Esta semana en la Antártida he podido apreciar, aprender, conocer, escuchar y simplemente observar lo hermoso que es este lugar. El mar nos ha tratado muy bien y hemos tenido muy buen clima. Desde cuando llegamos a este continente, hemos disfrutado unos días realmente inesperados con un mar muy tranquilo; en el lenguaje de los marineros se diría “el mar ha estado como un espejo”. Hemos cruzado por el hielo varias veces, y finalmente arribamos a un lugar donde todos queríamos llegar: la esperada plataforma de hielo Ross.

Se preguntarán por qué estábamos tan interesados en llegar allí. Bueno, pues primero la expedición italiana no frecuenta este lugar, en realidad muy pocas personas han viajado hasta allá, por lo cual muchos de los investigadores a bordo, que ya han estado en varias expediciones, nunca habían tenido el privilegio de estar allí. Segundo, Ross es la plataforma de hielo más grande del mundo, llegando a tener un área como la de Francia, con una alta profundidad, de cientos de metros y una altura que puede estar entre los 20 y 50 metros.

Además, nos dirigíamos a un lugar llamado la ‘Bahía de las ballenas’, que se encuentra en el costado más oriental de la plataforma. Por ello yo estaba muy emocionada. Todos los investigadores me decían que muy probablemente iba a ver muchas ballenas. No quería ilusionarme tanto, pues muchas veces los nombres de los lugares no coinciden con la realidad. Sin embargo, este no fue el caso. Definitivamente este sitio le hace honor a su nombre. Nunca en mi vida como bióloga investigando y trabajando con mamíferos acuáticos había tenido tantas observaciones de estos animales. En dos días llegué a tener 25 avistamientos de ballenas, orcas y focas.

La foca de Weddell (Leptonychotes weddellii) se puede identificar por sus manchas alrededor de su cuerpo; son animales grandes y pesados. Presentan dimorfismo sexual, es decir, que hay una diferencia entre machos y hembras, en este caso el tamaño. Por lo general ellas son un metro más grande que los machos. Pueden llegar a pesar entre 400 y 600 kilos y las encontramos solamente en la Antártica. Son muy buenas buceadoras, llegando a estar debajo del agua hasta por una hora y pueden bajar hasta los 600 metros de profundidad. Esta foca la he registrado en cuatro oportunidades, siempre descansando sobre el hielo.
Y así, seguimos bajando por la ‘Bahía de las ballenas’ hasta cuando nos encontramos rompiendo el record en el cual un buque italiano ha estado en el extremo más al sur de la Tierra donde se puede navegar. Claro, Colombia está presente en este evento. Yo, realmente, me encontraba fascinada con el lugar, el hielo, la plataforma de Ross, las focas, los pingüinos, las ballenas, las aves. Todos los investigadores nos encontrábamos en el puente de mando, observando el magnífico espectáculo, pues el capitán nos regaló aproximadamente dos horas bordeando el hielo, observando la pared de Ross y su fauna. No sé cuál sería la expresión de mi rostro en ese momento, pero el jefe de la expedición se acercó y me preguntó qué pensaba de ese lugar y yo simplemente le pude responder que no tenía palabras, que ningún adjetivo podía describir la belleza de ese lugar, que simplemente me parecería irreal, me parecía que estaba en un sueño del cual no quería despertar.

Otra especie que me encanta ver es el pingüino de Adelia (Pygoscelis adeliae). Lo he visto nadando en varias oportunidades, descansando sobre el hielo, en grupos o solitario. Su distribución se restringe únicamente a la Antártida, puede llegar a medir 70 centímetros de altura y pesar 4 kilos. Ellos son muy buenos nadadores, incluso en una oportunidad los vimos en una fila y se lanzaban al agua uno por uno; seguramente es una estrategia de supervivencia para ver si es seguro que sigan entrando al agua. La pregunta sería ¿cómo escogen estos animales al pingüino que salta de primeras? o simplemente ¿es el azar?

En mi siguiente columna les contaré sobre más lugares del hermoso mar de Ross, más especies y por qué mis compañeros italianos me dicen que soy muy afortunada.
* La participación de la egresada javeriana en biología Nohelia Farías Curtidor a esta expedición cuenta con la financiación de la Facultad de Ciencias de la Pontificia Universidad Javeriana.
1 comentario
Realmente me conmueve la historia de esta zona de la tierra, por lo distante y desconocida. Con estas notas me he aproximado a la realidad de ella. Gracias por tan extraordinaria mision y que orgulio que una colombiana, hija de un cercano amigo, muestre la bandera que nos identifica. Felicitaciones sinceras!