En un primer momento el objetivo del investigador Rodrigo Losada, profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Javeriana, fue observar el nivel de participación y de abstención ciudadana teniendo en cuenta la presencia de los grupos armados y sus implicaciones en los resultados electorales en el ámbito municipal.
Ya en una ponencia inédita, leída en un foro organizado por su facultad en 1997, Lozada había concluido que en 334 municipios de los cerca de 1.000 que tenía el país en ese entonces, la acción de los actores armados —tanto guerrilla como paramilitares—, hizo perder todo significado democrático a la elección de autoridades locales. Es decir, allí no tuvo lugar un proceso electoral libre, competitivo y limpio. Este texto es la semilla de lo que podríamos considerar la primera fase de su investigación que abarca sucesos desde 1988 hasta el año 2000, una época en que las FARC progresivamente extendieron su presencia en el territorio colombiano.
De ese trabajo surgió la publicación “Violencia y elecciones en Colombia: año 2000”, donde se hace un detallado análisis de la conducta de las FARC frente a los comicios de alcaldes de ese período, y en particular se documenta cómo, en aquellos municipios en los que este grupo armado contaba con mayor presencia, “se combinaron todas las formas de lucha” para incidir en el proceso electoral, y someterlo a las preferencias de las FARC.
En una investigación posterior, titulada “Elecciones libres deshechas por los violentos”, publicada en 2005, Losada concluyó que así como la influencia de la guerrilla originó una notable disminución en la participación electoral, exactamente lo contrario sucedió en las zonas con influencia paramilitar. En estas, la fuerte presencia de las autodefensas está asociada con niveles de participación electoral claramente más altos que el promedio nacional del respectivo año.
Casi de manera simultánea y con el apoyo de Fernando Giraldo y Patricia Muñoz, trabajó en la elaboración del Atlas sobre las elecciones presidenciales de Colombia 1974- 2002. La publicación presentó una serie de mapas para analizar territorialmente la evolución de las fuerzas políticas durante el período estudiado y rescató algunos factores de orden espacial que pudieron haber condicionado el comportamiento electoral en las diversas regiones del país. En esos mapas se puede apreciar la distribución espacial del voto, lo que no se logra mediante encuestas.
En particular, en las elecciones de 2002 se detectó con claridad que, sin importar qué tan extenso es un municipio o qué tan alto o bajo sea su PIB, el municipio ubicado en zonas vulnerables a la acción de las alzados en armas tiende a participar en las urnas en menor proporción que el resto de los municipios colombianos. Otro hallazgo tiene que ver con la votación por el candidato ganador en esa elección, Álvaro Uribe: independientemente de si un municipio fuera muy poblado o no, mostrara una fuerte tradición conservadora o no, se encontrara ubicado en la Costa Norte o no, los municipios más asediados por la acción de la guerrilla tendieron claramente a votar en menor proporción por Uribe que los del resto del país.
Primeras implicaciones políticas de la reinserción
Para lo que podríamos abordar como segunda fase, Rodrigo Losada le apuntó a entender qué se puede esperar en el campo político electoral teniendo en cuenta la incidencia de los diversos grupos de autodefensa, estén o no en proceso de reinserción, con miras a las elecciones tanto de Congreso en 2006 como de alcaldes en octubre de 2007.
Con ese fin realizó un análisis del comportamiento de los municipios colombianos en las elecciones al Congreso del año 2002, con el apoyo de un grupo de ocho estudiantes. Haciendo uso de la metodología del análisis ecológico, es decir, teniendo en cuenta todo el entorno, se emplearon cuatro meses en el estudio mismo, habida cuenta de que ya existía un banco de datos electorales con cerca de un millón de cifras, que Losada ha venido actualizando desde 2001 gracias al apoyo de algunos de sus estudiantes y de colegas de su facultad en la Javeriana.
Mediante la consulta sistemática de las estadísticas tanto electorales como de violencia política, referidas a los municipios del país, el investigador pudo detectar conductas extrañas en los comicios del 2002 para Senado. Por ejemplo, al competir 313 listas para escaños en dicha corporación, en un grupo importante de municipios, una sola lista —no siempre la misma— alcanzaba a llevarse el 75%, el 90% y más, del total de los votos. Y lo más curioso del hallazgo es que en esos mismos municipios la influencia de los paramilitares era indiscutible.
