ISBN : 978-958-781-326-5
ISBN digital: 978-958-781-327-2

Narrativas, discursos y lenguajes para la reconciliación y el buen vivir

Suachunizar para mejorar la percepción territorial

Diana Patricia Gómez Flórez

Magistra en Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana. Especialista en Gerencia de Proyectos de la Corporación Universitaria Minuto de Dios (Uniminuto). Profesional en Estudios Literarios de la Universidad Nacional de Colombia.

diana.gomezf@uniminuto.edu.

Resumen

La experiencia relatada se extrajo del trabajo de campo de la tesis de maestría Disputas y configuraciones de la suachunidad, un ejercicio de investigación que partió de pensar la estigmatización y connotación negativa hacia el municipio de Soacha, generada en la mayoría de ocasiones por medios de comunicación y expresiones en redes sociales. Se observó que la situación incomoda a los habitantes del territorio, especialmente a sectores juveniles, que reivindican su nombre retomando la palabra ‘Suacha’ para su denominación. Suacha se convierte, entonces, en postura política de sujeto y expresión, que acompaña la denominación de diferentes colectivos, quienes, con sus acciones, crean formas de resistencia e imaginarios que afectan las prácticas cotidianas de sus integrantes. Las redes sociales virtuales son el escenario para convocar y visibilizar, e incluso problematizar las acciones de dichos colectivos, que buscan difundir prácticas de buen vivir, solidaridad, convivencia y participación en torno a Suacha.

Palabras clave: territorio, Soacha, Suacha.

Introducción y contexto

El contexto geográfico de esta experiencia es Soacha un municipio que algunos denominan ciudad y se debate entre almojábanas, garullas, industria, desplazamiento forzado, inseguridad y malas noticias. La vida de sus habitantes se gesta dentro y al lado de los denominados Macroproyectos de vivienda de interés social que empezaron a construirse masivamente en el municipio en el año 2009, debido al decreto 4065 de 2008 autorizado por el expresidente Álvaro Uribe, en donde se legaliza modificaciones a los POT y se autoriza legalmente la sed expansionista de los urbanizadores que encontraron en Soacha grandes terrenos propiedad de políticos y personajes adinerados del municipio.

Tal es el caso de Ciudad Verde un complejo de torres de conjuntos residenciales con apartamentos entre 49 y 60 metros cuadrados, en donde se planeó la construcción de noventa mil viviendas en lotes que anteriormente hacían parte de las haciendas coloniales del municipio (www.periodismopublico.com, 2009). Maiporé, otro de los grandes proyectos de vivienda que llegó al municipio ofrece diez y seis mil nuevos apartamentos (Periodismopublico.com, 2010). Lo anterior sin contar el proyecto Hogares Soacha en donde a octubre de 2017 se calcula que la constructora ha vendido más de cinco mil ‘soluciones’ de vivienda. Fuera de estas dos grandes propuestas y desde el año 2009, en el municipio se han construido diferentes vivienda de interés social en diferentes zonas, además el gobierno nacional ha entregado 2520 viviendas gratuitas a familias clasificadas como vulnerables, desplazadas, víctimas de la violencia y desastres naturales, entre otros (Periodismopublico.com, 2012). Lo anterior sin contar que las cajas de compesación militares y policiales, donaron apartamentos a policías y soldados heridos en combate (Fuerzas Militares de Colombia, 2015).

Es decir, la Soacha que gran parte de las personas conoce, es un espacio conurbado, ubicado al sur de la capital, con bajo presupuesto para operar de forma administrativa y con un sinúmero de problemas que a diario se publican en los medios de comunicación del país. Esta Soacha es la que ha abierto las puertas a miles de personas que buscan en ella la solución a la necesidad básica de vivienda, sin embargo, para la mayoría de estos nuevos habitantes del municipio, el territorio que ahora habitan, no les represente ni significa nada.

