El lanzamiento del libro “Plinio Herrera: Ecos de una bandola nariñense”, producto del proyecto titulado con el mismo nombre, así como el documental producido por Juan Manuel Rueda, periodista de Pesquisa Javeriana le dieron forma al Concierto Café. Alrededor de conversaciones, intervenciones musicales y reflexiones sobre la investigación+creación fue posible traer Nariño al auditorio de la Facultad de Artes de la Pontificia Universidad Javeriana.
La noche abrió con “Gloria a textiles”, pieza creada por Plinio Herrera a mediados del siglo pasado, para celebrar el triunfo de un equipo de fútbol de la fábrica de textiles de Pasto. En el video, con saxofón (Ignacio Ramos), violín (Federico Hoyos), piano (Luis Gabriel Mesa Martínez), bajo (Omar David Mesa Martínez) y triple (Javier Andrés Mesa Martínez) fue interpretado este pasodoble con el atardecer bogotano de fondo.
Como lo comentó en el discurso de apertura Claudia Salamanca, decana de la Facultad de Artes, “este proyecto comparte una mirada al presente y al futuro de la música”. La decisión de Luis Gabriel Mesa de hacer parte de este proyecto a amigos, familiares de Plinio y familiares propios no es menor. Provocan la necesidad de juntar voces colectivas para recapitular los años de producción musical de quizá uno de los artistas más representativos de Pasto. Una apuesta por situar a los artistas del hoy, atravesados por esos encuentros contextuales que provocan los territorios, los diálogos y las experiencias alrededor de los procesos creativos comunes.
¿Cómo situar a Nariño en la Academia?
A Luis Gabriel Mesa le enorgullece ver a su facultad abanderada de su región en este evento. Pesquisa invitó a su audiencia a participar en el Concierto Café a través de la creación de un archivo colectivo de imágenes. Ver los paisajes en los que los procesos surgen; reconocer las miradas de quienes lo habitan y empezar a imaginar cómo sus paisajes y sonidos los atraviesan permite dar sentido a la experiencia compartida por los artistas investigadores.
Para Luis Gabriel Mesa, la experiencia en Pasto dictó el camino, “investigar fue una ruta para recordar, acá hay mucho de mi vida personal y familiar”, comenta señalando cómo su corta infancia en la capital de Nariño le ha despertado una mirada particular para situarla dentro de la memoria compartida de su región. Sus hermanos, quienes además han sido pieza de clave en la investigación, fueron estudiantes del maestro Plinio Herrera e inundaban sus tardes de ensayo con varias de sus composiciones que se convirtieron en la banda sonora de su infancia.
“Cuando yo escribí este libro no sabía si encajaría como una publicación académica”, y es que no es común concebir un proceso tan personal, como un elemento de interés intelectual en la academia. Sin embargo, este proyecto señala la relevancia, pues sin los relatos compartidos y la confianza creada con las fuentes, gran parte del archivo de Plinio –conocido por su timidez y sencillez– seguiría en anaqueles de familiares y amigos.
Con Plinio Herrera se cierra una trilogía que explora las obras de compositores nariñenses del siglo XX. Este trabajo extendido ha participado en varios espacios de debate alrededor del proceso creativo de las músicas tradicionales a la luz del presente, en un juego por rescatar, hacer visible y situar estas melodías en el imaginario colectivo de la región.




La herencia de otras herencias
Para Luis Gabriel Mesa fue una sorpresa, encontrar que Plinio Herrera era un apasionado por la música española, pues ¿cómo esto influye en la identidad de la música nariñense? Sin duda este acontecimiento produjo la necesidad de preguntarse por lo hispano a través de un instrumento musical tan colombiano como la bandola, instrumento que interpretaba Plinio, y todo lo que este encuentro podía enunciar. “¿Qué pasa si yo indago en la vida personal de Plinio, a través de su archivo? ¿será que yo logro encontrarme a mí mismo como músico nariñense a través de la música de otro?” Para este musicólogo, ir tras la pista de Plinio significó un proceso de búsqueda de sí mismo.
Entre anécdotas y risas, el escenario vuelve a entonar a Plinio, esta vez con “Ema” y “Dilia”, dos marchas, que, aunque inician con algunos momentos melancólicos parecen contagiarse de una alegre y apresurada melodía. A “Ema”, Luis Gabriel Mesa no llegó de manera sencilla. Era una obra poco conocida, una de esas partituras que, como el resto tenían nombres de personas cercanas, y que descansaba en archivos familiares.
El reto del proyecto fue interpretar estas melodías, transmitiendo la presencia de Plinio como músico y compositor de vanguardia, pues muchas de sus composiciones usan recursos poco convencionales. Esta cualidad permitió poner al servicio del proceso técnicas más contemporáneas sin fallar a la esencia del sonido original, convirtiéndolo en un elemento móvil.
El concierto café siguió su curso con un pasodoble, con el cual se pretende evocar la solemnidad y majestuosidad que implica la marcha. Este género, señala Luis Gabriel Mesa, podría situar el esfuerzo de Plinio por traer las marchas españolas a través de la bandola nariñense, no en un acto de traducción, sino más bien de cercanía, lo que hace eco al reverberar en la perspicacia del compositor.
Muchos de los pasos dobles de Plinio Herrera fueron posteriormente reinterpretados en el país como bambucos, y otras melodías que llamaríamos más colombianas, pero para Luis fue vital reconocerlas con su espíritu inicial. Aunque no interprete la bandola, y entendiendo que lo ‘hispanoamericano’ llega como un eco primario, los arreglos y las interpretaciones conforman ensambles que dialogan entre los instrumentos para abrir paso a la curiosidad del encuentro de sonidos.
Sin duda, este acto tentativamente recuerda el junte que particularmente Plinio produjo entre la vida de tocar y dirigir bandas, una forma de poner en diálogo una amplia gama de sonidos. Es ese espíritu de dialogo amplio la razón por la que Luis Gabriel Mesa invitó al proyecto y a la conversación a dos voces más: Javier Andrés Mesa (hermano de Mesa) e Ignacio Ramos (arreglista de algunas de las canciones que componen el proyecto).
El valor de la creación colectiva
Hay un punto muy interesante que se revela en el diálogo durante el Concierto Café y es que la experiencia de recolectar el archivo de Plinio Herrera detonó la necesidad de co-construir un archivo compartido (el de Plinio en la mirada de Luis), pues algunos de los materiales se encontraban incompletos o sin titulares. Tal es el caso de un pasillo que Plinio inventó en una clase con su estudiante Héctor Rosero para ejemplificar formas de construir la armonía. En ese ejercicio, el manuscrito es vital para la investigación, ante la sugerencia de Héctor, surge el impulso de nombrarlo, con el nombre de Laura –su sobrina más cercana– y quien no aparecía en ninguno de los manuscritos recolectados.
De este modo, Héctor Rosero y Luis Gabriel Mesa, más que facultarse por nombrar o recrear, reconocen patrones y construyen los vacíos del archivo como una mirada en conjunto, que da cuenta de las dinámicas y pensamientos particulares alrededor de un personaje como Plinio. De esa comprensión es que luego es posible crear los arreglos para flauta y piano que permitieron su reinterpretación.
A modo de cierre, Mesa celebra la apertura de la editorial Javeriana, de la Facultad de Artes, de Pesquisa Javeriana y del público por hacer posible de manera colectiva que este tipo de proyectos que proponen el conocimiento situado desde las artes, cohabiten desde la experiencia sensible, las discusiones académicas.
En este video puede escuchar toda la conversación: