiencias de todos y todas frente al despojo, soportó el conocernos, reconocernos y autorreconocernos.

La indagación se transformó en una investigación colaborativa. Los diálogos desde lo experiencial convergieron en la producción de conocimiento narrativo (García-Huidrobo, 2016). Destacamos que los saberes que emergieron fueron situados, transitorios y parciales; y es el resultado de acoger/converger múltiples voces, perspectivas, verdades y significados. Además, desde la narración se interpeló el poder y la situacionalidad de quienes dialogaban en torno a los despojos.

Durante el segundo año en las dos zonas entretejimos narrativas y, por medio de ellas, dimos cuenta de diversas situaciones: el despojo violento de tierras y territorios, y de los bienes comunes; el resquebrajamiento del modo de producción campesino y de lo comunitario; la expropiación de los cuerpos y del trabajo. En los relatos conjugamos la experiencia de las violencias directas (en el contexto del escalonamiento de la guerra) con las violencias simbólicas (intervenciones estatales), y se reveló cómo estas han operado en la precarización de las condiciones de vida de las comunidades rurales, en la privación total y/o parcial de los recursos del territorio, y en la recomposición de las prácticas y saberes productivos.

Conversar sobre los despojos nos llevó a conversar sobre lo comunal, lo comunitario. Las historias de despojo siempre van paralelas a las historias de resistencia y de defensa de los comunes. Hablamos de mingas, de convites, de la mano vuelta, de los procesos organizativos, de las tiendas comunitarias, de los planes de vida, de los espacios sociales compartidos. Los testimonios invocaron lo que Gutiérrez (2017) ha llamado “las condiciones materiales para la reproducción de la vida”. Hablar de lo común; es decir, de la capacidad social y colectiva de producir y reproducir la vida social bajo principios no mercantiles evidenció la importancia que tenía, para quienes conversábamos, la reciprocidad social, la cooperación y las maneras colectivas que existen para producir y cuidar la vida.

La composición de relatos producto de una investigación narrativa implica considerar formas alternativas para la presentación de los resultados. Es clave explorar estrategias que superen el formato académico tradicional (artículo, libro, capítulo de libro). En el andar, quienes estuvimos involucrados en el proceso (personas de las comunidades y del Instituto Pensar) tomamos la decisión de presentar las narrativas por medio de relatos ilustrados. Para cumplir con este fin, incorporamos al equipo a una literata y a dos ilustradores, quienes comenzaron a interactuar activamente con las personas de las comunidades. Literata e ilustradores visitaron la zona varias veces y escucharon las conversaciones que habíamos establecido sobre los despojos y las resistencias. El trabajo colaborativo confluyó en la producción del libro Yacuanquer y Trujillo: Relatos de despojos y resistencias (Sañudo y Gómez, 2018).

Referencias

Barrett, M. S. y Stauffer, S. L. (2009). Narrative inquiry: From story to method. En M. S. Barrett, S. L. Stauffer (Eds), Narrative inquiry in music education. Países Bajos: Springer.

Bell, J. (2002). Than just telling stories. TESOL Quarterly, 36(2), 207-213

Clandinin, D. J. (2006). Narrative inquiry: A methodology for studying lived experience. Research Studies in Music Education, 27, 44-54.

Clandinin, D. J. y Connelly, F. M. (2000) Narrative inquiry: Experience and story in qualitative research. San Francisco: Jossey-Bass.

Clandinin, D. J. y Huber, J. (En prensa). Narrative inquiry. En B. McGaw, E. Baker, y P. Peterson (Eds.), International encyclopedia of education (3.ª ed.). Nueva York: Elsevier.

García-Huidrobo, R. (2016). La narrativa como método desencadenante y producción teórica en la investigación cualitativa. EMPIRIA. Revista de Metodología de Ciencias Sociales, (34), 155-178.

Geertz, C. (2003). Conocimiento local. La interpretación de las culturas. Barcelona: Paidós Básica.

Gutiérrez, R. (2017). Horizontes comunitario-populares. Producción del común más allá de la política estado-céntrico. Puebla: Traficante de sueños.

Sañudo, M. (2015). Tierra y género. Dilemas y obstáculos en los procesos de negociación de la política de tierras. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Sañudo, M. y Gómez, D. (2018). Yacuanquer y Trujillo: relatos de despojos y resistencias. Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana.

Sparkes, A. y Devís, J. (s. f.). La investigación narrativa y sus formas de análisis; una visión desde la educación física y el deporte. Recuperado de https://viref.udea.edu.co/contenido/publicaciones/memorias_expo/cuerpo_ciudad/investigacion_narrativa.pdf


1 Doctora en Estudios Feministas y de Género, magíster en Desarrollo Rural, antropóloga. Investigadora del Instituto Pensar de la Pontificia Universidad Javeriana. Coordinadora del grupo de trabajo de Clacso. msanudo@javeriana.edu.co

2 En palabras de Clandinin y Connelly (2000), la composición narrativa implica, por parte de quien investiga, la “necesidad de interrogar el conjunto de creencias y prácticas que se llevan a la investigación, la postura epistemológica del investigador, la postura ontológica”.

3 La colaboración investigativa con las comunidades referidas se realizó en el contexto del proyecto “Marco conceptual y metodológico para la medición integral de las violaciones de derechos humanos en los municipios de Trujillo (Valle del Cauca) y Yacuanquer (Nariño)”. Este se desarrolló con recursos de la convocatoria de investigación de apoyo a las zonas de cooperación del Centro Pastoral San Francisco Javier (CPSFJ) de 2015, y con el acompañamiento del Proyecto Integración Academia y Sociedad del CPSFJ.

4 “La experiencia como un saber que está intrínsecamente involucrado en nuestra vida” (García-Huidrobo, 2016, p. 155).