Memorando que todos los cambios se consideraron imposibles y desatinados cuando se postularon por primera vez, vale la pena elevar la preocupación y discusión ética sobre el uso de animales en contextos académicos e investigativos en Colombia.
La experimentación con animales se ha utilizado globalmente desde hace más de dos milenios, pero solo recientemente ha generado diversos dilemas y reacciones por parte de la comunidad académica debido principalmente a los crecientes hallazgos sobre la experiencia de dolor y sufrimiento en vertebrados e invertebrados.
Entonces, el uso de animales en espacios académicos e investigativos se ha venido reemplazado paulatinamente por métodos alternativos in vitro e in silico; empero, es necesario seguir avanzando en la reglamentación hasta que sea posible prescindir completamente de los animales.
En este contexto, surge de la necesidad de reglamentar las actividades de investigación y docencia que todavía usan animales vivos para, de esta forma, no solamente robustecer la rigurosidad científica y académica sino garantizar a los animales un trato digno en razón de su sintiencia.
Aunque se suele pensar en ratas, ratones, sapos, conejos y peces cuando se habla de actividades de investigación o docencia, otros animales (ej., bovinos, aves, porcinos, ovinos, caninos, felinos, primates) también son utilizados, principalmente en medicina traslacional, modelos in vivo de enfermedades, prácticas académicas de futuros médicos veterinarios y zootecnistas en las que no se benefician los animales.
Prácticas como cirugías terminales, descornado, exodoncia y castraciones sin anestesia, palpaciones rectales por múltiples estudiantes, intoxicaciones inducidas, colectas seminales con electroeyaculadores, prácticas de necropsia con animales sanos sacrificados para este fin, inseminaciones innecesarias, entre otras.
También son utilizados para pruebas de seguridad toxicológica de cosméticos, productos de limpieza, aditivos alimentarios, productos farmacéuticos y agroquímicos. Además, a diferencia de los animales de laboratorio (usualmente criados con este fin), los animales domésticos suelen obtenerse de sistemas productivos o confinamientos con condiciones sanitarias desconocidas, no solo afectando la calidad de los resultados académicos e investigativos, sino el bienestar de los animales y la salud humana.
Asimismo, los animales silvestres son extraídos de su hábitat generando desequilibrios importantes en los ecosistemas y generando riesgo de transmisión y propagación de enfermedades zoonóticas.
Es importante tener en consideración que el uso de los animales en espacios académicos e investigativos se ha cimentado en tres principios (3 R), reemplazo, reducción y refinamiento, los cuales han sido fundamentales para generar cambios positivos sobre el uso de animales.
Sin embargo, estos conceptos se han mostrado limitados para varias especies; por lo que tres conceptos adicionales han sido recientemente sugeridos por investigadores latinoamericanos y europeos: respeto, responsabilidad y precaución, que evitan la desensibilización de los estudiantes e investigadores hacia el sufrimiento y dolor de los animales y el consecuente sesgo de los resultados experimentales, promueven una relación respetuosa con todos los animales independientemente de su complejidad o del conocimiento que se tenga de ellos, y se coloca a los invertebrados en el mismo nivel de preocupación ética que los vertebrados.
Desde luego es esencial continuar fortaleciendo la investigación sobre biodiversidad, así como sobre los mecanismos de protección y conservación de especies, las diferentes interacciones entre los ecosistemas y el papel de la interfaz humano- animal- ambiental en la resistencia a los antimicrobianos, el cambio climático, la aparición o reaparición de zoonosis emergentes y reemergentes y demás desafíos globales.
No obstante, debemos reconsiderar los estándares científicos aceptables y las prácticas académicas e investigativas que a largo plazo perpetúan el uso de animales. Repensemos, como se hizo en algún momento con la experimentación humana, si se deben priorizar los conocimientos sobre biología, farmacología, fisiología, genética, ecología o medicina a costa del confinamiento, el sufrimiento, el dolor y la muerte. Es momento de preguntarse si la vida de algún animal vale el conocimiento obtenido.