Las universidades tienen la responsabilidad de trascender los muros de sus aulas para dialogar con las comunidades, con la empresa y con la sociedad en general. En esta conversación, la búsqueda de soluciones a necesidades que enfrentamos a diario se sustenta en el conocimiento crítico y el desarrollo de nueva tecnología, es decir, en la movilidad del conocimiento. Esta apuesta histórica de la Pontificia Universidad Javeriana, en sus sedes de Bogotá y Cali, nos hizo ganadores de dos de los cuatro proyectos que aprobó el programa Colombia Científica, articulado por el Banco Mundial, Colciencias, Icetex y los ministerios de Educación Nacional y de Comercio, Industria y Turismo.
Sin duda, los dos ecosistemas científicos que liderará la Javeriana en este programa responderán también de manera natural a la inspiración de nuestra misión, que concibe “la creación y el desarrollo de conocimiento y de cultura en una perspectiva crítica e innovadora, para el logro de una sociedad justa, sostenible, incluyente, democrática, solidaria y respetuosa de la dignidad humana”: una sintonía armoniosa, además, entre nuestras funciones sustantivas de realizar docencia, investigación y servicio con excelencia y perspectiva global e interdisciplinar. Una parte de esto se refleja en los dos proyectos que lideraremos. Me explico a continuación.
Por los próximos cuatro años, la sede Bogotá de la Javeriana tendrá la responsabilidad de indagar y explorar terapias alternativas contra diferentes enfermedades, entre ellas el cáncer, a partir de fitomedicamentos procesados de más de 20 plantas, algunas nativas, como el anamú, el dividivi o la guanábana. Este proyecto estará en cabeza de la bacterióloga Susana Fiorentino, investigadora con posdoctorado en inmunoterapia antitumoral. Para ello, 17 entidades nacionales e internacionales vigorizarán sus redes académicas, generarán acciones con el sector industrial y fortalecerán instituciones educativas.
Además, con un proyecto que coordina el ingeniero electrónico Andrés Jaramillo, con posdoctorado en ciencia e ingeniería de nanoescala, nuestra seccional de Cali tendrá el reto de transformar los componentes epigenéticos, genéticos, metabólicos y proteicos del arroz y la caña de azúcar para producir semillas más resistentes a los cambios del clima. Esta apuesta científica espera impactar positivamente en el rendimiento de la cosecha y en la disminución de emisiones de gases de efecto invernadero.
Más de 100 investigadores con doctorado estarán aportando desde sus experticias a la comprensión de los fenómenos que buscamos transformar: por un lado tenemos una enfermedad como el cáncer y, por el otro, una forma de aprovechar mejor nuestros recursos naturales para proponerle alternativas de seguridad alimentaria al país. Entre los resultados esperados se encuentran 156 artículos científicos, desarrollos que permitan la solicitud de diez patentes, la formación de más de 50 estudiantes de pregrado, maestría y doctorado, y el fortalecimiento institucional de universidades con menores estándares de calidad: muchos logros para las academias. Pero allí no termina el impacto de estos proyectos.
Una convocatoria como Colombia Científica es una oportunidad para robustecer capacidades y consolidar redes de trabajo, no solo en el interior de la academia sino en ese tridente de universidad-empresa-Estado, que debería ser constante. Gracias al manejo de recursos por más de $18.000 millones por proyecto, nunca antes vistos en convocatorias nacionales de investigación en el país, podemos pasar de proyectos puntuales de corto aliento a una concepción de ciencia vigorosa, rigurosa y de talla internacional.
No desconocemos que estas son apuestas ambiciosas, que plantean retos innumerables en cuanto a coordinación institucional y manejo de estos recursos públicos que, en últimas, vienen de su bolsillo y del mío. Pero reconocemos, sobre todo, que trazan inmensos desafíos en esta idea de hacer ciencia pertinente para nuestra sociedad, que brinde soluciones concretas a necesidades latentes y actuales, como la salud y la seguridad alimentaria. Así pues, confirmamos que tenemos la camiseta puesta para hacer ciencia y fortalecer la academia, para cumplirle a la sociedad colombiana.