Soacha con o, entonces se erige como la ciudad caótica, sin gobierno y con mucha gente que nisiquiera reconoce los límites entre el municipio y la capital de la república. La situación disgusta a quienes han nacido, o por lo menos educado y vivido en el municipio. Los primeros se denominan raizales y culpan de los problemas del lugar al gran grupo poblacional que habita ahora allí. Para realizar esta afirmación se realizaron varias entrevistas abiertas a personas autodenominadas raizales, cuya edad fuera superior a los cuarenta años y tuvieran algún liderazgo en la comunidad. Gloria Erazo, una mujer de sesenta y siete años de edad, dignataria de la junta de acción comunal de su barrio expresó su inconformidad de la siguiente manera:

Esta Soacha ya no es como antes, llegó mucha gente y el gobierno prefiere atender con los subsidio al extraño y no al que es propio de Soacha. Entonces para qué quedarnos aquí, si atienden mejor al que viene de afuera y uno tiene que aguantarse todos los problemas del tráfico, de los vendedores ambulantes, de gente que no respeta. Ellos no cuidan a Soacha ni la quieren como nosotros lo hacemos (Erazo, 2016).

De la misma forma, el docente de Ciencias Sociales y hoy (2017) Director de cultura del municipio, manifestó:

El problema de identidad en Suacha es duro y hay que asumirlo desde el corazón, llega mucha gente nueva y eso asusta, con la urbanización se pierde la historia, las haciendas y llega gente que ni siquiera sabe lo sagrado de esta tierra. Esto duele… (Peñaloza, 2015).

Igualmente, la presidente de la junta de acción comunal del barrio Eugenio Díaz, cuyo nombre hace alusión a un escritor del municipio, manifestó su inconformidad de esta manera:

Para los residentes de la comuna dos, en donde vivimos varios raizales, no hay soluciones. ¿O será que tenemos que volvernos desplazados para que nos escuchen? (Periodismopublico.com, 2016).

Características de la experiencia

El ejercicio de indagación se realizó entre febrero de 2015 y diciembre de 2016, se derivó de un trabajo de campo de la Maestría de Estudios Culturales de la Pontificia Universidad Javeriana. Aunque se convirtió en un insumo para la construcción de la misma, sus particularidades iban más allá de lo propuesto en el trabajo de grado que para cumplir su objetivo implicaba analizar categorías de representación, evidenciar presencia de subalternidad y configurar la idea Soacha/Suacha.

Se realizaron entrevistas semiestructuradas a diferentes líderes de colectivos sociales juveniles cuya denominación apelara a Suacha. Dos de las preguntas relevantes buscaban preguntar el por qué de su nombre, además de explicar la importancia de las redes sociales en su propuesta. De la misma forma, también se participó en actividades convocadas por los colectivos en donde se evidenció coherencia entre su discurso y su práctica; en algunos de estos encuentros se solicitó a participantes y organizadores dibujar el municipio a manera de cartografía emocional y se pidió que marcaran la ilustración con el nombre de él. Dicha cartografía tenía carácter emocional, pues se indicó a los participantes marcar sobre el mapa los lugares que consideraba más importantes y la sensación que generaba, bajo esta indicación se ubicaba una cara feliz, triste, seria u otra que manifestara el sentimiento que suscitaba.

Es importante mencionar que los colectivos abordados fueron Suacha, Suacha en imágenes, Plataforma juvenil de Suacha, Red Juvenil de Suacha, Suacha memoria identidad y territorio y Por una biblioteca digna y pública en Suacha, también se dialogó en menor proporción con otros colectivos y actores que hacen parte de la escena joven suachuna.

Durante el diálogo con los colectivos se identificó que estos vienen trabajando en el municipio aproximadamente desde el año 2009, fecha que coincide con la llegada de los macroproyectos de vivienda al municipio. Igualmente, aunque todos buscan tener incidencia política visible dentro de la comunidad, ninguno quiere verse reconocido dentro de la esfera gubernamental institucional, los que sí lo son se denominan bajo el nombre Soacha, ejemplo ‘Soacha joven’ que es el programa de la alcaldía municipal para atender a la población juvenil.

