¿Qué lugar tiene la filosofía en los estudios contemporáneos del lenguaje? A primera vista, podría parecer inesperado que algo tan cotidiano y tan familiar como el lenguaje pueda haber sido uno de los grandes temas de reflexión filosófica del siglo XX. Sin embargo, la pregunta por el lenguaje implica pensar en los límites y las capacidades del conocimiento mismo y nos permite ver que este es un elemento fundamental que interviene, media y moldea nuestras experiencias y nuestro contacto con el mundo.
Aunque algunas personas consideren que estos temas han perdido su contemporaneidad, Ana María Giraldo-Giraldo demuestra en Semántica para lenguajes sublunares, publicado por la Editorial Pontificia Universidad Javeriana, que todavía hay un lugar especial y una meta precisa para la filosofía que se dedica a pensar y a estudiar el lenguaje.
Con este desafío de fondo, y tomando a Ludwig Wittgenstein y Charles Travis como punto de partida, esta autora incursiona en la filosofía contemporánea del lenguaje y, de una manera muy precisa y sucinta, propone una aproximación original que está a medio camino entre dos enfoques.
El primero se centra en el estudio de casos concretos relacionados con el mundo y la vida humana a expensas del desarrollo de un punto de vista teórico sobre el lenguaje (lo sublunar) y el segundo deja de lado la relación del lenguaje con las cuestiones empíricas y recae en una especie de formalismo directo que busca principios universalistas superiores y altamente teóricos (lo supralunar).
Si bien comúnmente se piensa que el proyecto de la filosofía del lenguaje consiste en la construcción de una teoría empírica, sistemática y supralunar que logre dar cuenta del significado de cualquier expresión en cualquiera de sus posibilidades de uso, la propuesta de Giraldo-Giraldo plantea una alternativa novedosa que se aparta de este enfoque a través de un análisis que se basa en el concepto de ocasionalismo, propuesto por el filósofo estadounidense Charles Travis.
De este modo, la autora propone considerar las dimensiones semántica y pragmática del lenguaje a través de una aproximación que tenga en cuenta el contexto en el que este se usa, pero que no está completamente determinada por este factor.
Teniendo como objeto casos concretos de uso, es decir, asuntos sublunares, el ocasionalismo le permite a Giraldo-Giraldo construir una teoría del significado sistemática, de la mano de un principio supralunar. Este principio no pretende explicar el significado de cualquier expresión posible, sino solo aquellas significaciones de las que seamos capaces los humanos.
Para lograr esto, la autora se concentra en primer lugar en el esclarecimiento de la naturaleza del lenguaje y solo tras lograr esta labor entra en un debate propiamente teórico. Esto le permite demostrar que el rasgo fundamental del significado de toda expresión es su sensibilidad a la ocasión, la cual puede tratarse como el principio fundamental que orienta la teoría del significado.
De este modo, el libro propone que las propiedades semánticas y las pragmáticas del lenguaje se estabilizan recíprocamente en cada ocasión en las que se usa, de modo que son interdependientes, sin que se pueda establecer alguna prioridad de una sobre la otra. Esto permite añadir una exigencia a las teorías del significado: que reflejen cómo nuestras actividades lingüísticas están arraigadas inexorablemente en nuestras formas de vida.
El equilibrio propuesto por Giraldo-Giraldo permite mantener los pies firmes en el mundo sublunar concreto, sin perder de vista la sistematicidad y la ambición fundamentales que se requieren en una visión del significado y en la filosofía del lenguaje. Gracias a obras como la suya, la pregunta por la posibilidad de una filosofía del lenguaje toma nuevos rumbos, se renueva y abandona las visiones binarias y limitantes que la habían caracterizado, para abrirles paso a concepciones fluidas, cambiantes e impredecibles del lenguaje, un lenguaje tan vivo como las personas que lo usan y lo transforman día a día.