Compartir en las redes:

Este video se hizo a partir de un conversatorio en el contexto del evento Para que suceda… el Buen vivir. Se abordan los múltiples factores que interrogan sobre el trabajo como determinante de la salud mental.





Compartir en las redes:

La familia es una institución en evolución constante desde el momento de la construcción misma de nuestra condición humana. Como especie hemos protagonizado un proceso de hominización que nos ha provisto de una serie de condiciones que nos impulsan hacia la vida social que compartimos con otras especies de homínidos.

>> Consultar Boletín Familia

 





Compartir en las redes:

Este video se hizo a partir de un conversatorio en el contexto del evento Para que suceda… el Buen vivir. Se reflexiona en torno a las responsabilidades que garantizan un buen clima laboral y las condiciones que impiden que éste sea una realidad.





Compartir en las redes:

Cuidarse, cuidar y ser cuidado son funciones esenciales para la vida y la supervivencia de las personas y la sociedad. Al cuidar se logra que la vida sea posible, se mantenga y evolucione.

>> Consultar Boletín Cuidarse y cuidar… ¡acciones congruentes!





Compartir en las redes:

Este video se hizo a partir de un conversatorio en el contexto del evento Para que suceda… el Buen vivir. Se abordan los múltiples factores que interrogan sobre el trabajo como determinante de la salud mental.





Compartir en las redes:

Por: |El Diario.es

Joan Tronto (Minnesota, 1952) asiente a cada palabra. Persigue con la mirada cada movimiento y atiende, con interés extraordinario, cada consigna que la jefa de prensa del Col·legi d’Infermers i Infermeres de Barcelona –donde ha realizado una charla– lanza. «Ella me cuida hoy», explica risueña.

Ella misma traza el paralelismo entre una anécdota tan nimia y lo robusto de su tesis de estudio: la ethics of care (ética del cuidado), teoría feminista de principios de los años 90, compete cada espacio de la vida de las personas. Ser consciente de ello es lo que hace que Tronto, doctora en la Universidad de Minnesota y acostumbrada a los viajes y simposios, muestre tanto interés en las palabras de su entorno.

Para Tronto, todo está relacionado con el cuidado: las relaciones, las estructuras… La democracia. «Por supuesto también el trabajo», destaca la politóloga, que relaciona la ética del cuidado con el decrecimiento económica y califica el cuidado como algo «revolucionario». Un cambio de paradigma.

Tronto apuesta por reducir las jornadas laborales e invertir menos en paliar y más en prevenir. «Cuántas horas trabaja usted?», pregunto. «Muchas», dice mientras ríe. «Yo tengo la posibilidad de invertir tiempo en algo que me gusta, pero no podemos obligar a la gente que trabaja en algo menos satisfactorio a que haga lo mismo», concluye.

El concepto ética del cuidado nos acompaña toda la vida, aseguran sus estudios. Pero los términos en si no nos resultan familiares.

El cuidado es una parte esencial de lo que significa ser humano. No se puede entender la humanidad sin entender lo que significa cuidar de los demás. Existen muchos tipos de relaciones diferentes que implican el cuidado.

Define el cuidado como «antídoto contra el capitalismo».

El cuidado no forma parte de muchas teorías políticas. Pero yo, como teórica feminista, lo pongo en el centro: ¿Qué pasaría si nos tomáramos enserio esta parte de vida? Creo que la del cuidado es la mejor crítica al capitalismo; pone en relieve la falacia que el mercado es la manera de entender la vida humana… El mercado presume que somos racionales, autónomos. Entes individuales. El capitalismo construye un patrón de persona que se corresponde a un segmento pequeño de la sociedad. Dice que sólo tenemos responsabilidad sobre nosotros mismos o, cómo mucho, sobre la familia. Esa no es una manera muy certera de entender la vida.

¿Cómo somos, según la  ética del cuidado?

