ISBN : 978-958-781-555-9
ISBN digital: 978-958-781-556-6

Conferencias

La protección y sanación (reordenamiento) del territorio amazónico como fundamento para el cuidado y la existencia de la memoria y la vida

Luz Mery Panche Chocué1

Resumen

El presente escrito recoge algunas ideas sobre el contexto histórico y su incidencia en las condiciones sociales, económicas, culturales y ambientales en la región amazónica, haciendo énfasis en la crisis socioambiental generada por la confrontación de políticas de gobierno, de Estado y pactos internacionales que aparentemente pretenden la conservación del pulmón del planeta en favor del cambio climático. De igual manera, plantea que la visión de desarrollo impuesta impulsa la deforestación y la contaminación de la riqueza hídrica, lo cual se agrava con proyectos extractivistas mineroenergéticos proyectados sobre la Amazonía colombiana. Finalmente, exhorta a las organizaciones sociales y a la población en general para que responsablemente se asuma el cuidado del territorio amazónico con la construcción y ejecución colectiva de propuestas de gobernabilidad y administración del territorio amazónico.

Palabras clave: economía extractivista, organización, políticas ambientales, pueblos indígenas.

La guerra, utilizada como mecanismo para el despojo y control del poder, ha impactado profundamente en la vida y la cultura de los colombianos. Conocemos las cifras escalofriantes de asesinados, desaparecidos, desplazados, víctimas individuales y colectivas, silenciados por el miedo y estigmatizados por una sociedad fría e indiferente ante la tragedia que padece cotidianamente la Colombia rural.

Sobre la crisis humanitaria generada por la confrontación armada se ha escrito bastante; sin embargo, es necesario insistir en que el territorio también ha sido victimizado, porque a la par con la violencia, también se fue transformando el paisaje y exterminando a sus cuidanderos milenarios. La imposición del modelo económico facilista, el narcotráfico, el extractivismo, los monocultivos, los megaproyectos viales y la militarización, entre otros factores, han roto el equilibrio y la armonía del territorio, y se hace necesario entonces reordenar el caos territorial como tarea indispensable para avanzar en la construcción de paz.

La Amazonía colombiana, conformada por los departamentos de Vaupés, Guaviare, Guainía, Caquetá, Amazonas y Putumayo, tiene alrededor de 1 200 000 habitantes y comprende 48 millones de hectáreas, las cuales equivalen al 41,8 % del territorio nacional y al 6,4 % del total del bioma amazónico (Opiac, 2018).

Allí habitamos milenariamente, además de los pueblos en aislamiento voluntario, 64 pueblos indígenas en grave riesgo de extinción física y cultural, con 178 resguardos que comprenden 25 millones de hectáreas; en los últimos años se han constituido 12 parques nacionales naturales en cerca de 8 millones de ellas.

Sin embargo, el apartado y hasta hace poco olvidado territorio amazónico, bautizado como el “pulmón del mundo”, predominantemente indígena, ha padecido la violencia sistemática impuesta en el país; ha sido testigo del genocidio causado por empresas caucheras, madereras y demás, y ha acogido en su seno de madre a colombianos perseguidos y despojados por la cruenta guerra librada en el interior del país.

Derribando selva, colonizando, también se fue implantando un modelo agropecuario que obedeció a la urgencia de sobrevivir, al poner en práctica lo tradicionalmente aprendido en otros suelos, en otros contextos, y dejar de lado la sabiduría de los pueblos originarios que hasta hoy nos permiten conservar algo de la Amazonía.

La guerra por la tierra definiendo fronteras, evangelización e imposición de pensamiento europeo, empresas extractivas rapaces de caucho, quina, pieles y maderas, ganadería extensiva, monocultivo y uso ilícito de nuestra planta sagrada, estado débil y corrupto, militarización y bombardeos, militarización y fumigaciones, militarización cuidando empresas saqueadoras de minerales y petróleo, planes de desarrollo contraamazónicos, contaminación de suelos y redes hídricas, entre otros procesos, no permiten el arraigo de las diferentes poblaciones que compartimos el territorio y sentirnos como cuidadores de la Amazonía para la existencia digna de la humanidad.

