Hay dos fotografías aparentemente iguales. En las dos hay un caballo y una silla para montarlo; dos jinetes usando un sombrero y de fondo, vegetación: paisajes que representan a dos sabanas colombianas. Una, ubicada en Córdoba, Sucre y Bolivar; otra, en la región de los Llanos. Fue Juan David Anzola, artista visual de la Pontificia Universidad Javeriana, quien las capturó. Fue también él quien realizó varios viajes por algunos departamentos del país, pasando por Montería, Sincelejo, Sahagún, San Antonio de Palmito, Corozal, San Pedro, Puerto López, Yopal, Trinidad del Pauto, Maní, Hato Corozal, Orocué y otros cuantos lugares del norte y este de Colombia.
Anzola viajaba solo en busca de tierras ganaderas. “Yo iba a conocer las fincas y a hablar con la gente”, cuenta. En las dos regiones fue muy bien recibido por las personas que iba contactando viaje tras viaje, “la visita nunca duerme en la cama de uno, pero así me recibieron algunas veces”. Lo invitaban a enlazar el ganado, a pescar, a hacer el almuerzo, a sacar los caballos de las caballerizas. Él decía que sí a todo cargando a veces con su cámara, y otras con su libreta de dibujos o su grabadora para captar sonidos. Luego empezó a buscar eventos como festivales y carreras de caballos, todo lo que le diera pistas acerca de la cultura sabanera.
Así fue recolectado diferencias y semejanzas. Parecidos como que tanto en el Llano y en la Costa cantan al ganado para calmarlo, que ambos grupos de sabaneros tienen “ese amor profundo por su territorio”, la costumbre de la vaquería y la vida campesina, o que la música típica tiene su orígen en el canto al ganado. También oposiciones como que el sabanero de la costa es más alegre y lujoso mientras que en el Llano, al ser un terreno agreste, el sabanero se siente vulnerable y, por lo tanto, es más austero y rudo. En la forma de comer también hay ciertas diferencias: en la costa está la costumbre de comer bollo y suero costeño, mientras que en el Llano se come carne en todas sus variables por lo que, según Anzola, el llanero siempre carga con su cuchillo, que es de uso personal, para comer; además, se come rápido a diferencia de la Costa, donde se come más despacio y con cuchillo prestado.
Como evidencia de esos parecidos y disparidades quedaron dibujos, fotografías, videos y audios. Anzola unía en un solo son los cantos y los sonidos del viento y los pájaros llaneros y costeños. Con eso, simbólicamente, también estaba uniendo dos culturas y dejando muestra de cómo se vive un mismo estilo de vida en dos zonas del país.
Hace más de cinco meses, Anzola decidió abrir un grupo en Facebook en el que ya hay más de 1.700 miembros que son sabaneros de la Costa y el Llano. Este medio se ha convertido en un punto de encuentro de las dos sabanas para crear diálogos; es allí donde ahora los mismos sabaneros comparten fotografías, videos o experiencias de su cultura.
Así, este artista cumplió con la misión de esta investigación que presentó como su trabajo de grado: hacer que los sabaneros del Llano y de la Costa se entendieran y conocieran que, si bien las dos zonas no son iguales, del otro lado del país también existen personas que se hacen llamar sabaneros y viven en torno a una misma pasión. La cercanía de Anzola con los sabaneros y el compartir con ellos también fue una manera de lograr su propósito. Se sentaba con habitantes del Llano y les mostraba una canción típica de la Costa. “Uy, eso es una vaina muy llanera”, le decían.
Así empezaba a crear esa conciencia en la mente de los sabaneros y a ellos les gustaba. Las reacciones fueron buenas, “a la gente le gusta ver que hablen de lo que ellos hacen”, y entonces ellos también hablan horas y horas de caballos, del ganado, de la música”, y diariamente, desde las dos sabanas, le envían más fotos, más videos y más historias sin que las pida.

Anzola, como persona, aprendió desde afilar un cuchillo hasta poner una teja, a ayudar o “al menos a no estorbar”, como él dice, y, sobre todo, a apreciar ese conocimiento. Como artista, aprendió a analizar, develar y entender las imágenes que obtenía de las dos sabanas. Para él, las fotografías son tanto del fotógrafo como del fotografiado, así que devolvía todas las que tomaba a las personas para que fueran ellas quienes las conservaran. “Yo iba a tomar relatos, fotos y dibujos, ¿qué tiene que devolver uno? Todo lo que obtuvo. Eso es un punto central”, dice, añadiendo que ese acto de reciprocidad fue siempre muy importante en cada lugar que visitó donde le ofrecían todo sin esperar nada a cambio.
Para el artista, este trabajo también fue la oportunidad de volver a vincularse con el campo, puesto que sus abuelos fueron campesinos, al igual que explorar un tema que lo apasiona, razón por la que inicó la investigación desde varios años atrás. Sin duda, vendrán nuevos viajes que lo seguirán induciendo cada vez más en ese mundo de la cultura sabanera.
TÍTULO DE LA INVESTIGACIÓN: Sabana- Sabana
INVESTIGADOR: Juan David Anzola Rodríguez
Facultad de Artes Visuales
PERIODO DE LA INVESTIGACIÓN: Enero a junio de 2017 (con muchos viajes previos)
1 comentario
Excelente trabajo, orgullo javeriano. Mis felicitaciones colega Juan David.