Los humanos somos dependientes desde nacimiento. Necesitamos a la gente incluso para sentirnos seguros, ¿más prueba que esa? Necesitamos cuidados cada día de nuestra vida. Incluso en cosas más mundanas: comer, asearse… También cuando crecemos y enfermamos; o cuando envejecemos… Todas estas cosas pueden convertirse en algo dramático si descuidamos el cuidado en la sociedad. Cuando empecemos a reconocer cuánta de nuestra felicidad viene de los cuidados…

La especialista ha expuesto su tesis en el Col·legi de Infermeres i Infermers SANDRA LÁZARO

¿Se preocupan las sociedades por el cuidado?

No. Se preocupan por los mercados. [Larga pausa] Y a mi me preocupa lo siguiente: ¿Por qué invertimos tanto tiempo en la producción económica? Incluso en las sociedades democráticas pensamos: ‘Si tenemos más trabajo, más producción, la vida humana será mejor’. Y no es cierto. La vida de la gente, con más, no es mejor. Necesitamos una economía del cuidado.

¿Qué significa eso?

Simple: producir menos y centrarnos más en cuidarnos.

Usted defiende, bajo la teoría feminista, que debemos erradicar la idea del cuidado como algo natural. Algo dado.

De ahí viene la opresión de la mujer, de entender el cuidado como algo natural. Pues los roles sociales los creamos nosotros. Y esto es una cuestión de justicia: unos privilegiados bloquean a otros que lo son menos. Los que están arriba, fruto de su posición, hacen que los otros hagan lo que ellos no quieren. Y por esa simple razón, los hombres, que son los que están arriba, los presentes en la esfera pública, han relegado a las mujeres… A sus casas. La pregunta es: ¿Es más natural para las mujeres la cura?

No. Son enseñadas a cuidar, lo hacen por el privilegio de los hombres.

En 1987 usted escribía sobre esta cuestión: Más allá de la diferencia de género. Hacia una teoría del cuidado. ¿Hemos avanzado en algo?

Las cosas mejoraron un poco hace unos años, pero empeoraron aún más después. Cosas del capitalismo.

Balance pesimista.

[Ríe] Sí, visto con la perspectiva de la historia de las ciencias sociales modernas es dramático. Pero comparado con la historia de la humanidad, no está mal. Hace realmente poco que hablamos de los cuidados, por lo que soy optimista. Esta es una idea revolucionaria y sólo estamos al principio del cambio.

Cuando habla de cuidado lo expande a ciudades, estados… A la misma democracia.

Hay varias cosas que deben pasar. Necesitamos pensar en las necesidades humanas y medioambientales. Y pensar quién tiene esas responsabilidades: aquí entra la política. Organizamos las responsabilidades atendiendo al pasado, debemos repensarlo: qué cojo y qué no cojo. Esas elecciones están relacionadas con el cuidado, y en ello está involucrada cualquier estructura y institución de la sociedad.

Tronto califica los cuidados como un «antídoto del neoliberalismo» SANDRA LÁZARO

¿Cómo afecta esto al sistema médico, concretamente? Usted ha hablado ante un auditorio de enfermeras y enfermeros.

El sistema médico también debe repensarse. La medicina es un ejemplo claro de cómo la ciencia nos lleva, generalmente, por el mal camino. ‘Puedo hacer un nuevo medicamento que curará…’. ¡Guau! Igual deberíamos gastar menos dinero en la industria, y más en la gente. Igual pensando en la gente nos damos cuenta que necesitamos menos. Menos, sobretodo, trabajo.

¿Decrecimiento?

El capitalismo quiere traducirlo en términos de mercado. Incluso las relaciones y los cuidados. Hay un libro, Born to buy [Juliet Schor, 2004], que lo ilustra: en América la gente trabaja 50 horas a la semana. Y les preguntas: ‘¿Para qué?’. Ellos contestan que es para darle un futuro a sus hijos, para comprarles cosas a sus hijos. Lo que no nos hemos planteado es que tal vez invirtiendo más tiempo con ellos, necesitarán menos cosas. Y eso habla de lógicas de la producción, que deben ser substituidas por lógicas del cuidado.

Eso no parece competer a la mayoría de la gente, que no tiene posibilidad de decidir. ¿Qué pequeños cambios podemos hacer?

