Esas lombricitas que les daban de comer a las gallinas en una finca del pie de monte llanero resultaron ser peces de aguas subterráneas, posiblemente una especie nueva para la ciencia. Investigadores del Laboratorio de Ictiología de la Pontificia Universidad Javeriana, en conjunto con sus colegas de la Universidad de Toronto, Canadá, están concentrados en estudiarlos palmo a palmo, describiendo con detalle sus características morfológicas internas y externas, su genética, sus aspectos más íntimos, incluso cómo han evolucionado.
Hasta ahora saben que se trata de una especie de bagre, que cuando está vivo es de un intenso color rojo; sus ojos están reducidos a su más mínima expresión, pues en la oscuridad poco les servirían; en cambio, los bigotes en su cabeza les sirven para orientarse. Tienen una contextura ósea muy fuerte y aletas muy bien desarrolladas: la anal se une con la aleta caudal —de la cola— y cuentan con doble aleta dorsal; “son adaptaciones para la vida en esas aguas subterráneas donde tal vez habitan en cavidades, y estas estructuras les permiten deslizarse en esos sistemas”, explica Javier Maldonado, ictiólogo e investigador de la Javeriana,.

Descubrirlos fue algo inesperado. Uno de los investigadores, que se encontraba haciendo trabajo de campo en una finca cerca al municipio de Yopal, Casanare, cuenca del Orinoco, se percató que, mientras conversaba con los dueños de la misma, en un balde estaban metiendo unos bichos que salían de la limpieza de uno de los aljibes utilizados para extraer agua para consumo. Con sus ojos de ictiólogo, cuenta Maldonado, “el investigador pudo corroborar que, efectivamente, ¡no eran lombrices sino peces! Unos que él jamás había visto, por lo cual inmediatamente sacó a correr a las gallinas que minutos antes ya se habían comido un par de ejemplares. Tomó fotos y me las envió para verificar de qué peces se trataban, y, ¡oh sorpresa!, eran unos bagres pertenecientes al género Phreatobious que hasta la fecha sólo habían sido registrados a miles de kilómetros de distancia en tres localidades de la cuenca Amazónica, cada una con una especie diferente”.
¿Cómo habían llegado hasta allí?
El hecho de encontrar peces en aguas subterráneas ya es novedoso de por sí: en el mundo y en Colombia recientemente han sido descritas algunas especies encontradas en cavernas. Pero que estén viviendo en los aljibes o en hoyos para extraer agua o petróleo —como fue el caso de Brasil—, “eso es algo realmente muy llamativo porque, ¿cómo unos peces de agua subterránea, que se suponía estaban restringidos a la cuenca del Amazonas, ahora están presentes en la del Orinoco?”
La primera vez que vieron estos diminutos bagres fue en 2011, y en 2017 se los volvieron a encontrar en el departamento del Meta. Buscando cómo se distribuyen las aguas subterráneas en Colombia, encontraron que el 41% de las reservas están en la provincia hidrogeológica de los Llanos Orientales, donde se han identificado tres acuíferos: Villavicencio-Granada-Puerto López, Yopal-Tauramena y Arauca-Arauquita. Pero los estudios no se han enfocado en la vida que navega por esas aguas. “Seguramente estos acuíferos estuvieron conectados en el pasado y estos individuos son relictos de esa distribución amplia que tenían estas especies y que ahora están aislados”, se atreve a explicar Maldonado. Hay teorías que aseguran que las cuencas del Amazonas y el Orinoco eran una sola hace millones de años y eso también explicaría encontrarlos hoy en día en regiones tan distantes.

Maldonado y sus colegas están actualmente buscando estos pececillos en otros lugares de los llanos, pero también realizan estudios que les permitan conocer un poco más sobre sus relaciones de parentesco con las otras tres especies del género y otra adicional que está siendo descrita para la cuenca del Amazonas: “Es muy importante establecer a cuál esta especie del Orinoco está más relacionada para también hacer una estimación aproximada de hace cuántos miles de años se dio la separación entre estas dos especies. Si los resultados nos da una edad muy reciente, quiere decir que, efectivamente, las cuencas del Orinoco y del Amazonas siguen conectadas por aguas subterráneas”, asegura Maldonado, y enfatiza: “Si nos da una edad mucho más vieja, nos querría decir que ambas tenían una distribución amplia pero ya cuando se configuraron las cuencas como las conocemos hoy en día, unos individuos quedaron aislados en el Orinoco y otros en el Amazonas, y como ha pasado tanto tiempo, pues precisamente eso es lo que ha generado que esta especie del Orinoco desarrolle características únicas para que hoy la consideremos como una nueva especie”.
Los investigadores llaman la atención sobre el posible impacto que se puede estar generando en estos sistemas de acuíferos en la región por diversos tipos de actividades humanas, que no solo ponen en riesgo el suministro de agua para diversos usos sino la diversidad desconocida o poco estudiada que albergan y que es clave para comprender cómo ha sido la evolución de cuencas tan importantes como la del Orinoco y del Amazonas.
Todo esto ha puesto a trabajar más aceleradamente a los científicos por esta nueva especie que, yo propongo, se llamaría Phreatorius yopalensis, por Yopal. A lo que Maldonado responde con una carcajada: “Podría ser también Phreatorius gallinensis”.

5 comentarios
En Granada meta también son comunes un los algibes.
exelente descubrimiento soy de putumayo y la verdad estoy interesado en mandar especies que puedan identificarce
Fantástica descoberta! Esta ocorrência no Orinoco demonstra que estes peixes têm ampla distribuição em toda as terras baixas da América tropical. Precisamos desenvolver técnicas para coletá-los onde não houver poços.
Su titular no está bien enfocado; No hay vida en las rocas excepto protistas y fungi, si logran penetrar por sitios antihigiénicos, pero no pueden migrar excepto en karst.
No es cierto que ese hueco se pueda considerar como un aljibe.
Ahora bien, que hayan peces y otros seres vivos y sean especies desconocidas es importante, pero especular con su origen, conservación, movilidad y otros aspectos que mencionan allí, solamente llenará de dudas y confusiones a los cientificos. Un sistema de información geográfica produce ansiedad con sus colores coquetos, pero deben tener cuidado.
Excelente. Felicitaciones!