La madre tierra ha tomado parte en su defensa y se volvió negocio el discurso del cambio climático y su mitigación; el Estado colombiano puso en práctica la norma capitalista según la cual el que contamina paga, y si tiene mucha plata, contamine lo que quiera, a cambio de supuestas regalías; así, empezó a ponerse de moda la Amazonía.

A partir de la discusión sobre el cambio climático y el calentamiento global a escalas nacional e internacional, muchas miradas codiciosas se han volcado hacia el territorio amazónico, asediado hoy por la presencia de muchas organizaciones no gubernamentales ambientalistas, especialmente extranjeras, que sostienen su aparato burocrático con proyectos que poco impactan en la protección de la selva o en el bienestar de sus habitantes. Existe un Estado débil que no proyecta la conservación de la Amazonía como el motor de la economía regional, sino como un gasto más del pírrico presupuesto que se le asigna; desde Bogotá se negocian bloques petroleros y mineros, y se aparentan ejercicios inocuos e irresponsables de autoridad en materia ambiental.

Paz y represión, conservación y desalojo forzado de campesinos. Ayer nos quitaron la tierra productiva y nos obligaron a huir en nombre del tal desarrollo; hoy pretenden construir paz y desalojarnos en nombre de la conservación ambiental mercantilizada, ¿hasta cuándo habrá que seguir huyendo?

Con la Sentencia 4360, que reconoce a la Amazonía como sujeto de derechos, la Corte Suprema argumenta que la deforestación es el principal problema de la región amazónica, y señala: el país perdió 178 597 hectáreas en el 2016; es decir, la deforestación aumentó en un 44 % respecto a la cifra informada para 2015, y de ese número, 70 074 hectáreas corresponden a la Amazonía (Corte Suprema de Justicia, 2018, p. 3).

Con este marco jurídico tenemos la oportunidad de hacernos responsables del cuidado, reconstrucción y reparación de esta parte del pulmón del planeta, como hijos éticamente íntegros y amorosos con la madre tierra; ojalá las contrapuestas políticas de Gobierno y Estado no trunquen ese sueño.

La madre selva, la madre tierra, es un ser integral; por lo tanto, no podemos hacer creer que construimos paz si solo reducimos la protección y el cuidado de la selva a la conservación de retazos del territorio, mientras permitimos que los señores capitalistas del mundo destruyan nuestra selva y contaminen nuestras aguas.

Urge que quienes vivimos y compartimos nuestro día a día en la selva conversemos; urge entender que acabar con la selva amazónica es acabar con la humanidad; urge que construyamos desde nosotros el estado amazónico, al gobernar, administrar y legislar desde la selva, con la selva y para la selva; que construyamos nuestro propio sistema económico basado en la colectividad, la ética, la solidaridad, el respeto, el buen vivir y el cuidado de la selva; que juntemos la sabiduría ancestral y le enseñemos al mundo que cuidando la madre tierra se construye paz, que la riqueza se mide por la ética y la espiritualidad, principios innegociables e indispensables para ser realmente humanos. ¿Por qué no empezamos los colombianos?

La guerra nos ha enfermado y necesitamos curarnos, pero es fundamental comprender que nuestra felicidad depende también de la sanación del territorio; que nuestro empobrecimiento lo necesitan unas cuantas familias que se han llenado de dinero a costa de nuestra dignidad y nuestra vida; todos sabemos que no estamos a gusto solo con sobrevivir, esclavizados y apretujados como extranjeros en nuestra tierra, y mucho menos queremos que nuestros hijos y familiares hereden esta suerte.

