La educación superior atraviesa un momento crucial, marcado por desafíos profundos y acelerados. Estamos viviendo una época con injusticias e inequidades, cambio climático, pérdida de biodiversidad, desconcertantes cambios en el orden político y la economía mundiales, amenazas a la democracia y guerras. A esto se suman megatendencias globales que impactan directamente la educación: cambios demográficos; digitalización, revolución tecnológica e inteligencia artificial; transformaciones en el mundo del trabajo y una creciente crisis de confianza en las instituciones.
En este contexto de complejidad e incertidumbre, la universidad enfrenta el reto de mantenerse vigente y renovar su misión de generar conocimiento, formar ciudadanos y contribuir a la sociedad. Este es un punto decisivo para proyectar a la educación superior con esperanza y visión de largo plazo con el fin de potenciar sus contribuciones para dar respuesta a los grandes desafíos de la sociedad y aprovechar las oportunidades que estos mismos retos pueden generar.
La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco), a través de su iniciativa Futuros de la Educación, propone la construcción de un nuevo contrato social para la educación, basado en principios de derechos humanos, justicia social, dignidad humana y diversidad cultural. Esta iniciativa invita a imaginar colectivamente múltiples escenarios de futuros posibles y alternativas de transformación para que la educación responda a los grandes desafíos de la sociedad y, también, a promover futuros justos, inclusivos y sostenibles.
Así pues, esta invitación plantea reinterpretar el presente, identificar trayectorias emergentes y atender a las posibilidades que podrían estar abriéndose o limitándose. En el foro que realizó esta organización mundial en diciembre de 2024, se enfatizó en la necesidad de contextualizar estas reflexiones a nivel local, con el fin de diseñar soluciones específicas y localizadas, que, sin perder de vista lo global, respondan a las particularidades de cada entorno.
Este ejercicio sobre el futuro debe complementarse con una revisión histórica del pensamiento universitario y los modelos de universidad, como lo sugiere el Padre Gerardo Remolina S.J., en su libro La universidad en la encrucijada: un panorama histórico y prospectivo. El autor muestra que la universidad ha adoptado diversos modelos según su contexto histórico y cultural, pero un elemento constante ha sido la universalidad del conocimiento. La educación universitaria, resalta el Padre Remolina, no es solo un proceso instructivo o informativo, sino una experiencia formativa que impulsa el desarrollo humano integral.

Además, enfatiza el Padre Remolina que el “principal objetivo de la universidad del siglo XXI no es, como quizá ha sido hasta ahora, el de transmitir conocimiento a sus estudiantes sino el de enseñarles a producir conocimiento juntamente con sus profesores. Formar talento humano y capacitarlo para crear, inventar, pensar de manera diferente, fuera de los esquemas tradicionales, atreverse a imaginar lo no existente y encontrar soluciones a problemas concretos”.
Imaginar futuros posibles desde la investigación
En el ejercicio de imaginar posibles futuros, la investigación se posiciona como una de las mayores oportunidades para las universidades, ya que también fortalece la formación de ciudadanos para el mundo y la proyección social o extensión.
Universidades con sólidas capacidades en investigación e innovación, como la Javeriana, tienen un papel central en la generación y difusión del conocimiento de vanguardia, gracias a sus fortalezas en la comunidad educativa y su infraestructura. Estas universidades desarrollan avances que abren nuevas fronteras del saber e innovaciones científicas, tecnológicas y sociales.
Este conocimiento de vanguardia es vital para enfrentar los grandes desafíos de la sociedad, pero no de manera aislada, sino en colaboración con diversos actores, tanto dentro como fuera de la academia. Una aproximación interdisciplinaria y la integración de múltiples miradas y saberes es clave para ofrecer miradas innovadoras y relevantes a preguntas complejas. En este sentido, las universidades tienen la capacidad de articular redes y alianzas para acercar el conocimiento de punta a distintos sectores de la sociedad y generar nuevos saberes a partir del intercambio con otros actores.
Igualmente, ese conocimiento de vanguardia enriquece la formación de los estudiantes. Su participación en experiencias de investigación les ofrece una valiosa oportunidad de formación integral y diálogo intergeneracional. Así mismo, les permite desarrollar habilidades clave para el mercado laboral contemporáneo como el pensamiento analítico y crítico, la creatividad, la comunicación eficaz y el trabajo colaborativo. Más allá de la empleabilidad, estas experiencias contribuyen a la formación de ciudadanos para el mundo, capaces de entender los problemas locales y globales contemporáneos, y que tienen el conocimiento, las competencias y el compromiso para asumir un rol activo en su solución.
Estas líneas buscan resonar con la invitación de la UNESCO a continuar el diálogo colectivo sobre las transformaciones necesarias de la educación superior para responder a los desafíos actuales y futuros. Es fundamental que este diálogo permita reflexionar sobre el potencial transformador de la investigación, para asegurar que la universidad sea cada vez más relevante e innovadora, y esté conectada con las necesidades de la sociedad.