La voz del politólogo Heiner Gaitán, líder de Red Juvenil de Suacha, relata que varios de los colectivos empezaron a darse cuenta que el nombre original del municipio era Suacha con u (algunos incluso lo escriben Xuacha, apelando al vocablo muisca ‘original). El joven explicó que se utiliza en primer lugar el Suacha para evocar la cultura prehispánica, pero más allá del fetiche del pasado es pensar el territorio de otra manera. “Soacha es eso que no queremos ser, este territorio mal planeado, extracción minera, falta de oportunidades. En cambio Suacha es pensar alrededor del agua, pensar en comunidad, planear entre todos el territorio”, afirmó Gaitán (2014).

Dentro de las acciones de los grupos se evidencia un fuerte ejercicio de cuestionamiento al gobierno municipal de turno, critican su negligencia y ausencia estatal que ha generado la pobreza y problemáticas del lugar. Hay una supervisión constante del ejercicio del poder.

Varios de los denominados raizales aplauden estas iniciativas, aunque no dejan de verlas como un asunto circunstancial, que no pasará de los ánimos juveniles. Resaltan que la discusión va más allá de Soacha con o o con u, sino que lo importante es la defensa del territorio como respuesta a los problemas de la región, lo cual permite reiventarse y resignificarse como habitante del lugar. Lo anterior lo resume así Peñaloza (2015):

A la gente que llegó de Bogotá, a los desplazados que llegan buscando usufructo, lo primero que dicen es que Soacha con o, la fea, es el municipio donde mataron a Galán, que es el municipio donde roban a toda hora, que es el quinto más peligroso de Colombia. A la gente hay que decirle que la cosa no es así, hay que buscar la forma de darle a conocer la otra cara, mostrarle nuestras garullas, nuestras almojábanas, todo lo bacano que tenemos… hasta nuestros medios para que conozcan todo lo que acontece. Hay que decirles: Paremos un momentito y conozcan otra cara, la de Suacha.

Pareciera que bajo esta perspectiva, actuaran los colectivos, porque desde 2009 y hasta la fecha (octubre,2017) sus actividades se han dirigido a un reconocimiento reflexivo del territorio. Es decir, se convoca a encuentros, marchas, caminatas siempre con la conciencia de saber qué lugar se está pisando, su historia, configuración y transformación. En los foros llenan escenarios invitando a más jóvenes (y adultos preocupados por el tema) a conocer y a cuestionar el lugar que habitan, incluso han surgido iniciativas electorales juveniles. Aunque quienes tenían 15 años en el 2009, en 2017 ya trabajan y estudian, lo que limita su quehacer comunitario, pero han dejado ‘herederos’ que llevan con mucho tesón el estandarte de Suacha.

Esto no fuera posible sin la ayuda visibilizadora de las redes sociales, principalmente Facebook, pues allí se aprovecha la capacidad para identificar y compartir vínculos emocionales relacionados con Suacha . De forma paralela de varios grupos, perfiles y fanpages que pronto se fueron articulando y saliendo del anonimato se crearon en la web y fue a través de convocatorias Facebook o de medios digitales de comunicación como los integrantes de los colectivos empezaron a unirse. Los jóvenes llaman la atención con sus publicaciones, las cuales han hecho eco en diferentes sectores de la población del municipio pues además se visibilizan a través de medios de comunicación locales. Incluso, algunos colectivos cuentan con comité de comunicaciones que tiene el propósito de interactuar con los medios de comunicación independientes del municipio.

La investigadora Helena Martínez (2013) plantea que internet es utilizado por activistas como herramienta de comunicación y difusión de acciones a través de las cuales se establece una comunidad o cultura horizontal. La autora afirma que el hecho de utilizar redes sociales no garantiza la propagación y éxito de las convocatorias. Tal como sucede a los colectivos e incluso a muchos llamados virtuales que pueden llegar a miles de personas pero en la práctica asisten pocas.