Hagamos memoria, pero no cualquier tipo de memoria, no esa memoria para perdonar y olvidar, no esa memoria para seguir sobreviviendo como esclavos, no esa memoria que reparte la televisión y el actual Estado. Hagamos memoria viva de las capacidades que tenemos; hagamos memoria del derecho que tenemos a ser felices como humanidad; hagamos memoria de nuestro poder transformador; hagamos memoria de que somos dignos si quienes comparten el territorio lo son; hagamos memoria de que podemos construir otras formas de Estado; hagamos memoria de que somos hijos de la madre tierra, y que nos han forzado a olvidar nuestra responsabilidad de cuidarla.

Hoy todo el bioma amazónico enfrenta un grave riesgo de destrucción inmediata, con el avance de gobiernos y empresas que propician su desmantelamiento para aumentar sus ganancias financieras.

Según la Agencia Nacional de Hidrocarburos (ANH), en el departamento del Caquetá, por ejemplo, existen 43 bloques petroleros que se vienen concesionando, y entre las petroleras interesadas se encuentran Meta Petroleum, Pacific Stratus, Canacol, Emerald Energy, Monterrico, Hupecol, C&C Energy, Optima Range y Ecopetrol (La Amazonía colombiana, 2016).

Según Trujillo Quintero, Losada Cubillos y Rodríguez Zambrano (2017), existen intereses de la industria petrolera sobre 23 738 554 hectáreas, lo cual compromete el equilibrio ambiental y afectaría negativamente la realidad social de los pobladores de la región amazónica, especialmente la garantía de la propiedad jurídica de la tierra. Esto sin contar los títulos mineros y la construcción de hidroeléctricas que se pretenden entregar a las multinacionales.

Invitamos a mujeres y hombres para que la memoria viva transite y trascienda los Andes, la Orinoquía, el Pacífico, el Caribe, la Amazonía y el Abya Yala, porque el territorio es uno solo, porque el planeta es uno solo. No tenemos mucho tiempo para limpiar el desorden y devolver la armonía; no tenemos mucho tempo para evitar el desastre. El futuro es ahora, el paraíso es la madre tierra dignificada, sana y libre. Decidamos, entonces, y afrontemos las consecuencias.

Referencias

Corte Suprema de Justicia. (2018). Sentencia 4360 de 2018. Recuperado de https://www.cortesuprema.gov.co/corte/wp-content/uploads/relatorias/tutelas/B%20MAY2018/STC4360-2018.doc

La Amazonía colombiana, amenazada por la industria petrolera. RT. (20 de abril de 2016). Recuperado de https://actualidad.rt.com/actualidad/205287-amazonia-colombia-petroleo-amenaza

Organización Nacional de los Pueblos Indígenas de la Amazonía Colombiana (Opiac). (2018). Pacto por la defensa de la Amazonía colombiana. Recuperado de https://opiac.org.co/pacto-por-la-defensa-de-la-amazonia-colombiana/

Trujillo-Quintero, H. F., Losada Cubillos, J. J., y Rodríguez Zambrano, H. (2017). Amazonía colombiana, petróleo y conflictos socio-ambientales. Revista Científica General José María Córdova, 15(20), 209-223. DOI: https://dx.doi.org/10.21830/19006586.181


1 Ingeniera agrónoma de la Universidad Nacional de Colombia, sede Palmira, Valle del Cauca. Ha acompañado procesos organizativos de comunidades indígenas y campesinas de la Amazonía colombiana. Tiene amplia experiencia como mujer indígena nasa defensora de los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, con la Defensoría del Pueblo; ha actuado haciendo acompañamiento a víctimas del conflicto armado como defensora comunitaria en diferentes regiones del país, como el Urabá antioqueño, el noroccidente de Antioquia, el Bajo Putumayo y Riosucio, en el departamento de Caldas. Con la Secretaría de Educación Departamental de Caquetá fue Directora del Centro Educativo Intercultural Indígena de San Vicente del Caguán. Actualmente es integrante de la Instancia Especial de Alto Nivel con Pueblos Étnicos para hacer seguimiento al enfoque étnico en la implementación del Acuerdo Final de Paz.