Un estudio de la Universidad de Harvard, publicado en la revista Science a inicios de este año, confirma los resultados de investigaciones que venían desarrollando los científicos desde hace décadas: el virus de Epstein-Barr, que produce la ‘enfermedad del beso’, es clave en el desarrollo de la esclerosis múltiple.
¿Qué es la esclerosis múltiple y el virus del Epstein-Barr?
La esclerosis múltiple es una enfermedad neurológica que tiende a generar algún tipo de discapacidad y afecta principalmente a la población entre los 20 y los 50 años. Llega a comprometer varios órganos y principalmente la sustancia blanca del cerebro (fibras nerviosas y extensiones de las neuronas), de la médula espinal y el nervio óptico. Cuando ataca este último, produce visión borrosa y dolor en los ojos.
Cuando la médula espinal se ve afectada, reduce la sensibilidad en áreas del cuerpo como brazos, piernas, abdomen o también en el control de esfínteres. Puede atacar el tallo cerebral y el cerebelo, causando doble visión, vértigo, inestabilidad para caminar, pérdida de precisión en los movimientos de las extremidades superiores e incluso, puede causar daños cognitivos y pérdida de memoria, tal como lo explica Luis Alfonso Zarco, jefe de la Unidad de Neurología del Hospital Universitario San Ignacio.

Por su parte, el virus del Epstein-Barr pertenece a la familia del herpes. Se calcula que entre el 80 y el 95 % de la población mundial se ha contagiado de este patógeno, especialmente durante la adolescencia y juventud. Su principal medio de transmisión es la saliva, de ahí que se le conozca popularmente como ‘la enfermedad del beso’.
Sin embargo, como explica Zarco: “El virus puede permanecer latente o inactivo durante mucho tiempo, pero hay que enfatizar en que la mayoría de los pacientes desarrolla la infección de manera asintomática”.
La investigación
Expertos de varias universidades de Estados Unidos, principalmente de Harvard y su Escuela de Salud Pública T.H. Chan, analizaron una extensa base de datos clínicos del ejército de ese país. Estudiaron los registros de más de diez millones de militares a los que les fueron tomadas muestras de sangre a su ingreso y durante su permanencia en servicio.
Lograron detectar 995 casos de esclerosis múltiple en un intervalo de veinte años. Encontraron, además, que casi la totalidad se había infectado con el virus del Epstein-Barr entre cinco y diez años antes de desarrollar la enfermedad.
“Con estos datos se determina que la infección por el virus de Epstein-Barr aumentaba en gran medida el riesgo de esclerosis múltiple y que precedía al desarrollo de la enfermedad, lo que respalda su papel potencial”, dice el documento.
Multiple sclerosis, a progressive disease that affects 2.8 million people worldwide and for which there is no definitive cure, is likely caused by infection with the Epstein-Barr virus https://t.co/UuzvqF7JBI
— Harvard Medical School (@harvardmed) January 15, 2022
“El virus del Epstein-Barr es absolutamente necesario para que se desarrolle la esclerosis múltiple, pero no es suficiente. Si los individuos no tienen la predisposición genética o no tiene la coexistencia de otros factores ambientales que hacen que su sistema inmune sea vulnerable a ser disfuncional, no van a desarrollar la enfermedad”, argumenta Zarco.
Para este experto, desde hace más de una década existe evidencia sólida y robusta en los datos que señalan que este virus es el factor ambiental más importante para generar la enfermedad. Pero la investigación le da un soporte mucho más sólido por la cantidad de datos analizados.
Alberto Ascherio, profesor de epidemiología y nutrición de la Escuela de Salud Pública T.H. Chan y autor principal del estudio, dijo para Harvard Gazzete que “nuestro grupo y otros han investigado la hipótesis de que el Epstein-Barr causa la esclerosis múltiple durante varios años, pero este es el primer estudio que brinda evidencia convincente de causalidad. Es un gran paso porque sugiere que la mayoría de los casos de esclerosis múltiple podrían prevenirse al detener la infección por el virus del Epstein-Barr, y que enfocarse en este conduciría al descubrimiento de una cura para la enfermedad”.
Según el Ministerio de Salud y Protección Social de Colombia, en el país hay alrededor de 3100 pacientes diagnosticados con esclerosis múltiple. A nivel mundial afecta a 2.8 millones de personas y es considerada la segunda causa de discapacidad neurológica en jóvenes.
Una enfermedad autoinmune
“La esclerosis no tiene cura. Hay tratamientos cada vez más eficaces que permiten controlarla bastante bien. Este es el campo de más desarrollo de la neurología. No hay otras enfermedades neurológicas en las que se tenga un abanico de doce o catorce medicamentos para tratar la enfermedad”, sostiene Zarco.
La evidencia científica muestra que hay más de 200 genes que podrían estar implicados en la generación de la esclerosis múltiple, por lo que se le considera una enfermedad poligénica.
El virus del Epstein-Barr produce, entre otros efectos, una alteración en el funcionamiento del sistema inmune, específicamente en los linfocitos B, un tipo de glóbulos blancos que generan anticuerpos y que se encuentran principalmente en la amígdala y en la orofaringe, la parte trasera de la boca.
Explica Zarco que los linfocitos B tienen un receptor que se llama BCR, conocido como células B, que le permite detectar cuando hay una molécula extraña para el organismo y generar una respuesta inmune.
En ocasiones, el accionar de virus como el del Epstein-Barr es mimetizarse o camuflarse para pasar inadvertido y esto puede llevar a que las defensas del cuerpo, al generar una respuesta inmune, terminen atacando al propio organismo, proceso que se conoce como autoinmunidad.
“Es como si tuviéramos un edificio con un vigilante y un detector de código de barras para permitir el acceso. Entonces llega un residente con su carnet, pero como el lector del código de barras está fallando, le dice que no puede entrar, o lo que es peor, llama a fuerzas especiales para que lo ataquen. Entonces se monta una respuesta inmune contra un tejido propio”, ilustra el investigador.
En otros casos, cuando hay una infección que se encuentra activa en forma permanente, o es una infección intensa, los linfocitos B se fatigan y dejan de funcionar adecuadamente ante este estímulo, lo que permite el desarrollo de la enfermedad.
Un llamado a la prevención
Para Zarco, esta investigación, además de comprobar la relación entre la infección del virus y el desarrollo de la enfermedad, tendrá un impacto posible en el tratamiento, pero sobre todo en la prevención. Si se desarrolla una vacuna contra el virus del Epstein-Barr, se podrían evitar casos de esclerosis múltiple.
El neurólogo hace un llamado para mantener un estilo de vida saludable que genere condiciones poco factibles para la enfermedad. Algunas recomendaciones son hacer ejercicio, evitar el sedentarismo, el consumo excesivo de sal en la dieta, de cigarrillos y, sobre todo, mantener unos niveles normales de vitamina D.
“Cada persona debería conocer su nivel de vitamina D mediante una prueba, y consumir alimentos ricos en esta, como los champiñones, hongos, setas, atún y tener un suplemento porque por más vitamina D que haya en la dieta, no es suficiente. Exponerse al sol unos 20 minutos al mediodía es la principal fuente que podemos tener de esta vitamina”, puntualiza.
También llama la atención a reflexionar sobre la limpieza de objetos públicos que tienen contacto con la saliva como cubiertos, utensilios de cocina, y tener cuidado con los besos en la boca, sobre todo en poblaciones infantiles a fin de reducir el riesgo de trasmisión del virus.