En los últimos años la atención a la salud mental está siendo reforzada en todo el mundo. Datos de la Organización Mundial de la Salud – OMS, revelan que en el planeta cerca de 450 millones de personas sufren de trastornos mentales. Estos pueden ir desde un profundo desaliento o consumo problemático de alcohol y otras sustancias, hasta dejar de dormir e incluso, desconectarse de la realidad.
En una encuesta aplicada por el Ministerio de Salud y Protección Social en octubre de 2023 el 66,3 % de los colombianos declaró que en algún momento de su vida ha enfrentado algún problema de salud mental. Este porcentaje es mayor entre las mujeres con un 69,9 %.
Según el ministerio, los trastornos mentales dependen de variables genéticas, congénitas, biológicas, psicológicas, pero también tienen fuerte influencia por experiencias familiares, sociales y los acontecimientos de su historia de vida. En la encuesta el 44,5 % de los encuestados manifestó que la casa es el lugar más propicio para generar este tipo de problemas.
La OMS muestra que a nivel global, la depresión es más común en mujeres y el abuso de sustancias es más común en hombres.
Estas cifras han llamado la atención de gobiernos, organizaciones internacionales y académicos para potenciar la atención en salud mental en todo el planeta.
Talleres de creación artística para pacientes psiquiátricos
La Pontificia Universidad Javeriana ha desarrollado un proyecto de investigación-creación que abrió el diálogo entre médicos especialistas y pacientes. Los departamentos de Psiquiatría y Artes Visuales participaron en esta investigación que ofrece talleres de creación artística a pacientes que han sido diagnosticados con diversos cuadros psiquiátricos.
En estos talleres, docentes de la Facultad de Artes ofrecen diversos materiales plásticos a pacientes de la unidad de salud mental del Hospital Universitario San Ignacio, para que con algunas instrucciones, representen seres importantes en su vida, y con ello, permiten a los profesionales de la salud mental profundizar en el tipo de relaciones que los rodean. Todos ellos participaron voluntariamente.
“Proponemos cuatro talleres distintos que se aplican de acuerdo con una primera valoración psiquiátrica”, afirma Sonia Barbosa, docente de la Facultad de Artes. Uno de ellos es con arcilla de diferentes densidades, que es apropiado para pacientes con cuadros de ansiedad. Otro es de joyería, usado en pacientes más tranquilos porque implica un proceso lento de enhebrar, hacer amarres, pegar.
Otro de los talleres es con cubos de yeso, en los que los pacientes deben excavar y moldearlo. Finalmente está el de luces y sombras en el que manipulan papeles de colores para reflejar mediante la luz los elementos importantes para el paciente.
En los talleres participan el paciente, el terapeuta y un mediador artista. Se ofrecen unos materiales y se les pide representar con ellos su círculo social más cercano. A partir de lo que van construyendo, tanto los artistas como los médicos hacen preguntas del significado de cada elemento. Esto aporta información valiosa para la atención y tratamiento de sus patologías.
Miguel Uribe, profesor del Departamento de Psiquiatría y Salud Mental, relata que el proyecto buscaba representar visualmente los vínculos y representaciones de los pacientes. “Esas redes sociales tienen influencia sobre la salud mental y sobre la conducta de las personas. Aquí incluíamos las personas a las que acudirían si tuvieran un problema, una necesidad o a personas que son significativas”, dice.
El experto explica que para los psiquiatras resulta fundamental entender esos vínculos porque pueden aportar en el proceso de tratamiento, o por el contrario, pueden ser fuente de conflictos, y por lo tanto, influir negativamente.
“La entrevista clínica usual suele ser restrictiva. Se da en un ambiente muy hospitalario, la interacción se siente muy médica y eso pone unas barreras de comunicación con el paciente”, sostiene Uribe.
Por su parte, la profesora Barbosa comenta que uno de los problemas identificados era que, en ocasiones, las herramientas ya establecidas, se quedan cortas para dar una valoración más precisa. “Las encuestas o las preguntas que hacen los psiquiatras pueden no revelar mucho de la intimidad del paciente. Ellos pueden responder lo que el profesional de la salud quiere escuchar”, explica.
Y es que ante preguntas como ¿quién es la persona más importante en su vida? o si le enyesaran los brazos, ¿a quién le pediría ayuda para ir al baño? los pacientes podrían responder lo “políticamente correcto” como los padres, pero en la práctica, no necesariamente son las personas de más confianza para hablar de los temas de salud mental o temas psiquiátricos.
