En las últimas semanas, las noticias informan que el fenómeno de El Niño se activará hacia el segundo semestre de este año, iniciando en junio con un 62% de probabilidad y consolidándose en diciembre con un 87% de probabilidad. Esta información proviene de varias agencias con diferentes métodos de predicción que, concluyen, tendremos una época de pocas lluvias que podrá extenderse hasta el 2024.
El fenómeno de la Oscilación del Sur (ENOS) es un proceso climático natural caracterizado por el calentamiento (Niño) o enfriamiento (Niña) del Océano Pacífico Tropical que tiene impactos globales que afectan la distribución de las precipitaciones en el mundo.
Entre 2020 y 2022 se registraron eventos continuos de La Niña. En Colombia se manifestaron con precipitaciones superiores al 20% de los promedios registrados entre 1991 y 2020 que provocaron inundaciones, deslizamientos y aumento en los precios de los alimentos en los últimos dos años. Sin embargo, en este momento encontramos a la espera de su opuesto, y se advierte que en el próximo mes se presentará un evento de El Niño, el cual se manifiesta (en Colombia) como una temporada seca (sin lluvias).
Los primeros indicios de esta transición entre La Niña y El Niño han sido los incrementos de temperatura registrados a lo largo del país; la zona Caribe ha alcanzado temperaturas de 40 °C, Bogotá de 20 °C, Medellín de 30 °C y Cali de 35 °C, según datos reportados por IDEAM.
Estos eventos ocurren de manera periódica y su frecuencia e intensidad ha venido aumentando en los últimos 50 años. Estudios científicos han determinado que este incremento en frecuencia e intensidad está asociado al cambio climático, aunque los mecanismos exactos de esta relación no están tan claros.
En línea con esto, es muy importante considerar el impacto que este evento pueda generar en los sectores agrícola, doméstico, y de energía, entre otros, dado que se espera una temporada seca y caliente de más de seis meses aumentando la susceptibilidad a incendios forestales, afectaciones a cultivos, desabastecimiento hídrico de las cuencas y la salud de las personas bajo las olas de calor.
Ante esta preocupación, el Gobierno Nacional ha manifestado un parte de tranquilidad asegurando que se tiene una matriz de generación energética del 15% adicional a lo que se tuvo en el año 2015 cuando también experimentamos un evento Niño. Finalmente, y como bien lo dice el refrán “ni tanto que queme al santo, ni tan poco que no lo alumbre”, ningún extremo es bueno y debemos estar atentos y ayudar a que los efectos de este evento no sean devastadores.
Esta columna fue escrita por los profesores de la Facultad de Estudios Ambientales y Rurales de la Pontificia Universidad Javeriana María Cristina Arenas, PhD, y Juan C. Benavides, PhD.