Como nativo digital (que en palabras simples significa que a temprana edad estuve rodeado por las famosas nuevas tecnologías) he sido testigo del gran esfuerzo que han tenido que hacer mis abuelos para adaptarse a este mundo de los aparatos inteligentes, las redes sociales y, sobre todo, la inmediatez y el gran flujo de información.
Por ejemplo, el 22 de noviembre de 2019, en el punto más álgido del paro nacional, fui testigo de la forma en la que mis abuelos quedaron abrumados ante el exceso de mensajes sobre un supuesto ataque a conjuntos residenciales durante el toque de queda que fue impuesto esa noche. Al grupo de WhatsApp de mi familia llegaban audios y videos, reenviados por ellos, que mostraban a supuestos ladrones acechando los hogares bogotanos en distintas partes de la ciudad.
“Se están metiendo al conjunto de al lado”, decían estos mensajes que aumentaron la ansiedad de una agitada noche. Tuvieron que pasar algunas horas para que volviera la calma y todos nos diéramos cuenta de que ni había ladrones ni se estaban metiendo al conjunto de al lado. Todo el pánico se había desatado por una cadena falsa de informaciones enviada por redes sociales.

Y aunque mis abuelos no fueron los únicos en compartir los mensajes -muchos conocidos que no son adultos mayores también lo hicieron- este es un terreno (el de la información a través de plataformas digitales) que generalmente, y para buena parte de los adultos mayores, podría ser retador, por eso necesitan de programas y una mejor comunicación para que se familiaricen mejor con las posibilidades que ofrecen las tecnologías de la Información y las comunicaciones (TIC).
Así lo cree y a eso le apuesta el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicación (Mintic), a través del programa piloto de Alfabetización Digital al Adulto Mayor, el cual buscaba enseñarles las funciones básicas de un celular a un grupo de 100 adultos mayores e introducirlos en el mundo de las redes sociales, eso sí, sin ningún acercamiento específico al manejo responsable del contenido que se comparte.
Pero iniciativas como esta hay que analizarlas con lupa, pues dejan ciertas dudas que se relacionan con la forma en que este tipo de proyectos entienden las necesidades de aprendizaje de este grupo poblacional y de qué manera se les brinda el conocimiento.
¿En dónde se ubica al adulto mayor en políticas TIC?
“Ha sido considerado un colectivo excluido de la participación ciudadana, de los derechos ciudadanos”, afirma Gloria Quinayás Medina, literata de la Universidad del Valle, máster en Investigación de la Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona y doctora en Comunicación y Periodismo de la misma universidad.
En su tesis doctoral “Políticas públicas en Colombia para la implementación de las TIC como factor de integración en democracia. Aplicación en el colectivo de personas adultas mayores de la ciudad de Cali”, Quinayás hizo un rastreo de información de la política pública gestada en la ciudad de Cali, enfocada en el adulto mayor y las TIC entre 2015-2017.
En dicha revisión se encontró con la iniciativa del Mintic, Vive Digital, que tenía como objetivo promover el uso y aprovechamiento de las TIC a través del acceso comunitario, que estuvo vigente hasta el año 2018. No obstante, para la profesora Quinayás, este proyecto tenía grandes falencias, a pesar de parecer tan prometedor.
“Había grupos de adultos mayores recibiendo cursos en el manejo de las TIC (con Vive Digital). Empecé a explorar con ellos cómo vivían la experiencia educativa y si estos programas tenían que ver con la política pública. Y realmente no, el Mintic había generado un programa, que no era malo, pero que era producto de la política y no de la política pública. Era un asunto de presentar resultados, tanto así que la persona de la alcaldía encargada de implementar el proyecto Vive Digital en Cali, ni siquiera conocía la oficina del adulto mayor o la entonces vigente política pública del adulto mayor”.
Situaciones como esta sirven de ejemplo para visibilizar la forma en la que el Estado trabaja de manera desarticulada en la implementación de proyectos, en este caso, con un enfoque en el aprendizaje de las TIC.
La experta cuenta que hay proyectos que involucran a esta población pero que se realizan sin diferenciar el tipo de adulto mayor o sus necesidades. No es lo mismo enseñar a un hombre mayor que tiene una buena pensión, tuvo una excelente educación y vive en un lugar acomodado en alguna capital del país, que enseñarle a otro que no sabe leer o escribir, vive del campo y el futuro de su vejez, en el ámbito económico, es un asunto completamente incierto.
No obstante, estas iniciativas también se pueden vislumbrar valiosos hallazgos.
