Como lo reportan en medios de comunicación, Freddy García, de Natagaima, Tolima, es uno de los afectados por los incendios forestales que arrasaron más de 9.000 hectáreas en el occidente y sur del país. Por su parte, Marta Martínez, en Barranquilla, hace un par de semanas perdió el techo de su casa debido a las fuertes lluvias y vientos. Aunque el IDEAM prevé que La Niña llegará en lo que resta de 2024, se espera un impacto débil. Freddy y Marta, como muchos otros afectados, podrían no saber que estos comportamientos ambientales tienen que ver con los patrones de lluvia en Colombia y que están provocando cambios extremos en el clima.
La lluvia es tan natural como compleja. Es un fenómeno influenciado por múltiples factores que no solo determinan su intensidad, sino su ubicación, frecuencia y otros aspectos. Según Nelson Obregón, doctor en Ciencia de Hidrología de la University Of California sede Davis (Estados Unidos) y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, “el proceso de formación de la lluvia está ligado al ciclo del agua” y está conectado con ecosistemas de diferentes lugares del mundo.
Primero, expliquemos el ciclo del agua
Entonces, para comprender la lluvia, hay que partir de explicar el ciclo del agua. A lo largo de varios procesos, se produce la evaporación de grandes cuerpos de agua —como los océanos y los ríos—, así como la evapotranspiración de las plantas, que alimentan grandes masas de humedad y vapor de agua. Es decir, “así como los humanos transpiramos, las plantas lo hacen a través de las estomas –células de la piel de las plantas–, convirtiendo el agua en vapor”, explica el investigador universitario.
De allí, el vapor del agua forma grandes masas o nubes que se fortalecen a medida que se desplazan. Para Colombia, este vapor de agua es generado por el Océano Atlántico y es clave en sus patrones de lluvias. “El agua se evapora de los océanos y, mediante procesos atmosféricos, asciende y es empujado por corrientes de aire. Al encontrarse con las cordilleras, estas corrientes pueden condensarse y provocar lluvias”, añade Obregón.
Hugo Rico, meteorólogo de la Universidad Nacional y exinvestigador del Instituto Geofísico de la Universidad Javeriana, explica el desplazamiento de estas masas de vapor de agua en función de una región del globo terrestre llamada Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT).
La ZCIT, el desplazamiento de las nubes y las lluvias en Colombia
La ZCIT es una franja cercana a la línea del Ecuador, donde se encuentra Colombia. Allí, chocan los vientos provenientes de los hemisferios norte y sur, producto de la circulación global. En esta zona, el aire cálido y húmedo forman una gruesa banda de nubes que varía de posición a lo largo del año.
Según Rico, “la ZCIT modula la producción de lluvias en el país”. Esto se debe a que cuando esta banda de nubes se desplaza hasta el norte de Colombia, las precipitaciones se concentran en esa región, lo que explicaría en parte, las lluvias en Barranquilla, donde vive Marta. Si se ubica más al centro, las lluvias aumentan en la región Andina, lo que podría afectar a Natagaima, Tolima, donde reside Freddy. Al moverse hacia el sur, las precipitaciones se incrementan en las zonas más bajas del país.
Además de la ZCIT, la compleja geografía del país, con sus tres cordilleras, los océanos Pacífico y Atlántico, la Amazonía y otras características, también juegan un papel crucial en la diversidad de los patrones de lluvia.
Cinco regiones naturales, cinco regímenes de lluvia distintos
Colombia se puede dividir en cinco regiones naturales con características climáticas distintas: la región Caribe, la más seca; la región del Pacífico, muy húmeda; la región Andina, que atraviesa la Cordillera de los Andes; la región del Orinoco, una sabana seca en la cuenca del río Orinoco, y la región Amazónica, que cubre la cuenca del río Amazonas.
La región Andina presenta dos picos de precipitación, uno entre marzo y mayo y otro entre septiembre y noviembre, lo que se conoce como un régimen bimodal de lluvias. Esto quiere decir que en estos meses la banda de nubes (ZCIT) se sitúa en esta parte del país. Por su parte, las regiones del Orinoco y Amazónica tienen su pico de precipitación entre junio y agosto. Es decir, que la ZCIT se desplaza más al sur entre junio y agosto.
La región Caribe alcanza su máximo en septiembre-noviembre, mientras que la región del Pacífico muestra altos niveles de precipitación en todas las estaciones, por la influencia del vapor de agua producido en el Océano Pacífico. Todas las regiones experimentan los niveles más bajos de precipitación de diciembre a febrero.
En el contexto de las emergencias climáticas que enfrenta Colombia, marcadas por la falta de lluvias y las altas temperaturas, es crucial comprender que las precipitaciones varían según la región y la época del año. No en todas las zonas del país llueve en los mismos periodos ni con la misma intensidad.