Más aún, saltó a la luz otro fenómeno inquietante. Si se examina el porcentaje de votos en blanco de municipios con escasa presencia de actores armados en la época, por ejemplo, los del departamento de Risaralda, se observa que en ellos el porcentaje de votos nulos oscila entre un 3,2% y un 7%. En contraposición, en la mitad de los municipios de un departamento como Magdalena, el porcentaje de votos nulos se movía entre 0,3% y 2%, literalmente.
Lo que realmente resultaba sospechoso es que en los mismos municipios donde la votación en blanco había sido excepcionalmente baja, allí la presencia paramilitar era fuerte y la votación por una lista había sido excepcionalmente alta. Esto con un ingrediente adicional: los municipios que mostraban porcentajes inusitados a favor de una lista, lejos de estar dispersos en varias partes del departamento, se concentraban claramente en una región y colindaban entre sí.
Es más, la votación para Cámara de Representantes en esos mismos municipios repetía, casi al pie de la letra, los patrones extraños de comportamiento recién comentados, en relación con la votación para el Senado. En otras palabras, se registraban allí fenómenos electorales totalmente atípicos que sugerían con claridad un fraude, o un despliegue de medidas coercitivas contra los electores o contra las autoridades electorales, o una combinación de uno y otro.
En su trabajo más reciente, realizado con su colega Patricia Muñoz, consignado en el mapa de riesgo de fraude electoral y entregado a la Misión de Observación Electoral (MOE) para su difusión, el profesor Losada analizó el comportamiento electoral de los municipios del país en los recientes comicios para el Senado de la República. En esta ocasión, concentró su atención en las irregularidades más graves detectadas en materia de votos en blanco, votos nulos y tarjetas no marcadas, y pudo así identificar 64 municipios con un fuerte indicio de conductas claramente irregulares, y otros 90 con un mediano indicio de las mismas. La casi totalidad de estos municipios coincide con estar ubicada en zonas donde los paramilitares habían consolidado su presencia, o todavía la tienen, o ha sido sustituida por nuevos actores armados.
Estrategias electorales de los paramilitares
Basado en todo lo anterior, Losada detectó tres tipos de comportamiento de las autodefensas en relación con los procesos electorales, que van desde el modelo hegemónico, con el que recurren a todos los métodos incluso los violentos para hacer elegir sus candidatos; pasan por el modelo de predominio dentro de competencia restringida, en el que los paramilitares tienen un candidato preferido y permiten otros candidatos pero sus opositores han sido neutralizados; y llegan hasta un modelo de indiferencia electoral, en el que no dejan ver indicios de interés en una candidatura específica.
Los fenómenos citados por el informe, así como los nombres de los implicados, coinciden con las investigaciones que por estos días se adelantan en el país en desarrollo del denominado proceso de parapolítica.
Estos hallazgos hacen pensar que, si en el año 2006 se manifestaron las serias irregularidades recién aludidas, cabe temer que en las elecciones de octubre de 2007 pueda suceder lo mismo. Solo con la participación ciudadana, colige Losada, podrá ponerse coto a las irregularidades detectadas en el trabajo. Tenemos, pues, aquí una investigación de indiscutible relevancia para la actualidad política del país.
Tres tipos de comportamiento de las autodefensas en relación con los procesos electorales:
• El modelo hegemónico con el que recurren a todos los métodos, incluso los violentos, para hacer elegir sus candidatos.
• El modelo de predominio dentro de competencia restringida en el cual los paramilitares tienen un candidato preferido y permiten otros candidatos, pero sus opositores han sido neutralizados.
• El modelo de indiferencia electoral en el cual no dejan ver indicios de interés en una candidatura específica.
Para leer más…
+“Violencia y elecciones en Colombia: año 2000”, Rodrigo Losada, en Colombia. Elecciones 2000, Fernando Giraldo, Rodrigo Losada y Patricia Muñoz (eds), Centro Editorial Javeriano, Bogotá, 2001, pp. 27-50.+“Elecciones libres deshechas por los violentos”, Rodrigo Losada, en Libertad o seguridad: un dilema contemporáneo, Fundación para la Seguridad y Democracia, 2005.
+Atlas sobre las elecciones presidenciales de Colombia 1974- 2002, Rodrigo Losada, Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2005.
+“Las implicaciones electorales de la reinserción política de las autodefensas”, Rodrigo Losada, en Papel Político, vol. 11 n. 1, 2006, pp. 11-45.