Álvaro Ruiz Morales es un médico javeriano capaz de soñar en 32 idiomas diferentes. En este preciso momento, quizá, está perfeccionando su tailandés o sumergiéndose en el estudio del húngaro. Además de ser uno de los pocos hiperpolíglotas en Colombia, Ruiz Morales lleva más de cincuenta años investigando y formando médicos en el país.
Quien se acerque a la puerta de su oficina, en el Hospital Universitario San Ignacio (HUSI), será recibido por los acordes de Beethoven, Wagner o Puccini, mientras que en su biblioteca descansan libros en japonés, mandarín, árabe, armenio, latín, francés, alemán y, por supuesto, en español ―un Don Quijote de la Mancha no podía faltar―.
Ruiz Morales fue un elemento imprescindible en la creación del Departamento de Epidemiología Clínica y Bioestadística de la Pontificia Universidad Javeriana ―pionero en Colombia y uno de los primeros en América Latina―. Además, fue director del Departamento de Medicina Interna y del Instituto de Bioética, jefe de la Unidad de Cuidado Intensivo del HUSI y consultor en temas cardiovasculares para la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“Con la epidemiología clínica les hemos enseñado a los estudiantes a investigar y a identificar qué es relevante para el país: cosas que puedan cambiar la salud, las conductas en los hospitales y la atención a los pacientes. Pero, además, les enseñamos a leer críticamente lo que se publica”, asegura Ruiz Morales, quien es especialista en Medicina Interna e Hipertensión Arterial, y magíster en Epidemiología Clínica.

El origen de un maestro
Ruiz Morales nació en Bogotá, en una familia de origen santandereano y boyacense, que le inculcó el amor por los libros y le mostró las infinitas puertas que abre la música. Realizó su bachillerato en el seminario de los franciscanos en Cali, donde el profesor Eduardo Morales, originario de Titiribí (Antioquia), le enseñó varios de los idiomas en los que hoy lee.
Morales lo formó en inglés, francés, latín, alemán, italiano, portugués y ruso. Y después aprendieron juntos japonés, hebreo y griego. “Lo que más me gusta es aprender idiomas que tengan sistemas de escritura raros, como el arameo, que se escribe de derecha a izquierda y tiene un alfabeto muy antiguo, o el mongol, que se escribe de izquierda a derecha, pero de arriba abajo”, asegura Ruiz Morales.
De regreso a Bogotá, estudió medicina en la Universidad Javeriana, donde continuó su formación en posgrado en Medicina Interna, que terminó en la Universidad de Miami. De allí fue a Nueva York, en donde trabajó en investigación en cardiología en la Universidad de Cornell. Y, finalmente, hizo sus estudios de maestría en Epidemiología Clínica en la Universidad de Pensilvania, en Filadelfia. De todas esas universidades guarda recuerdos muy especiales, pero muy en particular de sus bibliotecas, que eran su sitio de estudio y descanso.

Su primer encuentro con la docencia fue, paradójicamente, un episodio en el que se atrevió a corregir a un profesor: “Nos hizo una pregunta a 120 estudiantes, […] ninguno sabía. Entonces apagó la luz, nos dejó a oscuras y se fue. Yo lo intercepté y le expliqué que lo que estaba preguntando correspondía a la clase siguiente. Como ‘castigo’ por contradecirlo, me encargó la tarea de explicar la próxima sesión”, recuerda.
Al día siguiente, dio su clase sobre facomatosis, un grupo de enfermedades neurocutáneas de origen genético. “Me fue muy bien. Ese día me di cuenta de que, además de ser médico, también quería enseña. Nunca dudé de que esto era lo mío, y siempre pensé que iba a ser feliz”, asegura.
Un maestro extraordinario
A lo largo de su carrera, Ruiz Morales ha participado en decenas de congresos internacionales, y ha llevado a cabo investigaciones de vanguardia en temas como el colesterol y las enfermedades cardiovasculares; en la relación entre la aterosclerosis –la enfermedad que se produce cuando se acumula placa en las paredes de las arterias– y la enfermedad periodontal –la infección grave de las encías –; en trastornos del sueño y en hipertensión arterial. Estudios que han aportado a la creación de guías de práctica clínica y a la formulación de políticas de salud pública en el país y la región.

Sin embargo, cuando le preguntan cuál considera su mayor logro, no duda ni un instante: ser profesor y promover un ejercicio de la medicina con integridad. Ha sido galardonado en múltiples ocasiones como el mejor docente de la Facultad de Medicina e, incluso, ha recibido este honor tres veces en un mismo semestre. Entre sus distinciones también se encuentra el Premio Bienal Javeriano en Investigación en la categoría Vida y Obra, la Orden Universidad Javeriana en grado de Oficial, la Cruz San Francisco Javier, y más de cuarenta reconocimientos nacionales e internacionales, que sería imposible enumerar aquí.
Cuando le pregunté qué llevaría en su maleta al dejar la Javeriana, respondió: “Siento una profunda satisfacción por haber hecho bien las cosas, y guardo recuerdos muy valiosos de profesores, colegas, estudiantes y pacientes de los que aprendí tanto. En la Javeriana, mi hogar profesional, siempre me he sentido respetado, cuidado y feliz. Todo esto lo llevaría en mi maleta; pero con seguridad se va a colar una enorme nostalgia de todas mis experiencias en los cincuenta y cinco años, muy felices, que pasé en la Universidad”.
Gracias al profesor Ruiz Morales, la Biblioteca central de la Javeriana tuvo el primer disco compacto de música, la primera ópera en DVD y una colección completa de discos láser con su reproductor. Se trata de un verdadero apasionado por el conocimiento, la investigación, la música, los idiomas y la búsqueda de la razón de las cosas. El profesor es, sin duda, un javeriano por excelencia.