Por ello Uribe rescata los beneficios de este tipo de talleres. “Es diferente a lo que se hace tradicionalmente en las sesiones de psiquiatría. Muchas veces podemos dejar por fuera elementos importantes. Hemos encontrado familiares, amigos, mascotas, incluso asuntos de fe que son importantes para los pacientes que aún así, no los mencionaron en las entrevistas clínicas en psiquiatría, pero aparecen en los productos artísticos que trabajan”, sostiene.
Eso les ayuda a los psiquiatras a identificar los temas o personas importantes para retomarlos en conversaciones posteriores para profundizar en los análisis del contexto del paciente.
El arte como herramienta de expresión
“Yo creo que el arte llega a lugares a los que otras profesiones no han podido llegar”, dice Barbosa. Eso, para la académica, es una ventaja que permite profundizar en los sentimientos de las personas. “Si a mi me piden pintar un cuadro que represente el frío que hace en Bogotá, tengo que pensarlo desde otros lugares. Ya tengo la experiencia del frío, pero tengo que plasmar la imagen de una fuerza que no es visible”, agrega.
Ahí radica el potencial de esta investigación, en explorar más a fondo la experiencia del paciente para poder dar un tratamiento acorde a sus necesidades.
“Existe el arte contemplativo en el que el artista se esfuerza porque la pieza se parezca mucho a la realidad. Puede ser la pintura, la escultura o la fotografía. Pero también está el arte expresivo que propone una reflexión interna y se refleja en piezas abstractas y que no necesariamente son entendibles”, explica Barbosa.
En ese sentido, cuestionar las decisiones que toma cada paciente con los materiales, no solo aporta información para la valoración del paciente, sino que el ejercicio de hablar, pensar y representar sus vínculos, podría ser terapéutico.
“Las personas que decidieron participar, entendían bien la propuesta, eran creativos y expresivos con los materiales artísticos. Logramos una participación activa. Es una forma diferente de comunicarse pero nos ayuda a hacer conexiones e identificar vínculos significativos”, relata el profesor Uribe.
Sobre la relación de la medicina psiquiátrica y el arte, el investigador manifiesta que se complementan bien en ciertos puntos. “Mucho de lo que ocurre en una psicoterapia o en una relación con un paciente, es la exploración de la subjetividad. Tratamos de entender a la persona desde su punto vista, su realidad, su historia con todas sus particularidades, relaciones, incluso, desde su fantasía”, menciona.
Además resalta que lo interesante de este tipo de iniciativas es que no son específicas para ciertos diagnósticos, sino que es una forma de establecer una comunicación más articulada y fluida con los pacientes, independientemente de su trastorno.
Aunque reconoce que esta experiencia no es lo suficientemente grande como para sacar conclusiones, cualitativamente las personas manifestaron una experiencia terapéutica y beneficios de participar en los talleres.
“Muchos nos agradecían que no los pusiéramos a hacer mandalas, que es lo que normalmente los ponen a hacer”, cuenta la investigadora Barbosa con una sonrisa. Al tiempo, que resume los hallazgos más importantes desde el enfoque artístico.
“Algunas sesiones fueron duras desde lo anímico porque las personas eran muy sinceras con lo que sentían. Vimos personas que lloraban, que golpeaban los materiales, que se emocionaban, o que lograban reducir la ansiedad. Todo eso revela lugares donde se puede intervenir”, afirma.
Que la depresión tiene un color, que la ansiedad tiene un tamaño, que la tristeza tiene una textura, que el hospital era el único lugar seguro que encontraban algunos pacientes. Cada paciente interpretó sus sentires de forma particular y los plasmó en sus creaciones, pero lo que más rescata la docente, es que estas experiencias fueron un detonante de conversaciones más cercanas con sus terapeutas.
Los investigadores son conscientes de que este tipo de talleres requiere más tiempo, más personal, los materiales y una disposición mayor por parte de los pacientes, por lo tanto es un reto mayor. Más aún si se suma la amplia demanda de atención en salud mental y los recursos limitados que enfrenta el sistema de salud.
Sin embargo, esperan que esta experiencia sirva para que se aplique en otros contextos y que a futuro se pueda practicarse de manera más terapéutica, pues encontraron que los resultados son beneficiosos para los pacientes pero también para los médicos que los atienden.
1 comentario
Me encantó esa noticia sobre la COP16 Me gusto ver cómo la ciencia tiene un papel tan importante en las decisiones sobre el cambio climático y el cuidado de los ecosistemas. Me gusta que no sea solo una reunión política sin llegar a nada, sino un lugar donde los científicos realmente influyen en lo que va a pasar con el planeta. Eso muestra que las decisiones que se toman no son solo por quedar bien, sino que están basadas en datos reales. Ojalá más eventos fueran así de enfocados en la ciencia