Es por esto que surge la necesidad de hacer un doble ejercicio ‘suachunizador’ o de pedagogía sobre ‘Suacha’; el que se hace en la web y el que se realiza de manera presencial en calles, paisajes y lugares del territorio. Todo con el ánimo de explicar qué es Suacha, principalmente para aquellos nuevos residentes del lugar.

La suachunidad, emerge de una recuperación del territorio en medio de los fenómenos globalizados de la urbanización y la explotación, y es también una respuesta a la estigmatización del municipio. Andrés Jiménez (2015) considera que esto es el fenómeno de la soachización, sintetizado en un problema social y público. El objetivo para superar la soachización, es sacar a Suacha de Soacha, según Jiménez.

Tal como se ha venido mencionado pesar de ser una acción de rescate de lo ancestral, esta no se hace a partir de la voz del indígena actual que habita el territorio, sino de jóvenes letrados. De la misma manera, la idea de la recuperación del territorio natural, del entorno libre de minería (globalización), parte no del campesino, sino del joven con formación académica.

Aunque los grupos se reconocen como alternativos y contrahegemónicos, su actuar es propio de la ciudad letrada, sus acciones cuestionan y rechazan el fenómeno de la urbanización. Sin embargo, al sentirse ‘herederos’ de los raizales, señalan a los nuevos habitantes de Suacha, ya que tanto colectivos como individuos entrevistados manifiestan que el deterioro del municipio se debe a la llegada masiva de nuevos residentes, convirtiéndolo en Soacha, la fea.

La suachunidad no se construye con estos nuevos habitantes, se teje desde raizales y sus ‘herederos’ letrados ya que los nuevos habitantes no están preocupados por conocer su territorio, aunque ellos también realizan acciones conjuntas que pocas veces han estado acompañadas o convocadas por los colectivos.

Esta exclusión no solo se percibe en la acción este factor excluyente, en la web, aunque los grupos, son libres y cualquiera puede acceder a ellos, los seguidores son los mismos habitantes de espacios digitales de Soacha: líderes comunitarios, activistas sociales y raizales del municipio. En pocas ocasiones se encuentran nuevos residentes del territorio, por lo tanto ni se enteran ni participan de los discursos tejidos por los promotores de la suachunidad. Mucho menos el indígena y campesino, accede a este tipo de discurso digital. De esta manera, se da paso a pensar en la web, como un elemento propio de la ciudad letrada, que acompaña la vida cotidiana de los colectivos que construyen suachunidad.

La suachunidad está polarizada. En un extremo se observa el ejercicio del rescate histórico y evocación de la memoria, incluso la labor cercana al gobierno municipal. Esto es ‘bien’ visto ante los ojos de los raizales, políticos, líderes comunales y personas mayores. Es una forma de vivir la suachunidad. La postura de ‘izquierda’ es su otro polo, en ella se quiere el territorio y por eso se cuestionan sus problemas, desde la corrupción gubernamental hasta el olvido de la comunidad por la apropiación de su entorno y falta de participación que ha permitido la presencia de vejámenes y estigmatizaciones hacia Suacha. Por eso en medio de esta balanza y polaridad, cabe preguntarse en qué punto de la suachunidad se encuentra uno como testigo de la experiencia. Mejor dicho, ¿ suachunidad gobiernista o de izquierda? El punto neutro por su poca incidencia no tiene poder, ni capacidad de movilización, ni acción significativa.

Independientemente del tipo de suachunidad que se vivencie, esta opera en el plano digital visibilizando las acciones que se hacen en el escenario denominado real. Internet se erige como una actualización, una visibilización de discursos y prácticas que contienen en sí un elemento cultural fuerte: la representación. El uso de redes sociales por parte de los colectivos refleja la necesidad de mostrar que sí se actúa y sí se vivencia la suachunidad.