Aunque los pronósticos climáticos indican patrones considerados normales, estos suelen alterarse por diversos factores que influyen en el régimen de lluvias de cada región. Esto podría explicar por qué, en la región Andina, donde se encuentra Natagaima, Tolima, no llovió entre septiembre y octubre como se esperaba, lo que provocó incendios forestales. Mientras tanto, en la región Caribe, donde vive Marta, las lluvias ocurrieron según lo previsto.
Ahora bien, es importante que Freddy y Marta entiendan que existen varios fenómenos de variabilidad climática que influyen en que llueva o no, el más conocido es El Niño-Oscilación del Sur (ENSO), dentro del que se encuentran los llamados fenómenos de El Niño y La Niña, que corresponden a períodos más secos o lluviosos, respectivamente.
¿Cómo inciden La Niña y El Niño en el clima del país?
El Fenómeno de El Niño ocurre cuando las aguas del centro y este del Océano Pacífico Ecuatorial se calientan más de lo habitual, alterando los patrones de viento y precipitación (lluvias) en varias regiones del mundo. Según Hugo Rico, “con El Niño, se altera el comportamiento de la Zona de Convergencia Intertropical (ZCIT)”. Este calentamiento genera un patrón de vientos que debilita y desplaza la ZCIT hacia el sur, alejando las lluvias de su ubicación habitual en el país y provocando las sequías asociadas a El Niño.
Por su parte, La Niña es el fenómeno opuesto y ocurre cuando las temperaturas del océano en el mismo lugar del Pacífico se enfrían más de lo normal, lo que influye en los patrones climáticos globales, provocando condiciones contrarias a las del Fenómeno de El Niño. En este caso, el viento de la convección es débil, por lo que la ZCIT se fortalece, aumentando las lluvias, principalmente al norte de Sudamérica.
Juan Diego Giraldo Osorio, hidrólogo, experto en cambio climático y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana, señala en su estudio Analysis of ENSO-Driven Variability and Long-Term Changes of Extreme Precipitation Indices in Colombia, Using the Satellite Rainfall Estimates CHIRPS que el impacto de los fenómenos de El Niño y La Niña varía entre las diferentes regiones de Colombia.
Durante los años de El Niño, se observan condiciones más secas en el Pacífico, el Caribe y la región Andina, mientras que, durante La Niña, estas mismas áreas experimentan un aumento en la humedad y las precipitaciones. Sin embargo, en las llanuras orientales, como la Orinoquía y la región Amazónica, el impacto de El Niño y La Niña es menor. En estas zonas los patrones de lluvia están más influenciados por la dinámica del Océano Atlántico y la cuenca del Amazonas.
En su estudio, Giraldo investigó si los patrones de lluvias y sequías en Colombia han sido más influenciados por el Fenómeno de El Niño (ENSO) o por el aumento global de la temperatura. Encontró que la variabilidad climática — a corto y mediano plazo — está más afectada por El Niño, lo que puede explicar las sequías vividas en el lugar donde vive Freddy, mientras que el análisis del cambio climático — a largo plazo — no mostró una desviación significativa, en parte por la falta de suficientes datos.
Crisis climática y lluvias
Como se ha expuesto anteriormente, Colombia, por su cercanía a la línea de Ecuador y su biodiversidad, presenta una variabilidad climática notable, influenciada por diversos fenómenos que impactan los patrones de lluvia y sequía. No obstante, como lo afirma Obregón “Hay una conjetura y es que el cambio climático está exacerbando la variabilidad climática” se están alterando los ciclos normales, aumentando la frecuencia y alterando la distribución de las lluvias.
“Puede que al año caiga la misma cantidad de lluvia, pero ya no como se espera”, señala Obregón. Aunque el volumen anual de precipitaciones podría no variar significativamente, su distribución y frecuencia han cambiado: llueve menos días, pero cuando llueve, es con mayor intensidad. Este cambio, probablemente impulsado por el cambio climático y las actividades humanas, introduce una creciente incertidumbre en el ciclo del agua.
Lo anterior se comprueba en las prolongadas sequías en Natagaima, Tolima, que provocaron incendios forestales incontrolables, y las lluvias torrenciales en Barranquilla, que destruyeron el techo de la casa de Marta. Rico respalda esta preocupación, advirtiendo que los fenómenos de El Niño y La Niña podrían volverse “más frecuentes o intensos debido al calentamiento global”.
Finalmente, la crisis climática ha vuelto el clima más errático e impredecible, complicando la planificación y respuesta ante fenómenos como incendios y lluvias extremas, lo que aumenta la vulnerabilidad de las comunidades afectadas. Esto se debe a que las predicciones climáticas son cada vez más imprecisas, como se observa en la irregularidad de los ciclos de El Niño y La Niña, que ya no siguen la periodicidad que históricamente tenían.