“Los cursos estaban dirigidos a aprender el manejo básico de aparatos inteligentes, algo muy mecánico. Sin embargo, dentro de los grupos focales encontré algo muy interesante, y era la responsabilidad que tiene el adulto mayor frente a lo que escucha y a lo que escribe. Descubrí que la alianza de adultos mayores, niños y jóvenes era muy beneficiosa porque el adulto mayor se hacía más responsable de lo que ponía en redes sociales y, además, guiaba y vigilaba, entre comillas, lo que ese niño o ese joven estaba publicando. Esto se daba porque los cursos eran híbridos, no solo llegaban adultos mayores, por lo tanto, se creaban alianzas maravillosas”.
Una idea para combatir la desinformación
Daniela Sibaja, comunicadora social de la Pontificia Universidad Javeriana, seccional Cali, creó -para su proyecto de grado- una estrategia de educomunicación (integración de la comunicación y la educación) para desarrollar las competencias mediáticas e informacionales frente a las noticias falsas y la desinformación con un grupo de adultos mayores en la capital del Valle del Cauca.
Esta iniciativa, que llevó a cabo en el 2021, tiene un componente peculiar y es que analiza con detenimiento la educomunicación para fortalecer procesos que involucran el aprendizaje y la transmisión de un mensaje.
“Para determinar que ellos no tenían esas competencias mediáticas e informacionales, hice un grupo focal y un diagnóstico. En el primer encuentro me dediqué a observar para entender cuáles eran las dificultades que se les presentaban al momento de interactuar con la tecnología”, dijo a Pesquisa javeriana.
Luego, en una segunda ocasión, Sibaja reunió al grupo para hacer un reconocimiento de la forma en que identificaban la veracidad de una noticia. “Hacía el ejercicio de leerles las noticias y ellos me decían si creían que eran falsas o verdaderas”, explica.
Finalmente, “Comencé a decirles qué elementos debían tener en cuenta al momento de buscar una información. Después, inicié creando una estrategia, porque lo que yo quería era dejarles un material que les sirviera para tener ese conocimiento fresco siempre que lo quisieran recuperar y esto fue lo que dio origen a una cartilla con la estrategia de educomunicación FormaTic”, afirma Sibaja.
El grupo hizo parte del diseño, nombre y organización de la cartilla.
¿Cuestión de desinformación, falta de políticas públicas o un problema generacional?
Si hablamos de noticias falsas, es probable que cualquier grupo poblacional, no solo el del adulto mayor, haya sido crédulo y, por lo tanto, también las haya replicado.
Aunque los adultos mayores gocen de la “mala fama” de ser los principales responsables de esto, como asegura Gloria Quinayás, dicha afirmación “viene de la imagen negativa que se tiene de la vejez en una sociedad que clasifica desde el concepto etario. De esta manera se evita reflexionar, analizar y pensar incluyendo otros factores como la educación y la condición económica”.
Para la experta, las TIC pueden aportar en la inclusión de “aquellos grupos que no han sido incluidos”, pues es una forma de involucrarlos en las dinámicas sociales en las que de alguna u otra forma, el adulto mayor ha sido excluido y tiene derecho a pertenecer.
¿Entonces por qué en el imaginario popular está la idea de que el adulto mayor es quien más replica noticias falsas?
En los resultados de su investigación, Daniela Sibaja concluyó que “las personas pueden creer que esto sucede por la edad, pero no tiene nada que ver con el tema de la desinformación. Ellos incurren en este error precisamente porque carecen de competencias mediáticas e informacionales y de instituciones educativas que promuevan este tipo de educación con ellos”.
Más allá de la elaboración de políticas públicas más conscientes, que son un factor clave para el aprendizaje efectivo del uso de las TIC por parte de los adultos mayores, la respuesta central está en la educación, incluso, en la educomunicación.
El punto de partida, según las expertas, debe ser el contexto y las necesidades de los adultos mayores porque no todos viven igual ni requieren aprender lo mismo.
También, como afirma Gloria Quinayás, “es clave que el Estado genere múltiples espacios de capacitación que no sean solo dirigidos a adultos mayores, sino que permitan que estos se encuentren con jóvenes para enriquecer las experiencias pedagógicas y brindar un crecimiento en conjunto”.
Además, para las expertas hay que enfatizar en la importancia de no dejar la enseñanza de las TIC en un simple aspecto técnico y en la mecanización de un paso a paso para crear un perfil en una red social o aprender a enviar una foto y un audio en el grupo familiar de WhatsApp, también es necesario brindar herramientas y estrategias que obliguen a hacer un uso adecuado y consciente del contenido que se consume y que se divulga.
Si su abuelo o abuela envía información falsa a su chat tómese el tiempo de enseñarle las formas que conoce para filtrar la información. Lo mejor que puede hacer, según las investigadoras, es construir un aprendizaje en conjunto para hacer un uso correcto de las redes sociales y las nuevas tecnologías de la información.