Hace unas semanas el mundo científico registró una noticia sorprendente. Por primera vez en la historia, un corazón de cerdo, modificado genéticamente, funcionó y le permitió vivir a un ser humano.
Se trató de David Bennett, un norteamericano de 57 años que no cumplía los requisitos para recibir un trasplante cardiaco humano, pero que tuvo una nueva oportunidad en un procedimiento experimental que se ha investigado por más de tres décadas.
Bennett sufría de fibrilación ventricular, una anomalía que acelera el ritmo cardiaco y que puede ser fatal. Cinco semanas después del trasplante, el equipo médico que le hacía seguimiento no había reportado ningún signo de rechazo al nuevo órgano, según reportó The New Yorker el 21 de febrero.
With the help of a physical therapist, Pig Heart Transplant Patient David Bennett sings America the Beautiful before the #SuperBowl on NBC (@SNFonNBC) 5 weeks after his life saving surgery performed by @UMmedschool doctors. #SBLVI #UMmedschool #PT pic.twitter.com/2kvp4cKkHm
— University of Maryland School of Medicine (@UMmedschool) February 14, 2022
Sin embargo, el pasado 8 de marzo el Centro Médico de la Universidad de Maryland reportó que “su condición empezó a deteriorarse en los últimos días”, y luego de administrarle cuidados paliativos, murió. El comunicado no especificó la razón médica de su deceso.
«Al igual que con cualquier primera cirugía de trasplante en el mundo, esta condujo a conocimientos valiosos que, con suerte, informarán a los cirujanos de trasplantes para mejorar los resultados y potencialmente brindar beneficios que salvarán la vida de futuros pacientes», dice en el comunicado Bartley P. Griffith, director clínico del Programa de Xenotrasplante Cardiaco de la Universidad de Maryland.
“Esperamos que esta historia pueda ser el comienzo de la esperanza y no el final, que lo que se aprendió de su cirugía beneficie a futuros pacientes y, con suerte, algún día, termine con la escasez de órganos que cuesta tantas vidas cada año”, escribió el hijo de Bennett.
David Bennett, Sr., the first person to receive a genetically modified pig’s heart, passed away on March 8. Mr. Bennett lived for two months following the surgery. We extend our sincerest condolences to his family. https://t.co/jJ8MMObJTO pic.twitter.com/wNcZySqHx7
— University of Maryland School of Medicine (@UMmedschool) March 9, 2022
En contexto: a la espera por un corazón
Según la Organización Mundial de la Salud, las enfermedades cardiovasculares causan el mayor número de muertes en el mundo. En las américas representan dos millones de vidas al año.
“En los últimos diez o quince años se han intentado desarrollar métodos como los dispositivos de asistencia ventricular, que son máquinas con un motor que reemplaza las funciones cardíacas. Sin embargo, sus costos son bastante elevados para el sistema de salud”, explica Ángel García, jefe de la Unidad de Cardiología del Hospital Universitario San Ignacio.
El trasplante es una de las alternativas de tratamiento en pacientes con fallo cardiaco avanzado, en la que se reemplaza el corazón enfermo del paciente, por el de un donante con características muy similares. El primer procedimiento exitoso de este tipo se realizó hace 55 años en Sudáfrica.
Pero encontrar un corazón compatible es un proceso complejo. “Luego de los estudios iniciales, el paciente ingresa a una lista de espera de órganos que tiene regulaciones específicas en cada país”, describe García, quien además es especialista en insuficiencia cardiaca y trasplante cardiaco.
“En la lista de espera para un trasplante de corazón en Colombia puede haber entre diez y veinte pacientes”, explica el experto. Esto representaría un tiempo entre uno a doce meses.
El Instituto del Corazón de Texas calcula que en el mundo hay 3000 personas a la espera de un trasplante cardiaco. Según la Administración de Recursos y Servicios de Salud de Estados Unidos, en ese país mueren diariamente 17 personas al no encontrar un órgano con parámetros biológicos o antropométricos como el peso, talla, grupo sanguíneo o la calidad adecuada.
