Cuando empecé a ver en internet y en mis redes sociales las imágenes que tomó el telescopio James Webb sobre el universo me pregunté, como bióloga, qué tenían de nuevo. Al principio, sinceramente, y a simple vista, no logré detectar nada nuevo, diferente o extraño. Con esto no estoy diciendo que las imágenes no fueran maravillosas, pero para mí, en ese momento, no representaban una novedad o alguna diferencia con lo que había visto previamente.

Pero el tema no dejó de parecerme interesante y comencé a preguntarme qué pasó, qué es lo nuevo y el por qué tantas personas seguían compartiendo asombradas las fotos en sus redes sociales.
Soy profesora de un colegio en Bogotá y seguramente mis estudiantes me preguntarán por esas fotos, lo que me llevó a pensar en cómo les voy a explicar qué se ve en esas imágenes. Ahí decidí investigar e informarme más sobre el tema.
La vida del telescopio James Webb
La historia de este telescopio se remonta a los años 90 cuando comenzó la idea de la construcción del sucesor del telescopio Hubble, hasta ese momento el más potente, para lo cual, el comité HST & Beyond, nombrado por la Asociación de Universidades para la Investigación en Astronomía (AURA) con el apoyo de la NASA, recomendó en un informe de 1996 la construcción de un telescopio significativamente más grande y con una facultad de registro en el rango ultravioleta, óptico e infrarrojo.
Pero, ¿por qué especialmente debía captar estas longitudes de onda? El telescopio Hubble, por ejemplo, puede estudiar el universo en onda ópticas, ultravioleta y tiene cierta capacidad para detectar infrarrojos. Sobre esto último, con el James Webb sería posible observar el universo principalmente en la longitud de onda del infrarrojo, un aspecto que no había sido posible estudiar a detalle con el Hubble y que abriría la vista hacia “otro universo”.

Esto porque según la NASA, las estrellas y los planetas que se están formando se encuentran detrás de nubes de polvo que absorben la luz visible y el Hubble no llegaba a ver más allá de ellas. Ahora, con el James Webb se puede observar lo que se encuentra detrás de estas nubes, ya que la luz infrarroja emitida por esas regiones puede penetrar la cubierta de polvo, llegar a los espejos del telescopio y mostrarnos lo que hay en ellas.
El James Webb comenzó a construirse en 2004 y fue lanzado al espacio el 25 de diciembre de 2021, después de tres décadas de propuestas, estudios y construcción.
Actualmente es el telescopio más grande y potente del mundo, tiene un sistema de espejos hexagonales que están hechos de berilio y recubiertos con una película de oro que tienen como objetivo captar la luz del universo y dirigirla hacia los instrumentos que realizarán el análisis de los datos obtenidos.
También cuenta con tres espejos, siendo el espejo principal el de mayor tamaño y el encargado de recoger la luz de los objetos observados. Mide 6,5 metros de ancho y lo convierte en el más grande lanzado al espacio hasta el momento. Con este tamaño se hace posible que pueda observar galaxias a más de 13 mil millones de años luz de distancia, pues el detalle de cuánto puede ver un telescopio está directamente relacionado con el tamaño del área que recoge la luz de los objetos que se observan.

Un año luz equivale aproximadamente a nueve billones de kilómetros.
El telescopio cuenta con un “parasol gigante” del tamaño de una cancha de tenis, una especie de escudo térmico que le permite resistir temperaturas muy bajas y lo protege de las fuentes de calor presentes en el universo, así como de las emitidas por sí mismo.
¿Qué sigue después de las imágenes?
Seguramente muchos de nosotros vimos las primeras fotografías que tomó el telescopio, pero las preguntas que surgen ahora son: ¿qué es lo novedoso? ¿qué sigue?, ¿cuál es el futuro de los estudios del universo a partir de la información y las imágenes que nos mostró?
Que el telescopio pueda hacer una espectrografía a partir de la luz infrarroja significa que puede conocer la composición química del objeto que observa, sus propiedades físicas y cómo se mueve. En este sentido permitirá estudiar en detalle los exoplanetas (aquellos que se encuentran fuera de nuestro sistema solar) y establecer con alta precisión si cuentan con presencia de agua, dióxido de carbono u otros compuestos que son indispensables para la vida.
El telescopio James Webb es producto de un proyecto de trabajo de más de 1200 científicos, ingenieros y técnicos de 14 países. Es operado por la Agencia Espacial Europea, la Agencia Espacial Canadiense y la NASA y cuenta con por lo menos 308 colaboradores alrededor del mundo.
En los primeros análisis e imágenes del James Webb se puede observar un espectro de transmisión de un planeta gigante llamado WASP-96b, ubicado en la constelación de Phoenix, a 1150 años luz de distancia, y según informó la NASA, se puede establecer la presencia de agua en su atmósfera y una temperatura de aproximadamente 725°C.

Más información sobre la edad del universo
Gracias a que el James Webb puede detectar la luz débil de objetos muy lejanos, es decir, la luz infrarroja de la que hemos hablado, los investigadores podrán establecer e indagar acerca de los inicios del universo y aspectos que se relacionan con la formación de las primeras galaxias.
Por ejemplo, en las primeras imágenes obtenidas obtuvo una del cúmulo de galaxias SMACS 0723. La fotografía de este cúmulo ha sido considerada como la imagen infrarroja más profunda y nítida del universo primitivo en la cual podemos observar miles de galaxias y objetos jamás vistos. Esta imagen nos muestra un espacio muy pequeño, tan diminuto como el que ocupa un grano de arena sostenido con el brazo extendido donde se puede ver esta parte del universo tal y como apareció hace 4600 millones de años.
Colombia y el telescopio James Webb
No puedo finalizar este artículo sin mencionar una de las razones por las cuales decidí hacerlo: dos mujeres colombianas hacen parte del programa General Observer, el proyecto que abrió la NASA para que los científicos realicen observaciones con el telescopio James Webb.
Se trata de María Claudia Ramírez, física con magíster en Física y Astronomía, quien tiene como objetivo el estudio de los efectos de la radiación UV generada por las estrellas masivas —que tienen una masa significativamente más grande que la de nuestro sol— y sobre los discos protoplanetarios —aquellos discos de polvo y gas donde se van a formar los planetas—; y Sofía Rojas, astrónoma y física y especialista En el estudio de la creación de las primeras galaxias. En esta página web, Sofía cuenta más acerca de su proyecto.
Se espera que este telescopio cuente con veinte años de operación y que nos siga abriendo las puertas para conocer más nuestro universo con ayuda de todos los científicos que participan del proyecto.
En la escritura de esta columna, definitivamente, he aprendido mucho. Después de entender por qué las imágenes del James Webb son tan importantes y novedosas, comprendo que los avances en este campo son impresionantes y que, seguramente, si seguimos al pendiente del tema, cada día podremos asombrarnos con lo que los científicos vayan encontrando y analizando.
Ahora cuento con algunos datos e imágenes impresionantes que puedo compartir con mis alumnos, y aunque seguramente vendrán más dudas, que esta sea la oportunidad para que el aprendizaje de nuestro universo nos permita maravillarnos y, además, recordarnos las características únicas que tiene nuestro planeta.
1 comentario
Excelente análisis del artículo del Telescopio, invita a la investigación.