Volvamos a Marx: ¿Por qué cambiamos nuestro tiempo? Dinero? Necesitamos trabajar la mitad, 20 horas. Con mejores salarios. Pero eso será complicado. Para bajarlo a un nivel cotidiano: la gente debe democratizar y cambiar cada institución de la que forma parte. Familia, amistad, comunidad. ¿Qué puedo hacer cada día para reducir lo que consumo y a la vez mantener las relaciones con mi entorno? Aquí reside el cambio. El poder de la ética del cuidado reside en cómo entiende la vida cada uno: cuidarse es lo más importante.





Compartir en las redes:

Acompáñenos en la vida buena y la salud mental

A través del tiempo…

La idea de salud mental se construye a lo largo del tiempo y varía según el momento y la cultura, por lo tanto lo que hoy se considera salud mental es  diferente a lo que se pensaba  hace años, a la que vivieron nuestro padres y abuelos.
La salud mental depende de la satisfacción de las necesidades que llamamos básicas (sed, hambre, sueño) pero también son básicas el pensar, amar, jugar para lograr un bienestar emocional.
La empatía es la capacidad de ponernos en los zapatos del otro, porque entendernos es también salud mental.
Síganos, lea y si quiere comparta cómo entiende la salud mental… Al final de la página encontrará el espacio para dejas sus aportes. Nos interesa compartir y conocer experiencias.




Compartir en las redes:

Doctor. BC, Abogado de 76 años.

¿Para usted que significa la vida buena?

Considero que la vida buena es vivir la vida pudiendo hacer lo que a uno le satisface. Por su puesto, dentro de sus limitaciones. Observando con rectitud las reglas de la moral, de las buenas costumbres y respetando de todas maneras el derecho ajeno. Desde que uno pueda hacer en lo personal, lo social, lo familiar, lo que le parece y lo que considera que está bien para mí eso es la vida buena.

¿Se puede tener “vida buena” en el diario vivir? ¿Cuáles son sus características?

No siempre, se tiene en todas las actuaciones y todos los días la “vida buena”, porque en el transcurso del tiempo y de la existencia del ser humano se le están presentando dificultades, problemas tanto familiares como profesionales etc. De manera que toca sortearlos y hay que adelantar todas las actuaciones propias para superar las dificultades que se presentan y en la medida que esto se logre la vida buena va subiendo.





Compartir en las redes:

Por: Salud  | El Tiempo

Informe de la Organización Mundial de la Salud dice que el 4,7 % de los colombianos sufren este mal.

Un nuevo informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre la depresión, un mal que afecta al 4,4 por ciento de la población del planeta, ubica a Colombia por encima del promedio mundial, lo que genera preocupación entre las autoridades en este tema.

Según la OMS, este trastorno mental afecta al 4,7 por ciento de los colombianos, un porcentaje que, según algunos estudios desarrollados en el país, podría llegar hasta los 19 puntos.

Aunque la investigación no profundiza en los resultados puntuales sobre el país –se trata de un informe global basado en cifras del 2015–, sí permite contrastar cómo estamos respecto al resto del mundo, donde unas 322 millones de personas viven con depresión, entre quienes las mujeres, los jóvenes y los ancianos son los más propensos.

En el contexto regional, a Colombia no le fue tan mal en el informe de la OMS. En América Latina, Brasil es el país con mayor prevalencia de depresión, con 5,8 por ciento, seguido de Cuba (5,5) y Paraguay (5,2). Chile y Uruguay tienen el 5 por ciento;Perú, 4,8, mientras que Argentina, Costa Rica y República Dominicana muestran, igual que Colombia, un 4,7 por ciento.

(Además: Asolearse, la nueva terapia contra la depresión)

La depresión, conocida también como trastorno depresivo mayor o depresión unipolar, es una enfermedad mental capaz de causar numerosos síntomas psicológicos y físicos. Su síntoma más conocido es una tristeza profunda y prolongada.

El documento de la OMS, revelado en Ginebra (Suiza), también estableció que la depresión es 1,5 veces más común entre las mujeres que en los hombres. Y tres grupos de edad son particularmente vulnerables: jóvenes, mujeres embarazadas y en estado de posparto –a un 15 por ciento se le diagnosticaría depresión en el futuro– y los ancianos, especialmente los jubilados.