¿Cómo fue posible poner un corazón de cerdo en un humano?
Desde hace más de treinta años los científicos han investigado los xenotrasplantes: la implantación de órganos de una especie a otra, como una opción que podría salvar más vidas.
“De hecho, muchas de las válvulas biológicas que implantamos en los pacientes para el reemplazo valvular son de origen bovino”, añade Ángel García.
Guillermo Rivera, profesor de Anatomía de la Pontificia Universidad Javeriana seccional Cali. Afirma que “durante dos décadas se ha venido utilizando el cerdo en este tipo de investigaciones por las altas similitudes con respecto a los componentes biológicos estructurales humanos, particularmente en la forma interna como externa”.
Pero al trasplantar corazones de perro, monos y cerdos en humanos, el cuerpo los rechazaba y morían a los pocos días por esta razón o por infección. ¿Cómo fue posible entonces la cirugía realizada en la Universidad de Maryland?
El proceso inició con un grupo de cerdos que fueron criados por varias generaciones en ambientes con cuidados controlados y una alimentación específica con el fin de monitorear su crecimiento y que resultaran aptos para este procedimiento.
El corazón proviene de un cerdo modificado genéticamente. Estas modificaciones se han logrado gracias a los aportes de las nuevas técnicas de edición genómica como el CRISPR-Cas9. Esta técnica permite inactivar e introducir genes en los gametos y las células embrionarias, generando órganos de animales que inmunológicamente tienen más probabilidades de ser aceptados por el cuerpo humano.
Este proceso no siempre es efectivo y puede que las crías no nazcan con la mutación esperada para que un trasplante funcione, por eso los investigadores del proyecto continúan vigilando los cerdos transgénicos hasta después de los seis meses, cuando sus órganos tienen un tamaño similar al de los humanos.
Dr. Bartley Griffith provides patient insights after historic first successful transplant of porcine heart into adult human. https://t.co/h2GsyFC4t2 #pigheart #xenotransplant pic.twitter.com/TLBS7kyZfM
— University of Maryland School of Medicine (@UMmedschool) January 11, 2022
Para Alejandro Mariño, cardiólogo y coordinador del programa de falla cardiaca y trasplante del Hospital Universitario San Ignacio, la clave estuvo en la ingeniería genética que se usó en la investigación.
“La mayor barrera era la inmunológica. El sistema inmune de los humanos rechazaba el órgano animal, así que se retiraron ciertos genes del sistema inmune del cerdo para que no se generara el rechazo. Esa modificación genética altera el sistema inmune del animal y evita el rechazo hiperagudo que se venía presentando en intentos previos”, manifiesta.
La modificación realizada en los cerdos inactivó una biomolécula que tienen los mamíferos, y les añadió seis genes humanos en su genoma para que pudieran ser compatibles. Estos son conceptos desarrollados desde la investigación de 1997, que logró la clonación de la oveja Dolly.
“Es la primera vez que un xenotrasplante se hace en la era moderna y funciona. Gracias a la modificación genética, termina siendo un injerto viable para el funcionamiento que queremos del trasplante”, añade el cardiólogo Mariño.
Investigación ética en animales: los dilemas
El uso de animales para generar órganos para los humanos abre los debates frente a temas éticos y morales en la investigación con animales y su modificación a nivel genético. El primero es sobre la destinación de ciertas especies para temas científicos.
Los cerdos utilizados no son comunes, pues “se encuentran en laboratorios especializados en las universidades o en institutos de investigación, denominados bioterios. Esto significa que son animales que nacen, viven y mueren en situaciones controladas y supervisadas”, asegura el profesor de Javeriana Cali, Guillermo Rivera.
Para ciertas posturas este tipo de tratamiento y utilización de animales significa reafirmar la superioridad humana sobre los animales, asunto de controversias filosóficas y políticas.