(Además: La depresión, un grave problema de salud pública)

De hecho, el Estudio Nacional de Salud, Bienestar y Envejecimiento (Sabe 2015), revelado por el Ministerio de Salud el año pasado, confirmó que cuatro de cada 10 personas mayores de 60 años habían tenido algún síntoma depresivo, fundamentalmente por falta de recursos económicos.

El documento de la OMS evidenció también que la depresión no deja de expandirse. En la última década, del 2005 al 2015 aumentó en 18,4 por ciento su alcance, y, según Dinesh Bhugra, presidente de la Asociación Mundial de Psiquiatría –que representa a más de 200.000 profesionales de esta disciplina–, para el 2020 esta enfermedad será la más frecuente en el mundo, por encima de las cardiovasculares y el cáncer.

(Lea también: Los alimentos que pueden ayudar a prevenir la depresión)

Al año, apunta el informe, la depresión cobra la vida de 788.000 personas, sobre todo por suicidio. Y si bien la propia OMS recalca que hay tratamientos eficaces para combatirla, reconoce que más de la mitad de los afectados en el mundo (y más del 90 por ciento en muchos países) no los reciben.

El documento de la OMS también resaltó los obstáculos para acceder a los tratamientos. Entre otros, la falta de recursos y de personal médico capacitado, la estigmatización que tienen los trastornos mentales y una evaluación clínica inexacta o errónea.

La estadística en Colombia respalda la afirmación de la OMS. La Asociación Colombiana de Psiquiatría indica que solo uno de cada 10 colombianos con depresión recibe tratamiento adecuado, y la más reciente Encuesta Nacional de Salud Mental (2015) señala que solo el 38,5 por ciento de los adultos entre 18 y 44 años que solicitaron algún tipo de atención en salud mental la recibieron.

(Además: Las claves de la ciencia de la felicidad)

Las pérdidas no son solo en vidas. Económicamente, por motivos como la caída en la productividad, la apatía o la falta de energía, cuesta mundialmente más de 1 billón de dólares, calculó la OMS. “La depresión es lo que contribuye en mayor parte a años vividos con discapacidad. Por lo que es una causa principal de discapacidad en el mundo actualmente”, dijo el médico Dan Chisholm, del Departamento de Salud Mental y Abuso de Sustancias de la OMS.

‘Tenemos política de salud mental’: Gobierno

Nubia Bautista, coordinadora del grupo de gestión integrada para la salud mental del Ministerio de Salud, asegura que desde hace casi 20 años el país cuenta con una política de salud mental.

¿El país tiene una política de salud mental?

Sí. Desde 1998, Colombia cuenta con una política de salud mental que se ha venido ajustando, según lo establecido en la Política de Atención Integral en Salud (Pais) y los resultados de la Encuesta Nacional de Salud Mental de 2015.

En este momento se está preparando un documento Conpes sobre el particular, que tiene cuatro ejes: promoción de la salud mental y la convivencia social; prevención y atención integral de los problemas y trastornos mentales; prevención y atención integral de los trastornos asociados al consumo de sustancias psicoactivas, y atención psicosocial a poblaciones vulnerables.

Y frente al posconflicto...

Tenemos un nuevo enfoque enmarcado en las necesidades del posconflicto, es decir, hace énfasis en la convivencia, la construcción de paz y la atención a víctimas de la violencia y poblaciones vulnerables.

¿Cuáles son las dificultades de atención de los pacientes?

La principal dificultad se deriva del hecho de que la salud mental apenas ingresó al Plan de Beneficios en Salud en 2011. Aunque la consulta externa ha aumentado un 65 por ciento desde entonces, aún hay insuficiente formación al respecto en los niveles primarios de atención. Eso dificulta el diagnóstico y la atención oportuna.

¿Cómo afrontan esta situación?

Cada día hay mayor conciencia de que los problemas de violencia son del ámbito de la salud mental y requieren atención. Por otra parte, el posconflicto ha generado mayor sensibilidad sobre la necesidad de afrontar problemáticas complejas relacionadas con la salud mental, la convivencia pacífica, la inclusión social, los riesgos de reactivación de nuevas formas de violencia y la construcción de una paz duradera desde los contextos locales.