“Es un avance importante de la humanidad que podamos proteger la vida humana, pero hay un sector animalista que no estaría de acuerdo porque para ellos, el valor humano, en términos morales, es igual al valor animal”, afirma José Edwin Cuellar, profesor del Instituto de Bioética de la Pontificia Universidad Javeriana.
El filósofo es crítico y reconoce que, aunque es importante avanzar en estos estudios, se deben tener otros aspectos en mente a la hora de plantear la ética en la investigación. “Para un gran número de científicos no hay límite porque el conocimiento es la prioridad y por eso hacen muchos experimentos, pero las implicaciones en el uso de los animales no pueden derivar en que se puede hacer cualquier cosa. Hay un límite, aunque nos reconozcamos moralmente superiores”, añade.
Cuellar es enfático en que se deben tener en cuenta los factores y nueva información que se va descubriendo en el proceso y estar reevaluando constantemente las investigaciones. En esto son muy importantes los comités de ética de investigación humana y animal, en los que expertos deben determinar la viabilidad y las metodologías.
Para Manuel Góngora, director de la Unidad de Biología Comparativa de la Javeriana, el beneficio social en este proyecto es claro y tangible. Sin embargo, es consciente de que hay implicaciones éticas considerables y que sin duda, generan tensión social, “pero lo importante es lograr la justificación moral que espera la sociedad siguiendo los criterios científicos y el marco ético que regulan la investigación con animales”, afirma.
Para el médico veterinario, la escasez de órganos disponibles y el alto impacto que tienen las enfermedades cardiacas justifican este tipo de proyectos que podrían convertirse en una opción real para proteger la vida humana y mejorar su bienestar. Además, manifiesta que estos procedimientos se regulan por normas internacionales que tienen criterios muy exigentes de bienestar y cuidado para minimizar el dolor o sufrimiento de los animales.
“Nosotros, los médicos veterinarios, somos los más interesados en que se alcancen cada vez más métodos alternativos. Esperamos que en algún momento no sea necesario utilizar animales con propósitos científicos, pero en este momento y bajo este contexto, podrían estar salvando una cantidad importante de vidas”, dice Góngora.
Desde lo médico también se enfrentan y se abren nuevos dilemas. Ángel García sostiene que el primero de ellos está en la selección del paciente para este tipo de trasplantes, porque no solo se trata de la cirugía, sino también del tratamiento, el seguimiento, la supervisión los cuidados posteriores y los medicamentos que requieren.
Luego viene la discusión sobre qué tipo de tratamiento a aplicar: corazón humano, animal o dispositivo de asistencia ventricular. “Todos los pacientes están previamente enfermos, así que darle prioridad a ciertas condiciones o características tiene dilemas éticos. En general, los criterios de urgencia son discutidos de forma multidisciplinaria para distribuir mejor”, afirma.
Alejandro Mariño, por su parte, señala que otro riesgo importante es la posibilidad de zoonosis o “infecciones de transmisión animal que antes no se presentaban, ahora son posibles. Existe un riesgo real de desarrollo de nuevas enfermedades y complicaciones que hasta el momento no se conocen”.
Todos los expertos consultados por Pesquisa Javeriana son enfáticos en que esta es una primera fase y que, si bien hasta el momento ha respondido bien, se debe hacer seguimiento a mediano y largo plazo, pues aún está en una etapa muy temprana.
“A pesar de que los trasplantes de corazón surgieron hace más de 50 años, desde el momento inicial tomó varias décadas para poder estandarizar el procedimiento. Las investigaciones dirán qué hay que mejorar en lo genético, en las características del manejo de trasplante y en el cuidado de los cerdos transgénicos”, expone Mariño.
García finaliza diciendo que “históricamente los grandes avances, en lo que llamamos terapias avanzadas en falla cardiaca, toman de 15 a 20 años para que se masifiquen. Esto en sistemas de salud que soportan altos costos de tecnología. A Colombia llegan fácilmente 10 años más tarde. Posiblemente para Colombia esta será una realidad en 20 o 25 años”.